Paraíso Perdido 8: Siete demonios
Siete, un número especial se mire como se mire, místico y mágico como la música que desgrana la vocalista. Siete días para el Génesis y siete Casas de Elohim para hacerlo, las Sebettu. Pero también siete son los Pecados Capitales, y el Libro de la Revelación habla de siete iglesias, siete sellos, siete trompetas y siete tazones. Siete simboliza la perfección y el estado de completo y siete son los protagonistas de nuestro particular Apócrifo. Pero si alguna vez se supo la importancia de ese número, ahora solo quizás el Lucero del Alba lo recordaría, si es que seguía existiendo.
A tres de nuestros demonios favoritos los encontramos aquella mañana en el piso ocupado por Red South, cuando un limusina aparca en la entrada. Jennifer, que esperaba la llamada de su planeado sugar daddy (aunque seguía sin entender bien el significado del término) por alguna razón asumió que aquel coche era que la había encontrado así que salió a su encuentro junto a Dae-su y Adam. Y en efecto era para ella, pero el hombre que descendió del coche no era un representante del millonario del hospital, sino alguien que venía a solicitarles que le acompañasen pues tenían un amigo que habían sido jardineros juntos, tiempo atrás, y quería un reencuentro. Así que, de camino a donde podría perfectamente ser una trampa pese a la afirmación de que no lo era, Jennifer avisó a los demás y tanto Violet como Claire respondieron, acudiendo al encuentro en aquel rico edificio.
Allí, en la penthouse, conocieron a Clarke, quien afirmaba ser el primero de los Caídos en llegar a la ciudad, más de un siglo atrás, antes de que hubiese brechas en el Infierno. Y, de hecho, en sus palabras, su llegada al mundo se encontraba aún antes, poco después de la Guerra de Independencia, en la piel de un esclavo que trabajaba las plantaciones de algodón. Como buen Diablo, había tomado la decisión de organizar la Corte de la Gran Manzana y ahora daba la bienvenida en ella a los Caídos que encontraba, si querían formar parte de la misma. La idea era sencilla: tener un lugar donde, al menos entre ellos, reinase la paz y los demonios pudiesen cooperar juntos con aquellos con los que tuvieran afinidad, más allá de Facciones y Casas. Él mismo era un Faustico con intereses en la política de la ciudad, y quizás de allí pudiese surgir un acuerdo y relación con Jennifer, aunque al menos de momento parecían involucrados en los partidos opuestos. Ante las preguntas de Claire, después de que les recomendase ser más discretos en el futuro, les habló de que en la ciudad había vampiros, pero también cambiaformas en Central Park y también brujas y brujos como mínimo en la no tan distante ciudad de Salem, de infame pasado. Quizás aquellas criaturas no podían compararse con cualquiera de los Caídos, como ya habían comprobado tras su primer encuentro con un vampiro, pero su numero y fiereza era un problema, especialmente si descubrían pactos y otras vulnerabilidades demoniacas. Fue una conversación larga, donde la sinceridad de Jennifer fue compensada con el mayor cuidado de Violet, y en ella Clarke les habló del artefacto que mantenía unida a la Corte de la Gran Manzana y de que podrían reunirse a salvo, en principio, en el Museo de Historia Natural, siempre y cuando jurasen místicamente formar parte de la corte. Cuatro de los cinco lo hicieron, solo se negó de momento la navegante, que quería más tiempo para pensar sobre las posibles consecuencias. Como demostraría el futuro, no necesitaría tampoco mucho más, y Clarke quedó a su disposición para lo que hiciese falta, confesando su plan de crear una ciudad donde los Caídos pudiesen cooperar y el rebaño mortal fuese alimentado para nutrirles de su fe. Aunque era consciente de que no todos los miembros de la corte compartían sus objetivos sino que cada uno tenía sus propias motivaciones.
