Tiempo de Anatemas 42: La Larga Noche


Con el fin de la Calibración, Thorns fue atraída finalmente al pozo del Inframundo y allá donde una vez se encontraba la bella ciudad de la bahía, solo un vórtice a las tierras de los muertos queda en el lugar. Y esa energía necromántica, solo combatida por los rosales dorados de la isla, se concentraba en una nueva torre de hueso y calaveras que se alzaba en el centro de los bosques, extendiendo la enfermedad y debilidad por el polo mientras trataba de atraer para corromper a las chispas de solares recién liberadas de la Prisión de Jade.

De regreso en Nexo, Sagrest rápidamente puso a Ventura y a Jun al tanto de lo ocurrido durante la Calibración y entre los tres decidieron que era hora de reconquistar Thorns y poner fin al malvado imperio de Máscara del Invierno. Pero una guerra así, que marcaría el devenir de la Creación durante siglos, requería de numerosos ejércitos para luchar, una coalición que empequeñecía a las fuerzas alineadas para enfrentarse a la reina de las hadas en Zarlath. Hicieron inventario de aliados, de posibles peones, de presiones y recursos que emplear. Era posible, extremadamente difícil, pero se podía hacer, y eso era suficiente para los solares.

El comienzo de ese plan les llevó a las tierras del hielo, donde en la ciudad de Whitewall estaban los Hijos del Norte. Pero se encontraban en una extraña, bella y antigua manse, la del Mandala, intentando convencer a su guardián de que ellos eran los dueños de aquel lugar de portentos. Anclado en un mundo de hacía miles de años, antes de la caída de los solares, el espíritu era incapaz de concebir la situación actual y la frustración anidaba entre los miembros del círculo norteño. Fueron las dotes diplomáticas de los miembros de la Dili-agencia las que permitieron romper el estancamiento y que el lugar llegase a manos de sus legítimos dueños en estos tiempos. A cambio, los Hijos del Norte enviaron hombres a luchar a Thorns, incluyendo su poderoso Alba, Flecha Oscura, y un gigantesco lunar conocido como Pastor del Rebaño.

De allí viajaron al este, al límite de la Creación, en busca de la alianza con las valkirias de Freya. Pero la poderosa fae se encontraba preocupada cuando le plantearon la importancia y la dureza de la misión que se habían encomendado. Y, con un beso apasionado, se encerró en Gugnir, la antigua lanza que Sagrest había heredado de Yngvar Björnsson, que en un destello solar multicolor obtuvo nuevos poderes como no había tenido desde tiempos en que Wotan caminaba entre los vivos. Con ella, las valkirias podían ser entrenadas y reformadas para combatir a los nomuertos, en lugar de a los poderes del fae, humillados y desterrados más allá del límite del mundo. 

Al sur, de vuelta a las tierras del polo de la madera, fueron al encuentro de las tribus de caminantes del hielo de Toro del Norte. Pero allí hubo tensiones, pues el alba consideraba a los Hijos del Norte como unos cobardes que no habían honrado su promesa de acudir en su auxilio. Sin embargo, bajo el sello del eclipse, Flecha Oscura le garantizó que él había abogado por acudir y que había perdido ante el peso de los otros miembros de su círculo, y eso fue suficiente para aplacar la ira del poderoso guerrero. 

Seguirían descendiendo hacia el sur, hasta Great Forks, a solicitar la colaboración del Heraldo de los Cuatro Caminos, así como de los tres grandes espíritus de la ciudad. Sin embargo, Relatora de Historias Gloriosas estaba preocupada por la inminente invasión que Yu-shan lanzaría sobre la ciudad, y fueron las astutas palabras de Ventura las que la convencieron, pues los dioses del cielo no tendrían interés en los edificios, y si todos los dioses y sus seguidores marchaban a la guerra contra Thorns, eso es todo lo que conseguirían con su invasión. Si bien su preocupación permanecía, pues sus esencias y centros de poder estaban atados a la ciudad y fuera de la misma eran mucho más débiles y vulnerables, la guerra contra los nomuertos era un relato glorioso que no podía dejar pasar. Así Escudo de Este Día y sus tres hermanas se unieron, pero también a la labor diplomática que estaba llevando a cabo Jun para conseguir que toda la Confederación de Entre Ríos acudiese a la guerra, siendo el de Great Forks uno de los tres grandes votos en esa decisión.

