Paraíso perdido 11: El poder de la profecía

La mano mueve suavemente el arco sobre las cuerdas del violín, pausada y elegantemente, con una música de una banda sonora para un tiempo que nunca fue. Pues el tiempo es una cosa muy peculiar, tan artificial y creado como cualquier otro aspecto de la Creación. Y el tiempo para nuestro prólogo se termina, con las noticias de la indignación ante el asesinato de Dexter DeShawn a manos de la policía de Nueva York cuando no estaba oponiendo resistencia, y la llegada de los mensajes a los móviles de los miembros de la Corte de la Gran Manzana de que esta se convocaba para esa misma medianoche. 

Esa fue una tarde tranquila. Violet regresó del piso franco y se encontró con su madre en la casa, aunque con tantas cosas en medio de gran importancia, lo último que quería hacer era lidiar con su familia mortal. George tomó el sendero contrario, pasando la tarde con su esposa, yendo al cine y reuniéndose como había prometido, con Amanda y su novia para cenar juntos las dos parejas. Jennifer regresó con su gente para intentar convencerles de continuar pacificándose pero la mayoría de la banda estaba vendiendo y traficando, así que se quedó atendiendo las heridas de los que habían sufrido el ataque de la policía por la mañana. Y Matt organizó con calma los eventos para la fiesta que en su local habría esa noche, última antes de los comicios del martes. 

Todos ellos se reunieron en Joe's antes de ir juntos a la primera convocatoria de la Corte de la Gran Manzana en el Museo de Historia Natural. Como es obvio, un sábado a medianoche, el lugar se encontraba cerrado, pero el guarda de seguridad algo debía saber pues les invitó a pasar y algunas estancias estaban iluminadas. Fue estando allí que los integrantes de la corte sintieron en su interior por primera vez el tañido de la potente campana de bronce, el resultado de que el artefacto de Clarke les llamase a reunirse. Y cuando llegaron a la exposición de botánica en efecto encontraron al Diablo conversando incómodamente con Jordan, mientras una mujer hoscamente observaba reclinada contra una pared. Esta mujer era Amber, que desde el prinicipio resultó clara su relación con la Casa de los Animales y su desprecio por una humanidad que consideraba un virus, una amenaza a las cosas verdaderamente sagradas como los peces. Y les habló de que algo ocurría en Hell's Gate, pero se decidió esperar a estar todos antes de hablar de esas cosas. 

Huelga decir que la conversación hasta entonces no había sido sencilla, pues la Voraz chocaba con algunos de los presentes, Jennifer en especial, aunque con los intentos de Violet y de Clarke se mantuvieron las cosas de forma civilizada. Aun se pondrían más tensas cuando al poco llegó Margaret, y su posición sobre la Redención chocó con la de George. El debate fue ganando sin embargo altura, pues si bien Amber claramente no era ni la más cultivada ni la más interesada en esos temas, Margaret sí tenía mucho que decir sobre los errores y pecados del pasado, y su propia filosofía. Y adentrarse en temas como el del Libre Albedrío hizo que Jordan, silencioso observador hasta entonces, se incluyese en la discusión. 

Euterpe fue la siguiente en llegar, disculpándose por su retraso ya que la segunda función de Fausto se había alargado más de lo esperado. La bienintencionada fatalista se incorporó a la conversación encantada de estar con sus hermanos Caídos y su visión, contraria a la idea del Libre Albedrío, sirvió como contrapunto a algunos de los argumentos esgrimidos por algunos de los presentes. El último, a quien estaban esperando, era Elias, con sus armas y su actitud desenfrenada y poco comedida. Su retraso ya le había granjeado cierta resistencia de Violet y George, pero a él no parecía importarle lo más mínimo lo que ninguno de ellos pensase.

Con todos reunidos dio comienzo el primer pleno de la Corte de la Gran Manzana, o casi pleno porque algunos permanecían ausentes. Clarke llevó la voz cantante después de algunos comentarios al respecto de Elias sobre la igualdad de todos los Caídos, y la aprobación de Matt a que el otro Diablo tomase esa posición. Comenzó por poner al día a los presentes sobre los peligros que todos corrían, en especial el temible agente que aquella mañana había mostrado ser capaz de anular los poderes de los Caídos. Y a hablar de que, pese a sus diferencias en opiniones, deudas y Facciones, esperaba que los demonios pudiesen trabajar juntos en empresas de todo tipo, pues unidos era cuando más podían hacer. 

