Paraiso perdido 15: Tu Salvador personal

El sintetizador simula las campanas del comienzo de la llamada a la oración, que aquel martes implicaba los antiguos ritos de fidelidad al viejo dios Tío Sam y sus tributos en las urnas. Porque los mortales, afligidos por el Pecado Original de haber obtenido la conciencia, siempre buscan solución y depositan su fe en lo Más Grande. Para unos la bandera de estrellas y bandas, para otros la creencia irracional y prácticamente imposible de que los NY Nicks lleguen a los Playoff este año, o en las plegarias manidas de sinagogas, iglesias y mezquitas. Eso si, la Salvación que sea facilita de ganar, nada que requiera verdadero esfuerzo. Redenciones de saldo, con llamadas a 1$ el minuto abiertas 24/7, purificaciones de almas y auras comprables como servicio al adivino reiki de la esquina, antigua sabiduría reducida a mensajitos con las galletitas de la fortuna que vienen con el pedido a domicilio. Sueños, espejismos, ilusiones que se cuentan a si mismos para seguir con sus vidas, ignorando el pecado y la condena que sobre ellos cae. 

Pero dejémosles con sus ritos aquella mañana de final de septiembre para encontrar a Jennifer en los muelles de donde parten los barquitos con destino a la Estatua de la Libertad, mientras la lluvia que había dominado la noche finalmente amainaba. Llevaba un buen rato allí, desde que se separó de Violet en los muelles del Bronx, llenando ese tiempo con un soliloquio mental de protesta contra Dios. Jordan se le unió entonces como habían acordado, y tras unas palabras, procedieron a ir a Liberty Island. Como dos turistas, entre japoneses y noruegos, exploraron el lugar pero nada sobrenatural parecía tener lugar en la estatua. Incluso la Guardiana pudo animar a la propia estatua (para que se quedase quita, eso si, no era cosa de asustar a los humanos) sin oposición ni reacción, señal de que no había uno de los Archiduques del Infierno presente. Regresando en el barquito, los dos demonios se preguntaron si acaso estaría en estatuas más portátiles y pequeñas, ídolos religiosos antiguos o similares; Jennifer los imaginaba en las mansiones protegidas por guardias de los líderes de los cárteles, mientras que Jordan los imaginaba más bien en las colecciones privadas de los ricos de Manhattan, pero ambos coincidían en que aquella era una opción.

Se separaron al llegar de nuevo a tierra, Jordan iba a buscar al mago judío en su tienda de hechicerías, mientras la latina regresaba con su banda a predicar ante ellos para que fuesen buenos, como quería el ángel que ella misma había visto esa noche pasada. No fue hasta unas horas más tarde, cuando Violet había terminado sus entrenamientos para la regata y Dae-suo su trabajo para Ares Macrotechnology, que los tres caídos se reunieron para ver qué hacer el resto del día. Violet había hablado con Amber para ver de organizar la expedición a investigar lo que estaba ocurriendo con la polución en Hell Gate, pero la Devoradora le había dicho que su información señalaba que el barco que estaba tirando la porquería al agua lo haría en torno a medianoche. Juntos todos llamaron a Clarke para que este viese de contactar a los ricos coleccionistas de la Gran Manzana para ver si entre sus colecciones privadas de arte se encontraban algunos de los artículos que podían contener a los Archiduques. 

Así que hasta la noche tenían tiempo que emplear, y se les ocurrió seguir una noticia de un video que había encontrado Violet, de un niño de 8 años que podría ser un mago. Siguiendo los patrones, Dae-suo descubrió que más tarde ese niño estaría usando sus poderes en Jersey, y para allí se dirigieron. Lo encontraron jugando con otros muchachos de su edad en el parque, columpiándose ante la tranquila mirada de unos padres y madres que charlaban entre si de las cosas del día a día allí cerca. Así que esperaron a ver qué ocurría y por qué el muchacho usaba su magia, pero no esperaban lo que realmente ocurrió.

