Seven 2: Shall we dance? (Incompleto)
Unas horas más tarde de tu llegada, el ascensor se abre lentamente para
dejar paso al pelo dorado de Irene, que porta en sus manos un pesado
paquete. Lo carga con dificultad, pero sus manos pálidas lo dejan
calmadamente en una repisa del hall de entrada. Su llegada se ve
acompañada por el inconfundible sonido de sus zapatos de tacón, que
resuena contra el suelo de mármol en un repiqueteo rítmico. Y su voz,
frágil sonido de timbre acristalado, se alza sobre las frías paredes
como el témpano que quiebra el silencio al caer.
- Señor Frei, he traído un regalo de la primogénita para esta noche. En media hora comenzará la celebración.
Aún fuera de tu vista, la joven choca los talones con impaciencia, buscando con sus ojos esmeralda encontrar los tuyos en las sombras de los pasillos.
--------------Erik-------------------------
"Suit up" que diría el personaje de serie. Y eso justo había hecho, ponerme las mejores galas que había en mi maleta. El plan original era usar ese traje en la presentación ante el Príncipe pero no sabía si estaría o no presente en la fiesta de hoy, así que mejor prevenir. Sino, ya habría tiempo de salir de compras y conseguir uno nuevo antes de conocer al Ventrue.
El taconeo de Inés resono por el pasillo en el momento en que yo estaba terminando de observarme en el espejo. Sin duda, mejor sin corbata, aunque quizás era mejor ir con corbata por si acaso y quitarmela según viese que progresa la noche.
-Ah, Irene, que bueno que estés aquí. ¿Corbata o no corbata? Y necesito una tienda cerca donde poder comprar una máscara apropiada...-
Lo dije casi antes de que ella hablase, por lo que solo en ese momento procese el regalo. Cosas que pasan. ¿Pasaria algo malo si llegamos tarde a la fiesta porque le arranco la ropa y me la follo antes de bajar? Me vendría bien desahogar...
No, mejor quitarnos eso de la cabeza. No es el momento. Aunque voy a necesitar una buena copa pronto o voy a explotar.
-¿Un regalo? Sin duda milady es demasiado generosa, no hacía falta algo así.-
Sonrio educadamente mientras mi ser se parte en dos. Por un lado me encantan las sorpresas y regalos, eso es asi; por otro, los presentes de los vampiros suelen conllevar precios altos. Pero no podía rechazar el presente que fuese, la primogénita podría estar escuchando...
No llevaba más que unas horas en Alicante y ya empezaba a sentirme asfixiado como en Londres.
---------------Mundo-----------------------------------
Cuando Irene aparece ante tus ojos, su belleza reluce con el dorado reflejo del oro. Su cabello está recogido en una torre sobre su cabeza, con mechones que se pierden en los pliegues de su vestido cubierto del mismo tono enjoyado. Sus ojos esmeralda se dibujan tras una máscara, que en su caso cubre gran parte del rostro.
- ¿Con... corbata? - Murmura, luego se fija bien en tu atuendo, su pupila reluce contra la luz cuando se centra en tí - Sin ella, si no quieres parecer un pingüino. Uno emperador, eso sí.
Parece haber decidido que, en ausencia de la primogénita, no es necesario mantener el comportamiento formal. Se parece más a la versión burlona del coche que a la estirada ghoul toreador que te guiaba por los pasillos del aeropuerto.
- Se te ha adelantado la primogénita - Comenta - Escoge la que te guste, la que case contigo. Me temo que las mayores personalidades van a estar presentes en la mansión...
Su voz desciende, a ese tono inaudible si no fuese por Auspex.
- Nuestro pequeño trato tendrá que esperar, aunque quizá con suerte pueda presentarte al último implicado. Y luego...
Sonríe, y sus largas pestañas eclipsan un momento el brillo de una de las cuencas de su máscara.
- Luego comenzará lo divertido. Vamos, arréglate. Los primeros invitados siempre llegan antes de la hora. El príncipe y alguna primogénita ya se encuentra aquí.
Acompaña sus palabras con un taconeo apresurado, sus labios están ocultos bajo la máscara, pero ves sus facciones estirarse en una sonrisa en el lado descubierto.
-------------Erik-----------------------------------------
Sin corbata pues, eso decidido. Aunque debería decirle que me haga una mamada rápida para liberar un poco de tensión, con esa ropita y ese todo está para... basta, basta, céntrate. Creo que estoy demasiado nervioso. Mierda.
