Tiempo de Anatemas 43: La frontera entre el bien y el mal

En torno a la mesa de la tienda de campaña se produce una despedida y un encuentro. Flecha Oscura regresa al norte, donde eventualmente encontrará su épico, y trágico final. Y Synn regresa del sur, de afianzar Jiara, y se reune con su círculo. Pero esta unión, en torno a la máscara que da nombre a la Señora de la Muerte, va cargada con terribles nuevas pues Yu-shan no ha esperado al final de la guerra para invadir Great Forks y ahora, dioses y espíritus campan a sus anchas por sus calles y avenidas, templos y prostíbulos. 

Organizar un comando menor, pero con tropas suficientes para una guerra contra dioses y espíritus requiere que Lookshy esté dispuesta a perder a algunos de sus mejores exaltados, pues ellos tienen los dones necesarios. Pero la ciudad guerrera lo acepta, para proteger la Confederación de Entre Ríos, y con ellos, los dioses y algunos otros elegidos, el viaje al este comienza. Pero, de camino, hay que pasar unas horas en Nexo, pues en la Forja del Infinito es donde Sagrest y Synn investigan el comienzo de los secretos de la máscara. Un artefacto forjado en el Inframundo, hecho para retorcer y gestionar la esencia de un solar y canalizar la nomuerte. Y, como revela Tejedora de Destinos Victoriosos, uno que retiene en su interior la esencia de un poderoso momento en la historia en que un destino fue forjado.  Un artefacto con dominio sobre la muerte, pero que confiere capacidades más allá de la simple necromancia para adentrarse en prohibidos dominios como hundir una ciudad en el Inframundo. Un horror de otra era, inmune a cualquier intento de ser destruido en esta. Uno que, de momento, Sagrest sella bajo Nexo, a la espera de tiempos más prolongados para investigarlo en el futuro, pues conocer el resto de sus secretos requiere un riesgo para el cual no es el momento.

Así es como llegan a Great Forks, ciudad ocupada por dioses arquitectos y soldados, los primeros obsesionados por destruir todos los falsos templos, los segundos por guardar la ciudad. Pero ninguno de ellos puede negarse a Jun ahora que su anillo ha recuperado su poder de antaño, y pronto se encuentran ante la titánica diosa dañada que es Pilar Truncado por Fuerzas Inevitables. El sirviente del poderoso Dios de las Ruinas, Amoth el Destructor de Ciudades, estaba atacando el templo de las tres grandes diosas de la ciudad, pero se detuvo ante la llegada de los solares bajo la protección del Eclipse. Y con sus artificios y dones, Jun consiguió convencer al Pilar Truncado de que los papeles y dictámenes de aquella invasión eran incorrectos, que los formularios no habían sido cumplimentados debidamente, y que era necesario detener la invasión de Great Forks. Pero, no solo eso, tuvieron la idea de reclutar al Destructor para que destruyese la terrible torre de huesos que Máscara del Invierno había alzado en Thorns, de modo que convencieron a la dañada diosa de que les llevase a su palacio celestial. 

El palacio estaba tan dañado y lleno de huecos y columnas inclinadas, como su dueña. Y hasta él se movió Amoth, cuya voz sonaba a ciudades derrumbándose bajo el peso del tiempo y la ira. Este estaba profundamente ofendido y agraviado porque los solares le hubieran retirado su poder e influencia en el Ministerio de Asuntos Mortales, y en especial por los ardides de Jun y Fa, el Eclipse del polo de la tierra. La lista de agravios y deudas que Jun tenía con Amoth se extendía durante varios kilómetros de documento debidamente cumplimentado, pero la oferta de convertir en ruinas la poderosa torre necromántica de Máscara del Invierno era un comienzo tentador para el pago de esa deuda. Así que el Destructor de Ciudades estuvo de acuerdo en arrasar esa torre si era capaz, un plan B en caso de que el plan A de destruirla ellos mismos fracasase. Pero el momento no podía terminar felizmente, pues una poderosa sideral irrumpió en la conversación para poner orden y expulsar a los solares de Yu-shan, donde prohibido tienen estar. Una sideral de la facción de bronce a quien Sagrest y Synn habían conocido, pues dirigía las labores de reparar y restaurar la Prisión de Jade durante la Calibración. Fue un amargo intercambio de palabras, bañado en amenazas nada veladas, que a punto llevaron a que Ventura derramase la sangre de la sideral en la ciudad de los dioses, pero eso acarrearía terribles consecuencias y, tras una épica frase lapidaria, el Noche abandonó los cielos primero y su círculo le siguió poco después.

