Paraíso Perdido 9: Comenzar una Guerra

 

La triste voz femenina canta acerca de las dificultades de empezar una guerra, algo que muchos en el Infierno querrían y para eso colocan peones y agentes en distintos lugares. Pero la historia muestra que el final de la guerra de Corea, en 1953, no fue una paz sino una tregua, y ambos países aún ahora están oficialmente en guerra. De igual modo acabó la guerra en los cielos, entre los Caídos y la Hueste, con los primeros exiliados al Infierno pero sin que muchos aceptasen la derrota. Y siglos encerrados y torturados solo les han reafirmado en sus deseos de venganza y violencia. A medida que se aproxima el final del prólogo de esta historia, algo está claro: los grandes Duques de las llanuras incendiadas no tienen ni idea de lo que la humanidad ha desarrollado, desde armas nucleares a internet.

Pero no nos adelantemos, disfrutemos aún de la inocencia del camino apenas entrevisto, antes de que se ponga el sol y caigamos a las tinieblas.

De Matt no hablamos la última vez porque ha pasado este tiempo planeando con Rebecca una fiesta. Último fin de semana antes de las elecciones a la alcaldía de la ciudad, el momento perfecto para que la élite se juntase entre copas y música. Así que esa noche de viernes, el estafador llamó a sus amigos, desde Graham a Jennifer, Violet y Adam, para invitarles a la fiesta. A Jennifer la cogió, junto a Adam, en una cancha de baloncesto, a donde había ido asustada porque pensaba que Rodrigo había ido a entrar en combate con los Gangsta 10 cuando en realidad habían decidido resolver las diferencias por medio de un partido de pelota. Uno que Red South hubiera perdido de no ser por los trucos de ambos Caídos para cambiar el resultado. A Violet la localizó frustrada, peleando por poder ingresar en el MMO Legión Escarlata, pero los servidores estaban bajo ataque DDoS y no permitían hacer login a ningún jugador temporalmente. Pero encontró en los servidores del foro del juego que, poco antes del comienzo del ataque (según la comunidad, culpa de Tencent o Blizzard) el servidor de la costa este de América había sido el primero en derrotar al ángel que guardaba el sendero a la Ciudad Sagrada de Sagun.

Jennifer aceptó la invitación como todos, pero necesitaba ropa acorde para ir al Heaven's Lounge, de modo que fue a comprar ropa. De camino de vuelta, unas voces en un callejón le llamaron la atención, hablando de demonios y Casas, y encontró a un grupo de jóvenes adolescentes hablando del MMO. Como no podían jugar ya que los servidores estaban caídos, charlaban y la chica (Tracy) lucía orgullosa su tatuaje de la Legión Escarlata, que bien tenía que esconder de sus padres. Ryan, el lidercillo del grupo, habló con Jennifer cuando esta se acercó, ya que la demonio había notado que Tracy había fortalecido su fe de algún modo con todo aquello. Hablaron de que ellos habían estado participando en la destrucción del ángel junto con un montón de otros jugadores pero no habían podido seguir jugando por los ataques DDoS. Ellos se habían saltado la trama, pero Tracy tenía una amiga que si había prestado atención (sin ninguno de ellos saber que se trataba de Rose, la hermana de Violet) y el ángel se llamaba Maradiel. Un nombre que los distintos demonios, cuando Jennifer lo contó en el chat, reconocieron en distinto grado pues era el primer ángel que había sido asesinado. Varadiel recordaba el horror de tal acto, presenciado de primera mano, Aislynn y Urel recordaban oír hablar de aquello, pero a la que más afectó fue a Cerubiel que recordaba el amargo sabor de la traición a uno de los de su Casa, invitado a parlamentar, masacrado brutalmente por la Legión de Ébano dirigida por el Archiduque Abaddon, comenzando el proceso que le llevaría a unirse a la Legión de Plata y abandonar la Escarlata tiempo después. No contenta con todo ello, Jennifer les dio su nombre y se mostró en forma apocalíptica ante los adolescentes, de tal modo que si necesitaban algo la llamasen. 

Adam, por su parte, estaba reparando el piso franco de los Red South cuando recordó lo que era construir como parte del Coro del Arco Infinito dirigido por Kishar la Stonesmith. Y cómo, juntos, los miembros de su Coro habían alzado las negras murallas de Genhinnon juntos. Sintió el resentimiento contra el Lucero del Alba por las prisas de labores siempre incompletas, frustrantes y demandantes, pero también el orgullo del trabajo en la piedra, en la materia, en lo concreto hasta formar la más grande e imponente de las ciudades de aquella alejada Edad.

