Tiempo de Anatemas 36: Lealtades divididas

La guerra contra las hadas requeriría aliados y ejércitos. Días atrás, Haz Argenta y Xiao Baozi habían partido en busca de otros lunares dispuestos a retomar la batalla contra las huestes feéricas. Y en un complicado encuentro, sus palabras alcanzaron y convencieron a Ma-ha-suchi y su prole, partiendo después hacia el norte en busca de Ullr. 

Pero esos no serían aliados suficientes para lo que estaba por desencadenarse. Y de entre los solares de Nexo surgió la idea de rescatar a Toro del Norte y su derrotado ejército del inevitable fin a manos de las Legiones Tepet y que se uniese a la lucha contra las Buenas Gentes en el este. Así que recorrieron las distancias hasta las estepas del hielo donde Tepet Ejava y sus seguidores cerca estaban de dar alcance finalmente a las huestes de guerreros, muchos de ellos heridos, que una vez habían osado poner en jaque toda la satrapía de Medo. El propio Jurgen Kaneko tiraba de un carromato donde los más heridos iban cargados, mientras Gon Samea atendía con ungüentos y pociones las heridas de aquellos que podían ser salvados.

Las palabras volaron entre ambos grupos, estableciendo una vía nueva. Más allá de la guerra y la derrota, honorable pero fútil, la opción de retirarse para luchar contra otro enemigo, con gloria y sacrificio. Y el comienzo de la esperanza, pues Nasseth y Lagertha llevaban consigo las otras chispas que antaño habían completado el círculo de Toro del Norte, incluyendo el caído Portavoz del Hielo que había muerto en combate singular contra Tepet Ejava. El reencuentro con Lagertha fue particularmente complicado, ya que la joven, antes de exaltar, había robado a las tribus del norte a su paso por algunas de las ciudades de la Liga Haslanti. Aunque el plan inicial era evacuarlos a todos en el castillo, a Ventura se le ocurrió transportarlos directamente al Refugio del Encuentro usando sus reliquias para ello. Pero hizo falta que Jun y Synn convenciesen también a los guerreros y soldados, porque entre las orgullosas tribus de las gentes del norte cada uno era libre de escoger su camino.

Así que comenzaron la evacuación, durante la cual los tribales les hablaron del Viento Helado en el norte y cómo, huyendo de este, habían tenido que abandonar sus hogares en busca de una oportunidad de una vida mejor siguiendo a un caudillo de honor de uno de los grandes clanes, como era Jurgen Kaneko. Pero, conscientes de que algo extraño estaba pasando, Tepet Ejava envió a sus exploradores para acortar la distancia y observar lo que acontecía en el campamento de las tribus. Jurgen Kaneko, junto a Gon Samea y los guerreros saludables se pusieron a guardar la retaguardia, a lo cual se unió Synn con las directrices de Nasseth, que envió a sus espíritus a distraer y mantener alejados a los atacantes; pero uno de esos espíritus fue antes a darle una suave colleja a Ventura por cuestiones previas, a lo que Ventura respondió enviando a Meng a darle similar trato a Synn, pero el cuervo, molesto con toda la situación, fue sin duda más fuerte en su interpretación de las instrucciones de lo que había sido la intención de Ventura. Lo cual llevaría a un choque que se mantendría durante las horas que duró la evacuación y hasta más tarde.

Reunidos todos en el Hogar del Acuerdo, Toro del Norte y los suyos se encontraban asombrados, pues nunca antes habían visto manses de la Primera Edad. Lo más complicado fue el encuentro con la Abuelita Ninja, Nombre Olvidado, pues los solares del norte tenían profundas desconfianzas de los siderales tras sus desencuentros con Huellas Olvidadas. Pero eso también fue navegado y solucionado, mientras los solares se iban con sus gentes a atender a sus heridos y ocupar los alojamientos que Jun preparó para ellos usando a los espíritus de la manse. Y los espacios del principal de los salones se fueron ajustando, surgiendo edificios y hogares para los ocupantes allá donde eran necesarios, mientras que los invitados solares tenían sus propias habitaciones.