Odio estas situaciones, odio la prisión, odio el decoro, y odio depender de seres milenarios que no tienen ni puta idea de la vida, que dejaron atras hace siglos; entes cuyo único anclaje con la cordura es su insana obsesión con el poder, las conspiraciones y la monstruosidad de sus almas. Puta mierda. Al menos puedo distrarme rebuscando entre las máscaras de todo tipo que la-señorita-perfecta-que-todo-ha-previsto-Dösen me ha enviado. Debería bajar sin máscara y a cualquiera que me viese decirle que es una performance artística para destacar como todos llevamos siempre puesta una máscara que nos distancia de los demás. Eso sería divertido. Y ver a todo el mundo reaccionar a ello. ¿Qué podría salir mal? Aparte de que todo el mundo me odie, me rechace y me abandonen a morir, claro.
¿He dicho ya en el último minuto puta mierda? Si no es así, lo digo ahora, por si acaso: puta mierda.
-Claro que se ha adelantado, cómo no...- digo, cogiendo una máscara de porcelana de cara completa y luego devolviéndola a la caja- Esperaremos pues para nuestro trato y lo bueno, al fin y al cabo, ¿qué importancia tiene esperar para los que se supone que somos inmortales?-
Aunque lo digo con una sonrisa afectada y exagerada, el brillo de mis ojos demuestra una vez más lo mucho que me gustan las ironías y sarcasmos. Y es que, a quien quiero engañar, ser inmortal no me ha hecho menos impaciente precisamente.
Cojo una máscara dorada de media cara, y cierro la caja. Como siga dando vueltas no voy a decidirme. Así que la miro y con un ligero movimiento de cabeza, me pongo en marcha.
-Vamos pues, no hagamos esperar a toda esa gente importante que tantas cosas tienen que hacer como arruinarle la vida a medio mundo, destruirse unos a otros, o simplemente desayunar fetos crudos. ¡Su tiempo es oro! Y seguro que hay alguna copa por allí que poder beber para matar el tiempo entre el entrante de bebé marinado y el postre de gatito cachorrito.-
Sin duda, necesito esa copa.
--------------Mundo---------------------------------------------
Irene parpadea bajo su máscara, evidentemente stuneada por tus palabras. Y entonces se acerca lentamente a tí y te observa con un deje calculador.
- ¿... Estás bien? - Murmura.
Su mano se posa levemente en tu brazo, aunque este roce dura menos de un segundo. Inmediatamente después, la ghoul se da media vuelta para llamar al ascensor, atendiendo a tus instrucciones. No obstante, no deja de mirarte.
- Entiendo que debe de ser... difícil para un neonato un día como hoy - Susurra - Seré una ghoul, pero no soy estúpida. Y sin tu sire aquí para apoyarte.
No parece haber maldad en sus palabras, su voz es conciliadora.
- Si necesitas... hablar en algun momento, no te preocupes porque mis instrucciones es atenderte el día de hoy. Y además, no todo va a ser malo. Cuando acabes de politiquear, te enseñaré un sitio que te va a gustar, lo prometo. Todos los toreadores sois cazadores de la belleza.
El ascensor se abre y, dubitativa, Irene te dedica una velada sonrisa, de ese modo que su máscara te permite identificar, y señala al interior.
- ¿Estás listo?
------------------Erik----------------------------------
¿Que si estoy bien? Esa es la pregunta del millón. No, no lo estoy, aunque estoy mejor de lo que estaba en Londres. Pero al mismo tiempo nada nunca volverá a estar bien desde el Abrazo, así que supongo que da igual, vayamos adelante y terminemos con esto cuanto antes. Como dijo el Nobel español "he venido a hablar de mi libro" y si me atengo a eso, debería estar bien. Deberia.
Puta mierda.
-Gracias, pero no te preocupes, todo encajará en su momento. Pero siempre me he sentido incómodo en estas veladas, ya de mortal me pasaba, y ahora es peor. Una pecera llena de pirañas...-
Monstruos somos para en monstruos no convertirnos, decía a menudo mi Sire. Bueno, sin duda ella era un monstruo que se había convertido en un monstruo sin dobleces. Que bien todo.
-La belleza está en el ojo que observa preciosa, todos los miembros de mi Clan la buscan pero cada uno la encuentra en sitios distintos- le sonrio, ligeramente seductor, mientras me ajusto la máscara sobre mi cara-. Y créeme, es siempre efímera y mortal.-
Camino hasta entrar con ella en el ascensor. Tan listo como nunca estaré, supongo. A ver si hay whisky abajo...
-------------------Mundo--------------------------------
Probablemente hay whisky abajo, en alguna parte. Los toreador son criaturas de apariencias, y ninguna fiesta, ni tan siquiera en la más pútrida corte de los Vástagos, está exhenta de alcohol. Sin embargo, cuando las puertas del ascensor se abren, no es una bar lo que te espera.