Fue unos pocos minutos después, cuando un coche aparcó allí al lado, que todo sucedería a toda velocidad. De él se bajó un adulto que se aproximó a saludar a una de las madres con un beso, pero al verlo el niño saltó de su columpio y cargó contra él moviendo su ramita y sacando un caballo de madera. Y el adulto se transformó en una monstruosidad digna del Guernica que comenzó a sacudir la tierra, rompiendo la nariz y los brazos del crío, mientras los adultos seguían conversando tranquilamente, ajenos a todo aquello. Viendo al infante herido, Jennifer se transformó en su forma angelical y corrió a restaurar sus heridas, dejando a los adultos descolocados ante la imposibilidad de que hubiese un ángel. Que una farola se hubiese caído sobre un niño y hubiera un pequeño temblor localizado, en cambio, no parecía sorprenderles. Dae-suo aceleró unos ladrillos para lanzar contra la montruosidad, pero uno impactó en Jennifer y otro acabó rompiendo la ventana de una casa cercana como si fuera un obús de mortero. El niño agitando su palito frente al monstruo le hizo masivas heridas, mientras Violet desenfundaba la pistola que días atrás le había dado Claire y disparaba, pidiendo explicaciones al muchacho pues la monstruosidad no parecía capaz de comunicarse. Y el niño, en su combate contra los retorcidos peluches que salían de la sombra de la criatura, les dijo que aquella era una Pesadilla y suya sería la gesta de derrotar a tal enemigo. Sería la bala de Violet la que derribaría finalmente al rival, revelando de nuevo al adulto que había sido al principio, muerto por las balas.

Jennifer, viendo a un hombre muerto, corrió a revivirlo pero con él regresó también la Pesadilla y un nuevo combate se produjo en el parque. Entre trombones de agua y rayos del cielo traídos por Violet y Dae-suo, el niño combatió con la Pesadilla y finalmente sería de nuevo la pistola la que pondría fin al enfrentamiento. Muerto el hombre, Jennifer no corrió tan rauda a revivirlo esta vez, y fue el muchacho que lloraba por el fallecimiento de su padre, el que limpió a la Pesadilla y permitió a su padre tomar aliento brevemente y ahí sí que la sanación de Aislynn deshizo el daño sin retornar al monstruo. Fue hablando entonces con Lancelot, el Caballero de las Honorables Gestas (o Peter, el niño) que se enteraron de que servía a la Dama de los Espinos Brillantes, y se ofreció a llevarles a conocerlas. Curiosos, Dae-suo y Violet rápidamente accedieron y Jennifer les siguió por el portal que llevaba a la tierra de Oz, porque sin duda ya no estaban en Kansas... o Nueva York, para el caso.

Aquella tierra del otro lado era digna de un cuento de hadas, mezclada con Tim Burton y Disney, en un todo sin coherencia, siempre cambiante e inestable. Allí Lancelot, visible no como el niño Peter sino como un enorme caballero de brillante armadura, un troll entre los suyos, les guió hacia el palacio de la Reina. Pero a su paso, el lugar se deterioraba ligeramente, especialmente con el paso y tránsito de Dae-suo y su cercanía a la ciencia y al peor enemigo de aquel lugar: la banalidad de lo cotidiano y sin imaginación. Una sobrenaturalmente hermosa mujer más gótica que un dibujo de Victoria Frances, les recibió en la entrada del palacio, presentándose como Morticia de los Sluagh, sea lo que aquello fuese. Como iban como invitados de Sir Lancelot les permitió acceso al palacio y les acompañó a donde la danzante corte de elfos y duendes giraban frente a su Reina en maravillosa asincronía. Pues caos, ese es el nombre del juego en las tierras del Ensueño. La Dama del Espino Brillante era radiante y perfecta y les recibió con gracia, escuchando la grandilocuente aventura que el Caballero de las Honorables Gestas le relató, y viendo así que aquellos podían ser amigos. Pero al mismo tiempo, a la regente no se le escapaba que la Banalidad que de ellos emanaba, si bien era reducida, era real y dañaba el tejido de aquel palacio de sueños. En aquellas conversaciones hubo varios malentendidos, Felonías a ojos de la corte feérica, pero Violet consiguió tranquilizar la situación sin que escalase, e incluso Dae-suo, ligeramente prendido de Morticia, pensó en iniciar un cortejo formal a la dama. Eso sí, hubo un momento breve de pánico cuando cayó en la cuenta de que la Sluagh bien podría ser otra niña de siete años soñando en alguna parte de la ciudad, algo que la Reina alivió al revelar que no todos los miembros de su corte eran Changeling con parte humana soñadora.

