Edad del Fuego 29: Las Supremas Virtudes del Fanatismo y la Hipocresía
Una veintena de mundos. Millones de catedrales y capillas. Miles de millones de feligreses, todos temiendo la sombra del pecado de su interior. Aquel que tú has inventado, retorciendo las verdades a tu antojo. Pues ¿puede haber la Sabiduría que pregonas sin libertad de pensamiento, que has retorcido para ser considerada herejía? ¿Acaso existe la Lealtad sin amor, que renombras lujuria? No, viejo amigo, tú solo conoces una única virtud, el fanatismo ciego, adornada con la bendita hipocresía que la masacre de humanos a manos de humanos sea entendida como algo bueno.
No se para qué me molesto, no responderás a esto como no lo haces con ninguna otra cosa. Regresemos a Byzantium Secundus, donde en el astropuerto Orion Al-Malik espera la llegada de los demás. Meses de investigación en bibliotecas oscuras y textos controvertidos le han convertido en un bibliotecario eskatónico, semanas de buscar soluciones a la posesión demoniaca le han enseñado sabiduría y la verdadera importancia y escala de algunas cosas. Y ahora sabe que, de Gwynneth, los demás regresan con información de primera mano sobre la Oscuridad pues allí la han combatido.
Ponerse al día ocurre en uno de los muchos bares de la capital, entre historias de viajes a mundos perdidos y discusiones sobre la naturaleza del terrible enemigo. Y de la puesta en marcha del plan para conseguir que la Emperatriz detenga a Lisandro Castillo y con eso se convierta en una heroína con el respeto de los vuldrok y el apoyo de sus vasallos y súbditos. Pero eso requiere, separarse para cubrir más terreno al mismo tiempo.
Por un lado, Macarena y Manuel viajan a la embajada Hazat donde encuentran la situación completamente caótica. Los Li Halan, para presionar a los Hazat y que fuercen a Lisandro a abandonar su plan de destruir Urth, han saltado desde Midian a Leagueheim con una de sus armadas. A un salto de la puerta de Aragon, insuficientemente defendida en aquel momento, suponían una amenaza grave para toda la Casa Hazat y la embajada estaba trabajando duramente en conseguir la información necesaria para solventar el conflicto. Hablar con la Princesa de la Casa militar solo muestra la sintonía entre la posición de ella y la de los viajeros, en el acuerdo de que la Emperatriz medie para evitar la escalada del conflicto aún más allá de donde se encontraba. No solo el embajador Armando Guillen Justuus de Veracruz estuvo a su disposición sino que una escudera, la joven Adriana Lucerna de Justuus de Veracruz fue puesta a su disposición como enlace mientras regresaban con las noticias, y con el encuentro agendado con la Emperatriz.
Mientras tanto, los demás habían llegado a la sede de los Talebringers y fueron a encontrarse con el Gran Inventor. Seth ya les señaló que la Emperatriz no tenía intención de intervenir en Urth, y que hacía bien con ello, pues él creía que el verdadero enemigo en las sombras era el Príncipe Pietre Vladislav Decados que ambicionaría el propio Trono del Fénix, y que había pactado con el mismísimo Lucifer, gran demonio de la Apostasía. Pero no solo de eso trató la conversación, pues el conocimiento íntimo de la Oscuridad que atesoraba Seth era una fuerte infinita de respuestas a las preguntas de Orion y quizás, la más complicada de todas sus respuestas, era que los demonios no tenían límites a la cantidad de gente que podían poseer al mismo tiempo. Pero Lázaro e Yrina detuvieron el interrogatorio antes de que pudiese proseguir, alegando que el precio a pagar por esa información sería en el alma de Orion.