Y así llegamos a la fiesta. Los demonios se reunieron en el Heaven's Lounge a las nueve y comenzaron a socializar. Matt llevó a Jennifer a conocer a distintos políticos y personas influyentes de la ciudad que podrían ayudarla en su carrera, mientras Violet y Adam buscaban arquitectos encontrando a la más importante de la ciudad, la señora Gabriella Thorndrop. No fueron mal las cosas con ella, aunque tampoco bien, pues su rechazo por Adam era más que palpable tras el accidente que había ocurrido.  Clarke entró en el local y si bien Matt y él se conocían desde hacía tiempo, ninguno de los dos sabían que el otro era un demonio hasta que los otros miembros de la Corte de la Gran Manzana hicieron los honores y los introdujeron y, aunque al principio las metáforas del negro crearon algunos malentendidos, con el progresar de la noche los dos Diablos acabaron entendiéndose, si bien por el lugar y demás, Matt no pasó a formar parte de la Corte. Graham llegó en aquellos momentos y tuvo tiempo para hablar con su amigo, mientras Violet y Adam conversaban con algunos importantes abogados acerca de la posibilidad de restaurar la licencia del arquitecto.

Jane Helmith-Colt entró poco más tarde, su ligera presencia sobrenatural innegable, y Matt decidió que era buena persona que presentar a Jennifer, ya que su participación en causas benéficas podría serle útil a la joven médico. Y si, como canta la vocalista, la pluma es más fuerte que la espada, entonces aquel encuentro probaría que si era la palabra la que podía vencer una batalla, también podría desatar una guerra. Pues aunque inicialmente todo iba muy bien, llegado un momento la poseída preguntó a la socialite por la magia que notaba en ella, y la otra se puso muy a la defensiva y terminó de malas maneras la conversación porque de aquello no se hablaba. Las cosas se complicaron cuando, poco después, Samuel Klein, otro habitual del local, entró y los sobrenaturales sentidos de nuestros Caídos le revelaron como un vampiro. Uno que iba a hablar con la atribulada Jane y Violet y Adam, que se acercaron disimulando, oyeron a la mujer hablar de que había llamado a su jefa, algo que preocupaba a Samuel que esperaba poder solucionar la situación sin necesidad de que la Primogénita tuviese que intervenir. 

Así que el vampiro se encaminó a hablar con Jennifer y la "ordenó" que le acompañase aparte, descubriendo con sorpresa que sus trucos vampíricos no funcionaban. Pero la muchacha le acompañó igualmente al fondo, mientras los demás demonios observaban con cuidado la situación. La conversación en el fondo del local no fue mucho mejor, aunque la poseída descubrió cosas como que los vampiros escondían su naturaleza o sino eran cazados por los mortales, usando lo que llamaban una Mascarada, así como la existencia de hombres-lobo y magos, y las divisiones que llevaban a los nomuertos a luchar una guerra entre si. El vampiro sin embargo no parecía saber qué eran los demonios y la llegada a la escena de la bellísima Mujer del Vestido Caro solo complicó todo. Esta fue a hablar con Jane, a la que llamó ghoul, y estaba profundamente molesta porque le hubiesen interrumpido en la ópera donde estaba asistiendo a la representación de Fausto. Y como Violet y Adam escucharon, esta dama parecía la causante del miedo de Jane. Violet y Matt trataron de distraerla pero su tonó imperativo les hizo dar un par de pasos atrás y no intervenir, aún si el poder sobrenatural de sus palabras no era capaz de afectar a los dos Caídos. Tomando el asunto en sus manos, su vestido arremolinado con ella a su paso, la mujer se encaminó a buscar a Jennifer, una situación que podía acabar fatal. Tal fue así que Clarke buscó a Matt para pedir permiso de que, si las cosas se ponían muy mal, le permitiese intervenir en defensa de Jennifer tal como le obligaba su juramento a la otra miembro de la Corte de la Gran Manzana; Matt, huelga decir, no estaba muy por la labor de permitir que hubiese un combate en su local, pero entendió la posición del otro Diablo y finalmente accedió. Entre Heraldos se entienden, supongo, aunque he de reconocer que me sorprende que uno pidiese permiso y el otro lo concediese.