Fue durante ese tiempo que Synn decidió usar el Tribunal para juzgar y sentenciar a Meng, con Ventura atrapado en el medio, por faltarle al respeto y otros delitos similares. Cuestiones que, sin duda, el cuervo era orgullosamente culpable. Pero el Noche tomó la situación para que la Cénit le juzgase a él, pues el espíritu había actuado siguiendo sus órdenes. Synn les condenó a no comunicarse durante días, pero el solar fue capaz de resistir las poderosas magias del Tribunal.

Tras ello era hora de reforjar un viejo aliado: el Emisario. Para lo cual debían acudir a la Tumba de las Calaveras con Ojos de Vela, donde estaba atada la esencia del poderoso espíritu. Acudir allí requería la participación de Ephiselle, la Reina de la Medianoche, pues tal era el acuerdo alcanzado originalmente, y la dama accedió sin problemas en participar en una empresa tan peligrosa una vez más. Aunque no sin advertirles antes que la apertura de la Tumba de la Noche, ya tanto tiempo atrás, había despertado cierto interés y atención en el Concilio de las Entidades. Igual que les habló de las extrañas directrices de la Astróloga del Concilio, que con sus ideas y conocimientos, los solares dedujeron que debía tratarse de una sideral.

La tumba en si ocupaba una de las plazas de la ciudad donde, por la noche, la montaña de calaveras brillaban sus ojos con un verde enfermizo. Y, según se decía, aquellos que se acercaban mucho perdían su alma, algo que Megara pronto confirmó que era cierto pues un enorme grupo de fantasmas rodeaban en círculos la tumba continuamente. Conversando, si es que a eso se le puede llamar una conversación, descubrieron que permanecían atados al lugar y quienes morían por su contacto acababan uniéndose a la hueste de fantasmas protectores. La magia de Synn fue capaz de darle descanso a todas aquellas almas encadenadas y enviarlas a lo que viniese después, pero al hacerlo las calaveras dispararon potentes rayos de energía necromántica. Ventura conjuró rápidamente un escudo de sombras donde pudo proteger a Ephiselle, Nasseth y Synn, mientras Lagertha y Jun esquivaban los haces de muerte y Megara se teletransportaba a un lugar a salvo. Empujando juntos contra la corriente de energía, Ventura y Nasseth fueron permitiendo acercarse al grupo a la pirámide de calaveras, donde Synn y Megara identificaron los rituales mágicos realizados para crear y sostener aquel constructo y como deshacerlos. Mientras tanto, Jun entraba en trance con su antigua esencia, observando cómo aquel lugar se había creado al poco de establecerse Nexo, como una línea de defensa contra las hadas, cuando la Creación era aún pequeña y joven, y lo que eventualmente sería la ciudad marcaba casi el límite del comienzo del Caos. 

El escudo de sombras de Ventura explotó al llegar a la columna de calaveras, destruyendo las cercanas y abriendo un paso al interior hueco de la estructura, donde una escalera sin decoraciones se adentraba en el subsuelo de la ciudad. Descendieron, iluminados por la luz de Synn, hasta una primera cámara, notando como en el camino transitaban hacia una tierra de muertos, con ríos de sangre y lamentos de las paredes. Pues para luchar contra el desorden informe de las huestes feéricas, la estructura permanente e inmutable de los muertos era una herramienta útil. Pero siglos de descuido habían transformado el lugar y, con ello, al Emisario que estaba conectado al mismo. Más allá de las puertas que abrió Jun, en una sala alimentada por un elemental de fuego encadenado a un generador, había un complejo y enorme órgano musical. Sus teclas, de marfil y madera, permitían innumerables tonadas, todas ellas con el poder de transformar al Emisario en su esencia, sin necesidad de doblegar y torturarle con pactos forzosos. Tras discutir cómo restaurar al espíritu guardián de la ciudad, Jun se sentó al teclado y, con la guía de Megara, interpretó la antigua canción que una vez había sido la base del Emisario, pero actualizada y modificada para ajustarla a los nuevos tiempos.