Desde allí, en aquella fría y lluviosa mañana, se separaron para regresar a sus vidas. Jennifer a intentar convencer a los pandilleros de la necesidad de dejar de lado la violencia y después fue a la peluquería donde trabajaba Wendy a tratar de lograr que se interesase por Fernandito, tal como mandaba su pacto. Con aquel tiempo, y la mala experiencia reciente vívida en su memoria, el entrenador llevó a Violet por entrenamientos de interior. Adam trabajó en su oficina de arquitectos, colaborando en el proyecto que estaba complementando, mientras tanto Dae-su como Claire esperaban pacientemente, aún inseguros de qué senda llevar en esta segunda oportunidad que tenían. Fueron estos los primeros en ver en las noticias que, tras su desaparición en la noche anterior, el Arzobispo había sido encontrado muerto en su cama aquella mañana, cuando Rosita había abierto el piso para limpiar. Sabiendo la importancia que aquello tenía para Damian y la oportunidad que Violet buscaba para pactar con él, los demonios decidieron investigar lo ocurrido. Pero el propio Legionario de Cristo no había podido acceder al cadáver, siendo que la policía había precintado el piso y el acceso a la información.
Pero los límites son distintos para los miembros de las Sebettu y hasta allí se desplazaron, encontrando una buena cantidad de periodistas en la entrada. Aunque Adam buscó un camino que les permitiera entrar sin ser vistos, en un primer momento no lo encontró, y fue Claire quien cruzó el Velo para, a través de las tierras de sombras del otro lado, cruzar sin ser vista por vestíbulos y escaleras hasta llegar al piso. La densidad y resistencia del Velo y el estado de las sombras de las Tierras sin Sol era el esperable, lo cual hablaba de la tranquilidad de un lugar donde el asesinato no había tenido lugar. Equipada con esa información regresó con los demás al coche, donde vieron llegar a un representante de la Iglesia para hablar con la prensa, creando la distracción necesaria para que Adam encontrase un camino por donde podían pasar sin ser vistos una vez que Dae-su abrió la puerta.
El viaje por las Tierras de los Finales es muy rápido para los miembros de la Séptima Casa, de modo que mientras los demás subían laboriosamente las escaleras, Claire de nuevo estaba en el piso, con la diferencia de que allí cruzó de vuelta el Velo por el vestidor y comenzó a investigar el lugar. Pero no había aparentemente nada de pruebas en el dormitorio, ni cámaras, ni nada útil. Y poco más encontró en el piso para cuando los demás llegaron y Jennifer convenció a la puerta de que se abriese. Investigaron, y mientras Violet conseguía que Damian le contase que el piso tenía una sala secreta, Dae-su encontró la puerta a la misma y se adentraron en aquella habitación del pánico. Hackear el ordenador resultó trivial para aquel que conoce los patrones de las cosas y pudieron acceder a las cámaras del lugar y ver que nadie había entrado esa noche ni para el secuestro ni para devolver el cadáver. Solo Damian había estado allí, tal como les había dicho en su encuentro la noche anterior, investigando sin lograr encontrar nada. Y en las semanas anteriores el Arzobispo había sido muy cuidadoso de recibir a muy poca gente, con todo el escándalo de su juicio. Pero la visión de su forma apocalíptica reveló a Kyle que no había nada en el piso que pudiese ayudarles salvo ciertos archivos en aquel ordenador. Y cuando los abrió, lo que todos fue vieron fue el horror sacrílego de un Arzobispo que, aprovechando la confianza de unos niños y niñas, los violaba para purificarlos del pecado que llevaban dentro, tal y como se lo había mandado Dios, un acto tan aberrante y sacrílego que el Tormento que todos llevaban dentro se sacudió ante la blasfemia. Aquello era el motivo de la muerte del hombre anti-santo (al menos, así lo considero yo, que siempre habrá quien le defienda), pero qué significaba aquello estaba poco claro.
