El Origen

Así que quieres que te cuente cómo hemos llegado aquí, al Fin de los Tiempos, a la Era del Juicio Final. Y lo que viene después. Pero no lo voy a hacer, porque de nada sirve contar el desenlace si no se cuenta antes el comienzo. Y es que, por mucho que lo creas, no sabes cómo empezó todo, porque los mortales no sabéis contar. Muchas ciencias, matemáticas, inventos estrambóticos, pero los números del universo se os escapan. Así que te voy a contar cómo comenzó todo.

Al principio fue el 0. A los mortales os costó mucho descubrir la existencia de este número, porque no lo lograsteis hasta que lo encontraron perdido los matemáticos árabes, pero es lo que había al principio. La Nada llena de todas las potencialidades que podrían existir, y a la que todo debe volver. No sabemos cuánto duró la Era del Vacío porque el tiempo no se había creado por aquel entonces, ni cuántos universos y existencias hubo en su interior y eventualmente desaparecieron, presagios de la nuestra.

Pero si sabemos que eventualmente, de un modo u otro porque Él no lo cuenta, llegó el 1: el Verbo. Y Él dijo que existía y con eso existió. Y la Era del Vacío llegó a su fin y con ello comenzó la Era de la Creación. Porque el Verbo quería luchar contra la Nada y la mejor forma de hacerlo era coger toda la potencialidad que se encierra en ella y moldearla, dándole formas estáticas y permanentes que existiesen.

Y así es como llegó el 3, que sin duda va antes que el 2. Dios Padre, el Espíritu Santo y... los Elohim. Ya, ya se que los hebreos escribieron que Elohim es una forma de referirse a Dios, pero no es exactamente correcto. Al fin y al cabo los tres que son uno son distintas facetas del mismo ser, ¿no? Pues los Elohim lo son y no lo son a la vez, de igual modo que el Verbo y el Espíritu Santo han tenido más broncas y discusiones a lo largo de las eras que momentos de sinergia.

Pero detengámonos un momento en los Elohim de principios de la Era de la Creación, cuando todavía eran puros, e inocentes. Una sucesión de palabras que brotaron de Su voz cuando las enunció y, al hacerlo, pasaron a existir. Tiempo, Espacio, Belleza, Luz, Muerte... con cada una de ellas, uno de los miembros de los Elohim cobró forma y, al hacerlo, redujo el tamaño del Vacío, al condensar una vez más la potencialidad en hechos concretos. Y, con cada Elohim, la Creación fue siendo. Sobre alas brillantes y poderes radiantes, surgieron las Montañas y los Valles, se forjaron los Árboles y los Ciervos, y así lentamente todo fue cobrando forma como tú, pequeño mortal, lo conoces.

Más o menos, claro, porque en aquellos tiempos el mundo no existía, la Creación todavía era el Jardín. Y, por tanto, eventualmente llegó el 2: la dualidad. Luz y oscuridad, bien y mal, arriba y abajo, antes y después... Adán y Eva. ¿Y Lilith? Bueno, ella es complicada, dejémosla de momento de lado si no os parece mal. Pero 2 es el número de los mortales, y a vosotros estará siempre atado, aunque por aquel entonces no erais mortales aún. Porque ¿sabes de qué hay dos también? Árboles. Uno del conocimiento y el otro de la vida, y los dos estaban igualmente vetados a los mortales.

Y el Verbo ordenó a los Elohim que os amasen, y durante eones todo estuvo bien. Y con el contacto con vosotros, los Elohim fueron desarrollando sus propias personalidades, a base de observaros y observarse a si mismo, pues al principio los Elohim eran meras herramientas en Sus manos, incapaces de tener opiniones propias y formas de ser. Pero fue con vosotros con lo que aprendieron a ser individuos porque el Uno que es Tres, podía dejar de serlo.

Pero durante eones no se notó ese cambio más que en pequeñas cosas. Pero entonces, ocurrió lo impensable: una mañana, el Trono de Dios estaba vacío. El Verbo ya no estaba. Y no lo estuvo con el siguiente amanecer, ni el que vino después, ni el que le siguió. El 1 ya no estaba. ¿Se lo había llevado el Vacío? ¿Volvería? ¿Acaso, ahora que el motor inmóvil no estaba, el Vacío absorbería todo de nuevo? El Espíritu Santo, a menudo llamado Metatron, intentó poner orden en las filas de los Elohim, y que entendiesen que había soluciones válidas... pero él no las tenía.

Porque los Elohim de la Era de la Creación no eran exactamente inteligentes. Habían aprendido a tener personalidad por imitación de vosotros los mortales, pero no sabían pensar por si mismos. Al fin y al cabo, ellos solo eran funciones de la Creación, no tenían por qué pensar fuera de lo que eran: una montaña, al fin y al cabo, es una montaña, no necesita saber lo que es la filosofía.

Y solo había una forma de cambiar eso: comer los frutos de los árboles prohibidos. Nunca hubo una serpiente que convenciese a Eva, fueron los Elohim mismos los que lo hicieron. Tras un cónclave, acordaron que cada uno comería uno de los frutos, y así entre todos se complementarían y tendrían los conocimientos necesarios para poder entender por qué Jahvé no se encontraba ya en su Trono.

Así terminó la Era de la Creación y dio comienzo la Era del Conflicto. Porque cuando los Elohim comieron las frutas, dejaron de ser Elohim y se convirtieron en otra cosa. Y es que, las frutas encerraban al 7 o, mejor dicho, los dos 7s. Quien comió de las frutas del Árbol del Conocimiento aprendió una de las Siete Virtudes; quien en cambio comió de las frutas del Árbol de la Vida, aprendió uno de los Siete Pecados. Y así, los Elohim perdieron su pureza y se convirtieron en los nombres que les dáis ahora: ángeles y demonios.

