Paraíso Perdido 10: Nessun dorma


Lo primero que ella debería haber notado era el ácido quemar de su garganta, o el terrible hedor de sus propios vómitos mezclados con las pastillas antidepresión consumidas en exceso. Debería haber notado la frialdad de su cuerpo y la superficie sobre la que reposaba. Pero nada de eso importaba porque, desde algún lado, llegó su voz hasta ella, más que angelical y divina, y una lágrima escapó de sus ojos todavía cerrados. Porque escuchando a Pavarotti supo que eones de tormento y tortura, la guerra en los cielos y todo lo ocurrido, habían valido la pena. Y ahora, unas semanas más tarde, después del final de la inauguración de Fausto, cuando el tenor acometió el aria más famosa de Turandot, ella perdió el control de si misma y su violín sonó como hiciera otrora, inspirando a cantante y miembros de la orquesta en un momento sublime. Y la audiencia, arrebolada, entre lágrimas saladas o de sangre, contempló manifiesta la belleza del alma humana, de su creatividad e ingenio y no pudieron evitar cuestionarse sus propias decisiones, los modos en que habían abusado y sometido a los demás, acallado sus creaciones y aprovechado de sus debilidades.

Ninguna buena acción pasa sin castigo en el mundo, ninguna verdad dolorosa invita a lo mejor a salir. Aunque las consecuencias de sus actos no habían alcanzado a Euterpe, las suaves olas que había provocado se veían en el televisor del salón de los Jungle, donde marido y mujer desayunaban aquella mañana de sábado. Un momento de tranquila cotidianidad donde uno y otra pudieran escuchar lo bien que les iba, sus problemas, e incluso hacer planes de ir a la ópera o a pasear por Central Park. Pero antes de poder hacer ninguna de esas cosas, a Jane la llamaron del bufete, el cliente quería verles y allá iba su sábado de descanso. Mientras ella iba al trabajo, George fue al puesto de Joe's a dejarle tarjetas para ver si así se atraía posibles clientes, y hablando con el cocinero se enteró de que su amiga Amanda había estado preguntando por él. La llamó al momento, despertando a su somnolienta amiga, y dando pie a una conversación entre ambos afable, pues aunque la otra psicóloga estaba preocupada por él, verle haciendo cosas era buena señal. Incluso hicieron planes para cenar esa noche ambas parejas juntas, si es que era posible. Y tras hablar con ella, mientras se preparaba para seguir repartiendo tarjetas, llamó a Jennifer... pero para retomar esa parte de la historia debemos regresar al comienzo de la mañana primero.

 

Dae-su regresaba al piso esa mañana, encontrando el final de la fiesta que los Red South habían tenido para celebrar la victoria en el partido de baloncesto. Sin saber a qué se debía aquello, sorteó a los durmientes hasta encontrar a Jennifer y enterarse un poco de lo ocurrido. En esas estaban cuando la policía llamó a la puerta y, siguiendo el consejo de la latina, Dae-su saltó por la ventana. Su intención era trepar por la pared hasta el techo, pero sus saberes fallaron y se encontró cayendo frente a la policía. Jennifer mientras tanto abrió la puerta del piso para encontrar agentes de alguna agencia federal que venían a detener y deportar a su amigo, pero la tensión rápidamente creció después de que, de buenas maneras, la latina les dejase pasar pero estos se portasen con la habitual brutalidad policial contra los durmientes pandilleros. Caído en la acera frente a la policía y con su móvil destrozado por el impacto, por más que intentaba saltar o lo que fuese, Dae-su era incapaz de alcanzar sus reservas de Fe y un hombre en traje negro se presentó para arrestarle. Cuando intentó huir corriendo se encontró con que pisaba los cordones de sus zapatillas y caía al suelo, sintiendo la mano del agente en su espalda mientras le detenía y le metía en uno de los dos furgones presentes. Arriba, en el piso, las cosas rápidamente escalaron cuando Rodrigo, medio desnudo, salió de su dormitorio escopeta en mano para disparar a los gringos y fue detenido por las palabras de Jennifer, que sin embargo no evitaron que ante el arma, la policía respondiese cosiendo a balazos el cuerpo de su hermano, que se desplomó muerto. A punto estuvo de explotar la violencia descontrolada pero en el último momento la muchacha logró evitarlo y llegó a la ventana a tiempo de ver cómo los vehículos se llevaban a Dae-su, sin matrículas ni enseñas. Llamó a Clarke para informarle de lo ocurrido rápidamente y, desde la ventana, lanzó su móvil, consiguiendo, para sorpresa de todos, animarlo en el último momento y que este se agarrase al vehículo para marcar su posición por GPS. Tras ello se volvió hacia el interior y, cuando los furgones se hubieron alejado, logró revivir a su hermano y curar las heridas de los otros pandilleros, aunque a punto estuvo de reiniciarse las hostilidades con los pocos agentes de policía que quedaban. 

