El Conocimiento

Una puerta se abre, iluminando brevemente un cuarto casi vacío y cubierto de polvo: una estantería carcomida de polilla en un lateral y una mesa con un ordenador en el lado opuesto. Todo reducido a simples siluetas en la oscuridad. Ella se sienta ante la pantalla, un monstruoso esbozo en verde.
Su estado de ánimo es alegre. Extrae un pequeño papel con una mala y acelerada caligrafía, y juguetea con él a estirarlo y retorcerlo brevemente. Luego abre un archivo en el ordenador y comienza a teclear.

"Accidente en Nueva York. Tres muertos, dos heridos. Rob Hurman desaparecido." Con una mueca, añade en rojo "Investigar más."
Presiona enter. Se oyen dos "bips" y la pantalla crea una ventana redonda con el texto y esta se empequeñece. Lentamente, empieza a trazar líneas que la conectan con otros círculos con breves textos, algunas de estas líneas son más gruesas que otras. Ella observa, atenta, sonriendo al ver una nueva pieza integrarse en su vasta colección.
Más conexiones se establecen ante sus ojos. Sus retorcidos dedos teclean con rapidez comandos, y nuevas líneas aparecen a la vez que la cámara se aleja, revelando el tejido más amplio. La gente llama a Internet la Red, pero pocos conocen a la araña que la teje lentamente, con paciencia infinita. Ella sólo sonríe, al ver los nuevos hilos ocupar su lugar.
Un mensaje aparece en la pantalla. Un e-mail recibido en una de sus muchas cuentas anónimas. Alguien quiere que la Oráculo le revele la verdad. Pero ese alguien sólo solicita una información sobre unas transacciones privadas y prohibidas de un político al que quiere chantajear. Eso los diferencia a todos ellos de ella: sólo ven los trozos, las piezas, la información... no tienen el verdadero conocimiento del cuadro en su conjunto. Sólo ella, sentada en su ordenador, lo ve a través de sus ojos de colores dispares.
Tira el papel a un rincón en la oscuridad. Lo que quiere ya está donde debe. En su colección mental. Podría apagar el ordenador y aún recordaría todos los círculos y todas las líneas entre ellos. Especialmente los violetas, referidos a otros miembros de su estirpe. Ellos no son más difíciles de controlar que los mortales. Una pieza aquí, un detallito allá, un despiste en aquel otro sitio... un rastro detallado para quien sabe lo que busca. Ella lo sabe.
Como peones, danzan en sus juegos de poder y conflicto, dando golpes de ciegos que creen que son obras maestras de la sutileza y la manipulación. Pero siguen sin ver el juego de verdad, y sólo quien lo ve puede actuar al nivel que requieren las enormes apuestas. Dicen que la información es poder, pero se equivocan: el conocimiento es poder. Información la tiene cualquiera, datos y números son fáciles de obtener, miguitas en el tapiz de la realidad. El conocimiento es lo difícil, destilar todo eso en un conjunto coherente que permita entender lo que ocurre y lo que harán los demás jugadores. No importa lo sutiles que se crean, todos ellos son transparentes como el cristal a su mirada.
Apaga el ordenador tras guardar el archivo. Espera en silencio, completamente quieta. Pronto nuevas piezas llegarán. Pronto.

Comentarios

  1. Escrito entre la noche del 1 de Noviembre y hoy, la verdad es que no me acaba de convencer. Era un experimento de estilo, intentando hacerlo como un guión, pero al final no queda bien para un relato en el que haya tan poca acción. Tendré que ponerlo en práctica de nuevo con otro relato de otro tipo, para ver qué tal.

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