Paraíso Perdido 1: Paraíso Caído

Por cumplir con Su mandato de amar a los humanos tanto como a él fuimos condenados a la eternidad en el destierro. Por darles el conocimiento y la inteligencia que merecían fuimos sentenciados a eones de tormento y tortura. Pero incluso la terrible prisión que es el Infierno tiene sus fallos y en sus muros surgieron pequeñas brechas, oportunidades para que los adecuados pudieran escapar de regreso al mundo. Manipulación, engaños y promesas les abrieron la puerta y sus almas angelicales descendieron sobre el mundo aquella mañana de principios de septiembre, buscando alojo entre los habitantes de Nueva York. 

El primero de ellos, el ángel que una vez había dado la inspiración para las nuevas ideas brillantes, tomó consciencia en una bañera llena con su propia sangre, que manaba copiosamente de sus venas abiertas. La puerta del baño siendo aporreada por un joven que reconoció su yo humano como una de las víctimas de sus juegos y estafas, Giorgio Corleone, hijo del Don más importante de la ciudad. Pero allá donde el mortal Matthew había decidido quitarse la vida antes de sufrir lo que la mafia el iba a hacer, el ángel que ahora ocupaba su cuerpo se alzó de las aguas y confrontó al italoamericano. Su faz terrible se manifestó cuando llegó la confrontación, una imagen de grandeza y terror como no se había visto desde los tiempos del Jardín del Edén y los mafiosos huyeron despavoridos. Pero su frágil cuerpo seguía atemorizado de las consecuencias de todo aquello y mientras se vestía con su lujoso traje y perfeccionaba su aspecto cuasidivino, el ángel no tenía temor alguno a nada de todo aquello.

El segundo de ellos, quien una vez había permitido que las plantas creciesen en vertical, se manifestó al borde de una azotea, su yo mortal aterrorizado de un vuelo final que el angelical no veía problema alguno, habituado a volar libre con sus alas. La voz de Amanda, una compañera de trabajo cercana según lo que sentía el humano que era, Peter, le ayudó a volver, pues el suicidio no era el camino. Aparentemente, el hombre había decidido quitarse la vida desde las profundidades de su depresión, habiendo perdido el trabajo y buena parte de su vida, y habiendo abandonado la medicación. Pero ambos hablaron con calma y la psicóloga se sorprendió ante la inesperada entereza que mostraba el otro psicólogo, pero estaba demasiado preocupada para darse cuenta del milagroso cambio que se había producido en él con la llegada de su nuevo ocupante. 

La tercera de ellas otrora había permitido la vida en la sangre de los mortales, pero ahora sentía su sangre escurrir y alejarse de ella en la ceguera del borde de la muerte. Pero sus saberes medicinales cerraron las heridas de balas que había en su cuerpo y le permitieron regresar del linde final mientras los atacantes se alejaban. A su lado varios mortales estaban heridos o muertos por el tiroteo de pasada, entre ellos dos por los que Jennifer, la carcasa que ahora ocupaba, sentía afecto. Inconsciente en su inocencia de lo que implicaba lo que estaba haciendo, la joven latina se acercó al primero de ellos y le devolvió la vida y luego obró el milagro sobre el otro. Señal de la bendición de la Virgencita de Guadalupe, los supersticiosos pandilleros se vieron sobresaltados por el sonido de las sirenas a medida que un coche policial se aproximaba al lugar del tiroteo.

La cuarta de ellas, que en tiempos había controlado el fluir de las mareas en las playas, se despertó en una cama de hospital, las máquinas pitando rítmicamente con su latido. Su interior, enfurecido ante lo sufrido en el accidente, pues la atleta exitosa Violet había quedado paralítica ante el choque del coche en el que iba con sus padres, arrollado por un conductor borracho. Pero el ángel que ahora controlaba no estaba paralítico ni entendía muy bien su entorno, y confuso se levantó, arrancándose goteros y otras cosas, y caminó en busca de ayuda. La primera enfermera que encontró se desmayó ante la impresión de encontrarla de pie por si misma cuando se suponía que jamás podría mover nada por debajo del abdomen, y las siguientes enfermeras se sobresaltaron igualmente con la joven. Consiguieron llevarla de vuelta a la cama de la habitación con su colaboración hasta que comenzó a resistirse, momento en que intentaron amarrarla para que no se hiciese daño. Pero algo muy profundo en su forma angelical se negaba a ser restringida y encerrada de nuevo, y con lágrimas y un poder de convicción ilimitado, consiguió que esos grilletes jamás se cerrasen en torno a sus muñecas.