La poderosa esencia canalizada por el órgano con sus notas recorrió la ciudad, transformando al Emisario de nuevo en el honorable y gallardo paladín que había sido otrora. Un guardián de los débiles, protector de la ciudad y de la justicia. Y, con ello, abandonó su máscara y sus misteriosos ropajes, una transformación que trastornaría y sorprendería a toda la ciudad. Con al roca del lugar, Megara tejió un hechizo para proteger el órgano mientras Synn y Jun reducían la influencia de los muertos en aquellos pequeños salones. Pero fueron Nasseth y Ventura los que vieron la codicia que representaba ese órgano a ojos de Ephiselle, y la forzaron a un acuerdo de que ni usaría ni permitiría usar el instrumento musical. Tras lo cual, una ilusión protectora por parte de Megara impidió que nadie pudiese saber que la tumba había sido abierta.

Se reunieron con el Emisario en el Reposo de la Conversación, donde pudieron ver su transformación en comportamiento y actitud. Pronto la ciudad entera la notaría, pero esa noche ya se vieron los primeros cambios, con acuerdos de cooperación por el bien de la ciudad, y tantas otras cosas.

Y al día siguiente tocó viajar de nuevo, al este, hacia el delta de los ríos que conformaban la región de Vaneha. Allí, una colosal criatura avanzaba muy lentamente, tonta y primitiva, tras despertar de su letargo forzado por las hadas. En su lomo se alzaban pueblos y viviendas, en sus inmensas crines colgaban abalorios de la Primera Edad y sus pasos iban causando pequeños terremotos que aplastaban lo que hubiese debajo sin que la criatura fuese siquiera consciente de lo que fuese. Los estudios de los abalorios por parte de Synn y Megara revelaron que se trataba de artefactos para guiar los tontos pasos de la criatura hacia el borde del mundo, buscando ampliar con ello la Creación. Pues aquella bestia era un behemoth de la Primera Edad, creado por los Primordiales antes incluso de que existiesen los solares, una fuerza primitiva y básica del mundo ordenado. Entre sus pelos anidaban y vivían pequeñas civilizaciones de toda clase de extrañas criaturas menores, tan incapaces de controlarla como las aspiraciones de una hormiga para alzar o detener el sol. 

Dando forma a la magia de las cortes feéricas, cuyos retazos aún permanecían dispersos por la criatura tras su despertar cuando las hadas fueron expulsadas del polo, Megara orientó a la bestia siguiendo una ruta que Ventura trazó. Al menos, de ese modo, en su tonto avanzar, no pasaría por encima de ningún asentamiento ni causaría innecesarios daños. Mientras tanto, Synn y Jun procedieron a evacuar a los ciudadanos que vivían a lomos de la bestia, reunidos en los templos de sus pueblos donde rezaban porque terminasen los terremotos. Pues a sus ojos, el mundo era la bestia y no entendían bien por qué el suelo había comenzado a moverse y temblar. Pero entre los dos les tranquilizaron y les explicaron que el poderoso pato, el Heraldo de los Cuatro Caminos, les salvaría si tenían suficiente fe. Y luego, entre todos, los llevaron al suelo real, para que pudiesen formar una nueva comunidad, mientras Megara les creaba un pato espiritual de guía para enseñarles tareas como agricultura o construir casas en un lugar donde no estaba el inmenso pelo del behemoth como materia prima. Y es que la criatura, con su lento y ciego paso, se alejaba lentamente de las gentes que la habían poblado, paso a paso adentrándose en los inmensos e infinitos bosques del este.

Finalmente, de vuelta a Nexo, lo que correspondía era continuar trabajando en las alianzas a romper de los Ragara y los Cynis. Jun se reunió con Yu-shi para hablar de Legiones y unir recursos y trabajo para luchar finalmente contra Thorns. Y, para sorpresa de su primo, fue el joven Ragara quien propuso que fuese su hermana Helan la que encabezase la embajada ante el Deliberativo para conseguir esas tropas, un acto de confianza que mostraba el gran cambio que Jun había dado en el tiempo desde que su hermana había llegado a Nexo. En el aire, de momento al menos, la complicada decisión de quien sería el Strategos de esa Legión, pues Yu-shi no quería que fuese su propia hermana Io-dara y Jun no estaba seguro de si quería dejar atrás los negocios y la libertad que tenía para ponerse al frente de un ejército.

