Belle Epoque 01

Cuaderno de estudio, 25 de marzo de 1905, mañana

Estudio sobre Goya, sesión 33: 

El maestro pintor español, comparando sus resultados recogidos en fotografía de Saturno devorando a su hijo y El 3 de mayo en Madrid. Por la naturaleza de las herramientas de recogida de las obras, a falta de poder visitarlas en el futuro si se brinda la ocasión, lo que podemos replicar se encuentra limitado por la naturaleza en blanco y negro del soporte. Aun así es perceptible el trazo maestro de las líneas, la descomposición del realismo de predecesores como Velázquez (consultar las notas sobre él) y me interesa especialmente el modo en que usa el claroscuro para retratar el patetismo, el horror, la desesperación. La mirada demente del propio Saturno, consumido en su locura interior ante el acto inconcebible que está cometiendo, no es la de quien está firmemente en posesión de sus facultades, sino que mira más allá a la demencia de su impotencia para evitar su destino; como no pueden evitarlos los párrocos del segundo cuadro, contrastando su gesto de impotencia de cara a los verdugos franceses que salen inhumanos, de espaldas. 

Sin embargo, no hay tiempo de continuar mis observaciones y los intentos de replicar los trazos en el lienzo de mi despacho, cuando me transmiten una llamada del Maestro Lautrec. Aparentemente a su excelentísima excelencia le parece de recibo interrumpir mis estudios para obtener el doctorado con cuestiones menores que no entiendo qué tienen que ver conmigo. Como si fuese un gendarme, aparentemente el Maestro quería que investigase unos eventos que supuestamente habían ocurrido en los cines de los hermanos Lumière en la rue Rivoli. Dejando caer que, como pago, recibiría futuros favores, como si acaso el arte se mercadease en los salones; que obviamente lo hace, no soy tan ingenuo como para creer que permanece puro cuando la élite se enfanga en política continuamente, pero hacerlo así de abierto y sin matices me hace sentir indudablemente sucio. ¿Pero como puede un doctorando oponerse a un Maestro establecido? He tenido que cancelar la comida programada con Elise, que lo ha aceptado con su habitual gracia y ha mostrado interés por obtener uno de los platos del Maestro. Sinceramente, aún sigo sin saber qué he hecho para merecer su mano y lo dulce que es. Supongo que empleará el día en trabajar en su último cuadro, pero espero poder terminar rápidamente y encontrarme con ella acaso para merendar. 

Y el osado del Maestro Lautrec aun me hizo enviar ropas como si fuese un pordiosero. Puedo no ser tan rico como Elise o tantos otros autores consagrados, y como estudiante mi dinero a menudo se va en pintura y libros, ¡pero uno tiene su dignidad! Y no está para ser pisada con la frivolidad que este individuo muestra.

Los gendarmes ya se encontraban en la rue Rivoli cuando llegué a la misma, y aparentemente no esperaban a los investigadores hasta el día siguiente. Que no puedo más que sorprenderme de que no se espere la participación de los asignados el propio día de los hechos o, en este caso, cuanto antes posible. Llegaron con más presteza los periodistas de la crónica del Paris Nouveau de lo que se supone que deberíamos indagar en lo ocurrido. Te ahorraré, cuaderno, los detalles escabrosos que encontré en la sala afectada, ocupada en buena medida por una locomotora a color y los destrozos causados por su irrupción a través de la pantalla. Tengo los bosquejos que hice guardados en el segundo cuaderno de esbozos, por si necesito referencia posterior. No hace falta ser un gran historiador del arte para saber que solo una persona ha pintado un film cinematográfico, si bien lo hizo sin color, el Maestro ilusionista Melies, usando una técnica de pintura diluida como la que encontré en el camarógrafo proyector donde el film aun permanecía, goteando su tinta sobre el suelo. 

Informar al gendarme así como al Maestro Lautrec es terminar mi trabajo. Al fin puedo regresar a mis estudios, y ver si podemos rehacer el encuentro con mi prometida.

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Drahý otce, 

Los eventos aquí en París se aceleran de manera inesperada, lo cual puede suponer una oportunidad para nuestra causa. Resulta que el primer director, Herr Melies, se ha visto involucrado en una conspiración a raiz de un infortunado evento que tuvo lugar anoche en unas salas de cinematografía aquí en la ciudad de las luces. El periódico rápidamente procedió a incluir al excelente ilusionista en la descripción de los eventos y tenemos informes en la embajada de que podría sino tratarse de un acto de los pintores. Hasta nuestro Reino de Bohemia seguro que llega el conocimiento de que estos dos gremios se encuentran en el poder en la capital francesa y que los camarógrafos y cineastas se encuentran en una posición débil. Y siendo que el Imperio ha perdido el talento de Nikola Tesla y otros inventores, y permanecemos rezagados con respecto a Prusia que lidera la reunificación alemana, creo que un visionario del talento del director, ingeniero e ilusionista puede ser de innegable valor a la hora de modernizar un Imperio que se estanca y rezaga en manos de su Majestad Franz Joseph I. Y a la hora de que la propia Bohemia recupere el lustre y respeto que amerita.