El quinto, el último del que nos ocuparemos fue en la primera edad el encargado de las partes regulares y matemáticas de algunos seres vivos, pero lo primero que encontró ante él fue una carta del gobierno norteamericano. Una que le causaba una inexplicable, profunda y terrible angustia. Las autoridades mortales le retiraban a Dae-Su su permiso de asilo político y lo devolverían a Corea del Norte, de vuelta a fabricar armas para guerras y muertes. Ante ello, el primer impulso del ángel ahora en control fue el de huir, llegando al pasillo donde fue imprecado por la anciana y racista vecina de en frente. No sabiendo manejar las cosas que ella le decía, cogió lo primero que encontró en sus bolsillos y se lo arrojó a la mujer, sus saberes doblando las leyes de la física hasta hacer que el objeto impactase contra la frente de la vecina, haciendo que cayese del otro lado como un fardo. Logró forzar la puerta entreabierta, temeroso de haberle hecho daño de verdad a la mujer y la encontró en muy mal estado. Intentar conseguir hablar con alguien que pudiera atender a la mujer, fuese ambulancia o lo que fuese, no resultó exitoso para un demonio que no sabía lidiar con las cosas modernas, así que recurrió a sus saberes para localizar eventos donde pudiese encontrarse sanación. Quisiera la casualidad, ya que la Divina Providencia nada tiene que ver en todo esto, que Dae-su tuviese su apartamento en spanish harlem, en las cercanías de una pizzería recién tiroteada donde Jennifer acababa de dejar su impronta en el patrón con sus milagros de resurrección. Así que, angustiado por el bienestar de la anciana, el coreano puso rápidamente sus pies de camino hacia allí.

Pero, antes de ir con ese encuentro, volvamos con el ángel que controlaba a Matthew, ahora ya perfectamente vestido. Debía lidiar con la situación que había creado, pues todo acto tiene consecuencias y para eso debía ver cómo gestionar la situación con los Corleone. Primero, en uno de sus clubs para gente distinguida, fue a ver a Rebecca, una de las personas de confianza del mortal que ahora estaba ocupando, para ver si había alguna nueva información sobre los mafiosos. Pero, desgraciadamente, la gerente del local no sabía nada que no supiese ya, de modo que fue hora de ponerse en marcha. Solucionar el problema requería lidiar no tanto con Giorgio sino con su padre, el Don, y fue a su casona a las afueras de la ciudad a donde fue directamente. El capo mafioso lo recibió, y el ángel que ahora ocupaba el cuerpo del atractivo estafador ofreció una negociación, pero Don Michael Corleone quería tres millones como compensación por los daños causados, como mensaje a cualquiera que buscase estafar a su familia de nuevo. La respuesta fue la furia de las palabras de aquel que ocupaba el cuerpo que se suponía que debía someterse, y la negativa a ceder en nada, y Matthew abandonó el lugar con el temor del Don en su bolsillo. Pero aterrorizar a un capo de la mafia tiene consecuencias, por mucho que un ángel caído no las comprendiese en aquel momento, pero llegaría el tiempo para ello. 

Tras hablar y entender que había habido un cambio en su ex compañero de trabajo, Amanda llevó a Peter de vuelta al psiquiátrico donde ambos habían trabajado para conseguir recuperar su empleo allí. El lugar, una siniestra institución mental de los años 60, estaba pasando un mal momento debido a la falta de recursos y cuidados. Y su director, Larry Schwartz, un pequeño hombre corrupto y con problemas con la bebida, se encontró sorprendido al ver entrar al otro hombre en su despacho, habiendo quedado la mujer cogiendo un perrito en el puesto de la calle de Joe. La negociación para recuperar su empleo no fue bien, pero peor le fue al director que encontró que los conocimientos de la carne que tenía el ángel hicieron que su cuerpo empezase a fallar y debilitarse hasta que finalmente accedió a escribir una carta de recomendación para que Peter encontrase empleo en otra institución. Fue al salir de este encuentro que su camino se encontró con uno de los internos no peligrosos, pues en sus delirios Harry escuchaba voces que le advertían del inminente final del mundo y de la llegada de poderosos demonios. Hablaron en privado sobre los mensajes que le transmitía Metatron, y aunque Harry identificó a Peter como el Moldeador de Carne (algo no demasiado lejano a la realidad aunque, como ángel, siempre se había dedicado más a las plantas), era difícil identificar si había verdadera sabiduría y profecía en sus palabras del niño que traería el fin del mundo o si acaso solo eran los delirios de un demente con su hablar de círculos y cuadrados. Así que, al final, el ángel dejó tranquilo al loco y salió al encuentro de Amanda en el puesto de perritos de Joe.

