Tiempo de Anatemas 49: El azulado resplandor de un amanecer incipiente
Hubo un tiempo en que la luna brillaba con una fuerza imparable, inspirando a los amantes en los puentes y a las poetisas que escribían con su embrujo. Pero desapareció y cuando regresó lo hizo menguada, algo deshecho ahora, más de mil años después, cuando una joven pelirroja abre unos ojos no humanos ante Haz Argenta y Xiao Baozi que le dan la bienvenida de vuelta. Y juntos, el oso, la pantera y la loba corren entre los bambus bajo la luz plateada y la roja loba se detiene para aullar su amor al astro que ha recuperado toda su fuerza.
Lejos de allí, la Corona de la Creación vuela hasta la ciudad de Jiara, donde los solares buscan evaluar el estado de la ciudad y su evolución. La encuentran tranquila, reconstruyendo, sanando sus heridas bajo el gobierno temporal de Khidara Weilan. La joven se halla en el salón principal de la manse, organizando con sus ayudantes las nuevas posibles rutas comerciales que se abren con los Ragara de Port Cailyn. Con solicitud y devoción comparte con ellos los progresos y las dificultades que aun tiene la primera urbe solar del polo, donde los avances son sin duda mayores que los retrocesos.
Fue estando en esa reunión cuando escucharon el suave tañir de unas campanillas plateadas en el techo y, siguiendo sus sonidos, llegaron a un salón donde antiguas máquinas estaban entremezcladas con las cajas de almacenaje. Pues, hasta hoy, aquellos artefactos llevaban dormidos siglos. Pero habían despertado y, después de que Megara limpiase la sala de cajas con su magia, pudo operar los diodos y señales hasta que un pequeño espíritu afable y peludo se manifestó. Traía un mensaje pues la manse había detectado la aparición de una nueva solar en el puerto de la ciudad. Sin duda, una réplica a las oraciones anteriores para atraer nuevos Cenit que pudieran contrarrestar a los nomuertos.
Encontrar el barco mercante del Reino no fue difícil, como no fue complicado que el capitán les dejase pasar una vez que reconoció que había un Ragara entre ellos. Ya en el pasillo se oyen los gritos de la discusión, pues Peleps Llama Ígnea está echando una terrible bronca a su inútil hija por haberse quedado dormida y no traerle su te. Atraídos por las voces, los solares encontraron la escena y en la conversación siguiente no fue difícil para ellos entender que la joven Peleps Pétalo Marino había exaltado, no se había quedado dormida, pero no entendía lo que ocurría. Y, peor aún, les resultó innegable reconocer la relación de terrible abuso que su madre tenía sobre la adolescente. Jun tuvo que imponerse para conseguir que Llama Ígnea les dejase llevarse a su incapaz retoña con ellos para hablar de comercio.
Sería en la manse donde le empezarían a mostrar la realidad, una que la joven insegura y frágil se negaba a aceptar. Ella no quería ser un monstruoso Anatema, ella quería ser una exaltada del agua que hiciese danzar a los delfines y crease belleza. Con un ingenioso juego, Ventura fue capaz de llevarla a que lentamente mostrase algo de la presencia carismática de su casta y, al hacerlo, el débil brillo de su frente fue innegable. Avergonzada del fracaso que suponía ser un enemigo de la Creación y la decepción que sentiría su madre, Pétalo Marino se hundió, pero entre los tres solares le hicieron ver que la realidad era la opuesta y Jun consiguió inspirarle confianza y seguridad para ir junto a ellos a hablar con su madre y que la dejase permanecer en la ciudad con ellos.
Pero la figura materna solo se horrorizó ante lo descubierto por su patética hija, y se dedicó a hacer desplantes y desprecios a Ventura y a sus palabras de plebeyo provinciano. Hasta que la paciencia se le acabó al joven que, siguiendo lo aprendido de Jun y Aurei, le dio un tremendo golpe a Peleps Llama Ígnea y se impuso sobre ella, que ordenó que le matasen solo para ver como las espadas de sus guardas eran partidas por las manos del Noche. Pese a los intentos de Jun por desescalar la situación, Ventura curó a la fuerza a la madre y luego, alzándola del cuello, le hizo ver su terrible poder para que sintiese el miedo que tenía que sentir, aupado sobre la oscuridad de su sombra. La arrojó a un lado, ante una hija preocupada por su madre, a la cual Megara fue rápidamente a consolar mientras Jun intentaba hacer ver a Ventura que esa no era exactamente la lección que tenía que haber sacado de lo ocurrido aquellos días anteriores. Megara consiguió llevarse a la jovencita solar con ella de vuelta a la manse mientras, con su magia, Jun se encargaba de que los presentes olvidasen lo que acababa de ocurrir y, con persuasión, les convenció de que lo que había ocurrido era prácticamente lo contrario, un encuentro provechoso y una buena experiencia. Pero sin duda Peleps Llama Ígnea tendría que regresar al Reino sin el importe de sus mercancías, pues antes de marcharse Megara las había transportado lejos de allí, para ser usadas por los habitantes de Jiara.