Conseguir el otro voto principal requería regresar a Nexo, a hacer política con el Concilio de las Entidades. Ullr se encontró con ellos allí, en la manse, pero fue Bao quien trajo una preocupante noticia: Espada Celeste había exaltado como solar, una de las chispas encerradas le había sido entregada, pero Ragara Yu-shi lo había mandado detener por ser un anatema. Con ello llegó el final del tiempo de la sutileza y el disfraz, y Jun mostró a su primo la realidad de quien era, consiguiendo la liberación de su fiel protector y dejando a Yu-shi confuso y extrañado, calculando lo que todo ello implicaba. Fue al hablar con Espada Celeste cuando este les contó que había escuchado la voz grave y poderosa, que ellos identificaron con el Sol Invicto, dándole el poder para proteger a su querido hijo Jun. 

Convencer a Ephiselle y al Emisario de la necesidad de participar en la guerra fue sencillo, pues ambos valoran la seguridad de Nexo por encima de todo lo demás y claramente las corruptoras fuerzas necrománticas que barrían el polo eran una amenaza seria. También, con ello, aunque no fueron a hablar con él, tenían el voto favorable a la intervención militar de Udelph, el Doctor. La Astróloga Katz inicialmente pensaba vender su voto, pero al saber que se trataba de luchar contra los abisales se unió sin necesidad de pago alguno. Solo el Maestro Gen y el poderoso Augusto Consejero del Eclipse Thalevor debieron ser sobornados con buenas oportunidades de negocio y parte de los botines de guerra, pues una movilización de esa cantidad de mercenarios sería muy costosa.

Fueron recibidos como héroes y aliados entre las tribus de Celeren, donde se enteraron de que, en la junta del Concilio del día siguiente, Nexo iría a la guerra y con ella y Great Forks, toda la Confederación de Entre Ríos, desde los Cien Reinos a Lookshy. Las Legiones Cynis y los refuerzos de Jiara llegarían desde el sur, para iniciar una guerra en dos frentes contra Thorns. Pero quedaba convencer a Ragara Io-dara de que se uniese con su Legión. La encontraron en su navío, pero cuando le fue revelado el disfraz de Jun, Io-dara presta estuvo a iniciar un combate. Y ni siquiera la fuerza de Meng pudo inmovilizarla, pues la espada que otrora había pertenecido a Ken lo impedía. Fue Flecha Oscura quien, con su arco presto, la consiguió intimidar lo suficiente como para que entrase en razón y aceptase colaborar contra un enemigo común, que luego se verían las consecuencias y discusiones que hiciesen falta pero el tiempo apremiaba. Y el tiempo que les llevó transportar a la Legión al sur de Celeren fue suficiente para, discutiendo de estrategia militar con la Strategos, esta lentamente comenzase a cambiar de opinión, aunque sería en el campo de batalla donde debían ganársela realmente.

Y así es como llegó el momento de la batalla que decidiría el futuro de la vida en la Creación. Del este llegaron las dispersas unidades de los Cien Reinos, las bravas legiones de mercenarios de Nexo, lso espíritus de toda índole de Great Forks. Desde el norte descendieron las tribus del hielo, los bárbaros de Toro de Invierno, las tropas de la VII Legión de Lookshy con sus antiguos artefactos de guerra y las valkirias venidas del borde del mundo. Del oeste llegó la Legión de la Guarda de la Vida en sus navíos del Reino. Y aquí y allí entre ellos se encontraban los lunares, gloriosos como Ma-ha-suchi, fieros como Haz Argenta o Pastor del Rebaño, ágiles y cuidadosos como Bao y Ullr. E incluso una sideral, Nombre Olvidado, quien de nuevo había tomado el destino y la identidad de Guerra. Una alianza imposible, de enemigos ancestrales que se habían matado en esas mismas llanuras años atrás, y que sin embargo se reunían bajo la naciente enseña del sol.

Pero las fuerzas de la vida se enfrentaban a un enemigo de un poder inesperado. Legión tras legión de esqueletos, zombis y otras monstruosidades abandonaron el abrigo de los árboles para marchar al combate. Jinetes espectrales, caballeros de la muerte, exaltados abisales, todos ellos y más acudían al mando y llamada de Máscara del Invierno, que desde su castillo sobre la abominación de carne, se unía al ejército. Despechada, herida por el rechazo de Zhiyuan, su ira no conoció límites cuando, después de un inicial intercambio de palabras, Bao dio un beso a Jun. Pero no sería Máscara del Invierno el que dirigiese a las fuerzas de la muerte, sino el más poderoso de sus sirvientes, con el nombre de Red Iron Rebuke, cuyas órdenes transmitían espectros y fantasmas de un lado a otro del campo de batalla. 

