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Tiempo de Anatemas 47: La senda de los legados rotos

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En su jardín, Fides, la Dama del Final de la Lealtad, les mostró lo ocurrido en detalle. Como el bebe Chejop Kejak lideraba la facción de bronce de los siderales y la formaba en oposición a Ayesaura la Dorada. Y como escogía a cinco siderales de gran poder, uno de cada casta, para lanzar la poderosa maldición que destruiría las castas de los exaltados lunares. Así el exaltado de Mercurio sacrificó a un poderoso dios, el Ministro del Tiempo, para que no pudiese haber lugar donde no llegase el mensaje de ese final. El exaltado de Venus tejió poemas de gran poder convenciendo a la Creación del cambio que estaba ocurriendo. La exaltada de Marte libró una gran batalla y este triunfo derrotó a las fuerzas lunares. La exaltada de Júpiter ofrendó una planta, creada en secreto y exprofeso, que jamás había visto la luz de Luna. Y la exaltada de Saturno puso final a conceptos ahora desconocidos, pues ya no siguen existiendo en la Creación. Con esa terrible y poderosa magia, sellaron el destino de

Edad del Fuego 27: Heredarás las ruinas

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No hay más dios que el pájaro de fuego, al que se le reza con láser y acero, se le hacen ofrendas de cadáveres y esclavos. Y ahora, finalmente, había llegado la utopía, el momento prometido, el tiempo de la oportunidad en que los fuertes impondrían sus leyes en nombre no de la lealtad, de títulos o fe, sino de la línea de beneficios. Así pensaba Ertalia de Cadavus, la Guildmeister del Muster, de camino a Midian, mientras su gremio comenzaba operaciones contratadas de sabotaje y combate por los mundos conocidos. y mientras la violencia campesina y nobiliaria se desataba en Sutek y las naves de los misioneros e inquisidores llegaban a Gwynneth. Fue en la órbita de Manx-2 donde encontraríamos a nuestros protagonistas tras su misión en el prohibido planeta. Pero el ambiente a bordo de la Suddenhammas era cualquier cosa menos festivo. Los gemidos de dolor de un Wulfgar inconsciente llenaban el navío mientras los cadáveres de sus compañeros se apilaban en la esclusa. Lázaro se afanaba en ce

Justicia y fe

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La tensión se palpaba en la amplia sala de madera, llena de humo de pipas y de la propia chimenea. En una esquina un bardo itinerante tocaba algo, esperando ganar algo para pagar su estancia, pero nadie le prestaba atención. Todo eran miradas de desconfianza, huidizas, cabezas volcadas sobre las mesas para susurrar, cuchillos escondidos bajo amplias capas y hachas de leñador apoyadas contra las sillas. Y el silencio cayó cuando, de golpe, la puerta se abrió y un muchacho adolescente, pelo alborotado y cara congestionada por la carrera, se encontraba ante ella. -¡Lo ha hecho, lo ha hecho!- Pedro, el de la Juana, gritó y la taberna entera se puso en movimiento. Las bebidas quedaron en las mesas, olvidadas, mientras con recelo y miedo, los lugareños salían con prisas. Alfonso "el Grande", el líder de los leñadores, intentó poner algo de orden meneando su hacha, pero la mayoría le ignoró a él y su afán de protagonismo. Todos sabían que estaba tan asustado como cualquiera de ellos

Edad del Fuego 26: Al principio fue el Verbo... y el Verbo fue Mataros

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La dama Lorrena Castillo había sido una mujer pía, devota, entregada a la fe en su edad avanzada y en el aislamiento original de Haven. Por eso su obispo había sido el primero en caer en el ascenso al trono de su hijo Lisandro, porque él no era como su madre. Y cuando la puerta de Urth se abrió y la Fuego y Retribución apareció por ella, lo hizo al frente de la armada de la Casa, dispuesta a ejecutar venganza por la ofensa a los Hazat y por los agravios al propio Duque. En honor a los servicios del pasado, dio oportunidad a la Almirante En Shu Li Halan de rendirse, pero la respuesta fue el comienzo de la batalla. Como había comenzado, lejos de allí, con el enfrentamiento entre Al-Malik y Li Halan en la órbita de Criticorum.  La guerra de fe, había dado comienzo. Y esa irrupción cambió los planes de Macarena por completo. En medio del ajetreo de una corte cogida por sorpresa por el ataque, la noble consiguió audiencia con la Princesa, preocupada por toda la situación, pero no sorprendi

