La Edad del Fuego 14: El pecado de la verdad


En Hargard, una leyenda llega a su fin. Eldrid, creadora de la Casa de su nombre, conocida entre su gente como La Sabia, se encuentra ya en su lecho de muerte. Y su legado pasa a su hija, leyenda también por derecho propio, la shieldmaiden, la Emperatriz, la guerrera y la diplomática, Freya Eldridsdottir. Pero quien fuera Emperatriz tendrá que tomar una decisión entre su hija y su pueblo, entre su historia y la de sus enemigos. Eso lo han dicho las runas. Y aunque aún queda tiempo, la clave es usarlo bien, pues este fluye en contra de ella, como lo hace en contra de Ihmad Abrahim, el primero de los discipulos de la Heresiarca Gaunn Audim. Y tantos otros, pues ya han nacido algunas de las personas que estarán vivas cuando llegue el final de los tiempos. 

En Stigmata, Orion ha estado buscando el rastro de Antonia de Cadiz. Entre Charioteers que se niegan a hablar y los miembros de la Orden Eskatónica que desconocen su paradero, pues no tienen noticias de que haya acudido al planeta. Esto le lleva a reunirse con los demás después del desayuno en el monasterio de los Hermanos de Batalla, donde una nueva conversación con Jackson arroja nuevas respuestas y también preguntas. Sobre el paradero de Antonia, el rastro se pierde en el frente de la guerra contra los simbiontes. Sobre el Syneculla, que pese a sus acciones, no se encuentra bajo el influjo de la Oscuridad. 

Juntos, el grupo abandona el monasterio para localizar el lugar donde los Charioteer depositaron a Antonia en el frente. Son las palabras y los pájaros de fuego de Astra quienes consiguen abrir esas respuestas, no sin que Rauni pierda el control y sea necesario que Yrina la controle. Pues la guerrera, ante las revelaciones y la impotencia de las últimas horas, necesitaba explotar de algún modo, y es en el combate entre amigas con la Hermana de Batalla donde puede hacerlo y dejar fluir toda su ira y liberarse de ella. Pero, más acuciante, es la conversación sobre qué ocurre si caen en combate contra los simbiontes, el peligro potencial de la misión y quienes viajarían al este a enfrentarse a la floresta.

Al final, a bordo del Emperador de los Soles Exhaustos, lo que deciden es descender todos juntos al menos hasta las fortalezas seguras de la Guarnición de Stigmata. Pero, por si acaso, Lázaro realiza los ritos necesarios para la unción de Orion, pues la muerte puede encontrarle en un momento inesperado, su alma sin confesar desde hacía demasiado tiempo. Y es en la fortaleza, mientras encuentran el rastro de la eskatónica más al este en un puesto avanzado, donde la discusión sobre el alma tiene lugar, ¿pues qué ocurre con el espíritu cuando se produce la muerte en vida que es ser convertido en un simbionte? Para los Hermanos de Batalla, algo con lo que Lázaro está bastante de acuerdo, el alma retorna lumínicamente pues el cuerpo permanece pero no el espíritu. Theafana, algo después, argumentaría en esta línea incluso cuando los simbiontes asimilan la mente en el Río de la Vida. Pero, sin duda, sesudos teólogos tendrían que dirimir esta cuestión de forma más contundente.

De modo que todos juntos viajan hasta el puesto avanzado, cubierto por la vegetación y abandonado. Allí, en la cantina, encuentran una botella de whiskey con una piedra dentro que Rauni reconoce que tiene una runa. Es la radio de Astra la que permite conversar con Bringilda que había regresado al Emperador. Y ella traduce aproximadamente las runas por una advertencia de gran peligro al norte, expresada por causa del amor o cariño. Así que trazaron un plan para dejar caer bengalas en la zona donde esperaban acertadamente que se encontrase Antonia y solo Orion descendió con el cinturón gravítico a hablar con ella. Poseída por otro de los miembros de la Oscuridad, la ocultista se encuentra corrompiendo con la Oscuridad un Huevo del Mundo simbionte, con intención de sacrificar a toda esa especie para evitar el Eskaton; una reinterpretación de la tarea incompleta que otra Eskatónica llevó adelante hace casi treinta años, Karyn Havesti, quemada en la hoguera por herejía, pactar con demonios y brujería. 

En la lanzadera, los demás ven ascender el cinturón prestado a Orion por Astra y le contactan para ver qué ocurre. Su decisión, permanecer y ponerse al día con Antonia, precede a las verdaderas decisiones a tomar después de las revelaciones bajo la floresta, mientras la lanzadera retorna unos días a la fortaleza-capital de Darmak. Allí, Yrina recibe entrenamiento en algunos de los ritos teúrgicos de su orden, mientras Astra en la nave de su padre, entre inventos e ideas. No es hasta que los motores de la Emperador de los Soles Exhaustos están cargados de nuevo que la nave regresa a Byzantium Secundus donde dos caminos se abren ante el grupo: de un lado, regresar al Concilio de Grail con las pruebas e ideas obtenidas, de otro, intentar liberar al Patriarca de la Iglesia de su encierro forzoso en el Vaticano. 

Pero, de momento, esa historia deberá esperar.