Decenas de miles de vivos, exaltados, warstriders y otras fuerzas de la Creación se encontraban, cara a cara, contra un número aún mayor de aquellos que ya no deberían caminar por la misma. Aquellos que deberían haber recorrido la Rueda de la Reencarnación y, sin embargo, se encontraban ahora atados al servicio eterno del Señor de la Muerte. Las trompetas y tambores sonaron esa mañana desde las llanuras de Celeren, siendo respondidas por las cadenas y espectrales cánticos de quienes abandonaban Thorns para devorar hasta el último resquicio de vida de todo el polo.

Flecha Oscura, que se encontraba aconsejando a Jun en materias de estrategia, pronto se vio involucrado en el combate cuando un poderoso caballero de la muerte con su incensario de espectros cargó contra los dirigentes del ejército vivo. Su flecha, certera, logró impactar en el antiguo guerrero nomuerto, del mismo modo que lo hizo el terrible garrote de Pastor, pero eso no fue suficiente. Jun dirigió a Espada Celeste y sus hombres en contra del poderoso caballero, pero estos tuvieron que replegarse para proteger al Eclipse de una carga de caballería nomuerta que buscaba poner un temprano final a la batalla. No lo consiguieron. Golpe a golpe, fintas y movimientos, los nomuertos fueron cayendo a manos de sus rivales vivos, hasta que el incensario mismo fue partido, sus almas liberadas para poder regresar al ciclo.

Si nos desplazamos hacia el este del frente vemos como Guerra dirige a numerosos espíritus de Lookshy bajo la guarda de Escudo de Este Día, en el combate contra unas monstruosidades de huesos amalgamados y terribles gárgolas de carne. Pero, sin la protección de la canción del verano que Flecha Oscura llevaba consigo, el terrible cántico de Máscara del Invierno propagaba la debilidad y el miedo y allá donde un mortal o espíritu caía en combate, un nuevo enemigo se alzaba, pues tal es el terrible poder de la canción del invierno.

Entre las tropas, bajo uno de los poderosos navíos voladores de Lookshy, Ventura y Sagrest se encontraron con los abisales de quien otrora fuera el mejor amigo de Quro, Grandes Aspavientos. Pero este estaba guardando Lágrima de Llantos Convulsos que lideraba un oscuro ritual para alzar los muertos de la batalla para luchar de nuevo. Sin embargo, la hechicera espiritual no fue rival para la llegada de las sombras de Ventura, que destrozaron a su círculo de necromantes antes de que le llegase su hora. Y aunque Espada Sangrienta de Grandes Gestos probó ser un enemigo más peligroso al enfrentarse a Sagrest y a Cynis Aurei, también él cayó bajo los ataques combinados del ejército de los vivos.

Pero aquella fue una sangrienta mañana que no se saldó sin bajas. Una de las más reconocidas se encontró entre los mercenarios de Nexo, cuando el poderoso guerrero y líder de los Escudos de Bronce, Guardián de Bronce, se encontró con sus hombres luchando contra un enjambre de insectos retorcidos, liderados por un terrible espectro. Su gélida mano, arrancó el corazón del general, estrujándolo entre sus fríos dedos ante sus tropas, que huyeron de pavor del combate. Pero la suya no fue la única muerte en una batalla en la que los vivos iban venciendo pero con muy escaso margen, y donde el tiempo corría en su contra pues cada soldado perdido era un enemigo ganado. Vencer en aquel campo de sangre requeriría un éxito inesperado, o un error del enemigo.

Sería esto segundo lo que ocurriría, cuando ya llegaba la tarde, Máscara de Invierno lanzó su behemoth a la carga para matar a Xiao Baozi. Reconcomida de celos y envidias, abandonó su posición en la formación y las tácticas de Red Iron Rebuke, para destruir a quien le estaba disputando su retorcido amor. La monstruosidad de carne bajo su castillo avanzó sin detenerse, sus fauces y tentáculos apresando y destrozando un warstrider como si fuese un muñeco de trapo en manos de un infante, su piloto devorado entre gritos de agonía. Pero ese avanzar abrió una oportunidad, y a lomos de Meng, los solares se alzaron al encuentro de la Señora de la Muerte. Con la excepción de Sagrest, que voló sobre los hombros de Lagertha hasta que fueron apresados por uno de los tentáculos, aunque por fortuna el cuervo espiritual pudo liberarlos de sufrir el destino terrible del piloto.

Se posaron sobre el lomo de la terrible montaña de huesos y músculos, frente al castillo, donde educadamente les recibió un chambelán no muerto para que iniciasen el parlamento de su rendición. Por respuesta, Sagrest hundió la frente de la criatura de un firme cabezazo, inciando unas hostilidades que vieron formarse una boca terrible bajo ellos. Si bien el atardecer y el noche lograron evadir el ataque, Jun, Lagertha y algunos más acabaron en el interior, a punto de ser digeridos por la monstruosidad y sus ácidos interiores, de no ser porque el Ragara consiguió convencer a Rostro del Verano de que les liberase, usando su caja de música.