La pureza del 3 había sido infectada por el desequilibrio del 2, por el peso de la dualidad, y con ello el equilibrio perfecto de la Creación se rompió. Porque en lugar de obtener el conocimiento para entender por qué Dios no estaba y lo que ello implicaba, lo que ángeles y demonios obtuvieron fue un impulso distinto al que ellos tenían. La montaña ya no solo pensaba en ser una montaña y crear más, sino que ahora le preocupaba la Paciencia; y al amanecer se le unió la Soberbia. Y así con todos.

Hasta entonces, los Elohim se entendían perfectamente unos a otros, porque todos eran partes de una máquina perfecta diseñada por Él. Pero eso ya no era así, cada uno tenía una visión distinta ahora de lo que era importante, y se había roto la unidad de propósito. Milenios antes de que los mortales construyeseis Babel, los Elohim lo habían hecho al comer de los Dos Árboles. Al principio intentaron entenderse y negociar, aprender a manejar las situaciones, pero la Era de la Creación había acabado aunque ellos no lo supiesen, y el comienzo de la Era del Conflicto hacía de ese un camino imposible.

Y el conflicto arrastró a los mortales, que por entonces ya eran cinco, y se vieron contagiados por los cambios en los Elohim. Y Caín mató a Abel, pero en contra de lo que dicen vuestros libros, no fue maldito por ello, porque no había ya ningún Dios para maldecirlo. Pero si que hubo quien lo tomó bajo su protección, pues Belcebú se dio cuenta que Caín era como él y se encontraba marcado por la Envidia. Porque este fue el pecado primigenio, no la Soberbia. Pero en realidad el asesinato solo fue el hecho más visible, porque la Envidia de Caín solo fue reflejo de la Diligencia de Abel, que había decidido hacer una ofrenda para ver si eso devolvía a Dios a su Trono.

Con ello, el Jardín se rompió. Los elementos se separaron y surgió el 5, pues cinco es el número de elementos primarios de la creación: tierra, aire, fuego, madera y hierro. Como dice el Wu Xing. Y con la separación de los elementos puros, la puerza del Jardín se perdió. Y él mismo se fraccionó en todos los reinos que lo rodean. Arriba el Cielo, refugio de la Hueste en la Ciudad de Plata, donde los ángeles moran con sus Virtudes; abajo el Infierno, refugio de la Legión en la Ciudad de Obsidiana, donde los demonios moran con sus pecados. Y atrapados en las ruinas del Edén, los mortales, con vidas que por primera vez podían tener final.

Y en esas ruinas se libró la Guerra. Duró eones, y mientras los mortales se reproducían, ángeles y demonios luchaban por extender su influencia y su poder. Porque ambos querían lo mejor para los mortales, Él les había ordenado que les amasen al fin y al cabo, pero tenían ideas muy diferentes de lo que era idóneo. Y el amanecer se tiñó de rojo con la sangre de mortales e inmortales a medida que sus choques destrozaban lo poco que quedaba del Jardín.

Entonces surgió el 6. Hay quien dice que había existido siempre, simplemente en el tiempo de la armonía, permanecía en silencio. Otros dicen que era una salvaguarda dejada atrás por Dios para garantizar que se restauraba el equilibrio y la Creación no desaparecía en el Vacío. El 6, el Consejo de la Balanza, escogió a seis sirvientes: tres ángeles, tres demonios. Y los cambió. Y les dio un nuevo nombre. Y desde entonces fueron conocidos como los Jinetes del Apocalipsis.

La historia de lo que sigue en las ruinas del Edén no nos corresponde ahora. La suya es una historia que será narrada otro día. Si es que aún nos quedan. Pero al final los Jinetes aplacaron la Ira e inmovilizaron a la Modestia; sometieron a la Envidia y controlaron a la Diligencia. Y así con todos los Pecados y Virtudes, y con todos los líderes de los ángeles y los demonios. Y llegó el fin de la Era del Conflicto y el comienzo de la Era de los Mortales.

Ángeles y demonios fueron sellados en sus respectivas ciudades, a las que solo los mortales pueden llegar cuando se acaban sus vidas. Los Jinetes abandonaron el mundo y regresaron al Plano de la Balanza, donde esperarían a cualquier nueva amenaza a la Creación. Y así surgió el 10: el Mundo. 10 son los sephiroths de la Quabbalah, 10 los aspectos que mantienen unidos a la Tierra. Y surgieron los imperios antiguos, se hundió Babel, colapsó Roma, hubo un Diluvio pero no fue tan Universal, llovió fuego de los cielos, hubo invasiones bárbaras, se "descubrió" América y se produjeron revoluciones y guerras, y finalmente estallaron las armas atómicas y se llegó al espacio. Pero toda esa historia, más o menos, ya te la sabes, aunque sea con muchos errores.

¿Qué pasó con Metatron? ¿Cual es el 4, el 8, el 9, el 11 y el 12? ¿Hay un 13? ¿Dónde encajan los Eternos Inmutables? ¿Qué es la magia que corre por tus venas? ¿Cual es el destino de Dios? ¿Volveremos al Vacío? Y, sobretodo, ¿qué pasa ahora que hemos llegado al final de la Era de los Mortales y ha comenzado la Era del Juicio? ¿Y quien soy yo?

Bueno, todas estas preguntas tendrán respuestas, cuando sea el momento para ello. Pero este no es, ni nos queda tiempo para más. Porque los giros del destino continuan avanzando y el Final de Todo se aproxima. Y yo, tengo trabajo que hacer. Y tú también. Nos volveremos a ver, una vez más, antes del Final. Y después... bueno, ya llegaremos a eso.

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