La Mujer del Vestido  Caro y Jennifer hablaron pero la conversación no salió como esperaba. La mujer quería una muestra de la sangre de la demonio pero se negaba a explicar para qué ni cómo sería usada. Y, con toda lógica, la idea de darle su sangre a una vampiresa no estaba entre las opciones favoritas de la Guardiana. Frustrados, se separaron, y la mujer fue a hablar con Samuel para buscar otro Primogénito y avisar al Príncipe. Samuel se encaminó a la salida escribiendo con clara dificultad en el móvil, pero los demonios decidieron tomar cartas en el asunto. Cuánto fue idea de Matt o no, de Violet o no, de Adam o no, todo eso es debatible, pero que ocurrió no está abierto a discusión, pues nadie se daría cuenta de la secuencia, digna de Oceans Eleven que se iba a desarrollar. El suelo se alzó levemente por orden de Adam, haciendo tropezar al vampiro que cayó al suelo y dejó ir su móvil, que fue recogido por Violet y acabó sin que nadie lo viese en su bolsillo. Silenciado y bloqueado, sus secretos en manos de la deportista, esta observó el momento de terrible ira del vampiro ante el contratiempo, pero este se contuvo y simplemente ordenó a otro de los participantes de la fiesta que le diese su móvil mientras se encaminaba iracundo a la salida. Violet se juntó con Adam, Matt y Clarke en la barra, pero por mucho que se hubieran hecho con el móvil, no sabían forzar su seguridad para acceder a su información. Y Matt, que creía que ahora todo había ido demasiado lejos, rápidamente insistió en deshacer lo ocurrido, ganándose las chanzas hirientes de la Nereida. 

Jennifer subió entonces al escenario como estaba previsto, para dar su discurso político ante los reunidos, con unas bellas palabras sobre el Sueño Americano, el empezar desde abajo y todas esas patrañas que a los americanos les llenan la boca con facilidad. Sin duda, el nacionalismo es una bella herramienta de manipulación, una especialmente fuerte ahora que se acercaban las elecciones a la alcaldía, con un país fuertemente dividido por las acciones del Presidente Trump. Viendo regresar a Samuel, Matt salió a su encuentro y le devolvió el móvil, pretendiendo que simplemente alguien lo había encontrado tirado en el suelo, y el otro lo recibió aliviado. Pero el vampiro no tenía tiempo y fue rápidamente en busca de la Mujer del Vestido Caro para confirmar que ya venía la Primogénita y que el Príncipe estaba informado. La tensión entre los demonios era máxima, por si acaso aquello seguía escalando y finalmente terminaba explotando y revelando la presencia de Caídos en la ciudad. La Mujer del Vestido fue la primera en dar el siguiente paso al confrontar a Jennifer cuando esta terminaba su discurso y descendía, y viendo la preocupación de los demás, la joven accedió a darle la sangre y estuvo hablando con ella un rato. No fue una conversación agradable sino una tirante y tensa, pero ligeramente productiva, donde gracias a las indicaciones de sus compañeros, la Azote se consiguió mostrar como una chica inocente que hacía todo aquello sin malicia pero tampoco suponía ningún peligro para los vampiros de la ciudad, que se consideraban aparentemente los dueños de la misma. Se que se supone que el Orgullo es el pecado de los Diablos, pero sin duda quien dijo eso lo hizo porque no conocía a los nomuertos. 

En precaución, por si todo se torcía, Matt escuchó las palabras de Clarke cuando les recordó que aunque ellos eran prácticamente indestructibles, sus protegidos, amantes y amigos no lo eran y quizás había cosas que ni Jennifer podía deshacer, como que convirtieran a un amigo en vampiro. Así que Matt fue a buscar a Rebecca y le dijo que se fuese ya que él cerraría el local, pues muchos de los habituales sospechaban que entre ellos había más que compañerismo de trabajo. Y hubo un rato de debate sobre las implicaciones que tenía que los vampiros no hubieran existido en el Jardín del Edén, o de que no tuviesen alma.

