No Somos Estrellas de Rock

Dicen que, cuando un visionario de hace muchos años creó el Cyberpunk, era a la ciencia-ficción lo que la novela negra es al trideo. Yo no se mucho de esas cosas, pero una cosa si que se: un shadowrun no es como sale en las películas que ves.

No van de salvar el mundo y montar en la Harley hacia la puesta del sol, con la tía buena sentada detrás. Van de jugarte el pellejo noche tras noche para gente a la que no les importas una mierda, y volver a casa para poder contárselo a una pantalla de trideo a la que no le importas, porque eso es todo lo que queda de tu vida.

No va de jugársela contra el hampa y conseguir que acaben entre rejas, sino de meterle la bala a un yakuza en la cabeza porque la mafia rusa cree que está haciéndole competencia a su mercado de coñitos infantiles al por mayor. O porque un italiano cree que ha entrado en "su territorio" y eso va contra su retorcido sentido del honor.

No va de lujos y aventuras, a menos que sean los lujos de otros los que veas desde el otro lado del espejo, y llames aventura a jugarte el pellejo por migajas.Y, te adelanto, raramente uno tiene relación con el otro.

Si va de las tías buenas, pero de la clase que sólo su sonrisa hace que se ilumine la gran señal de neón que dice "Problemas". Y de los gordos, de los que acaban con tus huevos colgando de la puerta de algún loco que lleva más implantes que células originales en su cuerpo.

Va de jugársela, noche tras noche, por los desechos que los ricos pueden tirarnos mientras pugnan entre si por el poder. De los restos que quedan en la mesa de las corporaciones y que dejan que se pudran antes de dárnoslo para que vayamos tirando un día más, un trabajo más. Dependientes, sumisos y desprotegidos, sabiendo que cada noche puede ser la última y que muchos conocidos ya nos han precedido en el último camino.

Va de magia, y de cómo esta te jode cada noche con sus defensas mágicas y elementales de patrulla. Y si no es eso, de cómo los espíritus insecto se han comido un vecindario o un elemental tóxico va a vomitar su basura sobre la cara de tu madre, o de la madre de cualquier otro. O quizás, de cómo ahora se ha puesto de moda traficar con criaturas peligrosas y una de ellas ha escapado y decidido que tu hígado sería una buena cena. O quizás una nueva droga de diseño con productos exóticos de la Amazonia que vuelve locos a quien la consumen.

Va de implantes, de intentar sacarle partido a esos que has podido pagarte de segunda mano mientras te enfrentas a gente con beta o incluso delta en sus cuerpos. De saber que la última modificación puede destrozar tu mente y tu humanidad y aún así metértela como única posibilidad de mantenerte un paso por delante de tus enemigos. De prostituir los trozos de tu alma por un pequeño margen de supervivencia. De mirarte en un espejo y ver que hay más de máquina en ti que de persona. De saber que le tienes más cariño a la Ares Predator que ha salvado tu vida tantas veces que a la mujer que durmió a tu lado la última noche, cuyo nombre ni recuerdas.

Va de carreras a toda velocidad por el fondo de la Matriz, huyendo de hielo negro que quiere reconstruir tus recuerdos para que seas un fiel perrito corporativo o delates a tus amigos. De usar sondas que apenas consigues que funcionen, mientras el enemigo tiene contramedidas y cazas de última generación. De meterte un nuevo simsen porque la vida real es una puta mierda que no vale la pena vivir. 

Va de trabajar con gente que no te importa una mierda, la mitad de los cuales huirán tan pronto las cosas se pongan chungas, dejando tu culo al aire. ¿Y la otra mitad, preguntas? Pues acabarán llenos de balas antes o después, o delatando todo lo que saben de ti a la pasma por un trato favorable, o a las corporaciones por la piedad de una muerte rápida.

Va de pactar con el demonio cuando él sabe que tiene todos los ases y tú apenas cuentas con una sucia pareja. De intentar engañar a un dragón cuando sabes que él te conoce mejor que tú mismo, porque apenas eres una anécdota en su infinita vida. De intentar rascar unos minutos, unas horas, unos días más de entre las manos de un mundo que te ignora y que es ajeno a tus logros y tus padecimientos.

No, jovencito, no va de gloria ni triunfos. Va de mierda, mucha mierda, cantidades industriales de la misma. Y va de que tragas tanta que, al final, acabas cogiéndole el gustillo y hasta agradeces cuando la comida sólo está medio podrida.

Eso son las sombras, no son un paseo por el lado aventurero y glamuroso de la vida... son lo que queda, después de que todos los demás hayan cogido lo bueno.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra