Paraiso Perdido 28: Luz que se desvanece
[1]
Al principio
Los Ángeles de la Única Dadora
Contaban nueve millones y nueve
mil y novecientos y
nueve
Cada Ángel tenía un lugar.
Cada lugar tenía un Ángel.
Todo era paz.
Todo estaba gobernado.
[2]
La Única Dadora otorgó Su
mayor regalo.
A Sus Ángeles les dio el don
para que pudiesen dar como Ella había hecho.
Ellos dieron lo mejor de si mismos.
Un regalo para el mundo.
Un regalo para la Dadora.
Un regalo de los unos para los otros.
Este regalo fue la Mujer y el Hombre.
[3]
Entonces la Única Dadora colocó una ley
sobre Sus Ángeles.
Se les prohibió aquello a lo que
Ella animaba.
Ella les ordenó transgredir
aquello que Ella ordenaba.
No había respuesta a este acertijo.
No había luz que rompiese esta oscuridad.
El miedo entró en el mundo, y la confusión
y el pesar.
Los Ángeles lloraron mientras la Mujer y
el hombre se lamentaron.
Ημερεσ Πυροσ (Imeres Pyros), versículos 1 a 3, la Primavera del Mundo
A George lo encontramos respirando la libertad fuera del edificio del FBI y con la firme determinación de castigar a Peter Sr. por el maltrato a su esposa e hijo. Así que al norte, al Bronx, al piso de la familia donde la madre le dice que su marido ha vuelto al trabajo en el taller cercano. Llegar no le es difícil, pero el hombre está en horario laboral y no puede marcharse sencillamente, y aunque intenta sobornar al dueño del taller este se queda el dinero pero no permite a su empleado marcharse. Con ira en su interior, George intenta causar dolor al dueño del taller pero no lo consigue y finalmente opta por esperar al final del turno de trabajo del taller y abordar entonces al mecánico. Y así es y, aunque inicialmente este quería ir como todos los días con sus compañeros de trabajo a tomar unas cervezas (y no pocas, sinceramente) el psicólogo le convence de que le acompañe a un callejón donde le apresa con lianas y lo mata aplastando sus huesos, pero no sin que antes el hombre pueda llamar a la policía. Mientras el coche patrulla llega, el demonio adopta su forma demoniaca y sale volando, notando el Tormento crecer en su interior.
Los demás de nuestros protagonistas se reúnen en la entrada del Observatorio Griffith, a llevar las noticias a la Corte Infernal de Los Ángeles. Nazriel lleva la voz cantante en la corte, anunciando a los presentes la Buena Nueva del retorno de Lucifer, y la necesidad de organizar las Legiones de nuevo para enfrentarse al regreso de la Hueste Celestial. Como buena Luciferana atada a las tradiciones y poco flexible, la Tirana Kishar se hinca de rodillas ante su Señora y anuncia que la Corte acudirá a la llamada del Primero y quien no quiera hacerlo es libre de marcharse de su ciudad en ruinas. No toda la corte está de acuerdo con todo esto, el Gran Inquisidor Scratch está preocupado por la presencia de Encadenados y la amenaza que suponen, habiendo arrasado la ciudad entera con sus terremotos y conflictos; y el Ministro del Polvo, Vohu Mano cree que se puede resolver la situación y evitar la guerra con la Hueste pues aunque los ángeles no quieran escuchar, obedecerían a Dios, si se le podía probar a la divinidad que el mundo merecía ser salvado la Hueste tendría que aceptar sus deseos. Kishar se encuentra además interesada en la interpretación de las palabras de Lucifer no solo desde los ojos de una de sus partidarias, Jennifer, sino de cómo lo vieron los demás, y Violet deja claro que si corresponde, aunque trataría de apaciguar a Belial, ella acudiría al mandato de su Autarca, pues ¿qué le queda a la demonio si no es su lealtad a su Casa? Dae-suo muestra que lo que le preocupa es detener el Apocalipsis, de nada sirve ser un faustiano si no hay mortales que comandar, mientras que Urel en el cuerpo de Daniel Narváez no tiene una opinión clara, asaltado ahora por el dolor, el sufrimiento y el miedo que vivió el policía en sus últimas horas.
