Edad del Fuego 25: Donde no brilla la luz del Profeta

En los bosques de Gwynneth, Lázaro organizó la cita prometida a Astra. Recogida por un carruaje llevada por el joven Jabir que le cantaba una apropiada ópera, con un vestido nuevo y blanco, fue llevada a una colina sobre el mar del planeta. Y allí la esperaba el cura para pasar juntos esa mañana, entre risas e historias, bajo el doble sol que les iluminaba. La gremial recompensaría el esfuerzo con un primer y suave beso en los labios. Probablemente no debería haber comenzado por aquí con todo lo que estaba pasando pero qué le vamos a hacer, soy un romántico.

Pero vayamos a Iver primero, donde Macarena se preparaba para el encuentro con Yareth Chauki, hijo de la Señora de la Casa, organizado por la Decana Reeves. Aunque la violencia no llegó a tener lugar, fue una conversación tensa y complicada, marcada por la desconfianza de una traición cometida mucho antes de que ninguno de los dos hubiera nacido, y por el uso de poderes psíquicos por parte de la Hazat, que pudo ver en la mente del Chauki la existencia de una colaboración de la Casa con los Li Halan. Eso antes de que el ivereño bloquease su mente, advertido por su colgante de que se estaba haciendo brujería sobre él. Eso convirtió la discusión en un hecho más amargo y fue Macarena quien se impuso con su fuerza de personalidad, inspirando miedo en el otro hasta que este aceptó al matrimonio de su hijo si la Hazat garantizaba que podría visitarlo cuando quisiese y que su vida sería cuidada y protegida. 

En Gwynneth, mientras los tortolitos disfrutaban de su primera cita, Yrina investigaba el culto de la Reina del Sol y Sombra, que para nada se escondía. Encontró así la ruta hasta una de sus sacerdotisas en la profundidad de la floresta y, cuando los otros dos se le unieron, partieron hacia allí. Fue un viaje lleno de debates religiosos, mientras Lázaro trataba de comprender las enseñanzas de Ven Lohji, la única de los Discípulos que no había dejado sus opiniones y escritos para ser compilados en los Evangelios Omega. La sacerdotisa meditaba, una práctica habitual entre los suyos, y al hacerlo extrañas fuerzas se congregaban en ella. Fue muy hospitalaria, respondiendo a las preguntas sobre su deidad y dándoles cobijo y cena durante esa noche. Fue entonces cuando, por primera vez, saldría mencionado Nyoch-lek-Trûn, el Dios de la Piedra Negra y el enemigo ancestral de la Reina. Una deidad terrible y oscura que, según las leyendas, moraba en el corazón del planeta, adorado por los trolls de la roca. Dejaron a la sacerdotisa con una comprensión parcial de los secretos y realidad de la Reina y sus seguidores, quizás con más preguntas que respuestas.

Macarena, por su parte, logró conversar con la Princesa Hazat, que no tuvo problema en garantizar la seguridad del muchacho y la posibilidad de que Yareth le visitase cuando quisiese. Y con esta información se organizó con el padre para que este escapase del edificio de los Chauki tan pronto hubieran asegurado un pasaje para su hijo Edahi fuera del planeta. Pero ver al Charioteer y el nivel de seguridad de la Iglesia en el mundo pronto le reveló que necesitaría papeles o documentos para poder sacar al muchacho, pues su cobertura sólo servía para Manuel y ella. Una llamada a Astra por la radio y con la participación de Yrina y Lázaro pronto le dio una respuesta: Augustus había sido enviado en castigo a Iver como abad, lo cual le daba el poder para firmar documentos como los que precisaba. No fue difícil encontrarle en el Monasterio del Peregrino Perdido en uno de los barrios más pobres de una de las ciudades pobres de la ciudad, donde contaba a sus feligreses historias de sus viajes por los Mundos Conocidos. Como no fue difícil convencerle de colaborar con los documentos, después de una emotiva reunión, firmándolos encantado aún sabiendo el riesgo que corría al hacerlo. Armada con los documentos, Macarena se reunió con Yareth y Edahi Chauki en el astropuerto esa noche para ser sacado del planeta el infante, en una despedida emotiva y difícil entre padre e hijo, en la cual falsamente juró la joven que haría cualquier cosa por garantizar la vida y seguridad de Edahi, ocultando que en su corazón no dudaría en romper ese juramento por honrar otros más poderosos como los de deber y fidelidad a sus señores.