Así que raudo partí hacia el domicilio de Herr Melies, pero la llegada tras el paso por su aparente amigo de infancia convertido en recepcionista y de su ama de llaves reveló que los agentes de la guardia ya se encontraban allí, aunque esperaban a su investigador principal. Herr Melies no se encontraba a solas, sino en compañía de otro ilustre director de cine, autor de films de horror reconocido, Herr David. Si bien del dueño del hogar ya iba con una predisposición positiva, fue este segundo e inesperado director quien me causó una más viva impresión, por su inteligencia y buen cuidado. Aparte de la honestidad de sus películas y lo agudo de su visión, como me demostró más adelante con sus palabras en el Louvre, su visión iba más allá de lo fílmico para tener verdaderas y honorables aspiraciones estéticas y un mensaje artístico único a través del medio novel que es el suyo. Pero me estoy adelantando. 

Retornando al salón de invitados del domicilio de Herr Melies, les puse al tanto de mis temores de que se viese involucrado en una conspiración por parte de los gremios mayores, y puse a su disposición santuario tanto en el Imperio como en su embajada aquí en París. ¡Sus portentos son verdaderamente velkolepý, llenos de imaginación y talento! Creo que sin duda puede contribuir a que nuestras tierras y el propio Imperio se adentren en el siglo XX con la fuerza que merecen, y reduzcan la ventaja que otras potencias tienen sobre nosotros. ¡Incluso podría crear un tren!

Pero de nuevo, me adelanto, ahora que la pasión me lleva ante avances posibles en nuestra misión compartida en París, en nombre de nuestra Casa y de todo el Reino de Bohemia y su futuro. Herr David es un hombre precavido, y su consejo sensato, siendo que yo era un desconocido para ambos. Desconfiar es lo que cualquier persona haría en su situación y creo que su consejo para con el director de su gremio fue sincero, buscando solo lo mejor para el ilustre ilusionista, en una muestra de una lealtad y honor nada frecuentes en estos tiempos de duplicidades y conspiraciones. Incluso cuando les escuché conversar en privado, escondido en el salón de proyecciones privado del hogar debido a la llegada del investigador de la policie, sus palabras no mostraron doblez alguna, solo una sincera preocupación por quien imagino que debe ser su inspiración, o mentor. 

Como el malentendido con las fuerzas de seguridad se solventó gracias a los argumentos de la razón y las evidencias empíricas, parece que la oferta de refugiarse en la embajada no va a ser necesaria, pero permanece sobre la mesa en caso de que los eventos futuros se tuerzan más. 

Con la emoción de los eventos ocurridos en el día de hoy, me olvidé de comentar que previamente había recibido la primera invitación del Consejo de las Artes de la ciudad para asistir a uno de sus eventos en el Louvre. La embajada quería que acudiese para reafirmar que el Imperio nada tiene que ver con los eventos de los cines Lumiere, y por supuesto no dejé marchar esta oportunidad para conocer en mayor cercanía a las grandes personalidades que gobiernan realmente Francia.

A las afueras de la galería de arte, unos guardias comprobaban las entradas y allí encontré de nuevo a Herr David, que había salido del hogar del otro director antes que yo. Es de esta conversación de donde obtuve buena parte de mi aprecio por el cineasta, pues lejos del domicilio donde nos conocimos, pudimos con calma discutir de arte, innovación y cambio. Creo que puede ser una revelación el potencial del camarógrafo y sus artes a la hora de elevar a las masas y llevarles a un mundo mejor, más moderno y actual, tan clave en este siglo determinante. 

Sin embargo a corto plazo no íbamos poder permanecer juntos, pues una vez que validaron nuestras invitaciones, un guardia me escoltó a la sección de invitados del Consejo, donde había representantes prusianos, británicos e italianos. Como era de esperar, el Consejo no difiere demasiado de las reuniones de las cortes de Viena o Budapest, enfangado no en luchas por el progreso de la humanidad, sino por los territorios de poder de los distintos gremios. La líder, Damá Aline Dessandre no dejó pasar la oportunidad de lanzar distintas directas a los Escritores, mostrando así la tensión de ambos gremios, aún si en la actual situación querían aparentar estar unidos ante el evento en curso y la potencial amenaza. Por supuesto mis palabras ante las personas reunidas versaron sobre el amor entre nuestras dos grandes naciones y los aprecios del Emperador para con los gobernantes franceses en política y arte, pero no era a mi ni a ninguno de los otros embajadores a quienes los señores del Concilio querían escuchar realmente, más allá de las preguntas protocolarias. Es de interés, sin embargo, que los embajadores británico y alemán debieron primero leer un texto de los escritores para garantizar que sus palabras eran ciertas, pues las autoridades francesas desconfían de ellos en cierta medida. No es de extrañar con su historia compartida.