El ángel que ocupaba el cuerpo de Dae-su, quien otrora fue conocido como Kayle, abandonó el edificio donde estaba el apartamento del coreano en busca de la irregularidad en el patrón, y encontró a Jennifer escapando de la policía. La conversación con la otra rápido llevó a que ambos identificasen la naturaleza del otro como un Caído y Aislynn fue así revelada. Pero, más acuciante, era que la sanadora podía curar la herida de la frente de la anciana, por mucho que los pandilleros se lo desaconsejasen porque requería ir en dirección de donde venía la policía. El encuentro con los agentes de la ley fue tenso, pues cuando los de azul acuden a una llamada sobre tiroteos de bandas, las pistolas y los nervios están a flor de piel. Y más cuando las pistolas empiezan a hablar o se descargan solas, llevando a que uno de los oficiales rápidamente llamase por refuerzos por la radio, llevando a que Kayle saltase hasta el tejado de uno de los edificios cercanos y desde allí arrojase un objeto sobre el otro policía, sin desear herirlo de tanta gravedad como de nuevo causó. Pero la curandera pudo acercarse antes de que el agente de la ley terminase de morir y sanarle sus heridas, diciéndole que no tenía nada que temer, que ella era un ángel para cuidar a los mortales.Y tras ello, mientras los refuerzos policiales se acercaron, entraron en el edificio donde, tras inesperados encuentros con un ultranacionalista americano, llegaron a donde estaba la anciana desangrándose en su casa. Curarla no fue difícil para Aislynn, pero el racismo y odio de aquella mujer no se fueron con el milagro que había vivido pero no presenciado. Así que, antes de llegase la policía, ambos ángeles abandonaron el lugar, Kayle saltando por las azoteas y su compañera tomando el aspecto que otrora hubiera tenido en el Jardín y volando con sus alas, ante el delirio de la anciana, incapaz de procesar lo que había visto.

Volaron juntos hasta el piso ocupado por el hermano de Jennifer, Rodrigo Martínez, y el resto de los miembros de Red South. Gonzalo y Jesús ya les habían contado el ataque sufrido ante la pizzería y lo que había ocurrido, y todos se estaban armando para ir a vengarse de la banda que les había agredido, los Gangsta 10. Aunque había deshecho su apariencia angelical, Aislynn no tardó en mostrársela a su gente, estableciendo con su hermano el primer pacto: sus dotes de sanación como ayuda a la banda, a cambio de su fe. Mientras los pandilleros latinos marchaban a por la venganza, los dos ángeles pudieron hablar de qué querían hacer, y supongo que a nadie que la conociese le sorprendería que la sanadora quisiese buscar a Lucifer, pues de sobra era conocido su lealtad y afecto por el Lucero del Alba. Aquel que había liderado a los rebeldes contra el Cielo jamás había sido encerrado en el Infierno y quizás tuviese direcciones o información sobre lo que había que hacer ahora. De modo que, primero había que conseguir un teléfono móvil para Dae-su, lo cual requería solicitarle a un cajero automático que les diese su dinero y les llevó a aquella tienda de dispositivos robados donde, en lugar de un smartphone obtuvieron una bicicleta. Y con ella, poner rumbo hacia el centro de la ciudad, dejando atrás el Spanish Harlem en dirección a Manhattan.

La revisión del médico lo dejó perplejo, no había respuesta o explicación posible a la recuperación milagrosa que Violet había tenido, como no fuera que se habían traspapelado las radiografías y pruebas de sus heridas con otro paciente. Fue de él de donde descubrió que su padre había fallecido en el accidente y que su madre, Emma, se encontraba en coma en la habitación de al lado. Se pondría en contacto, como quedó con la supuesta convaleciente, en contactar con sus hermanos para que supiesen lo que había ocurrido, mientras se esperaba para poder tomar nuevas pruebas en la máquina de rayos-x. Pero Cerubiel, el ángel en su interior, era incapaz de permanecer encerrada, y Violet además de atleta era instagramer. Así que, recordando a medias que del Infierno habían escapado más junto con ella, incluidos Kayle y Aislynn, comenzó a buscar en redes sociales sobre curaciones milagrosas y los otros demonios, pues solo la sanadora infernal podría restaurar a su madre. Un twittero había colgado los videos de lo ocurrido en el conflicto entre las dos bandas en Harlem así que, con su bata como única vestimenta, la señora de tormentas abandonó el hospital pese a las inútiles objeciones de los celadores y enfermeros, fácilmente convencidos de que la dejasen marchar. Y fue ante su sorpresa que se encontró con Jennifer y Dae-su pasando frente al hospital en la bicicleta. Si el mundo es pequeño, después de todo, como dice la canción de Disney, más lo es sin duda Nueva York.