"Algunos suelen llegar antes" se ha quedado ciertamente corto, media corte cainita debe de estar allí presente. Una suave música recorre la habitación de luces tenues, mientras diferentes figuras enmascaradas bailan a lo largo de la habitación. La iluminación, irregular, cubre algunas zonas de una potente luz dorada, mientras otras quedan a oscuras. Y las criaturas... Desde trajes clásicos a las creaciones más disparatadas, desde figuras arlequinescas a monstruos abiertamente inhumanos cubiertos con trajes brillantes. Todos ellos girando, cambiando, moviéndose entre las luces y las sombras como salidos de una tragedia italiana, abriéndose espacio como a través del velo de la irrealidad para dejar paso al más puro asomo de la locura.
A los lados de la sala, los que prefieren no bailar mantienen conversaciones en voz baja. Risas, miradas amenazantes y la expresión de criaturas milenarias envueltos en un juego aún más viejo que su propia existencia enmarcan el cuerpo corrupto y pútrido de la sociedad vainita, expuesto a tu vista como un cadáver al borde de la descomposición.
- Ven conmigo - Murmura - Te llevaré hasta la primogénita.
Y comienza a caminar hacia delante, mientras percibes las miradas curiosas de criaturas ávidas de la información de una nueva llegada.
--------------------------Erik-----------------------------
La acompaño, tranquilo y decidido. Si toca empezar el baile, pues bailamos. Los nervios quedan atrás en el ascensor y el que pisa fuera del mismo es el personaje que el mundo cree que soy: el educado y galán autor de novelas extrañas y retorcidas, algo cínico pero encantador, seguro de si mismo como de que el amanecer llegara por la mañana.
Al fin y al cabo, nada es eterno y, por antiguos que sean, su tiempo se acabará como el de todos. Nada significa nada, nada es importante, todo son fachadas y mentiras. Una pequeña mascarada diaria, como dijo la dama Dosen.
Sonriendo encantador camino al lado de Irene, directo a la boca del lobo.
--------------------Mundo-------------------------------------
La primogénita asiente ante vuestras presentaciones, el brillo diamantino de su máscara centrándose en vuestros rostros.
- Una nueva llegada es una gran ocasión para celebrar, señor Frei. Y más la de un escritor conocido. Demasiados pocos de nosotros realmente practican un arte, en lugar de convertirnos en avariciosos coleccionistas, dragones del arte en lugar de oro...
Una triste sonrisa decora su rostro, y cuando sus ojos se centran en el neófito Tzimisce, un brillo de reconocimiento se ilumina en el fondo de su pupila.
- Un joven encantador y educado, has escogido bien, Razvan. Tu... Maestro se sentirá orgulloso de semejante... adquisición.
Razvan asiente en respuesta, girando la cabeza para dirigirla al joven toreador. Sus ojos, efectivamente rasgados como los de un felino, se clavan en los tuyos como si pudiese leer tu alma, desnudarla en tu inherente inexpresividad para dejar a su merced cualquiera de los secretos más oscuros. En su seriedad cadavérica, su enorme presencia es remarcable.
- Un placer, señor Frei - Cuando habla, en un inglés no demasiado bueno, su voz es tan extraña como su apariencia. Demasiado grave, pero, sobre todo, demasiado resonante.
La primogénita asiste al encuentro con seria altivez, cubierta en esa suerte de respetuosa melancolía. Y entonces alza la cabeza y, como en una señal, la Ghoul rubia gira la cabeza para centrarla en la reunión. Sus ojos recorren a los presentes, hasta llegar al joven Tzimisce...
... y pasan de largo hasta fijarse en el rubio toreador. Se acerca, mientras la primogénita recupera la palabra.
- Si nos disculpan un momento - comenta, con agravada calma - Debo tratar unos asuntos con el señor Rođskarlar. Nos uniremos a vosotros más tarde.
Razvan asiente seriamente, fijando su vista un momento en el chiquillo Tzimisce antes de disponerse a acompañar a la primogénita.
---------------Erik-----------------
"Admirable belleza... honrar alianza... encantado..." Blablablablablabla. ¿Seguro que era un Tzimisce? No se mucho de ese Clan, eso lo reconozco, pero si conozco a unos cuantos Ventrue y si que suenan exactamente así hasta que se les descorcha el tapón del culo y se les baja la vara que se les ha enterrado de ahí a la nuca. Y eso claramente era lo que parecía el chaval. Un Ventrue. Igual todo era una treta o juego, o igual los Tzimisce no eran tan exóticos e interesantes. A saber.