La Primogénita del Largo Abrigo y Gafas llegó finalmente, acompañada de un mastodonte mal vestido y con rasgos animalescos. Todos los vampiros hablaron brevemente entre ellos, y ya que Jennifer no parecía peligrosa, el enorme hombre abandonó el local donde claramente destacaba (para mal) entre una clientela tan selecta que había tenido el detalle, como mínimo, de ducharse antes de acudir. Lady Gabardina era parca en palabras, pero sin duda sabía más que los demás de demonios, y extrajo un muy decorado estuche con una jeringuilla para extraer sangre de la demonio. Le hizo unas pocas preguntas sobre pactos, pero algo que había dividido la atención de los demonios era que los vampiros no parecían tener fe, ni por ello alma, una pregunta que Dama Abrigo no quiso responder, a Lady Vestido le daba igual pero Samuel había dicho que aquello enfadaría a los Giovanni. Y si bien estos dos últimos vampiros eran pragmáticos y parecían poco interesados en lo metafísico, la Gafotas sin duda guardaba más secretos y conocimientos en ese campo que los otros dos. Pero se los llevó con ella cuando, al poco de tomar la sangre, dio la conversación por terminada y se marchó. Los otros vampiros abandonaron el lugar poco después y, siendo como era tarde, los demonios dejaron a Matt para cerrar mientras marchaban a un diner cercano a hablar con más tranquilidad.

En torno a las tortitas, cafés y coca-colas, compartieron lo poco que sabían de los otros seres sobrenaturales de la ciudad, a los que Clarke llevaba siglos en general evitando si no se interponían en su camino. Recordaron de los tiempos en que mortales robaban fragmentos de ángeles cuando hablaron de los magos y aunque el Diablo inicialmente no cayó en la cuenta, luego les habló de quien quizás fuese un mago, el dueño de una tienda que él les mandaría la ubicación. Hablaron también de que Clarke creía que pronto reuniría a la Corte de la Gran Manzana ya que era hora de que todos se conociesen y empezasen a hablar de qué hacer con el mundo a su alrededor. Y hablaron también del MMO y lo cercano que parecía en muchas cosas a lo que alguien podía recordar que habían sido los tiempos lejanos de la Edad de las Atrocidades.

Con intención de unirse al juego, al marcharse Jennifer y Adam pasaron por una casa de empeños abierta 24 horas. Patty conocía a Jennifer y hablaron de lo ocurrido en la cancha de baloncesto mientras la dependienta le hacía precio por un portátil viejo y obsoleto. Pronto sería el más rápido y potente de los ordenadores, cuando pasase por las manos de Adam y llegaron al piso con ganas de probar el juego para encontrar una fiesta decadente y avanzada, pues los Red South celebraban su victoria desde media tarde entre tequila, sexo y bravatas. Y, para empeorarlo todo, no había conexión disponible desde ningún sitio del piso, así que ambos tuvieron que dejarlo para el día siguiente.

Violet mientras tanto había regresado a casa y se estaba desmaquillando cuando su hermana pequeña, Rose, la interrumpió preocupada. Hablaron de su madre y cómo se estaba recuperando ya en la casa a ritmo inesperado, milagroso incluso, y de que el entrenador había llamado para preguntar qué tal todo y decirle a Violet que unos periodistas deportivos querían entrevistarla por la regata. Pero más importante que todo ello fue el tierno abrazo de la pequeña y su sorpresa y encanto cuando supo que su hermana mayor estaba jugando, como ella, al Legión Escarlata. Fueron a la habitación de la peque a que le enseñase su cuenta, donde jugaba con una Nereida del Rayo (bueno, en realidad tenía también una Segadora y se estaba subiendo una Diabla) y feliz le enseñó el barquito que se estaba construyendo y con el que quería explorar los mares del Jardín pero se lo impedía una tormenta. Le enseñó el culto de seguidores de donde, sin saberlo, extraía la fe para su personaje, e incluso le presentó a su PNJ favorito, Adan, que vivía en una caverna separado de Eva a la espera de encontrarse con Lucifer. Incluso hablaron de otro demonio que la pequeña Rose había encontrado en la costa, un demonio de los cangrejos, sin saberlo tocando una fibra sensible de Cerubiel que preguntó por si misma pero, de momento, nadie parecía haberla encontrada en el juego.

Y así termina aquella noche, con todos en la cama demasiado tarde, una noche que podría haber marcado el comienzo de una guerra, o de una bella amistad. Y quizá fuese alguno de esos dos caminos el que estuviese oculto en el Patrón, o quizás ninguno de ellos sino un tercero o cuarto o quinto. Pero ya llegaremos a todo ello, pues el reloj sigue avanzando y el prólogo se aproxima a su final. Los peones ya están todos en su lugar, los maestros infernales en sus posiciones de salida, y la batalla por el alma de la humanidad y el comienzo del Apocalipsis pronto debería dar comienzo.  

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