Paraiso Perdido: Una oportunidad para la libertad
Las vibraciones me llegan de entre las piernas y se dispersan por todo mi cuerpo con el fantástico chute de adrenalina que las acompaña. La poderosa danza del pistón y el combustible, de las explosiones controladas por el acero, del rodar de la llanta sobre el asfalto. Mi moto. Tras una eternidad en el Infierno, circular por las carreteras del Estado de Nueva York es la verdadera libertad. Sin alas, sin responsabilidades, sin Legiones ni títulos nobiliarios, solo uno, la carretera, el horizonte, el viento en la cara.
Ni pido mucho, ni ofrezco mucho, porque este mundo no es mucho. Solo una mierda bien cargada que demuestra que la humanidad es un feto malparido que salió por su propia voluntad del vientre de su madre, mordiendo y arañando como si fuera Alien. Los dejas unos cuantos siglos y cogen todo lo que creamos y lo convierten en una puta pocilga donde abusar unos de otros, matarse, follarse, drogarse, corromperse. Muchos de los Caídos lo miran con horror pero yo no, yo siempre he sabido que solo son putos monos violentos y descontrolados.
Enfilo las calles del norte del Bronx y soy recibido por las pestes de las factorías e instalaciones de los parques industriales de la zona. Trabajo y progreso: las máscaras de las guerras que se declaran unos a otros, de la violencia en el domicilio o en el puesto de empleo. Joder, pueden decir que nosotros somos los malos y quizás lo seamos, pero nosotros nunca inventamos el capitalismo. No se le habría ocurrido ni al más retorcido y corrupto de nosotros, ni al más brutal, de Abaddon y su Legión de Ébano a los experimentos absurdos de la Legión de Plata. Ni en una eternidad. Es simplemente brillante.
Si es que son la puta mierda, el error, pero por suerte no hay necesidad de hacer nada al respecto. Les dejas a sus propios medios y los putos humanos se matan, violan, mutilan y cualquier cosa en nombre de las razones más peregrinas: que si porque te follaste a mi novio, que si porque voy a conseguir un ascenso, que si porque es en nombre de Dios o de los transgénero o de una bandera cualquiera de un país a un equipo de baloncesto. Mi último experimento llevaba ya una buena cantidad de asesinatos a sus espaldas y todo porque buscaba un hombre bueno. ¡Hay que joderse! Mira que fue fácil corromper a ese santurrón y darle exactamente lo que buscaba, aunque no resultase como él quería al principio. Y además, cobré por ello un buen dinero.
Me adentré en un callejón lateral entre una sede industrial de Pentex y un laboratorio farmacéutico de Bayer, ambas protegidas como fortalezas militares con sus muros, cámaras y puestos de control. Pero no les importaba mi furgoneta allí aparcada durante las últimas horas, con mi mercancía. El vibrar del motor entre mis piernas se detuvo cuando la llave giró entre mis dedos. Posé las piernas en el suelo por primera vez en varias horas y fue como dejar de volar, pero había otros placeres y era su turno. Los vampiros estaban en guerra y querían un buen cargamento de armas, pagarían bien y causarían toda clase de masacres con ellas. ¿Y quien soy yo para negarles sus deseos? Fueron tan humanos como cualquier otro, y al menos ellos no niegan que son monstruos, además de que pagan jodidamente bien. Rifles, lanzallamas, incluso un lanzagranadas, y por supuesto el más valioso, una espada forjada por mi que debería tener bastante facilidad para reducir a los suyos a polvo o lo que sea que les pasa cuando mueren.
Pero aunque el sol ya se ha puesto, aun falta un rato para que los parásitos pálidos puedan llegar hasta aquí, así que saco el móvil para matar el tiempo. Un poco de doomscrolling no le hace daño a nadie. Bueno, si, a las adolescentes vulnerables que acaban anoréxicas perdidas por seguir unos ideales de belleza sin puto sentido, a los jóvenes inseguros que se convierten en seguidores de machitos fáciles para creerse que siendo unos ciclados van a arreglar sus problemas, y tantos otros. Claramente los humanos son los putos mejores a la hora de joderse unos a otros, no hay quien pueda discutir eso... bueno, menos los santurrones ciegos que hay entre los míos, que se niegan a ver dentro del alma de verdad de lo que hemos creado y liberado: esto es lo que son, la muerte y la violencia, son ellos sin nosotros, solo ellos. Y es jodidamente hermoso verlos autodestruirse a si mismos y al mundo entero, y hacerme rico por el camino.
Ostias, un terremoto en Los Ángeles, eso no lo esperaba. Hasta nuestra Creación quiere deshacerse de esos putos monos que la cubren como pulgas y mosquitos. Y lo que sin duda no esperaba tener ante mis ojos es al puto Lucifer dándose un baño de masas en adoración ante todos mientras a saber cuantos cientos de humanos la diñan. El jodido ególatra no ha cambiado, traidor engreído, estoy seguro de que el arma definitiva contra él es un espejo, puto narcisista.
Ah, que le jodan, a mi no me va a meter de nuevo en sus mierdas, el tiempo de las Legiones ha pasado hace mucho y ahora hay cosas infinitamente mejores que hacer que perder todo por seguirle en su búsqueda de gloria personal y adoración. Seguro que ya hay cola para comerle la polla y lamerle el culo, yo me se de una que seguro que ya ha mojado sus bragas de mojigata.
Pero hey, miremos el lado bueno, si ha vuelto el Puto Mayor seguro que querrá retomar su guerra contra los ángeles y sus torres de plata y toda la mierda. Es lo que llevan pidiendo tiempo y tiempo los luciferinos desde su esquina de fósiles pasados de moda. Y una guerra siempre es buena para el negocio, especialmente si las armas de antaño se perdieron y hay que forjar armerías nuevas. Tendré que hablar con Adam, creo que con esto podemos hacer una buena pasta vendiendo armas a los distintos bandos, porque una vez que el demente del Primero lance su cruzada, el mundo entero será de nuevo el campo de batalla y vampiros, magos y su puta madre no se van a quedar cruzados de manos. Y ellos también querrán armas mágicas que les ayuden. ¿Y quienes somos nosotros para negarles sus deseos autodestructivos? ¿Acaso no tenemos que amarles como al puto Dios? Pues que forma mejor de amarles que darles sus juguetes soñados, a cambio de unos cuantos buenos presidentes en papel.
Las luces de los faros del coche de los vampiros enfilan el callejón, hora de hacer negocios y empezar a sembrar las semillas de futuros acuerdos y de que van a necesitar cosas con las que protegerse. ¡Hay que joderse, aun con todo, la vida es putamente bella! Y con el regreso de Lucifer llega la oportunidad de darle el puto corte de manga a todo que se merece el mundo y su puta mierda. ¡Fuck the-hell you!
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