Sagrest se separó de ellos allí. De vuelta en la Creación, el Atardecer permaneció en la ciudad dirigiendo las obras de reparación de los templos y asegurándose que el Heraldo de los Cuatro Caminos tenía una posición más destacada en el nuevo diseño urbanístico. El resto regresaron al oeste, a las huestes de los vivos, a coordinar un ataque a la torre. Pero antes, se detuvieron en Nexo pues Jun quería ver el estado en el que estaba su Thorns. Tomando el portal de la Confluencia de Concordia, llegaron al Palacio de los Rosales y, desde uno de sus bellos balcones, divisaron el horror: nada quedaba de la otrora rica ciudad, salvo un vórtice en el agua que proyectaba los mares directamente al Inframundo. Ventura y Synn permanecieron en ese balcón, estudiando la monstruosidad devoradora y pensando en planes para cubrirla o arreglarla, mientras Jun regresaba a Nexo pues era hora de que su primo Yu-shin viese la realidad. Pero aun cuando este la tuvo delante, su reacción fue negarla, no creer que aquello fuese Thorns, era demasiado doloroso y monstruoso de aceptar. Al fin y al cabo, aunque el Dragón de Tierra le hubiese elegido, él no era más que un contable, un diplomático, un gobernante, nada sabía del terror de encarar a la muerte de frente, del precio que la lucha tenía para la misma Creación. 

Para aclarar sus dudas regresaron con la hueste y, a lomos de Meng, sobrevolaron el Reino de Thorns con destino a la ciudad para que el Ragara no pudiese negar que el vórtice era todo lo que quedaba. Ni siquiera llegaron a verla, sin embargo, antes de que las fuerzas de la muerte se fueran volviendo demasiado fuertes, que las plumas del espíritu cuervo comenzasen a caer y solo sus esencias como exaltados les permitiesen sobrevivir a las potentes corrientes de nomuerte que, desde allí, nacían y se esparcían por todo el polo. Yu-shin no estaba listo para aceptar y comprender, pero Jun dejó las ideas en su cabeza, listas como semillas para el momento en que floreciesen.

De momento era hora del consejo de guerra. Cynis Aurei, Ragara Io-dara, Guerra, los lunares, Toro del Norte y el Círculo de la Dili-agencia se reunieron para diseñar la invasión de Thorns, la guerra sin cuartel contra la muerte en su propio territorio. Fue Haz Argenta quien sugirió que acaso un grupo pequeño podría tener éxito donde un ejército entero sufriría bajas masivas, y el plan cambió. Guerra volvió a ser Nombre Olvidado para poder contar con la protección de la Dama de los Secretos junto a la Noche y llegar sin ser descubiertos. Aurei sería la otra maestra de sigilo en caso de que hubiera que separarse de Ventura, Haz la fuerza de choque en caso de que hubiese combate, Synn la hechicera necesaria para destruir la fuente de energía necromántica de la torre, y Jun la diplomática capaz de dominar al espíritu del terrible edificio. El ejército haría maniobras para llamar la atención sobre ellos, atrayendo a los ejércitos de nomuertos y permitiendo la infiltración con éxito. El único problema era que Baozi no quería quedarse atrás, lejos de donde pudiese proteger a Jun, pero Máscara de Invierno la destruiría tan pronto tuviese ocasión. Así que, con la lunar al borde de la Gran Maldición, Ventura y Jun la convencieron de que era la clave para que todos sobreviviesen, pues suya sería la sombra que usarían para regresar junto a los vivos.

Así que invisibles, volaron a lomos de Meng por las tierras de la muerte en busca de la torre, mientras bajo ellos abisales y nemesarios lideraban los ejércitos de los caídos contra los vivos y sus falsas maniobras. Pero la terrible torre de hueso estaba inundada por un aura de tristeza, la de Máscara de Invierno, que sufría por haberle hecho daño a su amado Zhiyuan, y las lágrimas de sangre fluían en ríos que formaban un foso en torno a la construcción de calaveras de todo tipo. Más terrible aún, para alimentar la magia y la maquinaria de la torre, esta estaba permanentemente rodeada de una tormenta de furibundos rayos que ni siquiera Ventura pudo navegar de modo completamente seguro, sino que él y todos la cruzaron bajo el castigo de los elementos desatados. Aterrizaron, gravemente heridos algunos, en la cavidad ocular de una calavera de una criatura inmensa, no vista en milenios en el mundo, su oquedad transformada en el cubil de un terrible ciempies ciego de hueso y cartílago. Pero, escudados por la Noche y los Secretos, la criatura no tuvo ni ocasión de verles cruzar y llegar a las cámaras de hueso donde esqueletos y zombis se alzaban para unirse a las huestes de los nomuertos. Allí tuvieron ocasión de descansar y, con un delicado pero mágico masaje, Synn restauró sus cuerpos heridos, incluso con un pequeño flirteo de Aurei que aligeró un poco el ambiente del terrible hedor opresivo de tumba que allí había.