Aquí es donde nuestros caminos convergen. Si bien Jennifer no podía coger el teléfono, como es obvio, ni tampoco Dae-su, George finalmente logró contactar a la joven usando su nombre celestial. Esta le contó lo ocurrido mientras descendía a toda velocidad para parar a un conductor que pasaba por allí y pedirle por favor que siguiese sus indicaciones. ¿Quien podría decirle que no cuando te mira con esos ojillos y te pide que te juegues la vida yendo en contra de todo lo que uno podría querer o pensar? George, sin tanto donde gentes, detuvo un taxi, conducido por un inmigrante hindú llamado Tunak y lleno de estampitas de Shiva y Ganesha y el resto de sus dioses. Para conseguir el número de Clarke y así localizar el lugar donde se encontraba Dae-su, George tuvo que despertar a Violet, que alertada de lo que estaba ocurriendo se puso en marcha desde su casa en los suburbios. Después, conseguir que Clarke le dijese dónde estaba la posición de la furgoneta fue algo más complicado, ya que ambos demonios no se conocían, pero finalmente lograron entenderse. Y así los caminos les llevarían al encuentro de su compañero secuestrado.

En el interior del furgón, Dae-su, ajeno a lo que los demás planeaban, había logrado abrir con un pequeño milagro las cerraduras de sus esposas. Durante un tiempo fingió seguir preso a ver si conseguía algunas respuestas del agente de negro, pero poco más le dijo que el que le explicarían lo ocurrido cuando llegasen a su destino, que todo era una detención legal y que su superior aclararía lo que hiciese falta. Estaba claro que además de empatía, aquel hombre no tenía ni sentido del humor ni ganas de conversación. 

Y ahí se acaba la paciencia de Dae-su, llegando a un cruce de carreteras. Sin que él lo supiese, el taxi de Tunak estaba llegando desde su derecha, el coche en el que viajaba Jennifer venía detrás del convoy policial. Sus poderes no le fallaron entonces y abriendo la puerta del furgón, saltó al exterior. Bueno, quizás sería mejor decir que no todos sus Saberes le fallaron, pues su gran salto sí que no ocurrió y se estrelló contra el frontal del segundo furgón ante la sorpresa del agente. Detrás, viendo que algo ocurría, Jennifer le indicó a su conductor que acelerase, mientras transformaba la puerta lateral en un asiento y metía el coche en dirección contraria a través del tráfico descontrolado del sur de Harlem. Y por la derecha George le dijo a su taxista que acelerase y se moviese para intentar recoger a Dae-su.

Pero el coreano no consiguió la fuerza necesaria para su impulso, mientras el agente ordenaba al convoy detenerse, y cayó bajo la furgoneta blindada con tal suerte de que esta no le impactó mientras pasaba por encima. Viendo sus planes para recogerle frustrados, tanto Jennifer como George maniobraron para retrasarse y poder ponerse a la altura del demonio que estaba en el suelo. Y el aire entonces fue surcado por el agente en un salto imposible por encima del segundo furgón, hasta caer sobre el capó del coche de policía que cerraba el convoy y lanzarlo volando del impacto antes de dirigirse a Dae-su e indicarle que todo intento de resistencia era futil. Desconocía, sin embargo, la tenacidad de los demonios, y el coche de Jennifer logró ponerse a su altura y un cinturón de seguridad salió en dirección al coreano, que se agarró del mismo con firmeza y, pese a ser arrastrado sobre el asfalto, fue llevado a la seguridad del coche. George descendió de su taxi allí al lado con la intención de distraer al agente, que pensó que simplemente se trataba de un ciudadano preocupado, pero le ignoró. 

Si algo estaba claro es que aquel hombre vestido de negro no le importaba nada que no fuese su misión, ni las vidas que ponía en peligro ni las palabras del psicólogo. De su bolsillo sacó una deseart eagle y abrió fuego contra el coreano en el coche. Un disparo de algún modo tan sobrenatural como su imposible salto, de modo que la bala procedió con una fuerza tremenda aunque el demonio le quitase aceleración, e impactó contra su cuerpo sin hacer daño contra la sobrenatural resistencia del Caído, de tal modo que en su rebote arrancó el tejado del coche. Jennifer hizo que el coche saltase por los aires, alejándose sobre el tráfico hasta donde pudo caer, pues el agente seguía interfiriendo con sus poderes y Dae-su no conseguía acelerarlo. Viendo que sus amigos se alejaban, George volvió al taxi de Tunak y se dispuso a seguirle, mientras el agente saltaba sobre el techo del segundo furgón para iniciar la persecución. Pero si hay algo imposible en Nueva York es el tráfico, vayas a donde vayas, siempre hay coches. Y si tu furgón no salta como el coche descapotado de Jennifer, entonces la persecución es imposible. 