Macarena y Manuel llegaron a la sede de los Talebringers, poniéndose todos al día. Orion fue a hacer una llamada de radio a Fennil Hawley acerca de quien podría revelarle los secretos del milagro de la visión, realizado tanto tiempo atrás por la fundadora del Santuario de Aeon, la Discípula Amalthea, la sanadora. Y la abadesa amaltheana le dijo que para poder conseguir esa información debería ser una fuerza de amor, que ayudase al prójimo, pues aquella era la senda de la Dueña del Grial. Yrina aprovechó después para llamar a Stigmata, donde encontró a Cornelius preocupado por la reciente desaparición del huevo del mundo simbionte del planeta, y aunque las iniciales sospechas de la obun era que Antonia de Cádiz pudiese estar involucrada, las investigaciones de la Hermandad parecían señalar más bien a algún fenómeno natural simbionte. Theafana concordó con la opinión de Cornelius y con el hecho de que era buena idea conseguir que la Emperatriz evitase la destrucción de Urth: aunque la Iglesia fuese enemiga de la Hermandad, sus votos seguían incluyendo la protección de los fieles y de esos había millones en el sagrado planeta natal de la humanidad.
Astra, por su parte, fue a conseguir un préstamo de los Reeves para pagar la nave hospital que era su plan obtener. Pero en la sede del Banco Imperial del Fenix lo que consiguió fue ser rechazada de muy malas maneras, pues el banco no hacía tratos con los Talebringer por el enorme rencor y choque entre ambos gremios. Mientras el resto se reunía a esperarla y comentar la situación en el bar, ella fue a la radio a llamar a la sede de los Reeves en Leagueheim, donde le costó hablar con alguien de cierta posición. Al fin y al cabo, el aprendiz de abogado que atendía las llamadas en aquel momento tenía instrucciones claras y fue difícil encontrar la palanca que le hiciera moverse. Pero lo hizo y, tras hablar con su supervisor, consiguió que este accediese a entregarle un mensaje escrito a la poderosa Dama Winters, Guildmeister de los Reeves y enemiga personal de Seth. La reunión, si se producía, tendría lugar más tarde, después del encuentro con la Emperatriz.
Así y todo, juntos fueron hasta el palacio imperial donde la Emperatriz les recibió en la sala de situación, solo ella, Gawain y la vuldrok Ase Eldrid. La conversación no fue sencilla, pues Aurora I no tenía intención de intervenir en defensa de Urth, aquel era un incidente iniciado por la Iglesia y la Casa Hazat y debían lidiar ambas con las consecuencias de sus actos o nunca aprenderían. Pero, a mayores, los agentes del Ojo habían descubierto fundamentos de sospecha de que la Casa Decados había obtenido armas de destrucción masiva de un antiguo refugio de la Segunda República en Cadavus. Armas que podrían destruir la Ciudad Imperial de un único y terrible golpe. Pero los argumentos volaron, combinándose las alocuciones por cuestiones de honor y deber para con sus súbditos con los planes que reducían los costes, la posibilidad de forzar la mano Decados y tantos otros buenos puntos que, al final, la Emperatriz accedió a viajar al día siguiente a detener a Lisandro Castillo a bordo de la Emperador de los Soles Exhaustos.
Así que de nuevo la separación para informar y actualizar los planes. Macarena y Manuel informaron del éxito de la empresa a la Princesa Hazat y el nuevo plan de solicitar formalmente la ayuda de la Casa Decados, tradicionales aliados de los Hazat, contra el ataque Li Halan, forzando con ello a que mostrasen sus cartas cuanto antes. Yrina estaba preocupada, al hablar con Theafana, de si debía llevar adelante aquel viaje a Urth como Hermana de Batalla u ocultar sus insignias como llevaba haciendo los últimos meses, y la Maestre le señaló que era un buen momento para recordarle al Imperio qué era lo que la Hermandad siempre había defendido y que no tenía nada que esconder. Hablar con Seth reveló nueva información y contradijo los supuestos que llevaban analizando y teorizando en las conversaciones del bar. La Oscuridad no tenía limitaciones, ni debilidades ni flaqueaba cuanto más se extendía, pero si que ocasionalmente había estado aislada en ciertos sitios debido a que no podía viajar por las puertas de salto. Yo mismo he estado siglos encerrado en Varadim como les contó el Gran Inventor, igual que Belcebu en Yathrib, pero otros de mis hermanos llevan siglos diseminándose por los Mundos Conocidos, especialmente Leviatán, mi hermano perezoso. Orion pregunto por quien poseía a Antonia, quien resultó ser Asmodeus, mi hermano el liberador, entre los creyentes conocido como el rompedor de juramentos. Y la mención del sagrado mundo donde el Profeta vio la Llama Sagrada llevó a Lázaro a preguntar por el papel que su padre había tenido en la destrucción de aquel mundo santo y la revelación lo destrozó, abandonando la sala entre lágrimas seguido de Yrina que buscaba tranquilizarlo.
