La Edad del Fuego 13: No temeré ningún mal

Para continuar en nuestra historia hay que alternar en el tiempo. Pues aunque la partida ocurrió simultáneamente, el Emperador de los Soles Exhaustos llegó inmediatamente a Stigmata, mientras que Macarena tuvo que viajar dos semanas en la Vain Remembrance antes de llegar a Sutek. Una historia en el pasado, la otra en el futuro, a los ojos unos de otros. Hasta que sus caminos eventualmente convergiesen de nuevo en un lejano futuro. Si esto implica que conociendo la historia de Macarena mis queridos lectores tienen spoilers sobre el pasado de los demás, pues esa es una ventaja que los lectores interesados podrán disfrutar al contemplar el fluir de los eventos. Es la ventaja de ser, de esta pequeña manera, atemporales.

Comencemos pues en el futuro, con la llegada de Macarena, Gurney y Kamina a Sutek. Un planeta frío por los pecados de los mortales, donde la pobreza y la desesperación acampaban desamparadas en las calles del segundo de los mundos. Tanta historia, tanto legado, conviviendo puerta con puerta con la miseria. Pero no así para la nobleza, como pronto descubrió Macarena al llegar al castillo de su amiga Rosalía Velera de Sutek en una ciudad cercana a la capital Djehut. Y, tras cumplir con el protocolo de conocer a la familia de su amiga, retirarse a los salones a cotillear y compartir historias. Que si Leónidas Castillo era muy guapo, que si había una complicada guerra fría entre la Casa Castillo y la Casa Castenda. Que si la pobreza era irremediable, que si misericordia y conspiraciones. Pues lo que Macarena fue viendo con rapidez en aquella tarde de reencuentro fue que Sutek se encontraba dividido entre las Casas en potencial conflicto, presionadas por el ascendente poder de los tribunales inquisitoriales en el planeta y las deterioradas condiciones de vida en el mismo. 

Tiempo antes, sobre Stigmata, los otros personajes que estamos siguiendo se reunían para trazar sus planes para el grial de los Hermanos de Batalla. Sobre el mundo cubierto de heridas de guerra que era la frontera entre la humanidad y la extinción, hablaron de qué hacer para conseguir la reliquia, si podrían o no acceder a la misma, si sería posible tomarla a la fuerza si era necesario. Y contaron con la ayuda de Brigilda Mustareuna, madre de Rauni, y de la gárgola que se encontraba en el Emperador de los Soles Exhaustos, convertida en mochila por la habilidad de Astra. Pero ante la pregunta de Lázaro de qué hacer una vez que tuviesen el grial, la respuesta nunca llegó, pues todavía no sabían que hacer, e Yrina solo dijo que eso se decidiría cuando llegasen a ese punto. La misión tenía demasiados desconocidos, imponderables y misterios como para poder saberlo de antemano. Y pronto descubriría que no sabía cuán ciertas eran esas palabras.

A la mañana siguiente, en el tiempo futuro en el que discurre la narrativa de Sutek, Macarena y Rosalía regresaron a Djehut. Además de conocer la ciudad y ver la creciente influencia de la Inquisición en la misma, se encontraron en un café con Kamina que había estado en la ciudad haciendo averiguaciones. Lisandro Castillo era una incógnita, pero muchos temían que viniese a Djehut desde Ptah-Seker en busca de venganza por la muerte de su amante Cristina. Y no era para menos, pues su presencia estaba reclamada por la gran inquisidora Heather Longshire, cuya fe se medía en los litros de combustible que consumía su incinerador. En el medio entre Inquisición, Castillo y Castenda, la Casa Mejía del Alcázar era la única que podía mediar, pero el tiempo se agotaba pues, tan pronto el luto del antiguo Gran Almirante Imperial terminase, el riesgo de una nueva guerra interna entre los Hazat se haría o no realidad. 

El descenso a Darmak, la capital de Stigmata, se hizo sin problemas y reveló una ciudad donde la presencia de la Guarnición Imperial era enorme aún pese a encontrarse alejada del frente simbionte. Pero en el planeta, no había un lugar del todo seguro, ni un momento de asegurada tranquilidad, como revelaban los ojos de los veteranos que tantas cosas habían presenciado. En la fortaleza de los Hermanos de Batalla fueron bien recibidos por el veterano intendente y la mayoría se quedaron esperando pues a presencia del grial solo podían llegar los miembros de la Orden. Pero en el relicario no solo se encontraba el antiguo artefacto, sino también una joven Iniciada de la Orden que no habría llamado la atención de nadie que no supiese que ese era el rostro de Jackson. Y es que quien otrora había enseñado las bases de todo a los Hermanos, permanecía en el relicario con vida, casi novecientos años después de su desaparición. Una mujer consciente de haber sacrificado su alma a la Oscuridad de su interior, a cambio de dar los conocimientos necesarios a sus aprendices, de ofrecer una oportunidad a la humanidad de sobrevivir. Una consejera que no quería ser idolatrada, una sombra requerida para crear una luz. Y una serie de revelaciones demasiado dolorosas para Yrina y Cornelius, no preparados para ese encuentro. 