Recorrer los pasillos del oscuro castillo, mitad piedra mitad carne, era un terrible paseo por la retorcida mente de su dueña. Llegaron hasta la corte de Máscara de Invierno, donde centenares de fantasmas y espectros la acompañaban y rendían pleitesía, y sus más poderosos nemesarios hacían de guardia de honor. Una veintena de terribles espectros, todos ellos, observaron impasibles el comienzo de unas negociaciones condenadas. Pero la pieza clave estaría en la canción del verano, entonada por Sagrest, que dividió a la Señora de la Muerte en dos, pues tanto Rostro del Verano como Máscara del Invierno eran la verdadera naturaleza del poderoso ente nomuerto. Y la batalla, como es natural, dio comienzo.

Deseando destruir el objeto de la ira y los celos de su maestra, los nemesarios se coordinaron en un oscuro y terrible ataque contra Xiao Baozi. Látigos, cadenas, espadas y mayales, llovieron sobre ella, pero las sombras hicieron que Ventura siempre estuviese allí, preparado para protegerla. Igual que lo estuvo cuando los otros nemesarios, deseando liberar a Máscara del Invierno de la plaga de su amor por Jun, se volvieron contra este. Pero las sombras no podían proteger al Ragara cuando el terrible cántico de la versión más amarga y dolorosa de la canción del invierno resonó en la sala, transmitiendo todo el abandono y la traición que la Señora no muerta sentía, casi tomando como suya la vida del solar. Postrado, gravemente herido, en su mano restalló el brillo del antiguo anillo de Zhiyuan, recuperando su poderío de tiempos de la Primera Edad. Y con su dominio de los espíritus, el joven logró tomar el control del corrompido espíritu de la manse, erigiendo paredes mágicas en su interior para dejarles a solas con Máscara del Invierno, sin la colaboración de los nemesarios, al menos durante un tiempo.

Un breve destello de esperanza en medio de la oscuridad, pues todo parecía perdido a medida que la Señora de la Muerte rechazaba los ataques de Ventura y Sagrest, los ardides de Ullr y Lagertha, y Bao permanecía aislada entre los enemigos. La tentación de retirarse ante un enemigo tan terrible estaba ahí, las fuerzas mágicas de Ventura debilitándose tras los esfuerzos, aún pese al auxilio espiritual de Meng. Pero no se dio ni un paso atrás. 

Jun manejó al espíritu de la manse con su anillo, llevándolo a derribarse encima de su legítimo dueño, comenzando la destrucción del castillo. Aprovechando el desconcierto, los poderosos golpes de la lanza de Sagrest hirieron la carne del Señor de la Muerte, su negruzca sangre cayendo al suelo, aunque no tuvieron igual suerte las flechas de Ullr. Ventura se adentró en las sombras para rescatar a Xiao de su encierro y, a su regreso, navegó olas de sombras fingiendo un falso ataque para robarle el más poderoso de los artefactos del Señor de la Muerte, aquella máscara que le daba su mismo nombre, revelando su portentoso y bellísimo rostro, y el conflicto que sentían sus dos mitades tras haber herido a Jun. La joven lunar corrió al lado de Jun mientras Lagertha, "robando" el anillo del otro Noche, usaba el artefacto para sanar las heridas del Eclipse. 

Todos se preparaban para la terrible respuesta de la Señora de la Muerte, acaso un nuevo cántico que terminase con la vida de alguno de los solares, pero esta no se produjo. Sin su máscara, dividida ante haber hecho daño a Jun, el ente regresó al inframundo. Y con ella, las huestes de los nomuertos comenzaron a retirarse del campo de batalla, regresando al abrigo de los bosques y sus tierras de muertos y corrupción. No lo harían sin dejar heridos por doquier y numerosos muertos, incluyendo una solar, pues Gon Samea encontraría su final en la hoja envenenada de una de las poderosas Días del enemigo mientras trataba de sanar a aquellos que habían sufrido heridas.

Pero así, con el enemigo retirándose, los solares descendieron sobre el campo de una costosa y dolorosa primera victoria entre la vida y la muerte. Y con el brillo de sus ánimas completamente visibles iluminando la noche que llegaba, mostraron a su inusual alianza de enemigos odiados que los anatemas no eran lo que se decía de ellos. Con emotivas palabras y cuidado énfasis, Sagrest y Jun fueron explicando lo ocurrido y conmoviendo los corazones que tanto habían sufrido en aquel día de sangre y dolor. Pues aquella era la primera batalla entre la vida y la muerte, pero no sería la última.

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