-Sin duda, el arte y los nuestros tienen una complicada relación, milady Dösen. Se diría que perdemos el alma con el Abrazo, y ello nos lleva a perder la conexión con la humanidad que es la base del arte. Pero os dejaremos a ambos para discutir vuestras cuestiones, que sin duda serán muchas e importantes. ¿Me acompañas, jovencito?-
Sonrío, con un guiño de ojo a Gabriel. A ver si hay algo de sangre corriendo por esas venas, o si de tanto tener el palo clavado se le ha acabado convirtiendo en serrín todo lo que tiene dentro.
-------------Gabriel---------------
Le devolví la mirada a Razvan en silencio, y le vi marchar con la primogénita, sintiendo el vacío de su ausencia como una liberación y una carga a la vez. Es entonces cuando escuché la invitación del otro neonato y me giré instintivamente para mirarle. Parpadeé, desconcertado, cuando me encontré con que había acompañado la propuesta con un guiño de ojos.
Miré hacia los lados, cerciorándome de que no estuviera hablando con otra persona.
- ¿Me dices a mí? -pregunté, acercándome a él, casi temblando de los nervios. Me costaba no apartar los ojos, de vez en cuando, para seguir con ellos el rastro de la mujer rubia.
------------Erik-----------------
Oy pobre, casi parece un corderito perdido o un cachorrito sin su madre. Que tierno. Que poco va a durar en este mundo.
-Si, a ti te lo decía. Pero si eres de los que creen que cuando alguien le mira y le guiña un ojo es por error, no pasa nada. Una vez estuve hablando largo tiempo con un Malkavian así que he visto cosas raras más allá de gente que cree que no les hablo.-
Le guiñó de nuevo el ojo con una sonrisa. Adele, la Malkavian era una bendición, una chica con la que hablar, follar y pelear. Pena que durase tan poco nuestra relacion, pero es lo que hay cuando se tiene a la bitch que tengo por Sire.
-Yo voy a por una copa. ¿Me acompañas o prefieres quedarte ahí a solas en medio de la sala, esperando a que vuelva tu ¿maestro? como si fueses una estatua de sal?-
-----------Gabriel-------------------
Abrí la boca y la volví a cerrar, indeciso sobre qué decir. Mis cejas se habían unido bajo mi frente, creando una fina línea entre ellas, y mis brazos se habían cruzados, incómodos, sobre mi pecho. No me esperaba que algunos cainitas fuesen a ser tan poco corteses, juzgando por las instrucciones recibidas por mi Maestro sobre su sociedad. Sin embargo, una de ellas consistía en forjar alianzas individuales. Y una persona de mi mismo rango... aunque tan embaucador como parecía ser... Podría llegar a serme de utilidad.
- Claro, ¿por qué no? -contesté con cierta desgana a su invitación.- Así me puedes enseñar qué soléis hacer los cainitas en estas veladas.
-----------Erik---------------------
Sonrio mientras echo a andar por entre los invitados buscando a alguien que sirva alcohol. Necesito un trago. De hecho, necesito un humano borracho para poder emborracharme, pero esta noche tengo que mantener el control. Ya habrá tiempo para desahogar una vez lejos de toda esta caterva de indeseables.
-La mayoría se dedica o bien a lucir trofeos o a intentar quedar mejor que la mayoría. Es como una competicion adolescente por ser la popular del instituto, pero eterna y sin baile de graduación. O mejor, cuando al baile de graduación te acompaña tu padre y no hay ponche.-
Gruño suavemente ante la imagen. Sin ponche todo siempre empeora.
-Yo suelo optar por emborracharme, dejar en evidencia a mi Sire, ganarme un buen castigo y al menos tener algo que rompa un mínimo la monotonía. Tras un par de estas fiestas acabas aburriendo te más que leyendo el Ulises de Joyce.-
Me muevo entre la gente, buscando esa copa prometida.
-Y dime, ¿qué hace un Tzimisce como tu en un lugar como este? ¿Por qué abandonasteis la libertad del Sabbat para venir a interminables fiestas aburridas?-
-------------Gabriel-------------
Le seguí intrigado, escuchando su amalgama de frases intercaladas entre sí. Me pregunté, por un momento, si aquel hombre no era en realidad un monologuista en lugar de un escritor, porque parecía disfrutar demasiado al oír su propia voz.
De todas formas, no parecía tener malas intenciones así que le acompañé mientras mi perímetro de visión pudiera mantener controlada a la Ghoul rubia.