Concentrándose, detectaron dos fluires de la esencia en el lugar, uno hacia la cumbre donde estaba siendo moldeada por Máscara de Invierno, probablemente para crear nuevos abisales; otro hacia las profundidades, de donde surgía y se concentraba la fuerza de la construcción. Pues aquel había resultado no ser un edificio, ni siquiera una manse o del todo un artefacto, sino un fragmento del Inframundo que había cruzado el velo hasta la Creación, como un huesudo invasor de otro reino. Decidieron descender una torre muy vacía, pues las tropas marchaban a la guerra, pero aún así enervante en su mera existencia. Las dudas y los temores fueron surgiendo, pues no se sabían capaces de destruir todo aquello, especialmente a medida que, en los niveles inferiores, fueron sintiendo la Presencia de Algo. Vago, distante, extremadamente poderoso, uno de los No Nacidos extendía su presencia y poder desde el Inframundo hasta la realidad a través de aquella estructura de cadáveres. Y en ningún lugar se sentía con mayor fuerza que en el Pozo de la Podredumbre Inagotable.

Esa era la sala más baja, el centro de poder de la torre, la conexión entre ambos mundos. Cinco poderosísimos espíritus, similares en fuerza a un nemesario pero nunca vistos en la Creación, estaban canalizando la energía en un pozo de supurante muerte que se abría al Inframundo directamente. Sobre él, la pieza clave, un corazón que nunca había estado vivo, goteando sangre infinita a las profundidades inalcanzables, alimentado por los millones de muertos que el reino había visto. Todo ello, un espacio más cercano al hogar de los muertos sin descanso, que al de los vivos. Este horror abyecto hizo encoger los corazones de los presentes, por fuertes y fieros que fuesen, pero un plan comenzó a tomar forma: con magia, Synn convencería al corazón con una historia, de que sí había vivido una vez y había encontrado su final y debía descansar, reincorporándose a la Rueda restaurada. Mientras, bajo la guarda de los Secretos y la Noche, con las ilusiones de Jun aprendidas de Coin en la Isla Bendita tanto tiempo atrás, los espectros permanecerían distraidos e incapaces de detener lo que estaba ocurriendo.

Y, al comienzo, pareció que era posible. Ilusiones y engaños, sombras y susurros, escudaron el relato de una vida que nunca había ocurrido y dotaron de vida a un corazón por primera vez. Pero, con una fuerza titánica, el No Nacido alzó su puño por el Pozo y deshizo con terrible poder los cambios que la narración habían generado. Y Synn se dejó llevar por el desánimo y el desaliento, pues una solar no era quien de rivalizar con aquellos que llamaban sirvientes a los Señores de la Muerte. Ventura, quien no conoce el temor, junto con Aurei y Meng, cambiarían las tornas en el momento en que las ilusiones comenzaban a fallar, y juntos asestaron un terrible golpe que descompuso al primero de los espectros, mera manifestación del no nato en este plano. Y Haz Argenta, con la guía de Jun y los susurros de Nombre Olvidado, dio final al segundo de ellos, el más poderoso de los cinco, representante del polo de la madera en aquel profano ritual abominable.

Destruidos dos de sus manifestaciones, el poder del No Nacido se debilitó en el mundo y, con confianza redoblada, Synn tejió una historia como no había ocurrido desde milenios atrás. Palabra tras palabra dieron color al corazón, lo hicieron latir primero con sangre viva y dejar de hacerlo cuando aceptó su final. Y el ritual execrable fue interrumpido, el terrible ente del Inframundo vio rota su conexión con la Creación, sus manifestaciones se deshicieron al mismo tiempo que la torre entera se precipitaba y colapsaba de vuelta a las profundidades de las que nunca debió haber salido. Solo la puerta de sombras de Ventura permitió que todos sobreviviesen, regresando a la vera de Baozi, cuya preocupación y sensación de impotencia eran tales que su primera reacción fue darle una bofetada a Jun y exigirle que nunca más la dejase al margen. Promesas, reencuentros y pasión, todo lo necesario para que la lunar volviese a la tranquilidad y la felicidad. 

Y no fue la única, una de las muchas chispas atrapadas por la terrible torre fue liberada mientras colapsaba. Transportada por vientos invisibles, atravesó los kilómetros hacia el este, hacia el sol naciente, hasta una ventana de una universidad de magia donde un joven, poco más que un adolescente, estudiaba. Su destino reclamado y restaurado, Chan, el hermano de Synn, recibió así la bendición del Sol Invicto.

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