Incluso ese punto parecía complicado de alcanzar. El amor infinito de Jennifer por la humanidad chocaba contra el cínico odio de Amber o el fomento de sus impulsos autodestructivos de Elias. La búsqueda de respuestas de Violet o Matt le importaba a Jordan, pero dejaba indiferente a Margaret o Euterpe que no necesitaban más respuestas que su fe y convicción. Las ideas de redención de George no eran compartidas por Margaret y su lucha por ser la espada divina en la ausencia de la Hueste. Jennifer intentó establecer, en línea con lo propuesto por Clarke, una serie de mínimos que todos compartían, pero incluso encontrar eso era difícil. Lo que no se puede negar es que, sin duda alguna, la conversación fue animada, saltando de temas como la existencia del Libre Albedrío, la causa o la culpa de la Tormenta que había profetizado antaño Ahriman, o la existencia del Vacío, algo tan antiguo y poderoso como Dios pero carente de voluntad propia que los Malefactores habían moldeado para hacer la Creación. Porque, aunque pueda no parecerlo para muchos, el Jardín es hijo directo de la Nada, no del Todopoderoso.

En esas se encontraban discutiendo animadamente cuando una muchacha de nueve años entró en la sala, completamente ida, hablando en voz alta. Y estas fueron las palabras que dijo antes de caer inconsciente en el centro del círculo formado por los demonios:

Los Archiduques tiempo ha que abandonaron la prisión
y pesadamente encadenados marchan a la guerra por venganza y dolor.
Como heraldó Babel, los Caídos serán malditos 
con las mil lenguas del desacuerdo y la división
y tornarán sus infernales garras unos contra otros.
La Hueste en sus altas ciudades ignora pero no olvida
y sus plateadas armas segarán las hebras de justos e injustos.
Cuando el Lucero del Alba sea encontrado entre inmundicias
los Cuatro Jinetes partirán de sus celosías, libres y determinados
con las nefastas huestes de los Nephilim siguiendo sus huellas de fuego.
Pues los edictos están rotos, y el pacto sagrado yace mancillado,
la pútrida Manzana carcomida de gusanos
pagará el precio del Libre Albedrío, del Pecado Original,
y todo sucumbirá al Tormento cuando el Anticristo hable el Fin.

Ya yacen caídas las torres de los vivos en las ruinas de las carcasas
Ya barrió el océano infinito las tierras donde no hay sol
Ya abandonó la capacidad de alzarse aquello que soñó con alas
Ya lo verde sucumbió al veneno negro hecho de sus cadáveres
Ya la humanidad vendió su espíritu y su luz
por míseras trece monedas de plata
Ya los guardianes no son más que destructores
Ya los reyes no son más que tiranos
Ya los sacerdotes no son más que proxenetas
Y así se pone el sol sobre el último, décimo, día.

Jennifer corrió a su auxilio preocupada, y fue aliviada al ver que solo estaba inconsciente por el cansancio. Violet y Jordan se encontraron encantados de la revelación, igual que Margaret que lloraba ante la gloriosa mención de la Hueste. Pero también los recuerdos les inundaron a todos, al hablarse de los terribles Nephilim, o la destrucción del Gran Experimento de Lucifer en la última de las Grandes Ciudades del Jardín. 

Clarke se excusó para hacer unas llamadas mientras los demás se lanzaban al debate sobre lo que aquello podía significar. Los hubo que fueron partidarios de dar cierta credibilidad a una profecía como aquella, con elementos tomados del Libro del Apocalípsis pero también de las Quince Señales y de otras fuentes, en especial los tres Crípticos ansiosos de tener algunas respuestas a sus preguntas. Otros, liderados por Jennifer, se opusieron a la validez de la profecía, señalando que llegaba en un momento óptimo para evitar la formación de unidad en la Gran Corte, y que por tanto seguro que se trataba de alguna influencia externa. Algo con lo que Clarke estaría de acuerdo al regresar de hacer sus llamadas y constatar que ninguno de los otros demonios que conocía habían tenido momentos como aquel, lo cual ahondaba en la idea de un ataque más dirigido.

