Paraíso Perdido 5: Bailando con el diablo


La mañana de aquel sábado comenzó de forma abrupta. Jennifer y Adam estaban haciendo cosas en el piso ocupa cuando la primera escuchó ruido inesperado de la calle. Al asomarse encontró unos coches sin marcas llegando y aparcando y aunque su primera idea fue que se trataría de los Gangsta 10, pronto vio que no, que eran los federales. Los pandilleros salieron por patas mientras Jennifer se encargaba con los feds y Adam se escondía, pero de nada sirvieron ambas cosas cuando los dos demonios acabaron siendo esposados y llevados a comisaría. Encerrados preventivamente, sus huellas tomadas y fotos hechas para sus hojas policiales (aunque la latina ya tenía registro de antes y quizás también el arquitecto), las cosas entre barrotes no mejoraron cuando un matón quiso seducir... bueno, seducir quizás de una imagen más positiva delo que merece, quiso coaccionar a Jennifer y, cuando fue rechazado, se volvió para agredir a Adam. Pero este manifestó su forma angelical, su cuerpo hecho de piedra destrozando los nudillos del criminal, pero todo intento de esconderse se había roto de modo que transformando las cerraduras de su celda en arena y con su velocidad sobrenatural, Urel abandonó la comisaría antes de que nadie pudiese hacer nada al respecto, mientras Aislynn permanecía tranquilamente encerrada para cooperar con las autoridades.

Mientras tanto Violet, pensando en lo hablado con Euterpe la noche anterior, fue hacia los muelles deportivos donde la mortal sabía que estaba su navío esperando. Retomar contacto con el mar debería ser positivo, y aquel sábado de septiembre, pese al creciente fresco de finales del verano, la gente lo estaba pasando bien sacando sus yates a navegar o tomando copas con amigos en el club náutico. Su propio navío estaba desmontado parcialmente para estar almacenado, ya que alguien lo había preparado para ello cuando se supo del accidente de Violet. El joven Eddie, uno de los muchachos que ayudaban en el puerto, se lo contó a la joven, sorprendido y encantado de verla repuesta. Fue más tarde, entre las olas de la bahía y las aguas solo ligeramente contaminadas, que las pesadillas de esa noche regresaron a la mente de Violet y, durante un tiempo, separar realidad de recuerdo fue complicado. Pues igual que las aguas mecían ahora su navío, recordó un tiempo en que otras mareas mecían los muelles de una ciudad de pacíficos humanos, cultos y mercaderes; recordó la llegada de la Hueste dirigida por Grazael de la Justa Retribución, y como en la batalla las olas quedaron rojas de sangre de mortales y ángeles por igual, las plumas arrancadas de las alas meciéndose en medio de la violencia. Y cómo, tras un combate terrible, el general angelical la tuvo completamente a su merced, pero cómo sobrevivió a aquello es algo que de momento se le escapaba, pues de vuelta estaba entre las olas de la bahía. Solo que ahora no se sentían ya tan alegres ni quedaba ya tiempo de solaz, el recuerdo de la Guerra de la Ira le sacudió por dentro y le llevó a poner de nuevo rumbo a puerto.

Matthew por su parte sabía que era hora de resolver sus diferencias con Don Corleone pero ante la ausencia de Claire y una resolución más violenta, el estafador había decidido sacar mayor partido a toda la situación y marchó de vuelta a la casa del Don junto con George, previo recoger su traje del sastre y que el psicólogo se vistiese presentable con él. La mansión de Michael Corleone esperaba pero decidieron que, en vez de dialogar (que es lo que uno esperaría de ellos y sus Casas) iban a infiltrarse sin ser vistos para conseguir una audiencia con el capo di tutti capi de Nueva York. Y, por alguna razón, no se les ocurrió que un muro de plantas que crecían a toda velocidad a su paso para esconderles no era la forma más sutil de alcanzar sus objetivos. De modo que rápidamente los guardas que vigilaban la puerta fueron hasta allí y, pese a las palabras de los dos demonios, abrieron fuego, sus pistolas consiguiendo herir de cierta seriedad a George. Ahí se acabó la paciencia de Matthew que en su gloria de la Primera Casa mostró el brillo de su halo y sometió la voluntad de los mortales ante el recuerdo innato en todos ellos del tiempo que habían luchado del mismo lado en la Edad de la Ira. Y serían esos matones los que les guiaron dentro, en busca del Don.

Adam tras huir buscó de nuevo la biblioteca de la otra vez, donde continuó buscando en el pasado mortal, descubriendo algunas cosas extrañas como que algunos de los miembros de su empresa de arquitectura parecían saber que el accidente iba a ocurrir antes de que ocurriese, o que revisando sus propios planos, Urel pudiese dictaminar que no había defecto en los mismos y que el edificio no debería haber colapsado. ¿Casualidad o conspiración? Quizás era pronto para decir, pero sin duda había más en aquella historia de lo que inicialmente había pensado el demonio.

