Edad del Fuego 39: El Fin será en frío y oscuridad
Algunos dicen que Bjorn Kotelo, El Loco, sacrificó su ojo derecho para ver a los espíritus. Que sus oídos se pudrieron para poder escuchar a los dioses. Que nació en el profundo vacío entre las estrellas. Que peregrinó desde el sagrado Raven a los negros desiertos de Nowhere. Que es el portavoz de los dioses olvidados o el heraldo del Ragnarok. En torno a su figura, las leyendas e historias son tantas y tan variadas como los vuldrok que las narran, pues en una sociedad de proezas y narraciones, estas cobran una vida por si mismas. Pero lo que nadie puede discutir son los profundos sacrificios de su cuerpo y su mente ni el poder que ha obtenido a cambio. Pues tal era la senda del profeta del hielo. Pero dejemos Hargard atrás por ahora, ya habrá tiempo de regresar a sus nevados picos en el futuro, y viajemos a la capital imperial. En uno de sus salones, en el palacio imperial, Lázaro explica y debate su nueva teología con diversos prelados y autoridades eclesiásticas del planeta, hombres...