Paraíso Perdido 3: Cordero de Dios

La baqueta gira entre los dedos antes de descargarse sobre el platillo y la caja. Como cae el juicio divino sobre aquellos que tienen una chispa suya, un alma. Hay quienes buscan a Dios en los altares y entre telepredicadores, en el fondo de un vaso de whiskey o en una aguja, en el sexo sin sentido ni pasiones de un rápido en los baños de una discoteca sórdida. Porque la humanidad, en uno de sus pequeños resquicios, sigue recordando y anhelando el paraíso perdido y los demás... bueno, ellos depredan sobre los más queridos de dios, robando lo que pueden de sus almas y encadenándolos a las ruinas que quedan del Eden. Pues, al final, ¿qué es este mundo sino el cordero sacrificado en Su nombre?

Conozcamos ahora al último de los que escaparon aquella mañana de septiembre de la prisión infernal. Lo encontraremos entre los restos de su vida pasada, los recuerdos de sus tragedias cuya carga se volvió demasiado dura y fue con una sobredosis como pensaba ponerle final a todo. Hasta que Urel, no confundir con Uriel de la Última Casa, lo encontró y le ofreció la oportunidad de juntos construir palacios y maravillas como no se habían visto desde los tiempos en que los ángeles y los caídos surcaban los cielos en libertad. Y Adam Smith aceptó, un arquitecto con tantas muertes pesando en su conciencia, unido a aquel que había erigido fortalezas y monumentos pues era el principio mismo de la construcción. La heroína en sus venas no era impedimento suficiente para ellos que avanzaron, recogiendo los recortes de su rota vida, camino de un refugio donde construir su obra, a través de sendas olvidadas y desconocidas. Pues ese era el precio de su deuda con el Conde infernal que le había traído a través de la grieta. Encontró su lugar donde empezar, ocupado por una yonki en pleno ataque febril por el mono de abstinencia, y conseguirle un poco de tratamiento llevó a Adam a conocer a una pequeña iglesia protestante (imposible saber de cual de todas sus ramas, estos inventan particiones más rápido que hijos tienen los católicos) donde el Ministro local se preocupaba por proveer a los pobres y desfavorecidos de la zona.

Pero avancemos a esa siguiente mañana en que Jennifer se despierta en el piso de Claire y empieza a preparar el desayuno. Matthew está pronto en la puerta, presto para empezar con los planes, con su interés en el Obispo, o encontrar otras cosas sobrenaturales. Pero el plan era primero intentar conversar con Harry, el loco del psiquiátrico que, supuestamente, escuchaba la voz de Metatron. Para ello había que reunirse, de modo que hablaron con Violet para recogerla en el hospital y juntos ir todos a casa de George. Y se pusieron en marcha, en los coches bien distintos de Matthew y Claire. 

A Violet la encontramos despertando en el hospital donde había pasado la noche, y tanto tiempo en el mismo sitio sin duda la estaba afectando. Al fin y al cabo, los intensitos de la Casa del Cambio son dados a ver prisiones en todas partes. Y lista para poner fin a ese encierro se fue al mostrador a darse el alta voluntaria, pese a las reticencias de las enfermeras que pronto cambiaron de opinión ante el canto de sirena de la atleta. Tuvo tiempo para recoger sus cosas y bajar a la entrada, llegando a la vez que una ambulancia, y ver como Jennifer se bajaba para atender al mortal herido en la camilla. Violet tomó su asiento en la parte delantera del coche de Matthew, mientras Aislynn sanaba los huesos de aquella rotura múltiple ante la estupefacción y sorpresa de los enfermeros que ya temían que esa pierna no se iba a poder salvar en modo alguno. 

El último en discordia, George se despertó cuando su esposa Jane se levantó de la cama para iniciar otro complicado día en su bufete de abogados. Y pese a que el día iba a comenzar con una discusión como siempre, los poderes de dominio del cuerpo que ahora tenía le permitieron relajar a su esposa, y con una tranquilidad que el mortal nunca había tenido, preocuparse por sus problemas con los socios del bufete. Por primera vez en años de matrimonio, Jane comenzó el día con una sonrisa, preparando café para ambos. Reunirse con los demás en la entrada del piso dio pie a algunos comentarios y conversaciones, a planes sobre qué hacer, pero también permitió que algunos notasen la presencia de los sobrenatural en una tienda abandonada en la esquina cercana. Con su puerta tapiada, aunque sus cerraduras baratas no pudieron detener a Claire y Violet, claramente el dueño de aquel antro hacía tiempo que había perdido el control del mismo y lo que unas horas antes había sido un antro ahora había sido reconvertido en una espectacular catedral subterránea, en cuyo aire aun resonaban algunas de las sílabas de un nombre celestial. Y Adam, el arquitecto de aquella renovación, se encontró con los demás Caídos, completándose con ello el sello de siete Casas, con sus respectivos miembro huyendo juntos por la grieta infernal, sus deudas lastrándoles desde el profundo Infierno. 