- Es decir... ¿tienes problemas de alcoholismo? -pregunté sinceramente, a causa de mi deformación profesional.- A lo mejor te viene bien no poder consumir aquí. Una temporada sin malas experiencias y sin discutir con tu sire -le recomendé informalmente, mientras me encogía de hombros. Yo, en realidad tenía un problema peor del que debía hacerme cargo tarde o temprano.
- Esa es una pregunta interesante, pero que lamentablemente no tiene respuesta. Al menos para ti. -continué en tono desenfadado, tras ver qué llevábamos un rato dando vueltas para nada. -¿por qué no buscamos una mesa donde sentarnos y charlar tranquilamente?
---------------Erik-----------
Una pregunta personal sobre mis debilidades potenciales, una recomendación para mejorar mi vida y una evasiva seguida de un cambio de tema... perfecto. Decididamente, es un Ventrue disfrazado. No hay otra explicación posible. O mejor, ¡un Nosferatu con sus magias haciéndose pasar por un Ventrue que finge ser Tzimisce! Oh, ¡el drama que tendría eso!
Aunque, obviamente, no va a caer esa breva. Porque jamás ocurre nada bueno ni interesante en lugares y tiempos como este. Just my luck. Y las copas de sangre ni siquiera tienen alcohol, joder, vaya desastre. He debido llegar a una ciudad de amish o alguna cosa así. Al final si va a ser que los españoles son unos puritanos católicos y no los Latin lover que se supone... porca miseria.
-Dejame conseguir al menos algo de sangre y algo de whisky. Si no puedo beber en condiciones al menos por separado, algo que le de sabor a la velada.-
Porque, obviamente, no se lo vas a dar tu, señor-estirado-que-no-ha-disfrutado-de-su-vida y menos va a disfrutar de su no muerte. Al menos ahora no tengo que preocuparme de la cirrosis. Así que paró a una de las personas que llevan copas de sangre de un lado a otro y cojo una, acompañado de una copa de whisky de otro camarero. Deberia conseguirme un cóctel de gambas, pero estos sitios raramente tienen. Deberia hablar con el manager.
----------------Gabriel------------
Seguí con la mirada al toreador, con las cejas alzadas y los brazos cruzados aún. Se suponía que acudías a una reunión importante de la Camarilla, y tu mayor preocupación consistía en... ¿emborracharte? Era un interés muy mortal para un hoyo tan oscuro como aquel. Me pregunté si todo el clan sería como ese neonato... tan... excéntrico. Aunque sólo existía una manera de descubrirlo.
- ¿Qué necesitas para que estés a gusto? Te echo un cable.
-------------Erik---------------------
¿A gusto? Tantas cosas imposibles. El a gusto murió con mi humanidad. Pero un cóctel de gambas vendría bien.
-Tantas cosas, me temo, que no van a abundar aquí. Necesitaría un lugar adecuadamente sórdido y a poder ser solitario. Unos cuantos mortales interesantes y de verdad vivos. Una mamada buena en un baño con pintadas. Unas risas honestas. Un buen lingotazo y quizás una dosis de coca. O lsd, mejor lsd. Y sin duda muchas más cosas.-
Me encojo de hombros volviéndome hacia el. Al menos tengo sangre y alcohol, algo es algo.
-Vayamos a buscar esa mesa para charlar tranquilamente pues. ¿Tu que necesitas para dejar de ser tan estirado? Te adelanto que no hay premio al chico bueno del mes entre los nuestros...-
------------Gabriel---------------------
Escuché pasmado la retahíla de palabras del Toreador, entre asustado y fascinado por la cotidianidad que acompañaba a su actitud.
- Creo que al Maestro se le pasó hablarme del subtipo de cainita "discotequero" -bromeé, pasando una mano por mi pelo en un evidente tic nervioso.
Busqué un lugar en el que sentarnos con la mirada, olvidándome fugazmente de la Ghoul que tanto me recordaba a la Irene que una vez conocí, y me acerqué a una pequeña mesa redonda que se encontraba vacía en una esquina de la gran sala.
- Donde yo vengo sí premian mi bondad, hazme caso -comenté, torciendo los labios, pero con un tono de voz liviano. En el fondo me divertía la insolencia de aquel extraño.- Pero tienes razón, ahora cuento con unos momentos de libertad. Así que... ¿qué me puedes contar sobre ti?
Me senté en uno de los asientos, con las piernas cruzadas y mis manos sobre el regazo. Mis ojos seguían intensamente a Erik mientras se sentaba a mi lado.
------------Mundo-----------
Desde donde estáis sentados podéis ver gran parte del salón, hundido en la marea de de seres diversos.