Muchos fueron los que tomaron la palabra durante la sesión, incluyendo Herr David, único representante de su gremio menor en la ciudad. Demasiadas para recordarlas, aunque aquella sala rezumaba otras oposiciones gremiales como la de la representante de los fotógrafos, Freuline Alejandra, y el gremio de arquitectos y en especial Herr Noeud. Con ambos tuve ocasión de departir posteriormente, especialmente con el constructor, y este en especial me dejó sensaciones contrapuestas. De un lado, su talento como burgués y empresario es innegable, pero pese a su larga e historiada familia, su comportamiento soez para con las damas y su deseo de riqueza más que elevamiento le asignan un lugar moralmente cuestionable; por el contrario, Freuline Alejandra osó oponerse a quien hizo falta durante el consejo pese al peligro político que ello pudiese suponerle, y aunque acaso se tratase de algo imprudente en términos diplomáticos y de poder, la fuerza de sus convicciones alimentaba sus palabras con la pasión que las historias asignan a la sangre roja de las españolas. 

También tuve la ocasión de escuchar la brillante interpretación de una de las divas de la ópera de la ciudad. Si bien no tuve ocasión de hablar con Freuline Lecat, su arte me conmovió profundamente, incluso en un entorno poco favorable como es una reunión de la alta sociedad donde su canto se entremezclaba con las conversaciones. Si el Emperador en algún momento tiene en gracia cumplir con sus deberes para con la Corona de Bohemia como se suponía que iba a hacer en 1871 y la ceremonia de coronación se retoma con la ópera compuesta por Herr Smetana, Libuse, creo que la voz de esta espectacular cantante podría dotarle de la fuerza y solemnidad requerida para deshacer décadas de agravios y ofensas del Emperador al negarse a ser coronado como requiere la Dieta Bohemia.

Pero me alejo del tema de esta misiva, aunque ya poco resta por concluir. La mayoría de los invitados fueron marchándose hasta que Herr Noeud sugirió que Freuline Alejandra y yo le acompañásemos a unos entretenimientos orientales. Como sin duda sabéis padre, disfruto de una fiesta como el que más, buenas reprimendas me he llevado vuestras y de madre debido a ello. Sin embargo, el lugar de los japoneses tiene reputación oscura en demasía, y hay demasiado por hacer estos días como para embotecer mis sentidos. 

Me retiro ahora a la cama con el conocimiento de que las labores en París apenas han comenzado, pero resultan prometedoras y halagüeñas en lo que está por venir. Dadle un polibek a madre de mi parte, pues no la olvido ni en la distancia, y hacedla saber que me estoy alimentando bien y no tiene nada que temer. Y otro para mi hermana, que sin duda debe estar llena de nerviosismo ahora que se aproxima la fecha de su compromiso formal. No hay día que no os tenga a todos en mi mente, pese a la belleza y magnificencia de París.

Vuestro, siempre

Maximillian Belcredi

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Cuaderno de estudio, 25 de marzo de 1905, noche

Addendum:

No contento con complicarme el día, el Maestro Lautrec parece no satisfecho con mis resultados. ¡Mon dieu! La próxima vez que no solicite de un historiador del arte que resuelva un crimen si espera otra cosa, que lo deje en manos de los detectives o los gendarmes como corresponde. Al menos, junto a su réproba misiva de protesta ha añadido uno de los platos, lo cual confío alegre el día de aquella que es dueña de mi corazón y le compense el no habernos visto como hubiéramos querido, y quizás no empeore mi complicada relación con sus padres...

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Anotaciones de negocio, marzo 25, 1905

París es un lugar fascinante y una innegable oportunidad para expandir el negocio de Chiselman Oil Co. He estado en numerosas reuniones ya y los demás socios seguro que se pueden alegrar de saber que Francia se encuentra ya preparada, espero, para dar el salto del carbón a la energía del futuro, si tan solo se le da un pequeño empujón gracias al Uncle Sam. 

Aunque yo solo soy un aficionado con mis estatuillas patrióticas, el gremio local de escultores me ha pedido que investigue unos eventos mañana como parte de una comisión. En el Viejo Mundo parece que creen que todo texano es un sheriff, ¡y no seré yo quien se lo niegue! Es buen momento para sacar el encanto sureño de la frontera y recordar a los franceses que Estados Unidos es el faro que ilumina desde la colina el mundo entero. Y sin duda, formar parte de esta comisión será buen modo de hacer contactos favorables para los negocios y buenos amigos con los que enriquecernos juntos.   

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