El día en que todo cambió

A otros he narrado la historia de cómo caí de los Cielos y lo que hice al llegar aquí. A ti te contaré por qué tú no has estado a salvo del juicio, aunque nunca nadie hable mal de ti. Porque créeme, lo mereces y esta es la hora en que se va a producir. Estafa, extorsión, chantaje, tráfico de personas, prostutición forzosa, un par de asesinatos, numerosas heridas, algunos hurtos y un largo etcétera de causas menores son más que suficiente para que yo, como juez en instrucción, me encargue de tu sentencia. Y si nadie me dirigió nunca a ti es porque todo el mundo temía que les ocurriese como les ha pasado a los pocos que han luchado contra ti. Pero, lamentablemente para ti, yo soy ajena al miedo y ya no solo escucho las llamadas de auxilio.

Pero empecemos por el principio, supongo. El mundo se ha sumido en las Tinieblas, la Creación no funciona como debe, la entropía lo anega todo y aquellos como tu, oscuros y retorcidos, se aprovechan de ello y lo potencian. Supongo que las grietas en los muros del Infierno deberían haberme advertido de lo que me esperaba al otro lado, del Fin reinante porque nadie hace nada por evitarlo, del crimen rampante y los abusos sin consecuencias. Lo encontré sin duda al llegar aquí, a Hell's Kitchen, y ocupar el cuerpo de esta pobre detective que ya ves, no tuvo un final feliz porque esos ya no existen en este rincón de la Creación.

Y créeme que he visto mucha de esa mierda allá donde he ido por el mundo. Solo un puñado de ángeles caídos, como yo, lucha contra esa marea: el resto, apenas se giran a mirar lo que ocurre, desentendiéndose de todo. Si los justos no hacen nada, el mal triunfa, o eso dice el refrán... y es muy cierto. Nadie hace nada, así que me dediqué a usar el despacho de Ángela para poder dar algo de justicia a la gente del barrio, mientras en mis viajes con los otros ángeles veía como la corrupción se extendía por las tierras de la piel, por las tierras de la sombra, por los reinos de los sueños e incluso por el de las hadas, según me ha sido relatado. Ya, ya se que no crees en todo esto pero, si los ángeles caídos somos reales, ¿por qué crees que el resto no lo serían también? Bueno, da igual, supongo. 

El caso es que aquel Halloween iba a cambiarlo todo. Comenzó, como suele ocurrir aparentemente con un exceso de frecuencia, como un sueño que nos dejaba a todos del otro lado de la fina tela que separa este mundo del mundo de los muertos. La conozco bien, la he cruzado muchas veces, pero no aquellos que estaban conmigo, normalmente incapaces de ese viaje. A partir de ahí, las señales se sucedieron de que Cheshire había vuelto a las andadas y estaba tratando de destruir de algún modo el mundo de los muertos para su propio beneficio, afectando muy de lleno al mundo de los vivos. Y nadie hacía nada, como siempre, nadie menos nosotros tres, solos contra un enemigo enormemente más poderoso que nosotros, atrincherado en una fortaleza que desafiaba y amenazaba a toda la Creación pero ante la que nadie parecía decidirse a luchar.

No te aburriré explicándote como nadie acudió a la llamada, como fue inútil perder el tiempo hablando con oráculos y fantasmas, buscando aliados o cualquier otra cosa. Ni cómo hicimos un ritual imposible, encerramos en él a Cheshire con una trampa con su Verdadero Nombre, ni cómo ello llevó a su destrucción en las profundidades de Malfeas. O cómo Malfeas creó un nuevo vórtice a las tierras de las sombras sobre las ruinas de la ciudadela arrasada. Todo eso carece de importancia para que tú estés aquí, a solas conmigo y tu muerte inminente. Lo que importa es la inevitable gota que colmó el vaso que todo eso supuso.

La cuestión es que fue más que suficiente para cambiar mi forma de ver las cosas... aunque supongo que el tormento que tuvimos que incurrir todos para poder encerrar al monstruo también tiene que ver. La cuestión es que he decidido que ya no me puedo quedar simplemente de brazos cruzados, dejando que el mundo sea cruel e injusto ante mis ojos, juzgando sólo aquello que pasa ante mi y abandonando todo el resto a su suerte. No. Ya no.

Así que he decidido dejar de atender en la oficina a la mayor parte de los casos habituales de una detective como Ángela fue: nada de denuncias maritales e infidelidades, de mascotas desaparecidas y demás. No, ahora soy el cazador que habita en las mañanas, la luz de la que vosotros os escondéis en la noche, tratando de ignorar mi existencia. Porque he hecho un inventario y un listado de quienes sois los seres, humanos o no, que más dañáis a quienes habitan las calles de esta ciudad de la libertad, y he comenzado a pasar juicio aunque nadie me lo haya pedido. 

Seguro que has oído hablar de Jeremías Edner, el párroco que abusaba de niños y que fue imposible juzgar porque las pruebas no eran claras... bueno, él ya ha estado sentado en esa misma silla. Y le gustó tan poco como a ti nuestra conversación, aunque supongo que ya nadie podrá preguntarle nada al respecto. ¿Y el jefe de la mafia que fue apresado ayer por el FBI después de un filtrado anónimo lleno de pruebas incriminatorias? Bueno, a veces la justicia humana puede hacer también su trabajo... con un poco de ayuda.

Así que ahora te toca a ti. ¿Que por qué te he contado todo esto antes de matarte? Sencillo: porque quiero que aquellos que puedan acceder a los muertos como yo esparzan la noticia. Que la caza ha comenzado y aquellos que mucho tiempo pensaron que eran los depredadores de la sociedad y de los débiles, son ahora la presa. Ven conmigo, es hora de ejecutar tu sentencia para que puedas esparcir el mensaje.

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