De vuelta en la manse, estuvieron explicando a la adolescente lo que suponía ser un Cénit, aunque ella distaba mucho de tener la confianza necesaria en si misma. Mientras hablaban con ella, mandaron al comunicador peludo a buscar a Haz Argenta y a Bao para ir de regreso a las estrellas para terminar la reconstrucción del ritual de los siderales. Y aprovecharon para transportar aquella maquinaria a la Corona de la Creación donde podría ser de mayor utilidad. Aurei se reunió con ellos entonces, entre bromas y comentarios jocosos y todos acabaron tomando unos vinos y unos quesos en las terrazas de la manse, compartiendo historias y aprendizajes en la comodidad y felicidad de quienes comparten con amigos. Khidara se les unió allí, mientras Pétalo Marino intentaba entender todo lo que veía.
La llegada de los dos lunares incluyó con ellos a una nueva lunar, de la antiguamente perdida casta de viajeros, que resultó llamarse Akemi. La pelirroja lunar antiguamente había sido parte del círculo de aquellos lunares, llamada entonces Zarpa Veloz, solo que su vida se había perdido en reencarnaciones sin casta hasta ahora que había regresado. Su destino era el que estaba atado al de Ventura, la viajera y el ninja, la exploradora intrépida y el sabio, pero se había truncado, antaño, demasiado pronto. Ahora, acaso hubiese una nueva oportunidad que terminase distinto a aquella primera.
Juntos todos, marcharon a las estrellas, al pacífico jardín de la Dama Fides, señora del Final de la Lealtad, donde Aurei se vio muy afectada y llevó a juegos y bromas posteriores con Ventura. Pero lo que importaba era cambiar la canalización de la magia que había atado a las castas lunares, en una nueva forma que trajese un final productivo a la Creación. Se tejió la magia y se recondujo, el sello violento de Marte transformado en el protector del Eclipse, la serena Venus reconfigurado en la Luna Llena pues aquel era el final pacificador del viaje de Haz Argenta, el sacrificio realizado en honor a Mercurio controlado ahora por los viajes que iniciaría la joven Zarpa Veloz, la flor de Júpiter apoderada por la sabiduría floral del Atardecer y, finalmente, el final debido a Saturno gestionado por el deseo de justicia y venganza de la Noche. Todos unidos en mágica armonía, para traer el final a los secretos eternos de los siderales, una magia tan poderosa que surcó las estrellas hasta dar con la propia Urdimbre del Destino.
Regresaron a la Creación, pues aún había trabajo por hacer. Pero Peleps Pétalo Marino no estaba preparada para la tarea que tenía que cumplir en el frente de batalla contra los nomuertos, su inocencia y timidez serían destruidas ante los horrores de la guerra. Pero con Máscara de Invierno había que lidiar, y ya era hora de poner en marcha el plan para lidiar con el vacío del torbellino que existía donde una vez estuvo Thorns. Para llegar al Jardín de los Rosales, sin embargo, había que usar el portal que quedaba en el Nexo de Encuentro así que allí se dirigieron y fue al entrar en la gloriosa manse que Pétalo Marino perdió por primera vez el conocimiento, sumida en el torrente de recuerdos de una vida que no era y sí era la suya. Las bromas y camaradería siguieron mientras la adolescente se sumía en un pasado ajeno y propio, especialmente las pullas entre Ventura y Aurei debido a lo mucho que a la antigua asesina le había afectado perder toda lealtad. Cuando la Cenit recuperó la consciencia fue innegable para ella que el de la mañana no había sido un extraño sueño, y sus nuevos recuerdos la llevaban a ir en dirección a "su dormitorio". Pero por el camino, el conflicto en su interior se avivaba, al no poder separar sus propios recuerdos de aquellos de la otra persona que una vez fue, una mujer segura y poderosa, la ejecutora de la justicia dispensada por Okami, portadora del incensario reliquia que la esperaba en su dormitorio. Fueron las suaves palabras de Megara y la guía de Jun las que la ayudaron a lidiar con los recuerdos que la abrumaban, y le enseñaron el camino de que podía aprender a coger lo mejor del pasado y hacerlo suyo en el presente, dejando de lado lo peor.
