Tiempo de Anatemas 34: Un destino renacido

El campo blanco está cubierto de nieve pisoteada a los pies de la ciudad sometida a duro asedio. Cuando, de las montañas del oeste desciende la Legión del Pis Rojo, dirigida por la famosa Tepet Ejava, al encuentro del ejército solar de Toro del Norte. La blancura pronto se tiñe de rojo allá donde cadáveres de bárbaros y soldados se entremezclan, mientras solares y exaltados terrestres desatan sus terribles poderes. Y la moral se rompe y, como olas descontroladas, los caminantes del hielo huyen del frente, con Portavoz del Hielo quedándose atrás para ganar tiempo. Y, en duelo singular contra la Strategos, el eclipse encuentra su final. Una vida por una vida, un destino por un destino. Anata ga ochita toki, watashi wa anata no tsue ni narimasu: cuando caigas,  yo seré tu bastón.

Lejos de aquellos eventos, en el tiempo y el espacio, el Escudo del Diálogo ve la llegada de Megara a sus salones por primera vez. En la Maquinaria del Infinito encontró su antiguo anillo, que Sagrest no podía emplear, mientras este exploraba sus propias habitaciones como invitado, donde encontró un torque antiguo con cabezas de serpiente. Pero, más importante, juntos buscaron en los diarios finales de Yueh sobre sus experimentos en el final de su vida, en torno a la Conjunción de las Esferas. Y encontraron que la antigua Atardecer se había obsesionado en el trabajo porque había descubierto la creación, por fuerzas misteriosas, de una terrible prisión destinada a atrapar las chispas de los solares. Su vida, al final, había sido el trabajo y esfuerzo por destruir esa prisión, a la cual dirigían los portales, ahora inestables, que estaban en su manse. Pero, en su obsesión particular, se centró tanto en esos trabajos que nunca llegó a avisar a los demás integrantes de su círculo, ni a investigar lo que rodeaba a tal constructo.

Mientras tanto, Ventura recibió una rápida visita de Jun. El Ragara iba a coger el castillo para viajar junto a Xiao Baozi al polo del agua, en una escapada los dos juntos a un balneario donde pasar tiempo lejos de las preocupaciones y problemas de Nexo. Mientras él salía, el puente de las estrellas que conectaba con los Salones de los Siderales se activaba en su brillo suave y pálido, ligeramente verdoso, y Nombre Olvidado llegaba a la manse. Primero con Ventura, y después con Megara y Sagrest, a su manera parabólica les habló de que el tiempo para encontrar al nuevo perdido se acababa, si querían que las cosas saliesen bien. Y que Ventura encontraría el camino, igual que Sagrest se toparía con lo que buscaba en esa senda.

Teleportarse a la superficie a un callejón desierto y surcar los cielos sobre Meng fue todo uno. Un nuevo solar llegaba al mundo, en medio del día en una ciudad concurrida y superpoblada como Nexo, pues al Sol Invicto no le preocupaban cosas menores como la visibilidad. Las corrientes de esencia se movían en el Mercado Pequeño, en torno a Cynis Aurei que, con su séquito, se aproximaba a un mercader de objetos mágicos que en Nexo, entre quienes sabían de esas cosas, era conocido por ser más charlatán que verdadero vendedor de artefactos. Junto a ella, hablando, había un joven ladronzuelo, buscando con su palabrería distraer la atención para obtener el tesoro que ella venía a comprar: un fragmento de metal caído de los cielos. Bajo las corrientes de esencia de los exaltados terrestres a su alrededor, él pasaría desapercibido, pero era ese joven el que en breve iba a exaltar bajo la bendición del Sol Invicto. Y, para complicar más las cosas, Lagertha estaba entrando en sigilo en el mercado, sin duda buscando robar algo valioso y caro.

La sombra del cuervo se ciñó sobre el mercado mientras el grupo descendía todos como miembros de la agrupación criminal de Ventura. Fue el antiguo guía el encargado de llamar la atención de Aurei con sus palabras y sus juegos, interesándose por conseguir el mismo metal que ella buscaba comprar. Mientras tanto, Megara y Sagrest perseguían a Nasseth alrededor del puesto. La hechicera consiguió convencerle de que les acompañase cuando el emblema del Eclipse empezaba a ser visible en su frente, pero el joven consiguió robar una tela antes de que Sagrest le dejase inconsciente y Megara lo pudiese llevar al Baluarte de la Concordia. El mercenario tuvo entonces que salir en busca de Lagertha para convencerla de que le acompañase a la manse donde le daría un tesoro, en lugar de robar algo del mercado. De este modo, Sagrest no llegó a ver que Ventura consiguió que Aurei le dejase comprar el fragmento de metal estelar que Sagrest quería, a cambio de la promesa de la cabeza de un Anatema. Algo que, además de permitirle conseguir el metal para la forja, consiguió que la Cynis le diera un beso en toda regla en el mercado, ante el desconcierto parcial de los miembros de su séquito noble.