Mientras tanto, Ventura se infiltró en el hogar de los Mnemon, para estudiar a su líder Ian Quai Tian. Y bajo la apariencia de orden y equilibrio, de perfecto honor y respeto a la tradición, lo que encontró era lo que esperaba: que la Mnemon tenía un antiguo pacto con una demonio de Malfeas. Un ente del Segundo Círculo que, aparentemente, compartía con la exaltada del agua un amor mutuo, tranquilo y suave pero lóngevo y mantenido en secreto. 

Compartir la información ambos esa noche les llevó a idea un plan para avanzar sus agendas. Con subterfugios y cuidado, consiguieron que los Mnemon organizasen una recepción para Cynis y Ragara en su casa al día siguiente, donde Ian Quai Tian escogería a quien sería la segunda persona de la Casa Cynis en ser invitada. La intención era que, con ello, la Mnemon delatase a su aliado en el interior de la Casa Cynis y poder así ilustrar ante Aurei la existencia de la proverbial manzana podrida. Y el plan funcionó parcialmente, pues en efecto la conferencia se celebró pero no había señales de que la dama Mnemon conociese al segundo representante de la Casa Cynis. Así que, mientras Jun aprovechaba un emotivo discurso para ir ganándose el respeto de los presentes, Ventura se coló en la mansión de los Cynis para encontrar algo incriminatorio. Y lo hizo, pues en un cajón secreto bajo el cajón secreto de su dormitorio, el segundo de los Cynis de Nexo guardaba un extraño sello de clara influencia infernal, pero no había la cera necesaria para hacer algo con ello. Y por mucho que buscó, incluso en la propia persona del Cynis que no se dio cuenta de que le estaban vaciando sus bolsillos, no lo encontró. Se hablaron de muchos más temas, desde el auge de anatemas en las islas del lejano oeste a los cambios del Emisario, las líneas de comercio o las competiciones por el trono del Reino. Pero también, de modo velado y educado, llegó una amenaza en forma de los mejores deseos de la señora de Ian Quai Tian: Mnemon Xu-jin, quien entre bastidores había estado detrás de lo ocurrido en la Manse de la Serpiente de Ojos de Rubí y en la isla del Patrón y tantas otras cosas. Y mucho más sutil, un juego de poder que pasó desapercibido para la mayoría, cuando Jun consiguió que la reunión se celebrase en nombre de la Concordia.

Acabada la reunión a la hora de la cena, Ventrua y Jun fueron a investigar el significado del extraño sello. Y correspondía a un culto innombrable de terribles adoradores de demonios propio de las tierras del fuego, el Sal Malim. Un nombre cargado de oscuras y terribles leyendas. Así que con esa información, Ventura se coló en el dormitorio de Aurei y la convenció para que le acompañase a una aventura peligrosa: infiltrarse juntos en la mansión de los Mnemon. Allí, al abrigo de su invisibilidad mágica que ambos sabían conjurar, la Cynis fue testigo del encuentro de la Mnemon y su amada demonio. Pero peor fueron las revelaciones siguientes, cuando en medio de una sesión de bondage extremo, le mostró el sello de los Sal Malim que guardaba quien debía ser su segundo entre los Cynis. Una señal de que los anatemas que Aurei tanto odiaba anidaban también dentro de su Casa, aquello que ella consideraba lo más sagrado y a lo que serle leal sin duda. Y, como Nombre Olvidado había dicho atrás, atacando a su fortaleza era la manera de llegar de verdad a convertir a la exaltada del dragón en una aliada de los solares y un amor verdadero para Ventura.

Pronto esas conversaciones de amor, esas pequeñas conspiraciones y juegos, deberían dejar lugar al terrible campo de batalla, señor de los males, entre los más antiguos enemigos: solares y hadas.

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