- Gabriel: Gracias a las clases de tu maestro, identificas a algunos primogénitos en la sala. Irene, o su clon, parece orbitar alrededor de la figura de un hombre, maduro y bastante mediocre. Lo identificas como el príncipe. A lo lejos ves a Vitali, enmascarado, bailando con una joven desconocida. La figura reconocible de Dan, aun enmascarado, se acerca a Irene y comienza a conversar con él.
- Erik: Comprendes que Irene orbita alrededor de ese hombre, aunque no sepas quién es, y que un chico joven se acerca a ella. Podría ser el misterioso participante del plan.
----------Erik--------------------
Supongo que eso de cainita se refiere a los vampiros, y sin duda tiene algo de gracia la imagen de vampiros discotequeros. Y más si se supone que soy yo. Soy un vampiro discotequero. Sin duda es mejor que ser uno más del montón de chupasangres ambiciosos que hay.
-Es que me temo que no quedamos muchos vampiros discotequeros. Las ganas de vivir se tienden a terminar cuando mueres, de modo que nos quedan muchos más vampiros de tanatorio que discotequeros. Somos una especie en vías de extinción, como los Assamita.-
Sonrei de medio lado ante el pequeño juego de palabras. No es que mi sire me hubiese enseñado mucho de las magias de otros Clanes, pero al menos si los nombres. Y ese siempre me hizo gracia: extinción. Supongo que tiene sentido en un Clan de asesinos a sueldo o algo así.
-¿De donde vienes premian la bondad? ¿Y te lo has creído? Mira, veo que no tienes mal fondo, pero en general no estás muy espabilado. Todos los que nos rodean venderían a sus madres por un poco de sangre de antiguo, y los que te rodean a ti no son diferentes. Los antiguos temen a los jóvenes, los jóvenes temen a los antiguos. Y todos se comen los unos a los otros tan pronto te descuidas. Y la bondad, junto con la inocencia, son siempre las primeras víctimas de la guerra.-
¿Quien había dicho aquello? Mierda, siempre odio olvidar de quien son las citas. Como cita parece que tiene ahora Irene con ese joven y ese vejestorio anodino. Con suerte ella disfrutará algo más de esta noche que yo, con el señorito-boy-scout, mi sangre genérica y el whisky que no me puede emborrachar.
-¿De mi? No hay mucho que contar, o acaso demasiado. Una vida entera, como la de todos, ni más ni menos. Porque el tiempo que haya durado no importa sino la experiencia de la misma, como tan bien ilustró Gaiman en Sandman. Por el resto, unas cuantas novelas escritas con mayor o menor éxito, una ristra de amantes cuyos nombres no recuerdo y ganas de no meterme en todos los follones que toda esta existencia maldita implican. ¿Y tú?-
----------Gabriel---------------
Entorné los ojos, intrigado y un poco molesto por las declaraciones verborreicas de mi compañero de mesa.
- No sé si me has tomado por alguna clase de necio vanidoso -dije, agravando mi tono de voz, e hice una breve pausa, mirándole de arriba a abajo con una ceja alzada,- pero poco queda de inocencia en este cuerpo de... ¿vampiro de tanatorio?, como dices tú. Sé, por desgracia, demasiado bien a qué y a quién temer, y uso los buenos modales como un arma más. Te recomiendo no juzgar a un libro por su portada, amigo escritor.
Giré mi cabeza para estudiar el ajetreo general que se desarrollaba a nuestro alrededor, cruzando mis brazos indiferentemente. Las figuras de Vitali, Dan y la Ghoul rubia captaron especialmente mi atención.
- En cuanto a mi historia, bueno. Supongo que las hay más tristes, así que ni de eso puedo presumir -volví a mirarle, esbozando una incómoda pero afable sonrisa.- Solía ejercer la noble profesión de la medicina en un hospital muy cercano. Una noche me topé con mi Maestro, y con el tiempo decidió concederme el don de la inmortalidad. Ahora no hay herida que se me resista, la verdad.
Ensanché mi sonrisa jovialmente, y volví a observar con desconfianza el intercambio de palabras entre los Ghouls.
- Oye... conoces a esa chica rubia, ¿verdad? La que lleva una máscara casi entera.
----------------Erik---------------
Alcé una ceja ante su respuesta. ¡Al fin algo de sangre en sus venas! A este paso, si le chincho un poco más, igual hasta puedo despertar a su Bestia, porque empezaba a pensar que era el primer vampiro del mundo que no tenía. Pero ahí está, donde debe, esperando al acecho del momento de destruir y corromper. Pero el Tzimisce si que sabía defenderse y, mientras tomaba un trago de mi whisky, le sonreí. La noche había mejorado, sin duda.