Unidos todos en su desorientación y la necesidad de respuestas, algo tan afín a los crípticos de entre los Caídos, fueron hasta el destartalado y desaguisado psiquiátrico. Un lugar que a todos daba mala espina, pero en especial a Adam. Mientras la mayoría permanecía tomando un perrito en el puesto de Joe's, Jennifer acompañó a George al encuentro con Harry. Convencer a la enorme celadora fue complicado, todo para encontrar a un paciente completamente sedado. Limpiar el veneno de su sangre le devolvió la conciencia, pero no la cordura, y sus palabras entremezclaron lo que tenía sentido con lo claramente demente. Profundamente alterado, Harry debía esparcir por orden de Metatron la advertencia de la llegada del Fin, pero era complicado creer sus palabras de anticristos y ángeles caídos cuando hablaba de reptilianos del centro de la tierra. Pero si, como creían los Caídos, aquel mortal era un pacto de otro demonio que estaba haciéndose pasar por Metatron, oiría su mensaje de que se encontrasen en esa noche o en las dos siguientes en el kiosko de Central Park. Con esta información, Dae-su consultó el Patrón que entretejía el mundo y, buscando indicios de la llegada del Anticristo, encontró que en dos noches se produciría una invocación en uno de los elegantes edificios de la zona del puerto de Manhattan, no demasiado lejos de la sede de las Naciones Unidas.


El siguiente punto en el itinerario, a la espera de esa noche, era esclarecer lo ocurrido con el Obispo Douglas con respecto a su juicio por pederastia y el inexplicable fin del mismo. Dae-Su tenía especial deseo de destruir al hombre santo si había cometido esos delitos y, de modo sutil, Claire le mostró que estaba de acuerdo con él. E incluso Jennifer dijo que no se interpondría si usaban la violencia. Pero primero deberían encontrar al sacerdote, liberado el día anterior, así que pusieron camino a la Catedral de Saint Patrick. Llegar no fue problema pero entrar sería otra cosa pues, cuando llegaron a sus amplias puertas tras el oficio santo, encontraron una fuerza de algún tipo que no les permitía el paso. Y aquellos más atentos incluso vieron bullir el agua sagrada de la pila bautismal. Los más sensibles notaban el peso y la fuerza de la fe acumulada entre aquellas paredes, tan pura como no sentían desde tiempos del Jardín, y Adam pudo notar las leves indicaciones de que los constructores de aquel edificio habían sabido de conocimientos ocultistas, cabalistas, numerológicos o masónicos, pues aquel lugar encerraba poder por si mismo. Secuestrar para interrogar al obispo en el interior del templo sería imposible a sus ojos, pero no cuando lo abandonase para ir a comer o a cenar. 

Así que la mayoría fueron al Starbucks cercano para mantener vigilancia sobre el lugar. Mientras tanto, Matthew acompañó a George a comprar un traje para la entrevista del día siguiente en la clínica del Doctor Derrier. Le llevó a uno de los sastres que le hacían sus trajes a medida, pero George no estaba habituado a sitios de esa calidad y trato y, en el trascurso del encuentro cometió algunos errores de etiqueta, como sugerir alquilar un traje, que no tuvieron grandes consecuencias pues Matthew estaba ahí para tranquilizar las cosas. Y esa misma noche, el sastre tendría un traje ajustado para la talla de George, pues confeccionar el traje a medida requeriría más tiempo y no estaría listo para la reunión del día siguiente para conseguir trabajo. Tras ello, a la peluquería, donde se encontraban cuando los demás les avisaron de que el Obispo estaba en marcha.

