Paraíso Perdido 6: Vida de pecado

La mano rasga las cuerdas de la guitarra con la indolencia del pecador, mientras la voz narra la historia de un muchacho bien educado que, a lo largo de su vida, toma las decisiones equivocadas y acaba cayendo en la senda al Infierno. Curioso paralelismo con los propios Caídos, bien enseñados por Dios cuando los creó, y que sin embargo abrazaron personalmente la manzana del Pecado Original. Y ahora, entre torres oscuras y pozos de lava y ciénago, esperan al final de la Eternidad en su prisión, maquinando como romper sus barreras y barrotes.

Violet es quien reúne al grupo esa mañana de septiembre, pues ha estado indagando en distintos asuntos online, encontrando dos de su interés: un brutal asesinato, y los rumores de un misterioso tren que solo aparece a medianoche. Dado que hasta esa hora había que hacer tiempo, decidieron empezar a mover ficha a ver si algo de lo ocurrido en el Bronx podía ser investigado. La clave en este caso fue Matthew que tenía un viejo amigo, Graham, en la NYPD. Si bien su amigo era del precinto de Manhattan y más de delitos financieros que homicidios, conocía gente en el precinto del Bronx y tras hacer unas cuantas preguntas pudo responder a algunos de los asuntos: aparentemente había sido un crimen muy brutal, donde el asesinado había aparecido en un callejón del Bronx y parecía quemado desde dentro. Habiéndose encontrado la noche anterior, el forense aún no había hecho la autopsia pero algo en todo ello tenía asustados a los policías del Bronx. Mientras tanto, consultando los patrones, Dae-Su se encargó de confirmar que esa noche el tren misterioso aparecería en la estación de Times Square, pero no pudo encontrar nada de los asesinatos.

Y fue mientras se indagaba en esto que Cerubiel escuchó su nombre celestial, pronunciado en el Infierno, y la voz de Belcebu sonando directamente en su oído. El demonio, sabio críptico de la Casa de las Estrellas quería saber como iba la búsqueda de respuestas en el mundo. Si él supiese el estado del mundo quizás dejaría de buscar lo que a nadie parece importar. Hablando con él, el demonio de las mareas pudo descubrir que había otro críptico en Nueva York, ocupando el cuerpo de un bibliotecario en la National Library. 

Con la información de Graham de dónde se había encontrado el cadáver de la víctima de asesinato, fueron todos a un callejón decadente al extremo, en una de las peores zonas del Bronx. Quizás deberían dar las gracias de que nadie les atracase o intentase mendigar, pero tal vez los que deberían agradecer que no hubiera habido tal encuentro eran los meros maleantes mortales. El callejón estaba teóricamente precintado por la policía, pero la barrera de cinta había sido apartada por el mendigo que dormitaba al fondo, como vio Violet. Dae-su intentó investigar la escena pero solo pudo concluir que la policía había hecho una chapuza al investigarla. George se encargó de que el mendigo quedase libre de las drogas que corrían por sus venas y este empezó a responder a sus preguntas, previo donativo de un puñado de dólares de Matthew. Les contó que él había sido testigo, colocado eso sí, de cómo dos hombres bien vestidos venían, discutían y uno de ellos disparaba al otro con una pistola que le hacía explotar desde dentro. Algo que Adam identificó que debía tratarse de algún artefacto mágico como los que él habría podido hacer durante la Edad de la Ira. Violet consiguió sonsacarle al mendigo que parecían haber discutido acerca de algo de caminar el camino recto, o de venganza y justicia, mientras George le intimidaba para que entendiese que no podía pedir más dinero por esa información.

Mientras indagaban con el mendigo, Aislynn escuchó su nombre desde las profundidades infernales, pues el Duque Azazel quería explicaciones sobre sus indagaciones en busca del Lucero del Alba. Pero desgraciadamente la médico no tenía respuestas concretas que poder darle sobre su paradero de momento, más allá de que había sido avistado en L.A. Aislynn le contó entonces que la guerra había acabado con la desaparición de la Hueste, algo que sorprendía y desesperaba al poderoso Duque. Y por mucho que George intentó meterse en la conversación, se encontró con la firme pero educada oposición de Jennifer.

