Belle Epoque 4
Drahý otce,
He de reconocer que, tras los eventos de anoche, hoy amanecí tarde. Pero, pese a ello, me complace contaros que ha sido un día productivo. Me personé en la Opera Garnier para comenzar a ver los elementos necesarios para preparar la función de la que hemos hablado, aquí en París. Y Herr Garnier, que me recibió en su domicilio, resultó ser una persona excelente en modales y disposición. Teme el creciente poder prusiano y ve con buenos ojos la oportunidad de mandar un mensaje a su majestad el Emperador a través de este evento que reúna a Bohemia de vuelta con Austria. Será un evento caro, de eso no hay duda, pero mucho menos de lo que hubiera sido de otro modo.
Tras ello fui al llamado teatro italiano, donde Herr Gabriel me recibió para tratar el tema de usar su obsacení en la representación. Sinceramente, creo que la voz de Frauline Lecat es justo la adecuada para dar vida a las letras de la obra y elevarla a cotas que el libreto por si mismo no alcanza; que Herr Lefevre forme también parte de este elenco refuerza la presencia que podemos desplegar en el escenario, de cara a conmover al Emperador y restaurar con ello Bohemia a su correspondiente lugar. El hecho de que se fuese a representar en la Ópera Garnier sirvió como aliciente para el director del conjunto, que también se mostró más que dispuesto a participar aunque por motivos más mundanos que los más trascendentales que llevaban al arquitecto.
El resto del día ha sido uno de papeleo y trabajo en la embajada, sin nada destacable ni salientable. Cuadrar las cuentas siempre es lo más difícil pero con la buena voluntad más el apoyo de la familia, creo que esta empresa podrá salir adelante sin problema.
Continuaré trabajando en ello, padre
Maximillian Belcredi
---------------------------------------
El sol me envía a la mustia prisión de lo mundano, al conocido danzar en torno a cuestiones prácticas, al encierro de las paredes. Cuestionar a una niña, una colección de máscaras muchas hermosas y buenas, una sucia y podrida; mercader del Templo de Herodes sin Cristo que le expulse, puta babilónica que prostituyó su arte por trece monedas de plata. Roles y personajes, interpretados con premura y prisa, ante la presión del tiempo de las cosas cotidianas e irrelevantes, que consideran que son quienes de atar la libertad con acuerdos y votaciones. Miembros y representantes de una institución vacía, sin poder más allá del que le conceden aquellos que aclaman el retorno a las cadenas, sean estas de pintura, tinta o mármol. No se puede atar al viento, ni encerrar al humo, pues quien nada es no puede ser retenido. Así que parto en movimiento, mientras las faces educadas y hermosas y la fea vendida, permanecen atadas al lugar, a lo estático, a lo oculto. Lejos de la luz de verdad.
-----------------------------------------
En defensa de la virtud
Immanuel Kant, el gran filósofo ético, describe el imperativo categórico como la máxima de la moral: que cada una de nuestras acciones sea responsable y aplicable ante la universalidad de la acción humana. Flexible y adaptable a cada momento y lugar, dependiente de la voluntad y la conciencia moral de las personas. Un paso más allá de las postulaciones clásicas del liberalismo de Hume o Locke, donde la libertad es el bien mayor, un paso que concluye y ata las máximas morales del estoicismo de Marco Aurelio.
El bien no se puede codificar en una serie de rígidos postulados, aun si estos resultan válidos faros con los que crear los conceptos de una auténtica concepción ética de la vida. Los caballeros del Rey Arturo no tienen su posición en la Tabla Redonda como resultado de las leyes y tradiciones feudales que se les presuponen, sino por las virtudes y defectos que encarnan y las historias que de ellas se derivan. Gestas y errores que buscan educar y formar esa conciencia de lo correcto que cada uno debe tener en su interior.
Y temo que en estos tiempos de avance tecnológico sin precedente, en que el imperio de la razón utilitaria se alza de este a oeste, haya pasado el tiempo de la virtud; descartada, como algo incómodo, obsoleto y antiguo. Cuando es, al contrario, la brújula que debería guiar cada acción, cada paso y cada gesto. Ser un caballero o una dama es algo que surge del uso virtuoso y juicioso de la libertad, de la creatividad, desde el interior de cada uno. Las leyes, normas y condiciones no son más, al fin y al cabo, que guías punitivas para aquellos que no tienen la audacia y el valor de aspirar a ser virtuosos.
Sir William Shawthorn
Comentarios
Publicar un comentario