Pero no solo de eso se habló, sino de cómo los Archiduques hacía tiempo que nadie les veía, o de las ruinas de Babel y la guerra contra los impíos hijos de humano y elohim. Y para evitar la división de la que hablaba ese pasado pero también señalaba ese futuro profetizado, Violet lideró el esfuerzo porque todos los presentes confiasen ante los demás sus Nombres Celestiales. Clarke fue el primero en revelar que él era Aridiel, uno de los generales del Lucero del Alba, dando así el primer paso en confiar en los demás (bueno, el tercero, porque Euterpe nunca ocultaba su Nombre Celestial y Aislynn había dejado caer el suyo en una de las pullas con Elias, el Metatrol como acababan de descubrir). Convencer al armero de que revelase su nombre fue complicado, y solo George consiguió que aceptase, cuando todos los presentes se habían comprometido. Thaumiel era el elohim que ocupaba el cuerpo de Jordan, un ángel de las esferas cuyo dolor por el golpe de Dios a la realidad le había llevado a una ira contra Dios que aún mantenía bajo su apariencia hosca y retraída. Anahera era el nombre de Margaret, pero ninguno la recordaba de tiempos de antaño. Poco recordaban tampoco de Dinael, que se encontraba en el cuerpo de Amber, pues la demonio de los peces de las profundidades siempre había sido un demonio muy menor. Ithuriel, el nombre maldito de quien ocupaba el cuerpo de Elias, era recordado con infamia por sus terribles artefactos de destrucción y su brutalidad en el servicio a la Legión de Ébano. Y de entre todos nuestros protagonistas, el nombre que más sorprendió a todos fue el de Malakhiel, pues por muy Arrepentido que fuese, su Eminencia era con diferencia la mayor de los presentes, la de un Duque del Infierno, y más de una mirada se intercambió con Aridiel pues acaso el Diablo debería cederle el control de la Corte a alguien de una posición superior, como atestiguaba Dinael al arrodillarse ante uno de los grandes líderes de su Casa. Varadiel fue quien de apoyar a Aridiel en esa situación, la unión de los Diablos permanecía a su manera tras el tormento del Infierno, pues juntos habían vivido muchas cosas en servicio de la Legión Escarlata y el Lucero del Alba.

Un mensaje llegó al móvil de Violet en ese momento, escrito por un Damian muy enfadado porque aparentemente había sido atacado por uno de los lacayos de la joven. Habían derrotado y hecho huir al demonio, pero se sentía traicionado, e hizo falta que Jennifer usase su móvil (con sugerencias de la deportista) para aclarar que nada tenían que ver con lo ocurrido. Y ya dejando el teléfono de lado, coincidir con los demás en que aquello terminaba de confiar que al menos había un Caído más, ajeno a la Corte.

Aun hablaron más y trazaron algunos planes. Colaboración con Dinael para investigar la muerte de los peces y la aparentemente voluntaria contaminación que los humanos estaban haciendo en la bahía de Hell Gate. La idea de encontrar a los padres de la niña y devolvérsela y ver si ella recordaba algo de lo ocurrido, a lo que se comprometieron Jennifer y Euterpe. Investigar en papeles y libros en torno a los elementos de la profecía para desentrañar la verdad en ella, como querían los tres crípticos. A investigar entre los contactos policiales y criminales de Margaret, Matt y Elías a ver si alguien sabía algo de aquel extraño agente que se movía con la policía. Y algunas otras cosas. Pero, sobretodo, a volver a reunirse la semana siguiente en el mismo lugar para poner en común lo encontrado y lo ocurrido. 

Y así termina la primera sesión de la Corte de la Gran Manzana y, con ella, nuestro prólogo. Planes de futuro, misterios, preguntas, pero también cierta voluntad de cooperar. Algo que, entre quienes eran tan dispares, no se había visto desde tiempos de la Caída, en que la lealtad de los demás demonios no era dudada y todos permanecían unidos contra el enemigo. Los peones, las torres y alfiles, los reyes y reinas, están ya en su lugar. Y el drama, ahora que ya conocemos a buena parte de nuestros protagonistas, da comienzo. 

Dejemos que el telón descienda esa noche de sábado, cuando se alce de nuevo en el primer acto será el comienzo de algo tormentoso, tumultuoso, emocionante y cuestionable. Pues ese es el poder de la profecía, da igual que sea cierta o falsa, no puede ser ignorada, exige respuesta, acción y movimiento. Con su enunciamento, el mundo nunca más puede volver a ser el que fue, solo puede ser ya otra cosa.

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