Hablando del Sr. Jungle, le tocaba acudir al psiquiátrico del Dr. Derrier para su entrevista de empleo. Así que todos fueron a Jersey, previa parada en casa de George a que se vistiese con el traje que Matthew le había regalado. El que había sido agujereado no, el nuevo. Mientras los demás le esperaban a la salida, el psicólogo se adentró en la clínica para reunirse con la encargada de recursos humanos. La entrevista iba bien, hasta que llegó la parte de la prueba de informática, imprescindible para quienes fuesen a trabajar allí, donde George no estaba suficientemente preparado. Y aunque intentó argumentar y convencer los programas que manejaba la clínica eran imprescindibles para los tratamientos y metodologías que allí se seguían y, al menos de momento, no fue posible que le diesen empleo. A la salida, se puso a hablar con Dae-su y Matthew acerca de montar su propia clínica, mientras Violet y Jennifer veían de adentrarse en las instalaciones para atender a los heridos y necesitados. Decidieron al final no hacerlo tras hablar con la recepcionista a través del telefonillo, pero Jennifer decidió que si quería enderezar a la humanidad debía convertirse en la líder de la mayor secta: Presidente de los Estados Unidos. Violet además se encontró frustrada con que el equipo del Arzobispo nunca devolvía sus llamadas y siempre tenían excusas, y estaba claro que el clérigo había roto su embrujo y se había dado cuenta de lo ocurrido y no debía estar precisamente contento con ello.

¿Y Adam? Este había oido su nombre pronunciado en el Infierno de la boca de Astaroth, el poderoso general luciferano que le había enviado al mundo. Quería saber cómo iba la construcción de la fortaleza que le había encargado para poder alojar a las legiones infernales y retomar la guerra contra el enemigo y arrasar la Creación. Consiguió hablarlo y gestionarlo para que el general le diese más tiempo, pues Astaroth paciente no era y sabía que tanto no podía llevarle erigir fortalezas, y rápidamente estaba dispuesto a llevarlo de vuelta al Infierno y enviar al mundo otro que sí cumpliese sus exigencias.

El grupo se dispersó entonces hasta que llegase la noche. Jennifer fue a incorporarse al partido demócrata como voluntaria, y acabó por ver la brutalidad que los seguidores del alcalde habían sufrido cuando en pacífica protesta habían ido ante el evento de la candidata republicana a la alcaldía. Adam regresó al despacho de arquitectos donde había trabajado y a la fuerza interrogó a uno de sus antiguos compañeros y descubrió que quien sabía algo de lo que le había ocurrido era Adrienne, que había entrado con él como becaria, pero cuando fue a exigirle respuestas la chica no se encontraba en la firma. George regresó a casa y tuvo oportunidad de cenar con su esposa cuando esta regresó del trabajo, dolorida por el creciente cáncer en su interior y los problemas del mal ambiente en el bufete.


Media hora antes de la medianoche se encontraron en los andenes de la estación de metro de Times Square, como Dae-su había sugerido. A aquellas horas de la noche de un lunes, pocos viajeros quedaban y el ambiente allí era bastante tétrico. Y puntual, un extraño vagón de los años 30 hizo su entrada, su cofia de hierro resonando en la estación ante unos mortales que parecieron no verlo y regresar a sus asuntos mientras el horario del próximo metro se retrasaba dos minutos. Solo los demonios abordaron el vagón del medio, encontrando a una mujer de ropas ricas y un hombre en traje de trabajo, parecidos como algunos viajeros de aquel tiempo pasado. Hablando con ellos, los ojos observadores pronto se dieron cuenta de que, de algún modo, se trataba de fantasmas, en el momento en que las puertas del vagón se cerraron y el tren abandonó la estación, adentrándose en una extraña niebla. Esta se colaba en el interior del habitáculo por las junturas y parecía querer drenar algo de los demonios pero era incapaz, y en sus extrañas formas temporalmente se formaban las figuras de pasajeros de otros tiempos. Aquellos que habían montado en aquel espectral tren a lo largo de los años. En busca de respuestas, Adam y Violet se encaminaron hacia la locomotora, pero al intentar pasar entre vagones se sintieron arrastrados por una titánica fuerza que buscaba lanzarlos fuera del tren. Si bien Violet logró superarlo, Adam necesitó la ayuda de la deportista así como de su cinturón, que Jennifer animó para ayudarle, pues el arquitecto pudo identificar que aquel era el mismo vórtice o fuerza de atracción que había sentido cuando había abandonado el Infierno y no había encontrado aún un huésped adecuado.

Ya en el vagón frontal, donde un hombre negro fantasmal intentaba retener un mínimo de vida tras una brutal paliza, los dos continuaron avanzando hasta entrar en la locomotora. Y si bien el resto de fantasmas parecían responder solo cuando se interactuaba con ellos, el maquinista se volvió con sus ropas de época y sus ojos llenos de un hambre voraz. Al mismo tiempo, el tren abandonó la niebla y una oscura y terrible ciudad en ruinas fue visible, azotada por una terrible ola negra, y todos allí se sintieron más débiles. Cuando el maquinista se lanzó a por Violet para alimentarse de ella, esta se transformó en una forma acuosa y abandonó el lugar, mientras Adam trataba de animar el tren para protegerle. Pero como Jennifer había visto antes, aquel tren no parecía responder a sus órdenes, pues no parecía estar hecho de materia. La médico, así como Dae-su, vieron a Violet huir y rápidamente se movieron de vagón para reunirse con ella, si bien el coreano necesitó ayuda para cambiar de vagones ante la tremenda fuerza de atracción de lo que fuera que les quería lanzar fuera. Mientras el maquinista se intentaba alimentar de ellos sin éxito, Dae-su se encontró impotente con que sus poderes no podían hacer nada, pero observó un terrible espectro de gran poder que miraba hacia el tren desde lo alto de la ola, una criatura que tenía la capacidad de hacerles daño de verdad. Por fortuna, antes de que el espectro pudiese hacer nada, Jennifer y Violet convencieron al maquinista de que terminase el viaje y les llevase a su destino, y el tren se adentró de nuevo en la niebla y salió en la estación de tren de Newark, en Jersey, fuera de la línea de metro. Todos los mortales que esperaban trenes para ir a trabajar a Nueva York aquel martes parecieron centrarse en sus asuntos, menos una joven que Jennifer tuvo que despistar a cambio de responder a sus preguntas en Instagram sobre aquel extraño tren.

