Sombras bajo la bota

“Se busca informático para incorporación rápida a la plantilla. Se requiere saber programar en todos los idiomas principales así como la capacidad de trabajo y diseño web. Requisitos: tres años de experiencia, dos idiomas (no contando ingles), súper inteligencia y capacidad para comunicarse directamente con las máquinas; se valorarán otras Habilidades apropiadas.”

Otra vez. Otro trabajo que se llevan los ex humanos y nos dejan a los humanos de verdad fuera, en la sombra, ocultos. Hemos perdido la Guerra finalmente y nos han suplantado. Nuestros propios hijos nos han destronado, destruido, abandonado como deshechos. A la sombra para siempre, restos anticuados pero vivos, como el homo sapiens dejó atrás a las otras especies de homínidos.

Entro en la nave principal de la Iglesia y está casi vacía. Raro es ya verla siquiera llegar a la mitad de ocupación, cuanto menos a llenarse. “Dios nos creó a su imagen y semejanza" dicen las Escrituras, pero Ellos nos hicieron mejores. O eso dicen. ¿Quién puede creer aún en la manzana y la serpiente, en ángeles y demonios, cuando la obra de dios la han hecho avanzar unos alienígenas desconocidos… ni siete días ni somos su reflejo, en el mejor de los casos solo somos una más de las innumerables razas del universo.

Y nosotros, los originales, solo somos la peor de esas razas. Me inclino en mi banco, solo pues hay sitio de sobra para los pocos parroquianos que hay, de modo que nos mantenemos alejados, como avergonzados de seguir aún las antiguas religiones. Es la misma historia en todos los templos, en todas las confesiones y religiones del mundo, mientras nuevas surgen como setas; incluso el hinduismo tiene problemas convenciendo a sus fieles de que los ex humanos solo son el siguiente paso en el camino del Nirvana y la perfección, el siguiente nivel de reencarnación.

“Ave María purísima, sin pecado concebida…” Mi mano derecha sigue los gestos conocidos y reconfortantes de presignarme al comenzar a entregarme a la plegaria. Pero cada vez me es más difícil sentir que El me escucha, que a El le importamos, que somos más que la sombra en la que el mundo nos ha convertido. Si somos tus elegidos, Señor, mandanos una señal, algo a lo que anclar nuestra fé, algo  que nos permita seguir. No nos abandones en este valle de lágrimas y sombras, tan lejos de ti. 

Noto como la humedad de mis ojos comienza a rodar por mis mejillas. Hoy habrá que volver al comedor para pobres, y esperar que haya alojamiento en el albergue. ¿En qué te hemos fallado tanto, Señor, para que nos hayas abandonado así?

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