Para cuando Ventura, Sagrest y Lagertha llegaron a la Virtud del Diálogo, el joven Nasseth estaba recuperando la conciencia bajo el brillo de su frente, donde Megara le enseñó en un espejo el emblema del Eclipse. Se reunieron en el Nexo de Encuentro con Nombre Olvidado, a quien Ventura había bautizado como "abuelita ninja". Intentar explicarle lo ocurrido y quien era al solar en formación fue complicado, su cuerpo llevado por dolores y sensaciones nuevas a medida que una lenta exaltación se producía y, con ella, su Primer Aliento. Pero, por mediación de Júpiter, su transformación permanecería desconocida para el mundo, pues la Dama de los Secretos actúa por muy distintas sendas. Finalmente, su espalda se combó y retorció mientras su visión temporalmente le llevaba a los altos salones de Yu-Shan donde Lytek, Dios de la Exaltación, le habló de sus nuevos deberes de luchar contra hadas, nomuertos y demonios. 

Lo que para el joven fue un momento, fue en realidad un periodo más largo, durante el cual Sagrest aprovechó para enseñarle a Lagertha su habitación y darle su tesoro, un torque de la Primera Edad con una cabeza de lobo y otra de dragón. Su primer artefacto, su primer tesoro de verdad, parte de un legado suyo olvidado en el tiempo pero que, una vez más, volvía a la luz del sol en este final de la Edad del Pesar. Mientras tanto, Ventura y Megara empezaban a preparar una invocación demoniaca, pues era hora de que el demonio Raphael terminase sus conspiraciones y planes con sus cristales en la ciudad. Rendiría su esencia para ser sometido por el sol y que su oscuridad se limpiase del mundo, o sería desterrado del mismo.

Fue en las fases finales del ritual, usando su nombre verdadero obtenido de uno de los libros de demonología de Yueh, cuando Raphael todavía era un demonio del primer círculo, así como una piedra obtenida del propio demonio, que la exaltación de Nasseth fue completada. A solas en el Nexo de Encuentro, el joven trató de ir en dirección a unas de las enormes puertas de salida, aquella que daba a los dominios del amanecer. Pero la estatua de Ken no Shihai-sha abrió de nuevo los ojos y le negó el acceso. Dejándose llevar más por sus sentidos y sensaciones, el nuevo solar consiguió llegar hasta los Salones del Eclipse, donde Esclavo Inútil le dio la bienvenida pero sería Meng quien le llevaría junto a los demás, en los Salones del Atardecer.

Mientras Megara continuaba atando las fuerzas infernales de Malfeas en su círculo de invocación, Ventura y Sagrest escucharon y hablaron con el joven. No un ladrón, sino el heredero a un trono de los Cien Reinos, gobernado por el tirano Arda con los poderes conseguidos de su pacto con un dios desconocido. Un exiliado, forzado a sobrevivir como podía en las calles de Nexo, en lugar de dirigir ejércitos y negociar alianzas como se suponía que debía haber sido su vida. Pero el suyo ahora era un destino nuevo, como mostraba el hecho de que la tela que había robado resultó ser una capa mágica con el sello de su Reino. Y todos sabemos ya a estas alturas, que no hay casualidades bajo el gobierno de la Burocracia Celestial. Pero también debió aprender una lección sobre sus poderes, sellando sin saberlo un pacto entre él y Ventura, mutuamente provechoso: un trono a cambio de una alianza. Y cuando Sagrest trajo a Lagertha, el círculo se sintió más completo, tres de sus miembros reunidos una vez más después de la muerte. Pues no en vano la Virtud del Acuerdo tenía como salón central al Nexo de Encuentro, no solo entre los miembros del círculo que lo había construido, sino entre muchas más gentes y personas, desde Rostro del Verano en la Isla Bendita a los aventureros que habían ido más allá que ningún otro en su búsqueda de nuevas tierras en el interior del caos.

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