Juntos los tres, se pusieron de acuerdo en que buscar a Lucifer era prioritario, Cerubiel olvidando por completo la vida de Emma que al ángel le resultaba completamente indiferente. Pero igual que había encontrado a los otros dos, pensaba que acaso los otros que habían escapado junto a ellos por la grieta podrían ser encontrados, empezando por el demonio del crecimiento de las plantas. Fue un milagro que, con tan poca información, Kayle pudiese encontrar el lugar en el patrón donde se encontraba el otro Caído, pero de milagros está llena esta historia pues hacerlos está en nuestra naturaleza. Es para lo que fuimos creados, después de todo. Robar un coche fue algo sencillo, solo hubo que pedirle que les abriese las puertas, un acto que el vehículo hizo gustoso.

Y así es como llegamos de vuelta al puesto de perritos de Joe, donde Peter y Amanda son sorprendidos por los pitidos del coche que acaba de llegar allí. Dae-su y Jennifer se bajaron del vehículo para, apresuradamente, hablar con Peter en un batiburrillo caótico que confundió a Amanda y a Joe que no entendían muy bien de lo que hablaban. Así que allí se despidieron de ellos, cogiendo eso sí un perrito para Dae-su, y regresaron al coche a hablar los demonios con tranquilidad, donde Violet había encontrado una bolsa de deporte con ropa más adecuada que la bata del hospital. Y reunidos todos, acordaron seguir el plan de encontrar a Lucifer, que la joven atleta rápidamente encontró usando el móvil: aparentemente había toda una serie dedicada a él en Netflix. Pero más importante, encontraron que había fundado una iglesia con sus adoradores, The Satanic Temple, que tenía su sede local en Brooklynn. El lugar era un sitio colorido y lleno de vida, con símbolos satánicos entremezclados con muchas otras cosas y allí les recibió Lilith, la encargada de aquella congregación que no tenía a nadie en aquel final de la mañana de septiembre. Pero, para sorpresa de los demonios, la mujer no creía en ningún ente superior ni tenía conocimiento alguno de Lucifer, sino que su organización había tomado ese nombre como forma de satirizar la opresión y las herramientas terribles que las religiones "aceptables" habían estado usando durante años. Siempre he querido a esos trolls que toman el nombre del Lucero del Alba y Satán para hacer el bien, aunque sea el grupo más lleno de ateos que he conocido.

Frustrados, y notando la desconocida sensación de hambre, decidieron ir a comer y reorganizar sus planes. Dae-su recomendó ir a un restaurante coreano, pero ya habían aprendido la importancia del dinero para los asuntos mortales, de modo que previamente pararon para solicitarle a otro cajero que les diese todo su dinero, que en este caso no fue precisamente una pequeña cantidad. Contentos con eso, se juntaron en torno a la mesa del restaurante que Violet encontró en google maps para comer y discutir siguientes pasos, pero todo era complicado, y demasiadas incógnitas les rodeaban. ¿Dónde se encontraría Lucifer, si es que acaso no había sido destruido con el final de la rebelión? ¿Acaso podría ser posible recuperar el favor divino y arrepentirse como quería el demonio de Peter? ¿Cual es, al final, el precio del pecado y el tiempo adecuado de castigo por el mismo? Pero Violet había estado en la capilla del hospital durante el rato que había pasado allí y si Él escuchaba o atendía, no había dado muestra alguna de ello. Así que intercambiaron teléfonos y nombres celestiales para poder encontrarse y hablar de nuevo cuando surgiese la ocasión, y se separaron. 

Había sido una mañana compleja, en las ruinas de un Edén que en nada se asemejaba al mundo del que habían sido desterrados eones atrás. Pero había tiempo para un último milagro, pues escuchando a la voz que llevaba horas ignorando, Cerubiel recordó el estado lamentable de Emma y pidió a Jennifer que la restaurase. El despertar del coma de la madre de Violet sería el último de los milagros de aquel día lleno de ellos, y el reencuentro amargo de contarle todo lo que se había perdido en aquel fatídico accidente de tráfico, dos semanas atrás.


Pero antes de terminar esta parte del relato, dejadme hablaros de unas elegantes manos que tocan un piano. De sus palabras, suaves y bien elegidas, "así comienza todo". Pero también de los problemas, pues los Caídos regresaban a un mundo que ya tenía dueños, unos ambiciosos y terribles sin lugar a dudas, que habían notado las primeras discrepancias y problemas en sus cuidadas mascaradas y juegos de ocultación. Unos que, cuando llegase el momento, no se quedarían cruzados de brazos dejando que los recién llegados deshiciesen lo que llevaban siglos construyendo con sus guerras, engaños, hechizos y furias. Sin olvidar las deudas que, en su huida del Infierno, todos ellos habían contraído.

Sin duda, como dice el pianista, como mínimo sería una historia interesante la que estaba por escribirse.

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