La fenix y el gremial

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El entrechocar del acero y el s isear del escudo llenaban el ambiente, junto a la respiración acelerada de las dos mujeres. La concentración de ambas era completa, el sudor corriendo por sus frentes en pequeños cauces de energía ya gastada. El hacha de la vuldrok se alzó con rapidez para descender con salvaje fuerza sobre el escudo de la espadachina, que confió en que este aguantaría para, suave y lentamente, colar su espada por debajo de la protección de la barrera energética de su rival . Pero, ante la amenaza, la bárbara dio un paso atrás saliendo del alcance de su oponente una sonrisa de satisfacción ante el choque brutal.   -Mi señora, el Gran Inventor de los Talebringers solicita audiencia- la voz del Chambelan Imperial sonaba incómoda, como siempre le ocurría cuando interrumpía los entrenamientos de la Emperatriz.   -Hacedle pasar. Buen entrenamiento Ase , a ver si tenemos ocasión de retomarlo mañana- con afecto, la gobernante de los Mundos Conocidos estrechó el brazo de

Tiempo de Anatemas 46: La senda de las damas de las estrellas

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Hubo un tiempo en que las Cinco Damas de las Estrellas danzaban entre supernovas y nubes de gas, sus vestidos vaporosos con la luminiscencia de distantes enanas rojas. La enérgica y ágil Mercurio, la apasionada y bella Venus, la iracunda y fiera Marte, la misteriosa y sabia Júpiter, y la sobria y severa Júpiter. Eventualmente, las cinco damas se unieron al Sol Invicto y a Luna en los Juegos del Destino. Y la Creación siguió avanzando, lejos del conocimiento de las cinco, o incluso de muchas de sus hijas. Fides, la Dama del Final de la Lealtad, era una de esas y se volvió ante el Dios del Papel de 4,5, el Dios de la Tinta no Invisible y la Diosa de los Momentos Incómodos, en silenciosa expectativa. Seria y sobria, escuchó las palabras de los dioses con aturdimiento e incomprensión. No era posible que los solares hubieran sido usurpados, ni que los siderales se hubiesen vuelto contra sus mandatos o los lunares perdido sus castas. Eran cosas inadmisibles e inauditas, alegatos muy serios q

Una conversación sobre el pasado y el futuro

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Por una vez, la lluvia no golpeaba la ventana de la habitación, aunque las nubes hacían del día uno oscuro y plomizo como todos en la capital imperial. Era fácil creer en el apagado de los soles bajo aquella sempiterna luz mortecina, muy raramente teniendo la ocasión de ver el sol brillando con todas sus fuerzas.  Pero en el saloncito de té, la atmósfera era cálida y tranquila. La chimenea electromecánica chisporreaba falsamente mientras lidiaba con la humedad ambiental así como con la temperatura. Las bebidas, suficientemente frescas como para ser agradables pero no tanto como para estar frías, estaban a medio consumir en sus vasos sobre la mesita baja. Y en los sillones, cómodos y confortables, la Emperatriz conversaba con un monje eskatónico, el anciano abad del monasterio más importante de Byzantium Secundus. La única figura en pie, silenciosa en una esquina, era la mole de Gawain, tranquilamente vigilando el lugar para evitar cualquier posible incidente; una vez había fracasado en

Tiempo de anatemas 45: La tortuosa senda del sol y el destino

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Una niña de preciosos ojos grises entrena en el dojo, al lado de un joven, algo mayor. Durante años combaten y se enfrentan y de esa rivalidad nace primero una amistad y luego, en la adolescencia, un amor. Uno del que ambos se avergüenzan porque es nuevo y distinto y no lo saben manejar, pero que se hace corpóreo cuando ambos alcanzan la ceremonia de la mayoría de edad y, bajo las estrellas, se dan un primer beso. Pero esa no sería una felicidad duradera y la joven Princesa del Cuarto Loto, pocos años después, sería separada del Guardián de los Pasos Silenciosos. Al lado de Tinta Negra y el resto de su círculo solar, partiría hacia el este a crear el polo de la madera, pero incluso en la distancia, ese amor permanecería, en intercambios de cartas y pequeños regalos.  Pero tampoco eso iba a durar y finalmente llegó el ocaso de la Primera Edad, y la Princesa estuvo allí, al lado de Yueh cuando se encerró en su manse, con Tinta Negra cuando preparaba su ritual de purificación, junto a Ken