Terminada la reunión en la corte, y mientras Nazriel se queda entre otros miembros de la corte haciendo política, los demás hablan con George para ir juntos a buscar sus armas y aperos de tiempos de antes de la Caída. Así que deciden encontrarse en Denver y, desde allí, buscar el lugar de los recuerdos de Urel. George lo tiene fácil, de milagro inesperado, al llegar al aeropuerto un mendigo le regala un billete a Denver que alguien que iba a coger el avión le dio. Los demás deben colarse en un helipuerto privado ocupado por el ejército, aunque los dones de Violet y Daniel les abren las puertas con facilidad y la joven navegante acaba llevando el helicóptero hasta Denver pese a las preguntas y dudas de las torres de control ante la falta de un plan de vuelo. Como llegan al anochecer deciden pasar la noche reponiendo energías en un cuco motel de carretera a las afueras de la ciudad, y mientras se preparan para dormir Violet habla con su hermana Rose y esta le cuenta que en el evento un demonio había afirmado ser Lucifer y había pactado con muchos de los jugadores, y obtenido mucho poder así. Su amiga más nerd, había sin embargo sido capaz de localizar la IP desde la que se conectaba el usuario de ese demonio, un piso en la ciudad de Montreal. Solo Dae-suo sabía algo de aquel demonio, no en vano compartían Casa, y sabía que era un críptico de la Legión de Plata que había participado destacadamente en el intento de tomar el control del Registro Eterno, y aunque inicialmente a Violet le pareció que el demonio era un cabrón por haber tomado tanta fe de niños y demás que nada sabían, Dae-suo no le veía nada malo de momento hasta saber qué hacía con esa fe.
Con la llegada de la mañana tomaron un autobús hacia el norte, en dirección al parque nacional de las Rocosas, y en él la posibilidad de recuperar sus antiguos artefactos angelicales. Aunque llegaron a las cercanías hacia el anochecer, con el parque cerrado, decidieron colarse igualmente y no esperar, pues aparentemente Jennifer no quería perder más tiempo. Así que viendo que tras los recortes de DOGE no quedaba casi personal trabajando, y con la caída de la noche menos, se colaron y bajo la débil luna menguante comenzaron a avanzar hacia el valle donde habían identificado que podía encontrarse el alijo. Tan en la naturaleza, George se sentía revitalizado y, con la ayuda de las plantas locales, le fue posible encontrar el camino evitando todo tipo de peligros naturales del lugar. El valle al que llegaron era lo más normal que se podía ser... habiendo sido configurado mágicamente por Urel en tiempos pasados precisamente para llamar lo mínimo la atención y que los ángeles no encontrasen lo que se custodiaba allí. Protegido por antiguos rituales ya medio desvanecidos, y unos animales extremadamente territoriales, las pruebas ya no eran dificultosas tras tanto tiempo desde que el Eden quedase en ruinas. Así que, finalmente en el lugar, entre caminos y rutas abandonadas de las hadas, Daniel se puso a abrir una ruta hasta el lugar donde en el pasado él había ocultado los artefactos, en un tiempo tan lejano que se sentía como otra vida.
Dentro de la roca Violet ya había sentido la presencia de aguas subterráneas, pero ninguno esperaba encontrar allí una caverna donde una docena de enanos minaban y trabajaban. Las hadas huían tan pronto ellos se acercaban, en busca de su Rey que cuando salió indagó que quien se había atrevido a entrar en su montaña. Aparentemente no le gustó la respuesta sincera de Urel de que quien lo hacía era quien había creado esa montaña, de modo que el rey de los enanos se dispuso a lanzarse al combate con sus seguidores. Esa era su intención al menos hasta que un torrente de agua bajo el mando de Cerubiel lo arrastró a él y a los suyos lejos, y bajo el agua mientras se ahogaban, las zarzas de Malakhiel les apresaron. Dispuestas así las hadas, siguieron a Daniel mientras continuaba avanzando hasta el lugar donde, enterradas, permanecían sus antiguas pertenencias.
Como en un encierro de piedra, inaccesibles para el propio demonio que lo había forjado pues lo había hecho en tiempos anteriores a verse limitado al tener que poseer un mortal, sus guardas no pudieron evitar que lo abriese Dae-suo, con sus Saberes de Portales. Y dentro se encontraban el tridente de Cerubiel, el vestido de Aislynn, el martillo de Urel y otras maravillas, incluida la Máscara de la Ruptura de Cadenas del Segador Yamael, quien en tiempos se había enfrentado al Innombrable. Un retorno de unos artefactos de otro tiempo, que en un tiempo donde la luz se desvanece lentamente, podían suponer un atisbo de esperanza, un paso a recuperar poderes y conocimientos que una vez fueron suyos pero que ahora les quedaban lejos de su alcance.
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