-Sin duda, pequeño, ese es el problema. El que uses los buenos modales como un arma solo hace que seas como los demás: un ser débil y cobarde que prefiere transformar las palabras en armas, que disfrutar de ellas. En vez de dejarte ir y ser más discotequero, te aferras a convenciones y normas de decoro, que usar como escudo y espada en tu lucha por quedarte eternamente en la soledad. Trágico, incluso podría ser poético, pero es demasiado común entre los nuestros para ser llamativo...-
Mi sonrisa se ensancha ligeramente más de medio lado, mientras la mirada me brilla. Levemente se puede ver el final de uno de los colmillos asomando entre mis labios.
-"Ni de eso puedo presumir", ¿te escuchas a veces? ¿Quien puede presumir de ser triste? Hay cosas mejores de las que presumir, como cantidad de experiencias límites vividas, veces que la sangre ha bombeado con tanta fuerza que has dejado de escuchar alrededor porque solo oyes el latido de tu corazón, momentos en que has perdido tanto el control que has entrado en la sala blanca o que al contrario, lo has retenido tanto que has metido a otra persona en la sala... ¿Te has follado alguna vez un cadáver? Yo no, la verdad, es algo que tengo que probar. Pero siendo médico debería ser fácil, ¿no? ¿Y cómo llevas el estar rodeado de sangre y no perder el control de la Bestia?-
Seguí su mirada hasta la ghoul de la Primogénita. Si, le había visto buscarla con la mirada varias veces a lo largo del rato que llevábamos juntos, especialmente cuando paseábamos en busca de mi bebida.
-Si, se puede decir que si. ¿Te gusta? Espero que no estés enamorado, el amor entre los nuestros rápidamente se convierte en cadenas y ataduras, y poco después en obsesiones, celos y tragedias. Es un desastre. Pero un buen polvo si que tiene...-
--------------Gabriel----------------
Mi expresión fue agravándose según las palabras surgían de la boca de mi interlocutor. Mis labios eran una fina línea rosada sobre mi rostro pálido y mis brazos, ahora cruzados, estaban enmarcados por la tensión que ejercían mis músculos desde lo alto de mis hombros.
Cuando registré el último comentario de Erik, me pareció sentir el filo de una espada clavándose lentamente en mi inmóvil corazón. Me quedé mirándole, con los ojos muy abiertos y la espalda muy recta. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, como un latigazo, cuando los recuerdos se sucedieron como fotogramas desordenados en el interior de mi mente. El momento de mi Abrazo, que tan duramente había tratado de olvidar, emergía ahora con el peso de las cadenas fantasmales que nunca iban a liberarme de mi condena.
Mi mano temblaba ligeramente cuando la alcé para rodear el pequeño crucifijo que colgaba de mi cuello.
- Yo... No... -titubeé, mientras la visión del cuerpo desnudo y ultrajado de Irene invadía mi cabeza.- Sólo...
Carraspeé, bajando mis ojos al suelo.
- Me preguntaba si podrías presentármela... En algún momento.
----------------Erik------------------
Era obvio que mis palabras habían afectado a Gabriel. Probablemente la parte de Irene: o estaba enamorado, u otro vínculo emocional les unía, pero uno fuerte. O eso o le había dejado en shock la necrofilia, la gente tiene demasiados prejuicios sobre ciertas cuestiones. Pero no creía que fuese eso. Mi voz bajó de tono, algo más grave, algo más quebrada de lo habitual.
-¿Sabes qué es lo mejor de ser escritor? Que nadie te toma demasiado en serio. Puedo decir lo que quiera, sentir lo que quiera, hacer lo que quiera, que no dejo de ser un bufón para todos los poderosos en sus tronos. "¡Míralo, qué gracioso, cómo se molesta en entender el alma humana! Oh, ¡que sorprendente, cómo se nota que es un artista intensito, sino sería algo inaudito eso!". Es una máscara, mucho más eficaz que este trozo dorado que llevo en la cara.-
Sonrío, una sonrisa triste, vieja, gastada. Así que bebo, porque es mejor beber whisky que pasar demasiado tiempo en esa sonrisa. Abre viejas y dolorosas puertas.