Abandonaron el edificio, con dudas de cómo proceder y la primera idea fue de Claire que se fue al Primer Precinto policial. Más allá del Velo, la comisaría era un lugar terrible, pues aquel viejo y bajo edificio había visto demasiados horrores con el paso de los años, en especial los debidos a la brutalidad policial que habían dejado un nutrido número de fantasmas vagando por sus pasillos. Pero entre ellos no se encontraba el espectro de James Douglas, ni siquiera en la pequeña morgue del sótano.
Jennifer y Dae-su tuvieron una idea después de que Claire les contase lo visto. Entre debates sobre si revivir o no al Arzobispo para matarlo o no después, recordaron que uno de los miembros de la Corte de la Gran Manzana era una demonio llamada Margaret que se dedicaba a ser la espada de Dios como forma de recuperar su lugar perdido con la Caída y redimirse por sus pecados. Quizás ella sabía algo, o incluso había realizado la muerte del Arzobispo. Así que viajaron por primera vez a la corte de la Gran Manzana, y usando el artefacto (que nadie recordaba de tiempos pretéritos) convocaron a la rubia enorme que era Margaret. Esta llegó al lugar y desconfiaba de los otros demonios, especialmente de los Fáusticos que en ocasiones para ella eran peores que los Voraces. Aunque ella no sabía nada, no tenía precisamente buena opinión de los mortales y estaba más interesada en perseguir criaturas y monstruos sobrenaturales, si conocía gente en el Primer Precinto de la policía de la ciudad que podían darles acceso a los informes forenses e incluso el cadáver por si hacía falta. El viaje hasta allí fue rápido y tuvieron todas las facilidades, pero mientras estudiaban los documentos del forense, entre Jennifer y Margaret hubo una amarga conversación sobre los pecados de los mortales, el precio pagado y el significado de este mundo en ruinas y decadencia. Margaret defendía que el Paraíso había sido perfecto hasta que ellos se habían equivocando traicionando a Dios siguiendo a Lucifer, mientras que Jennifer argumentaba que aquella tortura no tenía sentido en el Plan Divino si no servía a un Dios malvado o era, alternativamente, una oportunidad para desarrollar a una humanidad digna del amor que los elohim le habían tenido. Margaret abandonó el lugar enfadada, mientras Jennifer seguía discutiendo y argumentando con una Violet crecientemente desencantada y frustrada con la humanidad que contaminaba los mares y violaba niños. Dae-su, mientras tanto, repasando los informes del forense vio que, aunque inicialmente habían pensado que se había tratado de una muerte natural por la ausencia de cualquier señal externa de lo contrario, una segunda fase de la investigación había revelado que su muerte era debido a que su corazón se había podrido por si mismo en el interior de su pecho. Algo claramente sobrenatural, que los conocimientos de Adam ataron a los poderes de algún ser sobrenatural que no utilizase rituales, y colaborando con Dae-su llegaron a la conclusión de que, de tratarse de uno de los Caídos, tendría que ser uno de la Segunda, Sexta o Séptima Casa. Para saber más tuvieron que acceder al cuerpo del Arzobispo, en el cual, extremadamente tenue, Adam notó los restos casi desaparecidos de los Saberes de alguien de la Casa de los Finales. ¿Pero quien, y dónde?