En el futuro y en la distancia, a Macarena la encontramos en Sutek, camino de la corte del Conde Ernesto Mejía del Alcázar. El hombre, gravemente herido en la Guerra de Hira, carga peores cicatrices en su mente y en su alma que en su cuerpo casi paralizado. Y sobre su pía alma, está la oportunidad y el deber de mantener un equilibrio entre su señora la Duquesa Castenda, y su hermana la esposa del Duque Castillo. Una tarea nada sencilla en un feudo donde rápidamente se están extendiendo las semillas de la revuelta y la revolución contra la nobleza, no en poca medida debido a que su esposa, una diva por derecho propio, pues Renata se encarga de apadrinar las artes y no meterse en política, en un despilfarro propio de una nobleza desconectada de las dificultades de sus siervos.

Pero aunque la conversación es complicada y los flashbacks dolorosos del trauma regresan a Ernesto en ese intercambio, el Conde accede a colaborar con Macarena. Reglon Vir, su consejero miembro de la Suprema Orden de Ingeniería, comprobaría los registros de los Ojos en el Cielo para localizar las naves de guerra que la Casa Castillo tenía en órbita de Sutek. Y lo que esos antiguos dispositivos revelaron fue que esas naves no habían acudido a la puerta, de modo que no habían podido participar en el supuesto asalto de Lisandro Castillo a la guarnición de la Iglesia en Urth. 

Solo quedaba comprobar las naves en la flota que protegía la puerta, pero quien podía proporcionar esa información sin formar parte directa del juego político en el planeta maldito era Renladi Decados, la Directora General del Ojo. Pero lidiar con ella siempre es un juego complicado, entre verdades, intercambios de información, ardides y deudas debidas. Y Macarena, para conseguir los detalles, debe gastar el favor debido por el Ojo, logrando así encontrar que ninguna de las naves de la Casa Castillo había abandonado su posición. Ni Lisandro ni su gente había tenido que ver en el ataque, otros estaban detrás de esos hilos y buscaban inculparlo. ¡El escándalo!

En su tiempo mientras esperaba poder comunicarse con la Princesa Hazat de la misión completada, Rosalía y Macarena buscaron formas de devolver la vida y la productividad al mundo enfermo que era Sutek. Conversando con Astra mediante la radio, surgió la idea de crear granjas masivas de hongos y setas, que no precisan de sol alguno para crecer; e Yrina, presente en la conversación, sugirió que los Ukar, tras su expulsión de Obun, habían ido a vivir a Kordeth donde habían desarrollado una civilización en buena medida subterránea. Y es así como se empieza a formar un plan, para aunar la colaboración de los Talebringers con la nobleza y devolver un futuro a Sutek... un plan que bien podría ser un arma de terrible poder productivo pero también destructivo, dependiendo de cómo se gestionase, quien lo recibiese y cómo lo usase, pues todas las Casas del Segundo Mundo estarían ansiosas por hacerse con un plan así si funcionase. Y si se conseguía alinear a la Casa Real Al-Malik, a la Liga Comercial y a los propios clanes Ukar, una tarea no pequeña tampoco, como señaló María Celestra Justus cuando Macarena finalmente pudo conversar con ella. Satisfecha sabiendo que los Castillo no habían causado el ataque a la guarnición de Urth, la Princesa Hazat estaba también preocupada por las fuerzas que se movían invisibles y que buscaban causar una guerra que bien podría afectar a todo el Imperio, en el falso nombre de los Hazat. Y le dijo también que, si esperaba encontrarse con Lisandro Castillo o lidiar con su regreso a Djehut, se intentase hacer con una gárgola de los Annunaki.

Así que, al día siguiente, Macarena marchó a la capital planetaria. Antes de buscar a ese gremio, y en compañía de Kamina, fueron a presencia del único Notario con actividad en la capital, para que recogiese que el proyecto de los hongos estaba en manos de Macarena y Rosalía. El hombre, demasiado drogado, sufrió un grave ataque de risa al oir la historia, pero accedió y cumplimentó los documentos como solicitaron, quedando creado así un registro que eventualmente iría a la sede de registros gremiales de Leagueheim.

Mientras tanto, los Talebringer fueron útiles una vez Astra intervino y convenció a la Decana del gremio de que Macarena era una de sus mejores amigas y alguien que había jugado su vida por ella. Pero desgraciadamente el gremio no tenía ninguna gárgola disponible a la venta, y las que se podrían traer se encontraban demasiado lejos para llegar a tiempo, pues había que traerlas desde otros planetas. La única gárgola viable estaba en manos de la poderosa Duquesa Elena Cindas Victoriana Castenda, en la propia capital. Un encuentro que sería complicado, pues la Señora era una hábil política, una arena en la que Macarena no era la más ducha de las luchadoras.

Y es que en el Segundo Mundo, las conspiraciones y las intrigas se reproducen al mismo acelerado ritmo al que se enfría su sol. No en vano fue aquí donde Antonia de Cádiz encontró al ocultista que la acabaría llevando a pactar con mi hermano. Si era Satan quien se encontraba detrás de los Hermanos de Batalla desde el cisma heredado de la antigua Orden del Temple, otro de los poderosos demonios tejía hilos desde tiempo inmemorial en Sutek planeta donde, como dijo la excelentísima Princesa Hazat, todos los caminos parecían cruzarse de un modo u otro.

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