Y como resultó que la joven era parte del antiguo círculo de Chan, fueron a llamar al hermano de Synn, que enrojeció y tartamudeó completamente al conocer a la mágica Cenit, en una escena tierna y entrañable. Mientras Ventura presumía y flirteaba ligeramente con Akemi, para diversión y risas de Megara, Jun y Xiao. Pero es importante que, además de poder alardear de su reliquia-libro de secretos, eso permitió que Ventura explicase a Zarpa Veloz que si alguna vez se volvía a perder como había ocurrido antaño, que lo considerase un secreto, y así siempre podrían encontrarse el uno al otro en caso de necesitarse. Aquellos momentos de felicidad y tranquilidad cotidiana eran fugaces, pues el sendero los llevaba de nuevo a realizar poderosísima magia en Thorns, para la cual necesitarían la ayuda de Nombre Olvidado. Pero por mucho que la buscó, Ventura fue incapaz de encontrarla, como no la encontró el espíritu comunicador que ahora estaba en la Corona de la Creación. Cogiendo las imágenes de su última estancia en el Nexo de Encuentro, siguieron el rastro de Nombre Olvidado hasta su dormitorio en la pequeña ala de siderales que había en la manse, donde encontraron que en su dormitorio había habido alguna clase de enfrentamiento. Solo un papel quedaba, una citación de Yu-shan para que los solares rindiesen cuentas por sus fracasos y delitos, por el daño causado a la Creación, y fuesen juzgados días más tarde por todo ello. La ira de Ventura ante el secuestro de la Abuelita Ninja fue notable pero breve, pues pronto el pragmatismo se impuso, había una cosa importante que hacer antes de poder encargarse de todo ello. Dejaron a Pétalo Marino con Chan aprendiendo a combatir y viajaron con los demás al Jardín de las Rosas.
La manse de Zhiyuan permanecía como el único bastión de luz ante el torbellino que hundía los mares hacia el Inframundo. Y era hora de su sacrificio, renovación y cambio. La destrucción de una manse tan gloriosa como aquella supondría desatar unas terribles fuerzas mágicas que serían complicadas de controlar y encauzar en tres dimensiones principales: protección, cambio y viaje. De la protección se encargaría Jun primero, tejiendo poderosos conjuros con magia y necromancia que permitiesen a la manse sobrevivir al descenso al Inframundo, pero al manifestarse todos aquellos hechizos, Máscara de Invierno supo que algo ocurría en Thorns y comenzó su avance hacia allí. La segunda serie de conjuros fue la de Megara, la poderosa botánica y hechicera creó una semilla mágica que se alimentaba de toda la magia de la manse y que brotaría de ella cuando fuese el momento necesario. Mientras la muerte se aproximaba, fue Ventura quien tejió el final del conjuro para que lo que estaba dejando de ser el Jardín de las Rosas para ser otra cosa pudiese finalmente desplazarse al torbellino y descender y ascender, siguiendo el vuelo de Meng, de vuelta de entre los muertos. Y con toda la magia desatada, mientras la muerte se aproximaba, rápidamente cruzaron el portal de vuelta al Nexo de Encuentro.
Pero la cámara se queda aquí, mientras la manse comienza a desplazarse hacia el torbellino. Grácil y elegantemente cae por el mismo entre las cascadas acuáticas que se deshacen, pues hasta el agua muere en el Inframundo, y llega a las grises tierras sin esperanza ni vida, donde el olvido reina y las emociones son valiosas. Y allí, en ese suelo sin ninguna fertilidad, echa raíces la semilla, protegida del ataque de la muerte que la quiere devorar, y las raíces crecen y se asientan entre las llanuras agrietadas. Y la semilla se desdobla, se abre, en un elegante y enorme tallo que crece hacia lo alto, plagado de rosas y espinos, hasta llegar a las caídas de aguas y de vuelta a la Creación. Es allí, verde, vibrante y vivo donde despliega sus ramas bellas en plazas de rosas y azucenas, llanuras amplias de verdor sobre un torbellino de muerte. Pues por los milagros de los solares y sus obras, hasta en el Inframundo puede llegar a haber color y vida, y de allí puede surgir un nuevo comienzo para una ciudad destruida.
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