En efecto, James Douglas abandonaba la catedral hacia la limusina donde lo esperaba su chófer para llevarlo al siguiente sitio. Con el coche de Claire en el parking no podrían seguirlo instantáneamente, pero la suerte estuvo de su lado y, contra todo pronóstico Dae-su consiguió colarse bajo el coche y engancharse al mismo, llevando el móvil de Jennifer para que marcase su posición. Así los demás pudieron seguirles por las calles hasta que el vehículo se detuvo delante de uno de los rascacielos vecinos al Empire State. Rascacielos, que nombre más irónico, pero cosas de mortales, supongo. Lo que importa es que en ese edificio se encontraba una de las residencias del Gobernador Phillips, con el que claramente el Obispo iba a encontrarse para comer. Solo el coreano podía intervenir, mientras los demás se aproximaban en coche, así que para ganar tiempo desató la luz para cegar al sacerdote y su chófer. Estos, cegados y sorprendidos como las demás personas de la acera de aquella calle del Downtown, se intentaron orientar bajo ataque, pero Dae-su aprovechó esa confusión para desarmar al conductor no sin poder evitar recibir un puñetazo. Pero los transeuntes más alejados del lugar y que no habían sido cegados, comenzaron a sacar sus móviles y cámaras y a retransmitir lo que estaba ocurriendo. El poder de la sociedad del espectáculo, al fin y al cabo. Bajo presión y sin saber cómo gestionar lo que estaba ocurriendo, el encargado celestial de la matemática de las formas vivas saltó hasta una vigésima planta de la torre, quedando allí mirando hacia abajo.

A tiempo lo hizo para ver a Jennifer descender del coche casi todavía en marcha de Claire para llamar la atención sobre lo que él estaba haciendo, y las cámaras se alzaron hacia el hombre colgado de la fachada. Usando sus saberes de tiempos arcanos, Ceruel convenció al Obispo de que eran gente digna de confianza y consiguió encaminarlo al coche de Claire para evacuar de allí. Esta esperaba en el asiento trasero para acompañar al Obispo por si había cualquier problema, y Violet se sentó en el asiento del conductor. Pero el tráfico en la zona se volvió un caos pues desde la fachada, Dae-su vio la llegada de un coche patrulla de la policía y de un nuevo flashazo cegó a su conductor y aquellos que se encontraban en la calzada en el momento. Por fortuna no hubo accidentes pero el tránsito se detuvo mientras conductores incapaces de ver buscaban lugares donde detenerse en seguridad, y en medio de este caos Violet arrancó el coche y sacó a todos de allí, si bien con la complicación de prestar atención a la conducción su intento de interrogar al Obispo allí fue un fracaso. 

Dae-su corrió a la azotea a continuar su huida, mientras Jennifer quedaba abajo convenciendo a los transeuntes de prestar atención al hombre de la fachada e ignorar con quien se había ido el Obsipo. Pero su cara acabaría en más de un post de Reddit, entre trolls y cavernícolas comentando lo buena que estaba, debido a que más de uno de los que estaban grabando la detuvieron para preguntarle lo que estaba ocurriendo. El coreano, al llegar a la azotea, encontró que se aproximaban rápidamente un helicóptero de la policía y uno de la prensa, y saltó directamente sobre el primero que, por fortuna, no se estrelló cuando el Caído le redujo el peso de la gravedad. Desde allí intentó escabullirse con sus alas en su forma apocalíptica y, si bien no logró pasar desapercibido a los pilotos, estos fueron incapaces de entender lo que estaban viendo y eventualmente acabarían encontrando alguna autojustificación (más bien autoengaño) para justificar que no habían observado a un ángel alejarse del vehículo volador surcando el cielo con sus alas. 

Mientras Jennifer iba a encontrarse con Dae en taxi, y Matthew y George salían a las prisas de la peluquería ante las noticias que sonaban en la radio, los demás llegaron hasta el lujoso edificio de apartamentos del Obispo. Este les llevó arriba y, con la total confianza que ahora sentía por Violet, no tuvo problemas en contarles de su misión sagrada por luchar contra los monstruos demoniacos que caminaban por las calles llenas de pecadores de Nueva York, así como confirmar que en efecto se acostaba con menores, aparentemente porque Dios le decía que eran pecadores que solo podía limpiar con su sagrada semilla. He oído excusas peores para actos peores, pero no demasiadas a fuer de ser sincero. Y también les habló de que tenía colaboradores en esta lucha contra el Infierno y sus sirvientes, en especial el Hermano Damian. Intrigados, Violet y Adam sugirieron quedarse a comer y así conocer al Legionario de Cristo. En ese tiempo, Jennifer llegó hasta allí pero Dae-su decidió no subir a comer con el Obispo, demasiado había llamado ya la atención y su fe se agotaba, de modo que permaneció discretamente sentado en frente en una cafetería de estas modernas y gentrificadas con nombres largos para justificar el precio exorbitado de sus cafés de segunda. Esto le permitió ser el primero en identificar la llegada de Damian pues algo sobrenatural acompañaba a aquel joven rubio. 