Después de eso, Violet, Adam y Jennifer decidieron seguir la pista del otro demonio del que Belcebú había hablado y fueron a la National Library en Manhattan. Aun no había abierto, tan temprano por la mañana, de modo que desayunaron charlando tranquilamente de lo ocurrido en un Starbucks cercano, cuando poco antes de que la biblioteca abriese sintieron un efecto sobrenatural breve pero real en la misma, uno que Aislynn identificó como relacionado con viajes de algún modo. Entrar en el edificio fue sencillo, especialmente cuando a Violet una de las recepcionistas la reconoció y estuvo encantada de ayudar al estar ante una famosa. Les llevó a la zona donde trabajaban los archivistas y curators pero, siendo un puñado de ellos, saber cual era el demonio sería difícil. Así que Aislynn optó por usar uno de sus poderes, solo para que el otro lo notase y, en efecto, uno de los directores de la biblioteca fue rápidamente a su encuentro y les hizo pasar a su despacho. Pero aquel críptico no era como Euterpe, se negaba a dar más información o colaborar donde no fuera necesario, y el intercambio de información fue tremendamente frustrante para Violet que finalmente se levantó de la reunión y, en nombre de los tres, les llevó a dejar a aquel hombre que solo se había identificado como Jordan. Aparentemente los rumores señalaban, según él Lucifer había sido identificado en Berlín y nadie parecía haber visto ángeles aunque había historias de segunda mano de su presencia. Frustrada y enfadada la críptica ante lo que ella esperaba fuese un aliado que había resultado no serlo, se fue despotricando contra él durante el camino a la salida.

Fue entonces que Adam les dijo que él tenía una visita personal que hacer, y los otros dos decidieron acompañarle a su oficina de arquitectos en busca de Adrienne. Encontraron a la mujer en su despacho hablando con el dueño del despacho, Miles Ward. Se quedaron a solas con la arquitecta que, bajo la influencia de los Saberes tormentosos de Cerubiel, confesó su papel en la desgracia que había caído sobre Adam cuando ella modificó sus planos para que el edificio de la comunidad vecinal de Harlem tuviese problemas. Si bien ella no esperaba que este se hundiese y matase a los ocupantes como había ocurrido, no tenía problemas con ello, habiendo conseguido así que echasen a Adam de la firma y ella haberse quedado con su puesto como arquitecta. Su confesión querían que la viese Ward así que Jennifer le fue a buscar, pero el hombre fue un hueso mucho más duro de roer y también estaba en el ajo, como lo estaba el capataz de la obra, un hombre llamado Fred Murdoch. Al final, tras chantajes y manipulaciones, grabaciones de Violet de las confesiones (que casi borra por error al subir a la nube, ¡malditas nuevas tecnologías y sus pequeños iconos!) y una buena dosis de forma apocalíptica, los dos acabaron pactando con Adam para restaurarle como arquitecto a cambio de juventud y belleza para él, y posición y dinero para ella. A cambio, su fe, su puesto de trabajo y las oportunidades asociadas serían para el demonio, que así se acercaba a cumplir lo que le había prometido a su huésped, si bien cosas como el recuperar su licencia del Colegio de Arquitectos seguían estando en el medio. 

Y así terminó aquella mañana de martes, después de que el Infierno hubiese empezado a acuciar con cumplir lo prometido y hubiesen tenido su primer encuentro innegable con lo sobrenatural fuera de lo demoniaco en aquel vagón de metro antiguo. Pero también otro de los Caídos de Nueva York había entrado en nuestro relato y nuevos pactos sellaban la vida de más mortales. Pues allá donde caminan los ángeles de alas negras, al final las almas de los mortales quedan una vez más atadas a sus decisiones y deseos por los poderosos lazos del deseo, de la ambición, de la inmortalidad o tantos otros pecados que les hacen vulnerables a toda clase de pactos. Pues, al final, así los habían moldeado los ángeles en tiempos anteriores a la Edad de la Ira, cuando la Manzana acababa de ser comida.

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