Tras el tiempo en la cafetería, Kamina consiguió un detective para Macarena. Y fue con sus conocimientos cómo la dama descubrió y confirmó que Lisandro Castillo estaba en efecto en duelo, pero que había reclamado a su alrededor a sus seguidores, los temidos Lycaones. Y conoció nuevos detalles de la situación política en el planeta, del poderío de los Castenda, de las probabilidades de derrota de los Castillo si intentaban una confrontación, del papel mediador de los Mejía del Alcázar. Pero también de la cabezonería del Gran Almirante, capaz de encontrar victoria donde todos esperaban su derrota, una y otra vez. Pero acaso más importante que esa fue la conversación esa tarde por la radio con la Princesa María Celestra Justus y su información de que la Iglesia había encontrado un emblema de la Casa Castillo en las naves atacadas en Urth. Y la posibilidad que esto abría de una guerra entre la Iglesia y los Castillo que podría arrastrar a todos los Hazat. Para evitar la cual, Macarena debería completar una complicada misión: descubrir dónde estaban las naves de guerra de los Castillo en esos días para confirmar o rechazar las acusaciones. Un juego de espías y agentes entre las intrigas propias de la Casa guerrera, donde la nobleza poseía algunas claves pero tal vez era el Ojo a quien debía acudirse si no se quería que la gente lo supiese; o, tal vez, habría otros caminos en la sutileza aprovechando su visita a los Mejía para resolver su mediación en el conflicto entre Castillo y Castenda.

Por su parte, confusas e indecisas, Yrina contó a los demás lo ocurrido. Y fue decidido traer a Jackson, que en aquel momento usaba la identidad de Daiane Knetsdottir para hablar con ella todos. Y ella accedió y respondió como mejor pudo a las cuestiones que se le planteaban, en presencia de la gárgola. Se negó a ser confesada por Lázaro, pues ella no se arrepentía de su sacrificio por el bien mayor. Pues la lucha entre luz y oscuridad requería bajas para que pudiese haber victoria. Reveló que la muerte de los Hermanos corruptos en Byzantium era un plan de Sanitra Urnadir para poner sobre alerta a la Emperatriz y forzarla a la acción. Y muchas otras cosas que llevaron a que Astra decidiese que la solución era cuidar su propia alma, limpiar su espejo, y esperar al final de los tiempos. Y que Rauni tuviese que lidiar con que no solo su padre había pactado con la Oscuridad sino también su madre Bringilda. Pero, si bien Jackson no les permitiría llevarse el grial sin más, acataría sus votos como miembro de la Hermandad y si el Gran Maestre daba esa orden ella la cumpliría. De modo que, ya por la noche avanzada, Yrina le contó todo esto a Theafana al-Malik, revelando más oscuridad y misterios que dejaron a la Capitana sin palabras, pero también con la revelación de que convencer al Gran Maestre Claudius de todo aquello sería poco menos que imposible para ella, que apenas lo podía creer. Por su parte, Astra recibió un comunicado también de Grail donde le dijeron que su madre no podría acudir a la cena a la que había sido invitada pues se encontraría en la coronación del Príncipe Pietre Vladislav Decados, su señor. Al menos, esto que ya era pasado para Macarena, he conseguido guardarlo para el final para evitaros los innecesarios spoilers.

Pero así es como termina, por ahora, este relato a dos tiempos y dos voces. De lo que fue y lo que será, hasta que ambos converjan de nuevo con nuevas preguntas y respuestas, con nuevas acciones y evoluciones. Pues, de un modo u otro, ambos grupos se encontraban profundamente adentrados en la madeja compleja tejida por los poderes de los Mundos Conocidos, donde aliado y enemigo a menudo es lo más difícil de identificar y todas las certezas son cuestionables. Siempre, como es tradición en este Imperio de Fuego, bajo la amenaza de echar mano a la solución habitual: la guerra.

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