El encuentro de este con los demás fue mucho más tenso, reconociéndolos como sirvientes del Diablo y ellos a él como algo sobrenatural. Guerrero sagrado de Dios, su misión era destruir a demonios de toda clase, pero ellos habían salvado la vida del Obispo a quien Damian idolatraba a su retorcida manera, de modo que aquella mañana no habría más derramamiento de sangre. Violet incluso consiguió que se quedase a comer con ellos aunque el fanático inicialmente era opuesto a esto y tendía a ver como mentiras cualquier cosa que saliese de la boca de los Caídos, tuviese o no razón para ello. Douglas logró suavizar un poco toda la tensión mientras Rosita, el ama de llaves, servia la comida. Y entre cuestionamientos y palabras duras, algunas verdades salieron a la luz. Fue Damian el que había matado  y desaparecido a los testigos que había en contra del Obispo para protegerle, pues la misión de luchar contra los numerosos demonios que infestaban Nueva York era más importante. Además, ellos dos creían que Dios les hablaba, aunque cuánta verdad hubiese en esas palabras aún estaba por ver. Con el final de la comida acabó aquella extraña tregua entre potenciales enemigos y los Caídos abandonaron el lugar para que Monseñor Douglas pudiese descansar.

Cerubiel, que había estado intercambiando algunos mensajes con su hermano, fue al piso de Aspen pues Violet quería cuidar y mejorar sus vidas. Aspen, un soltero de buena vida, tenía su apartamento en Brooklyn, cerca del famoso puente, y recibió a su hermana con un fuerte abrazo, entre infinidad de preguntas sobre cómo se encontraba. También la hermana menor de ambos, Rose, se encontraba allí hecha un ovillo en el sofá, pues era la que peor llevaba la muerte de su padre, siempre había sido su favorita. La pequeña se acurrucó contra Violet cuando ella se le acercó e intercambiaron algunas palabras tiernas, pero Cerubiel no sabía manejar la situación y algunas de sus palabras acabaron molestando a su hermana que salió llorando hacia el dormitorio. Los dos mayores quedaron hablando en el salón de la recuperación de Violet y de su madre Emma, de si había hablado ya con su entrenador, del funeral de su padre y de la casa familiar que estaba ahora vacía a las afueras, en los suburbios. Hacia allí se dirigió Violet al despedirse de su hermano, en busca de ese espacio familiar que pudiese tranquilizar a su parte mortal que tanta de su vida había visto destruida. 

Mientras tanto, Adam y Jennifer fueron primero al sótano/tienda que había ocupado el arquitecto, encontrando que lo ocurrido había llamado la atención y ahora curiosos y realtors estaban evaluando el prodigioso lugar pensando en cuánto se podía solicitar de alquiler por algo así. De modo que fueron al Spanish Harlem en busca de la banda de la latina, encontrándoles en el piso. A Fernandito se le oía hablar de la Wendy desde fuera del piso decrépito y en fatal estado, y fue el más joven de la banda el que les dijo que esa mañana había habido otro tiroteo con los Gangsta 10 y los negratas habían acabado con la vida de Antonio. Porque así son las cosas entre las bandas de las calles de Nueva York. Para reformar el piso con sus poderes, Adam necesitaría el apoyo de Rodrigo, el hermano de Jennifer y líder de Red South, pero este estaba frustrado hablando por teléfono con los del Cártel; los mejicanos no parecían estar dispuestos a meterse en el fregado por unas bandas de poca monta, al fin y al cabo la vida es barata y distribuidores en las calles hay muchos. Convencer a Rodrigo, que tenía otras cosas en la mente, de la necesidad de reformar el lugar fue parcialmente complicado, pues para nada quería que la Virgencita viese algunas de las cosas que allí ocurrían. Pero finalmente ocurrió y de paso les dijo que a Antonio se lo habían llevado a la morgue

La sede de la policía de Harlem estaba infrafinanciada y sobresaturada de trabajo y para poder ver el cadáver tuvieron que decir que se encontraban allí para identificarlo. Eso les llevó a conocer a la Detective Heather Erikson, cuya ascendencia nórdica se notaba en su pelo rojizo y su juventud física contrastaba con el cansancio y agotamiento que transmitían unos ojos que ya habían visto demasiado. Les llevó al depósito de cadáveres donde el cuerpo acribillado de Antonio fue expuesto por el forense y, ante la sorpresa de los dos mortales, unas palabras de Aislyn le devolvieron a la vida. Los dos humanos no podían procesar la resurrección pero Jennifer plantó en Erikson la primera semilla de un posible pacto con la promesa de una vida mejor fuera de aquel precinto, y dejándole su teléfono.

Pero de las consecuencias de todo aquello, la búsqueda del supuesto Anticristo, de rituales nocturnos y obispos cazadores de demonios habrá tiempo para hablar sin duda. Solo hay que seguir el ritmo de la baqueta jugando sobre los timbales.

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