Astra tuvo entonces que atender la complicada llamada de la Dama Winters, quien acabó aceptando una dura negociación para conseguirle el préstamo que necesitaba... a cambio de los intereses correspondientes y de que llamase "hijo de puta" a su padre en cada conversación de su parte, y le enviase las grabaciones al respecto. Y con ese préstamo conseguido, fue hora de tramitar la compra de la nave que eventualmente sería su hospital, aunque tendría que pasar cierto tiempo en los astilleros de la Superma Orden de Ingenieros en Byzantium para ser acomodada y modificada para poder servir como transporte médico, pues originalmente era un carguero reforzado.
Macarena y Manuel regresaron a la sede Talebringer para pasar la noche, pues la Princesa Hazat les había indicado que involucrarse así en la política imperial iba a convertirles en objetivos de muchos cuchillos, y no sabían de quienes podían fiarse en la embajada de la Casa. El descanso cayó sobre los presentes, mientras Yrina bendecía las labores de trabajo de Astra en el soporte de pygmallion que eventualmente sería el soporte para Aegis. Y Wulfgar y Rauni, que salieron de la sede a beber, contar historias y festejar por la ciudad.
Algo que les pasaría factura cuando, a la mañana siguiente, Seth les hiciese a todos madrugar para prepararse, solo encontrando despierto a Lázaro que estaba ya rezando las maitines. En torno a la mesa del desayuno hubo un encuentro entrañable y afectuoso, lleno de bromas y comentarios sobre la resaca de Rauni o los avances amorosos del inquisidor y Astra, un momento de tranquilidad antes de la empresa que deberían emprender. Ascender a Cumulus, la estación militar donde estaba anclada la Emperador de los Soles Exhaustos ocurrió al final de ese desayuno, y les puso frente a la tripulación de la Armada Imperial que ahora ocupaba aquellos pasillos, las enseñas Talebringers sustituidas por los escudos del Fénix. Alexius Hawkwood, Maestre de la Compañía del Fénix y amigo de Seth, fue quien recibió a todos en la bahía de las lanzaderas, y la amistad aún unía al antiguo Emperador con el gremial, si bien una amistad que se teñía de cierta desconfianza compleja a medida que sus intereses podían encaminarse a chocar pues, como miembro de la Compañía, los deberes y preocupaciones del gran general eran distintas a las que habían sido como gobernante de los Mundos Conocidos. El resto de los allegados a la Emperatriz esperaban en el puente de mando y, cuando todo estuvo dispuesto, la nave se preparó para saltar siguiendo las instrucciones de la Emperatriz pero las órdenes de Bringildr. Yrina fue la única que, preocupada porque sus poderes no funcionasen en la presencia de Gargolem, se teleportó hasta el motor de salto de la nave y contempló la aceleración del mismo previa al salto y los extraños reflejos de unas presencias que mostraba su plateada superficie.