Así es como volvieron de nuevo al mundo cotidiano que todos conocemos, atravesando otro portal a una Nueva York donde caía la noche. Como habían bromeado al principio, Jennifer se quedó sin votar como planeaba hacer. Murphy siempre está atento al fin y al cabo. Y quizás Violet debería haber recordado cosas de todo aquel viaje, pero la memoria es una cosa frágil y caprichosa como las hadas, y no es digna de confianza por sus veleidosas atenciones. Así que juntos los tres Caídos se reunieron con Amber en el puerto de Brooklyn, donde su navío les esperaba para llevarles a Hell Gate. La conversación sobre lo que había de ocurrir fue complicada, con una Jennifer que no quería que los mortales muriesen, y una Amber que los consideraba a todos la peor basura contaminante cuya única solución era la muerte. Y en aquella ocasión, Jennifer se encontraba en minoría, pues Violet tampoco llevaba nada bien la polución de sus mares, y Dae-suo seguía con su habitual escepticismo en torno a la idea de la bondad humana.

A medianoche, el pequeño barco se encontraba fondeando y vieron aproximarse el navío metálico que era el causante de la polución. Su mucho mayor tamaño y su desprecio por los demás hizo que el carguero no tuviera inconveniente en arrollar el pequeño antiguo barco pesquero, por mucho que Dae-suo prometiese que él podía detenerlo y fallase en ello. Pero ya habría tiempo para la ira de Amber, pues tanto ella en su terrible forma apocalíptica de monstruo de las profundidades marinas, como Violet en forma acuosa, abordasen el transporte que les había atropellado. Y no hubo ni palabras, los veinte tripulantes de la cubierta, llena de toneles que desprendían productos contaminantes y venenosos, sacaran sus armas e inútilmente abriesen fuego contra ambos demonios. Jennifer abajó intentó animar el carguero pero no lo consiguió, pues este se encontraba habitado por algun tipo de oscura y terrible entidad que lo estaba poseyendo, pero una que no era un Caído como ellos. El combate estalló en la cubierta del navío, al que se unió primero Dae-suo y luego una monstruosidad terriblemente mutada que abandonó el castillo de popa en el momento en que Jennifer llegaba a la cubierta. Mientras Amber destrozaba a los humanos que se interponían en su camino, la forma acuosa de Violet se adentró en la garganta del engendro y usando su propio tormento como alimento, comenzó a corromperlo y destruirlo desde dentro. 

Mientras el combate rugía en la superficie, dos imposibles ocurrieron. De un lado la maldad del barco comenzaba a infiltrarse en todo el lugar, dificultando cualquier cosa que pudiese ser considerada buena. Y de otro, en la inmediación se escucharon los aullidos de terribles lobos. El combate en la cubierta se recrudeció cuando Jennifer se enfrentó al monstruo terrible que logró herirla y, a cambio, fue herido por ella que por primera vez usó su tormento para hacer daño a una criatura como aquella, pese a su pacifismo. Pero aquello no era humano, de eso no había duda. Mientras Violet quemaba su interior y Amber se lanzaba a la carga también por su lado, Dae-suo sacó el pin de una de las granadas de los mortales y la primera explosión sacudió la cubierta. Y las ocho enormes figuras de unos hombres lobo aterrizaron en la cubierta y con las gruñidas palabras "Acabad con el Wyrm!" se unieron al combate, cayendo al lado del monstruo que, ya herido, fue destrozado por la garra del que parecía el líder, un lobo enorme y gris. Los cánticos de otro de ellos empezaron a sacar al espíritu venenoso del barco hacia el exterior, pero estaba claro que para los cambiaformas no diferenciaban entre un bando y otro en aquel combate. No hasta que Violet consiguió que les dejasen en paz en una breve tregua, sacudida por una oleada de nuevas explosiones cuando Dae-suo colocó unas ropas en llamas en contacto con el petróleo envenenado que supuraba de los bidones. Y las detonaciones sacudieron el barco, como los aullidos de ira y violencia de los hombres lobo y los gritos de dolor de los mortales heridos. 

Los Caídos huyeron del lugar, no deseando un nuevo enfrentamiento contra quienes podían ser quizás aliados o quizás enemigos y, mientras se alejaban en un bote salvavidas, pudieron escuchar los aullidos de triunfo y grito a la luna en lo alto. Aullidos que recibieron sus ecos desde Manhattan, desde el Central Park donde Dae-suo logró encontrar su origen con su conocimiento de los patrones. 

Y así terminó aquel martes electoral. De sueños, de pesadillas. De portentos inesperados. En que las últimas grandes facciones de la ciudad habían sido encontradas por los demonios y, del mismo modo, habían descubierto el regreso de los Caídos a un mundo que había existido mucho tiempo sin ellos.

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