La Dragón y la Enterradora

Amilar Valiris era una mujer de mediana edad. Sus ojos, cansados de años de lecturas y estudios, estaban enmarcados por los dorados óvalos de sus gafas. Sus ropajes, pese a su elegancia, eran funcionales y denotaban su rango como una de las personas más influyentes de la joven Gens Amilar de Lookshy. Sabia y erudita, allá donde sus pies se posaban la tierra temblaba suavemente, cantando canciones de cariño por ella con su entrechocar, pues era una de las elegidas de ese elemento. 

Era ese sonido el único que ocupaba la cámara subterránea en la que se encontraba, pues el silencio la dominaba de cualquier otra manera. Era una sala lóbrega y oscura, con la cualidad opresiva propia de un espacio que nunca había visto el aire y el sol, pero ella se sentía cómoda en ella por su particular cercanía a la roca negruzca que la rodeaba. Frente a ella, Gui'shandra Vindra la miraba desde el fondo de la sala, la joven mantenía el silencio pero sus ojos transmitían un conocimiento y sabiduría no correspondía con su edad. Si las historias que Valiris había escuchado de cara a concertar esta reunión eran ciertas, la Funerista era mucho más de lo que aparentaba, pues sus sueños y su conexión con los muertos eran mayores de lo que nadie vivo había visto en la ciudad. Una exaltada de un fantasma, si tal cosa era posible. Entre su gente, un monstruo, o una santa, según a quien se le preguntase. Y para la erudita de Lookshy, era una posibilidad de encontrar información que no aparecía en sus bibliotecas.

-Honorable Funerista, necesito de vuestra intercesión para la protección de todos los Reinos Carroñeros- la suave voz de Valiris casi se sintió como una ofensa en el momento en que rompió el prolongado silencio-. Hemos recibido informes de fuentes controvertidas de que agentes de los muertos de Thorns podrían haberse infiltrado en Lookshy, como lo hicieron más al norte en Port Cailin. Pero ninguno de nuestros artefactos los han localizado, ni nuestros espías y agentes. Y no parece que ni sabios ni generales de las Gens de la ciudad hayan tenido éxito ni les queden ideas para contrastar esto. Por eso he viajado hasta aquí, a consultaros, por vuestra cercanía a la muerte.-

El silencio roto retomó el control de la sala durante un tiempo prácticamente infinito. Solo el suave temblor de las rocas bajo Valiris introducía un pequeño cambio en el mismo, mientras ambas mujeres se observaban.

-Sijan y la Orden Mortuoria somos neutrales en todos esos asuntos.-

Las palabras, suaves, se sintieron como una losa. Como la lápida colocada sobre una tumba fresca, acallando las esperanzas de Amilar Valiris. Pero la exaltada no se iba a dar por vencida con tal facilidad, esperaba esa respuesta y se había preparado para ella desde que había partido de Lookshy en su navío varios días antes. 

-Honorable Funerista, no pretendía sugerir lo contrario. Pero Sijan es conocida por enviar sus arcas negras a las distintas ciudades donde sus habitantes tienen contratos que cumplir. Vos misma habéis desempeñado esa tarea en el pasado, visitando ciudades como Nexo. Y mi primo Tuanyi, ilustre guía de la honorable Gens Amilar, se encuentra mayor y postrado en su cama. Tiene desde hace años un contrato con vuestra Orden para ser enterrado aquí cuando llegue el momento, y ha decidido sacrificarse cayendo sobre su espada para que os veáis forzados a visitar Lookshy en los próximos días.-

Las palabras, casi un desafío, cayeron en la cámara mortuoria como el resonar del paso de las grandiosas tropas de la VII Legión. Y, por primera vez, el gesto de Gui'shandra mostró sorpresa y recelo. Tenía intención de responder, pero fue interrumpida cuando Valiris continuó hablando.

-Honorable Funerista, lo único que solicitamos es que vos seáis la que acuda a recoger su cadáver. Y nos honréis pasando un breve tiempo en la ciudad mientras preparáis los ritos, pues vuestra cercanía a los muertos podría desvelar a sus agentes en nuestro baluarte, allá donde nuestros artefactos no lo han conseguido. Tendríais la oportunidad de poner a descansar esos espectros descarriados, cumplir el contrato de mi Gens con vuestra ciudad y ayudar a los Reinos Carroñeros, sin romper la neutralidad de Sijan, ciudad de descanso de los honorables caídos.-

-Buscas un ardid para forzar la mano de mi Orden para tus fines.-

-Honorable Funerista, es cierto que hay astucia en el acto, pero también que hay una necesidad. Casi un millón de personas viven entre las murallas de Lookshy, y millones más dependen de su guarda y protección en todos los Reinos Carroñeros, desde Nexo a Great Forks, los Cien Reinos, Linowan y Halta y tantos otros. Sijan se ha beneficiado de esta paz por la que nada ha sacrificado, tanto como cualquiera de las otras ciudades. Pero los muertos ahora amenazan a los vivos, su equilibrio se ha perdido y es responsabilidad de la Orden restaurarlo.-

La cámara oscura perdió temperatura sutilmente, casi de modo imperceptible, pero para los ojos y dones sobrenaturales de Valiris la razón fue obviamente clara: un fantasma había aparecido al lado de la joven Funerista. Un espectro de otro miembro de su Orden, largo tiempo atrás muerto, con mensajes de los reyes reales de la ciudad, aquellos que largo tiempo había transcurrido desde que cruzaran el velo a lo que hubiera después de la vida, si los rumores e historias eran ciertas. 

-No es nuestro trabajo restaurar el equilibrio entre vivos y muertos, solo atender a los ritos de aquellos que han contratado nuestros servicios. Pero si, como decís, Amilar Tuanyi se encuentra próximo a la muerte, nos corresponde cumplir con sus exéquias y cortejos siguiendo las instrucciones tradicionales de vuestra gente. Y la Orden no tiene problema en que sea yo la encargada de hacerlo.-

-Honorable Funerista, no puedo más que agradeceros vuestro gesto y vuestra honradez. Informaré a mi primo de que su hora ha llegado y que su sacrificio salvará a nuestros ciudadanos, libres y valientes.-

El silencio de la sala se rompió a medida que Valiris caminaba de nuevo hacia la entrada. La temperatura recuperando su anterior estado cuando el espectro abandonó la presencia en la sala. Solo el silencio de Gui'shandra permanecía en su lugar, inalterado de nuevo, mientras contemplaba misterios que los vivos no deberían entender. Pues sus sueños y visiones no eran para aquellos que aún respiran.

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