Belle Epoque 3
Sogni di un violino perduto, 27 marzo 1905:
La piaza frente al Palazzo Garnier está llena de cafés por la mañana. La fresca matina primaveral está a rebosar de vida, pero mi violín rompe con el ruido de las conversaciones y las cucharillas removiendo en las tazas los cafés. Dignatarios importantes entran y salen (algunos múltiples veces y sin orden lógico, como el propio Signore Garnier) pero pese a la vida a mi me lleva la melancolía. Son los acordes y arpegios del Inverno de Vivaldi lo que me sale de dentro, pero un único violín solitario en la plaza no aleja a los fantasmas de la distancia. Venezia casi parece otra vida, pero de momento es más una mansión vacía y con telarañas, repleta de fantasmas, que un nuevo hogar, pese a los meses que llevo en París. La ira de los furiosos acordes del viento invernal no ocultan la tristeza de la desolación. Quiero continuar con mi experimentación, pero hoy no se siente como el día indicado para ello, el pasado pesa demasiado como para construir un futuro.
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On my travels, march 27th, 1905:
Mr. Noeud me invitó a comer a su impresionante yate en el Sena. A mi, y a los integrantes del pequeño grupo de investigación liderado por Mr. David. Se nos unió Mr. Rédaux (repostero) cuyo trabajo fue sin duda impresionante, pese a los ocasionales malentendidos debidos a las diferencias culturales. Los franceses son extraños, demasiado libertinos a veces, otras veces recatados. Juzgan con la soberbia de los urbanitas de New York o Boston y se molestan a la mínima si se sienten juzgados. Pese a todo ello, fue una comida deliciosa y agradable. Aunque personalmente creo que las fotografías deberían tomarse después de completada la sobremesa; y Mr. Noeud resulta en ocasiones cargante con su necesidad de recibir atención continua. En ocasiones hace comentarios que en otro contexto podrían ser ofensivos; supongo que es el culture shock de las diferencias.
Los famosos panecillos de Mr. Rédaux me hicieron rememorar tiempos mejores y más sencillos, como cuando mi padre me enseñó a montar a caballo en el rancho. Y se que no fui al único al que afectaron, Mr. Noeud se ensimismó y las señoritas presentes también se encandilaron con sus propios recuerdos. Después, con puro y whiskey, hubo una buena conversación de negocios con el anfitrión. Para todo el esfuerzo que pone en sus empresas, da la sensación de que hablar de esos asuntos le aburre. Dinero viejo. Mr. David nos deleitó después con un juego en uno de sus films, en el cual debimos identificar a un asesino.
Me despedí entonces de las damas y caballeros presentes. La comida había sido edificante y gratificante pero había trabajo que hacer antes de acudir al Palacio Garnier para la reunión del gobierno de artistas de la ciudad.
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Sombras, espejos y luces reflejadas entre el humo. Estrellas, sol y luna, reunidos en asamblea de mentiras que revelan verdades y sueños hechos carne. Una máscara sin alma, ¿o acaso un alma sin máscara? Entre hermanos, amigos, para debatir una disyuntiva trascendente e irrelevante, como la pluma llevada por el viento la política palidece frente al arte, pero esta es a su vez siempre política. Paradojas irresolubles, como las dobles caras de las máscaras de teatro. Un arte de un millón de facetas, de rostros, de nombres, de gestos. Tantos como los maestros, tantos como los sueños, desde el astro solar al lunar, pasando por la comparsa que acompañamos en la toma de decisiones. E incluso la estrella en ascenso, efímera pues es arte en si mismo, pero todo verdadero arte es temporal y transitorio. Como la vida.
¿Qué significa nuestro arte compartido? Más respuestas que personas, más verdades que nubes en el cielo. El arte es vida, pero también es riesgo, es pasión, es continuidad, es ruptura. Y la decisión de este cielo nocturno es aceptar el cambio y que nuestro gremio de teatreros y mentirosos, de héroes y villanos, ocupe un novedoso lugar en el Consejo de las Artes. Una oportunidad, un riesgo, una senda para cumplir el sueño de un mejor porvenir, pues toda vida es sueño, y los sueños sueños son.