El salto les llevó a la órbita de Marte, frente a la flota Castillo liderada por la Fuego y Retribución. Fue la Emperatriz la que dio el saludo y el alto al antiguo Gran Almirante pero la respuesta que obtuvo fue un incómodo y prolongado silencio. Hubo algunos comentarios, algunos intentos de Astra por romper la tensión, pero la espera fue prolongada y asfixiante. Y la respuesta de Lisandro Castillo fue una negativa categórica a detenerse y una exigencia de que la Emperatriz se apartase de su camino. Lázaro e Yrina tuvieron la idea de acudir hasta él para convencerlo de detenerse usando el artefacto de Yrina, quien la noche anterior había enseñado a Macarena a usarlo, pero no funcionaría a través de los escudos de energía de las naves. Y estos estaban a plena potencia a medida que la Emperador primero y la Fuego y sus hermanas después maniobraban para entrar en posiciones de combate. Astra tuvo la idea de ir en la lanzadera, y si ella iba en la misma Lisandro no se atrevería a abrir fuego contra ella por miedo a enfadar a Seth, y Macarena acordó ir ella también porque sería más sencillo para una Hazat hacer entrar en sentido a otro Hazat, dejando al Príncipe Heredero a bordo de la Emperador para disuadir a Lisandro de abrir fuego pues dañaría al nieto de su querido señor. Con eso decidido, la Emperatriz usó la etiqueta militar aprendida entre los Hawkwood para encontrar un modo de que sus emisarios tuvieran que ser recibidos en parlamento previo a la batalla, y les envió en una de las lanzaderas para abordar la antigua nave de los Dragones Rojos de Varadim.
Arcadia fue quien les recibió en la bahía de la Fuego y Retribución, preocupada por la deriva y los actos de su señor el Duque de Ptah-Seker. Este les recibió en el puente, en una actitud muy distinta a cuando le habían conocido en el juicio que había recibido meses antes en Sutek, pues ahora la ira consumía por completo al poderoso Hazat, que buscaba destruir al Patriarca de la Iglesia y dejar en ruinas Urth como castigo por ofender al Príncipe y como forma de cumplir su personal venganza pues Sigmund Drual había estado detrás de que le quemaran en la hoguera, tantos años atrás. Llegar al corazón de aquel hombre consumido por el odio era casi imposible, su propio tío había fallado y había muerto al intentarlo, pero no por ello no se intentó. Se habló de deber y honor de proteger a los Hazat de la invasión Li Halan, del peligro de los demonios detrás de los Decados, de la presencia de aquellos que le querían y se preocupaban por él, de valor y de oscuridad. Y tantas cosas que, poco a poco, finalmente fueron abriendo un hueco en la coraza del Gran Almirante y este acabó claudicando en sus planes y, aunque no lo admitiría en voz alta, dando vuelta de regreso a la puerta de salto para regresar a Aragon en defensa de su Señor.
Los agradecimientos iniciales de la Emperatriz no se hicieron esperar, pero la segunda parte del plan ahora requería tiempo para ver si los Decados aprovechaban la ausencia de Aurora y la nave para lanzar su ataque por el Trono Imperial. Mientras recibía audiencia con los distintos miembros de su corte presentes, los emisarios tuvieron ocasión para las pequeñas cosas y encuentros de la corte espacial en la que se encontraban. Lázaro habló con Isadora Vinnes, la Obispo que actuaba como consejera imperial en asuntos religiosos, a la cual convenció de la importancia de la Verdad. Macarena y Manuel conversaron con la Princesa Hazat, contenta de los resultados, que les informó de que los Decados habían sido convocados como aliados pero aun se esperaba la respuesta. Yrina conversó con Theafana quien estuvo contenta de que Urth se hubiese salvado de la aniquilación. Y finalmente Astra habló con Seth sobre el hecho de que la joven le insultase y la oportunidad que eso suponía para una posible redención de la Dama Winters.
Pero antes de concluir con los eventos de esos días, debemos echar primero un breve vistazo al futuro. Luthian Voris Decados, que con los años se había convertido en el decadente Embajador Decados en la corte Hazat, había informado al Príncipe Mantis de la exigencia que las Garras hacían de que se honrase la antigua alianza y acudieran a la guerra contra los Li Halan. Y, para sorpresa de muchos, Pietre Vladislav Decados honró eso, llamando a sus Casas abanderadas a movilizar sus armadas. Solo una se negó, la de Salandra Romanov Decados y sus abanderados y partidarios, pero a eso ya llegaremos cuando corresponda...
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