En busca de más información de lo que parecía un callejón sin salida, Dae-su primero consultó con su pacto Jacob Adelstein, pero por mucho que hubiera estudiado ocultismo, el judío no sabía nada que pudiese ayudar. Si sabía que un libro estaba en la biblioteca nacional, que podría ayudar en su empresa de buscar el Jardín del Edén. Quería lograr acceso a ese libro, pero el abogado no quería que lo hiciese por medios ilegales. Buscando información de corazones podridos y ataques, el Patrón reveló a Kyle que Damian sería atacado en alguno de los siguientes días, pero no cuándo ni dónde. Era sencillo imaginar que sería quien había matado al Arzobispo, pero era un salto de fe sin lugar a dudas. Acceder a la biblioteca y sus recursos requería lidiar con el complicado Jordan, con quien tan mal primer encuentro habían tenido, pero Violet decidió ayudar en esta tarea. Su hastío por los mortales crecía rápidamente, sus motivaciones para tener esperanza menguando parejas a lo que Dae-su y Adam ya sentían, y solo Jennifer se aferraba a la esperanza de hacer que todo hubiese valido la pena. Así que Violet llamó a Clarke para visitarle, era hora de ella también integrarse en la Corte de la Gran Manzana. Él gustoso les recibió de nuevo en su piso, se estaba preparando para ir a ver el montaje de Fausto que la Sinfónica de Sarah estaba organizando, pues la demonio de la música se había incorporado a la Corte después de ser avisada de su existencia aquella mañana por Jennifer. La conversación fue agradable y Clarke estuvo más que dispuesto a intervenir para favorecer un reencuentro positivo con el críptico de la biblioteca que favoreciese como siempre la colaboración entre los Caídos de la ciudad en sus distintos objetivos, aunque siendo Jordan como era, no estaba seguro de que fuese a servir.
Así que se separaron pues, con la caída de la noche, era demasiado tarde para ir a la Biblioteca Nacional sin romper leyes y potencialmente causar un conflicto. Fueron cuando abrió a la mañana siguiente, y entre cotilleos y demás, Violet consiguió que el otro críptico les recibiese. Dae-su había preparado un regalo: las copias del códice de Isaak ibn Kishon que había fotografiado del original que tenía Jacob. Aquello hizo feliz al bibliotecario, que estuvo más que dispuesto a dejarles acceder al Apocryphus Magdalenae que quería leer Jacob. Pero el judío aquella mañana estaba en los tribunales, así que ellos fueron a consultar por adelantado el texto que el romano Claudius Sabinus había escrito. Aquel antiguo texto en latín (que debieron traducir con Google Translate), de tiempos del Emperador Antonius Pius, supuestamente narraba las conversaciones y sabidurías que Claudius había obtenido de María Magdalena cuando la encontró en Judea. Hablaba de un Cristo que era un hombre además de un hijo de Dios, de amor y vivir, pero también de equilibrar con el pecado. Y de cómo el Jardín del Edén se encontraba alrededor de todos, invisible para todos menos para aquellos que viviesen buenas vidas de fe y creencia y rechazasen a los demonios que susurraban pecados en sus oídos. Imbuidos en falsos ídolos como los que había visto Moisés en el Monte Sinaí según el Libro del Éxodo. Un texto que entre sus historias y caminos, claramente contenía verdades imposibles que la Iglesia había querido acallar porque contrariaban el mensaje de la Biblia esparcido por los otros Apóstoles y que sugería que en algún lugar existiría, o al menos había existido, un Evangelio según la Virgen María. Unas palabras de una inesperada claridad acerca de las facultades de los demonios para corromper usando los Saberes de la Añoranza o el del Resplandor. Un conocimiento que no debería haber tenido nadie, y menos de esa claridad, en tiempos en que las brechas no habían ni sido sugeridas y las paredes del Infierno permanecían invulnerables.
Un misterio más en su larga lista de cosas inexplicables que descubrir, que se añadía aquella fría mañana de septiembre en que las bajas temperaturas de nuevo se sumaban a la lluvia que estaba cayendo de forma frecuente. Piezas más de puzzles incompletos, como la muerte del Arzobispo o la imposible narrativa de la Legión Escarlata hecha videojuego, que complementaban unas ruinas de un tiempo que fue mejor y ahora solo quedaba en sombras y vagos y olvidados recuerdos. Pues si siete es el número de la perfección y lo completo, sin duda no era aplicable a este Mundo de Tinieblas en el que todos estamos sumergidos.
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