A Jennifer se la llevó de la celda Lara Pensworth, al agente del FBI a cargo de toda la redada, en colaboración con la ATF. Algunos otros miembros de la banda habían sido detenidos también al huir y ahora tocaba interrogar a la médico. Si bien las cosas inicialmente fueron como Lara esperaría, y Jennifer incluso admitió ciertos delitos (como robar cajeros) la cosa se torció cuando, para intimidarla y presionarla, la federal jugó la carta de aumentar los cargos con pruebas falsas como que le habían encontrado un arma. Algo que Aislynn no se tomó nada bien, liberándose de sus grilletes y tomando su gloriosa forma de antaño, impuso el miedo y dominó la situación. Exigió que se liberase a todos los miembros de su banda y que les dejasen regresar tranquilos y así pudieron regresar a su piso franco, mientras los pandilleros tenían que escuchar las palabras de Jennifer y su primer choque con su hermano Rodrigo, pues ambos tenían una dirección muy distinta en la que querían llevar a la banda. Al llegar al piso, con muchas cosas incautadas por la policía o los federales, le llegó una llamada de Violet para reunirse, y se organizaron con Adam para estar juntos de cara a los planes de esa noche con Metatron. Sin duda, ni Adam ni Jennifer habían sido los más discretos a la hora de solventar la situación, pero eso para ellos no era problema, lo sería para otros que pronto se enfadarían con esas rupturas de antiguos pactos y normas. Pero ya se sabe que quien ajos come... pues vampiro no es, o algo así. Ya me entendéis.

Mientras tanto, los matones llevaron a Matthew y George en dirección al despacho del Don, pero este se encontraba reunido y no tenían cita con él. Podrían haber ejercitado la virtud de la paciencia, de la negociación, esperado a que terminasen o tantas otras cosas, pero aparentemente eso no estaba en su plan. Sin duda el Diseño Divino debe ser misterioso, pero no incluía que sus demonios se tomen unos minutos de espera como algo que no sea la más terrible de las afrentas. Así que como Adam y Jennifer en sus caminos, Matthew y George adoptaron sus formas angelicales e irrumpieron en la reunión de los mafiosos para tratar sus temas. El propio Don se encontró incapaz de gestionar la presencia de ángeles en su despacho, de modo que fueron el Consiglieri Thomas Feargal Hagen y el otro entrevistado, Luigi Falcone, líder de la familia del mismo nombre, los que llevaron el peso de la conversación. Hubo momentos de tensión y manipulación, Luigi incluso disparó a George pero por los nervios su bala falló a su objetivo, pero al final se impuso lo que Matthew quería. Porque quizás los ángeles no conociesen a aquellos mortales, pero el estafador sí conocía bien el ambiente criminal de Nueva York, sus contactos trayéndole mucha de la información de lo que ocurría en la oscuridad. Así fue como pudo pactar con Michael Corleone a cambio de garantizar la sucesión adecuada de su familia a manos de su hija mediana Lisa; a Thomas le ofreció la influencia necesaria para tratar de cambiar las leyes de la ciudad y que se pudiese abrir un casino en condiciones; y a Luigi la fuerza que ansiaba para imponerse cuando llegase el momento. Quizás, como afirmó George, los tres pactos acabasen siendo incompatibles entre si, pero al menos de momento esas fuentes de fe, esos aliados y el perdón de la deuda de Matthew quedaron firmemente establecidos con el pacto infernal. Y es al salir de la mansión que acuerdan el encuentro con los demás para pasar juntos la tarde a la espera de la noche.

Un sábado noche, Central Park es un lugar lleno de vida y energía, y allí se encontraron con Euterpe como habían hablado la noche anterior. Y entre el sonido del violín y los borrachos y fiesteros, las horas van pasando en medio de una apasionante conversación sobre los tiempos pasados, el Plan Divino... y la idea de que si aquella ciudad y mundo no tenía ángeles ni (teóricamente) demonios quizás era porque era el infierno personal de los humanos por su Pecado Original, aunque técnicamente Aislynn no dijo eso exactamente. Cerubiel buscaba respuestas, como críptica que era, y encontró el acuerdo de Varadiel que pertenecía a su misma facción, pero desgraciadamente los allí presentes solo podían conjeturar y por mucho que llamasen por Metatron, este no se presentó aquella noche. Fue hablando de si Harry habría sido un interlocutor válido que los conocimientos esotéricos de Adam entraron de nuevo en juego y si bien había algunos patrones de lo que el loco había dicho que podían encajar con lógicas infernales y místicas, era difícil saber si era un hecho sólido o una casualidad, pues las revelaciones del esquizofrénico carecían de suficiente contexto para poder ser interpretadas. Y Euterpe les contó que había rumores de que Lucifer había sido visto en Los Ángeles, pero que ella creía que eran historias esparcidas por los luciferinos para mantener viva la leyenda. 

Sea como fuere, mientras todos regresaban a sus casas para pasar la noche, sin más respuestas a sus preguntas, una cosa había cambiado. Una noche más, una conversación más, sus lazos lentamente se iban forjando, entre sí y con sus propios mortales. Pues si los ángeles y demonios son algo, es seres sociales y es cuando están con los suyos y con los mortales, organizados en Coros o diseminados en el caos, cuando más cerca están de poder cumplir la promesa que Dios puso en ellos.

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