Yrina convenció a Lázaro y Astra (que la seguía confusa sin saber muy bien por qué hacían esos viajes) de ir a conocer a la Dama Camille en Londynium. La Hawkwood había llegado muchos años atrás para deponer al tirano de la ciudad, el déspota Duque Rochford, pero como aquel no tenía herederos, la mujer había acabado permaneciendo en el planeta durante las décadas que habían transcurrido desde aquellas batallas. Y era una conocida aliada de los Hermanos de Batalla. Así que acudieron a su fortaleza a conocerla, oyendo historias y leyendas de su feudo, de esas que tanto abundan en el misterioso mundo de Gwynneth, donde cada niebla oculta un espectro o un secreto. Conversaron con ella y les dijo que daría cobertura y seguridad a los Hermanos, mientras aquello no rompiese sus votos para con sus señores, pues el honor era muy importante para ella. Y les habló de los experimentos de los eskatónicos en el norte y de cómo las gentes del bosque habían llegado a la paz con la Casa Hawkwood, supuestamente presionados por el despertar del Dios de la Piedra Negra. Fue una mañana y mediodía lleno de historias, algunas lidiando con los errores de etiqueta de Lázaro, algo que era muy poco frecuente que ocurriese, y también con el drama de la ausencia del clérigo durante ciertas conversaciones para no tener que reportar lo que escuchase a la Inquisición de la que formaba parte de aquella manera.

El viaje de Macarena de regreso a Aragon fue muy diferente del de ida. Ya el primer salto, a Pandemonium, llevó a que su nave fuese abordada y unos soldados Decados exigiesen sobornos para dejarles pasar. Solo la cabeza fría y las lágrimas de cocodrilo de la noble evitaron un drama mayor cuando ciertos insultos fueron proferidos y ciertos abusos de poder cometidos. En Rampart vieron la armada Li Halan ya completamente movilizada, lista para invadir Pandemonium cuando su Príncipe así lo decidiese. Grail fue tranquilo, pero Pyre no, pues los avestitas se tomaban en serio comprobar los papeles y muchos de los suyos abandonaban el mundo para participar en primera línea de la Cruzada. Byzantium Secundus encontró la Armada Imperial movilizada garantizando la paz pero también, dirigida por una Hazat, favoreciendo a su Casa en detrimento de aquellas del lado eclesiástico del conflicto. Y en Aragon, finalmente, la armada Hazat ya estaba movilizada, pues el Príncipe había convocado a levas a sus Casas abanderadas para la guerra que se avecinaba. El ambiente en las calles del planeta era terriblemente tenso, con unos campesinos convencidos de que su nobleza había perdido la cabeza y se había vuelto contra Dios al matar al Metropolitano, al borde de alzamientos e insurrecciones populares de las que, en el palacio, casi nada se veía. Pero los Príncipes no eran ajenos a lo que ocurría, como mostró la Princesa durante su conversación con Macarena, Manuel y Edahi. Puso en su lugar al "invitado" pues aquel, por primera vez, empezaba a comprender que había caído en manos de aquellos enemigos de los que tan terribles cosas le habían contado. Y prestó atención a todos los detalles que, entonces y más tarde, Macarena le iría contando sobre las defensas y actitudes de la Casa Chauki en Iver. A la joven le costaría mucho reconstruir su relación con Edahi, pero a ello se dedicaría esos días, mientras los eventos de la Cruzada se desarrollaban y se preparaba el viaje de su futuro padrastro a Hira.

Los otros tres viajaron al polo norte de Gwynneth, en busca de las líneas ley y los monasterios de los Eskatónicos. Y si bien el primer encuentro con el Hermano Flavius fue conflictivo, pues era un hombre problemático, la Hermana Anna consiguió tranquilizar las cosas y que, eventualmente, les viese la abadesa Hilda Martens. Esta empezó la conversación muy cerrada, una líder en una guerra de ocultismo contra antinómicos que intentaban tomar el control de las líneas ley y corromperlas a favor de la Oscuridad. Lo último que necesitaba en aquel campo de batalla era gente no entrenada ni preparada para lo que estaba ocurriendo. Pero poco a poco le fueron demostrando su conocimiento, más que cercano, de los poderes de Iehenna y sus servidores y surgió un plan para viajar más allá de la puerta de salto, a Manx-2, un mundo donde había ruinas annunaki por explorar pero que, por encontrarse más allá de la protección del sacrificio del Profeta, se consideraba demasiado peligroso para permitir el acceso. Con suerte, allí habría algo, acaso una gárgola, que pudiese ayudar a luchar contra los antinomistas del norte de Gwynneth. Fue a la salida que, sorprendidos, vieron la otra cara del Hermano Flavius, pues su ira y mal temperamento desaparecían al hablar de la Reina del Sol y Sombra, en la cual era un experto y a la que consideraba uno de los ángeles del Pancreator, enviado a guardar el planeta y sus habitantes contra la Oscuridad que anidaba en su corazón. 

Pues, como siempre digo, los mortales bien rápidos son en echarnos la culpa de todo. ¿Misterios incomprensibles? Sin duda, demonios. ¿Poderes incomprensibles? Brujería o pactos. ¿Cambios en los equilibrios de poder planetario? Los juegos de la Oscuridad. Siempre igual, es todo una simple cuestión de mala imagen.

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