En conversaciones con Clarke, este les dijo de reunirse en un garaje que sería seguro, y los primeros en llegar fueron Jennifer y Dae-su, el cual se había transformado en su forma apocalíptica para poder acelerar el coche y el conductor no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Con palabras sosegadas, la joven latina le convenció de que había estado en un accidente pero que no pasaba nada y pronto estaría todo bien, cuando llegasen con el dinero del seguro para las reparaciones. Tunak llegó en su taxi después, habiendo conversado todo el camino con George sobre sus dioses, de los cuales tenía especial aprecio por Ganesha que claramente le había abierto camino entre muchas dificultades. Pese a los malentendidos religiosos fruto de que el psicólogo no tenía ni idea de religión hindú, al llegar al garaje y con la ayuda de Jennifer consiguió hacerle ver que era uno de sus dioses y formar un pacto con él: su fe, a cambio de traer a su familia pobre desde la India a Estados Unidos a vivir el sueño americano. 

El taxista ya se había marchado cuando el exclusivo Aston Martin DB10 descendió al garaje y Clarke se bajó del mismo. Arreglar un pago para los daños del conductor del coche de Jennifer no fue difícil y este se marchó. Se quedaron charlando en aquel tranquilo garaje, casi vacío aquella fría mañana de sábado, y fue allí donde Violet se pudo reunir con ellos finalmente. Entre muchos temas, hablaron del agente y su capacidad para anular los Saberes, algo que ni el propio Clarke podía creer que fuera posible, y estaba claro que los planes de una reunión de Caídos deberían acelerarse. Y por descarte, dado que aquel hombre estaba a la luz del día y parecía respirar, y no parecía haberse comportado como un hombre lobo, de algún modo concluyeron que debía tratarse de un mago. Aunque, si era eso cierto, sin duda no se trataba de los Harry Potter que esperaban encontrar. Pensaron ir a visitar al mago del que les había hablado Clarke la noche anterior, pero siendo un judío descansaba en sabbat y su tienda estaría cerrada. Como Dae-su necesitaría un lugar donde esconderse unos días, el diablo encargado de la Corte de la Gran Manzana hizo venir a su ayudante Erik con las llaves de un piso suyo secundario donde el coreano podría refugiarse.

Así que dejemos salir de escena al miembro de la Primera Casa y veamos como el resto van al piso en Hell's Kitchen, previo paso por sus pisos y refugios, e incluso tiendas, para conseguir todos sus portátiles y las claves para acceder al Legión Escarlata. Unos y otros fueron creando sus personajes, y Malakhiel tuvo fuertes recuerdos de cuando él había creado la Manzana que aparecía en el opening del juego, y de la felicidad de ver a los humanos evolucionar, pero pese a aquellos recuerdos agridulces ni al Caído ni al humano que ocupaba le interesaba demasiado el juego y George pronto se puso a regar las plantas del piso. Jennifer y Dae-su, al contrario, crearon con rapidez sus personajes, y mientras la chica se dedicaba a hablar con todos los PNJs humanos y decirles lo guays que eran y todo eso, encantada de estar de nuevo en aquel antiguo tiempo en que las cosas iban aún bien, el ingeniero pronto fue buscando a otros jugadores, encontrando una party que iba a ir a avanzar y ver qué había después de derrotar al ángel de la Hueste. Y Violet vio que en este grupo estaba su hermana, así que aquellos eran los amigos de los que le había hablado por la noche, sin saber que esos dirigentes eran también los adolescentes que Jennifer había conocido el día anterior. Juntos, como buena party de aventureros, el grupo marchó y todos se comportaban muy "angelicales" fuertemente embebidos de sus "roleos" pues eso daba bonos cuando se estaba dentro de un "coro" (el nombre tanto de las parties como de los gremios en el juego, por si había que ser más explícito en que había un ángel caído detrás de todo aquello, que hay algunos que no entienden de sutilezas). 

Juntos, entre interpretaciones y aventuras, llegaron más allá del cadáver del ángel al lugar donde la Legión se encontraba reunida. Y asistieron a una reunión que realmente había tenido lugar antaño, durante el Tiempo de las Atrocidades, cuando Abaddon el Destructor, Archiduque de la Legión de Ébano, había interpelado por primera vez a Lucifer y dudado de su posición como líder de la rebelión. El primer enfrentamiento entre él y Dagon, el Archiduque de la Legión de Hierro, por su oposición a lanzarse al ataque cuando debían estar protegiendo a los mortales. A los intentos de mediación de Asmodeo, el Archiduque de la Legión de Plata, que buscaba enviar a Malakhiel como emisario de los Caídos ante la Hueste reunida en Sagún. Y el silencio de Azrael, el Archiduque de la Legión de Alabastro, pues los suyos no parecían demasiado interesados en lo ocurrido. Pero, a diferencia de lo ocurrido antaño, cuando las amargas palabras de unos y otros no habían detenido la marcha sobre Sagún, las palabras de Violet y Jennifer ante estos PNJs les llevaron a aprobar el plan de buscar a Malakhiel el Arrepentido, que como George bien recordaba se encontraba aislado, abrumado por el dolor de la destrucción que se había liberado cuando Caín mató a Abel, refugiado en el lugar donde había plantado su primera planta. 

Así es como llegamos al mediodía de ese sábado. Con los jugadores del MMO inmersos en una quest para buscar a un PNJ que no debería estar en el juego hasta su primera expansión en unos meses, y nuestros Caídos lidiando con aquel frío día de septiembre en que llegaría el final de nuestro prólogo.

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