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On my travels, march 27th, 1905 (continues):
El Palacio Garnier es innegablemente un espectáculo. Neoclásico. Me recuerda al Capitolio y algunos otros edificios. Yo estoy allí como colaborador de los investigadores de Mr. David. Soy un pez fuera del agua. Entre las intrigas de los gremios parisinos solo soy un extranjero. Pero colaboro como mejor puedo. Otros toman las decisiones pero ayudo dentro de lo que cabe.
Las complejidades de la política parisina se me escapan. Y aun asi es innegable lo importante de lo que ha ocurrido. Gremios nuevos ocupan asientos en el Consejo; gremios viejos obtienen votos que no tenían. El poder de la democracia. Una vez comenzado el proceso ya no se puede detener, como ha descubierto Miss Dessandre. El grupo de investigadores es investido de carácter más permanente. Asumo que en parte por la narración de sus éxitos que Miss Müller ha hecho tan acertadamente en el diario de la mañana. Y yo en esto solo soy un impostor. Mi asiento debe ser ocupado por un escultor de la ciudad; y pronto lo será.
Una política de favores comerciados como los billetes de dóllar. Y sin embargo París está esperanzado y aterrado por una pequeña criatura conjurada de un cuadro por la pequeña de la familia Dessandre. Los gremios tienen preguntas. Sugerencias. Temores. Sombras de ejércitos extranjeros. No solo hay luz en la Ciudad de las Luces.
Junto a Miss Parajes acudimos a conversar con los escultores. Recabamos sus preguntas. Se plantea la cuestión de a quien nombrarán. La tensión entre Miss Parajes y Mr. Simon es unidireccional pero real. Celos. O miedo. O ambas cosas. Uno de los temores más clásicos. El ex, la futura. Y la mayor de las hijas Dessandre en el medio.
Las preguntas están listas. Las de los escultores y las de los demás gremios. Los escritores prácticamente han escrito un libro de ellas. Mañana se procederá a interrogar a la pequeña Dessandre. La muchacha me apena. Tan joven y sus ojos transmiten un gran sufrimiento. Una gran pérdida. Pero la vida a veces es así, cruel.
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Drahý otce,
Un nuevo día de complicado trabajo en la embajada, mas los planes y preparativos avanzan. Herr Mucha ya me ha hecho llegar el panel para poder hacer el cartel con el que publicitar el evento musical que atraerá al Emperador, si todo va como querríamos. Aunque las noticias de que el Kaiser Prusiano se encuentra en Marruecos tienen a la embajada alterada, yo no temo eso. Intenté cuadrar un encuentro con Frauline Müller cuando ella me escribió para señalar que estaba interesada en la escritura del guión para la obra, pero fue imposible cuadrar los tiempos hasta que el porvenir intervino. Antes de eso, he estado haciendo pequeñas averiguaciones en torno a la ópera y creo que la cantante Frauline Lecat probablemente sea la adecuada para llevar la voz principal en la puesta en escena, pero habrá que seleccionar al resto del elenco.
Esa noche me puse en camino hacia el Tournee de Chat Noire donde había quedado anoche con Herr Zola. La providencia hizo que mis pasos se cruzasen con los de las siempre excelentes Frauline Lecat, Müller y Parajes, que acompañaban a un artesano de los dulces de quien había leído en el noticiario del día, Herr Rédaux. El local, era la perfecta combinación de decadencia y sofisticación que solo se encuentra en las calles de la capital francesa, sin desmerecer a los lugares de nuestra Bohemia. Un esperpento de personas diversas entregadas a la celebración de la vida, de negocios peculiares y bebidas cargadas. Recuerdo encontrar a Herr Proust, Zola, Atget y Frauline Colette y compartir con ellos y los más jóvenes, risas y discusiones sobre arte y la vida. Sobre la intencionalidad y la originalidad, sobre la necesidad de libertad, el miedo al control. Y recuerdo la visita del duende verde.
A partir de entonces, la noche se vuelve más difusa y creo que mejor ahorraros los detalles de mis recuerdos pues los consideraríais a la par escabrosos y escandalosos. Mejor liberaros a madre y a vos de lidiar con las memorias fraccionarias e incompletas que atesoro. Y lo digo con todo el sentido, pues las partes que recuerdo, y la compañía disfrutada, fueron innegablemente memorables.
La primera de muchas, si hay buena fortuna.
Siempre a vuestra disposición, padre
Maximilian Belcredi
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