-Por supuesto, es una máscara que yo me puedo permitir, hasta que sea demasiado tarde y pague por ello. Hasta entonces, ayuda a sobrellevar la soledad de una cama vacía, o una compañera cuyo nombre ni recuerdas. Pero tú no. Tú eres serio, soso y aburrido, la gente se toma en serio lo que dices. Vas sin máscara para protegerte y te van a acabar haciendo daño por ello. Sea tu Sire, tus amigos, o cualquier otro lazo que tengas. Pagarás por ello.-
Bastante meditar sobre esas cosas, parece ya un párrafo de alguna de mis novelas. La sonrisa se amplía mientras me pongo en pie, vaciando el whisky de un trago. Claro que es fácil, no puedo emborracharme con él.
-Vamos a hacer que venga, creo que puedo lograrlo con mis magias. ¿O esto es un Elíseo? ¿Sabes si es un Elíseo? En Londres las casas de los Primogénitos no lo eran, así que... pero claro, las cosas cambian de una ciudad a otra. Mejor no jugársela. No vale la pena morir por esta experiencia de mierda. Vamos, ponte en pie, te voy a presentar a Irene ahora mismo, a ver si conseguimos que mojes.-
Le guiño el ojo mientras le tiendo la mano, como si lo invitase a bailar. Y es que, al final, ¿qué es la vida sino un retorcido y macabro baile? Pues la no-muerte más.
--------------Gabriel--------------------
Levanté la vista del suelo, todavía un poco turbado por los recuerdos, mientras escuchaba anonadado el discurso del Toreador. Su actitud había cambiado de repente, al igual que su voz, y el fondo de su mirada. En sus palabras residía una extraña sabiduría que no hubiera podido prever en una persona tan voluble y desentendida.
Y, sin embargo, Erik había conseguido despertar una emoción largo tiempo dormida en mí: la envidia. Aquel hombre era libre. O, al menos, todo lo libre que se podría ser en este mundo... y con estos cuerpos.
Parpadeé, asimilando incómoda, aunque humildemente, la lección que me estaba regalando, y deslicé la mano que estaba aferrando el colgante para acariciar el relieve de mi antifaz.
¿Cuál era la máscara a la que él se refería?. No pude evitar preguntarme en silencio.
Y, peor aún... ¿Quién había detrás de esa supuesta máscara?
- Es curioso, Erik... -murmuré, observándole con renovado interés.- No me conoces, y pareces no comprenderme en absoluto. Y, sin embargo, al mismo tiempo pareces hacerlo demasiado bien.
Hice una pausa, seguida de una leve sonrisa.
- Aunque también puede que todo sea un despliegue de buena labia y, en el fondo, ni tú mismo creas nada de lo que dices -continué, entornando los párpados mientras buscaba la respuesta a todas mis preguntas al otro lado de sus oscuras pupilas. Finalmente, ensanché la sonrisa y, destensando todo mi cuerpo, me incorporé de la silla para aceptar su invitación.- Te confirmo que esto no es un Elíseo, Erik. Estoy impaciente por descubrir tus habilidades con las mujeres.
--------------Erik-----------------
Sonrei al otro vampiro, una sonrisa amplia y carente de preocupaciones. Como la de alguien que ha roto toda la vajilla y le da igual, la tenue sonrisa de Hannibal Lecter en la novela o en sus adaptaciones a pantalla.
-Y eso, querido, es lo que te mantendrá despierto al filo del amanecer, intentando comprender en tu seriedad lo que soy. ¿Alguien sabio por sus extrañas experiencias intentando capturar el alma? ¿Un loco, perdido por el exceso de alcohol y drogas? ¿Un bufón habituado a decir cosas bonitas que parecen profundas, pero están vacías de contenido real? ¿Quien sabe?-
Le guiñó el ojo de nuevo mientras le incorporó, tirando de la mano de Gabriel hacia mi hasta que casi quedamos abrazados.
-Ahora mejor que te olvides de todo eso, luv, vamos a por Irene y la rescatamos de ese vejestorio con el que esta.-
Y despreocupadamente marcho camino de donde la rubia habla con el otro vampiro. No miro atrás para ver si Gabriel me sigue... se que le costará más o menos, pero lo hara.
----------Mundo-------------------
Hundiros en la fiesta es la mezcla entre el traspaso del fauno en su laberinto fantástico y el descenso de Dante a los infiernos. Las criaturas inhumanas os rodean, en sus extraños trajes y sus delirantes movimientos, en una danza corrupta y extrañamente etérea.
La susodicha Ghoul conversa con un joven enmascarado. Su máscara, una extraña mezcla entre un pico de pájaro y engranajes de aspecto anticuado. Su pelo es castaño, intermedio en longitud, y su cuerpo está cubierto por un traje de estilo steampunk cubierto por una gabardina.
La joven se gira a miraros, tras su inexpresiva máscara, pero sus ojos desvelan su bienvenida cuando agacha levemente la cabeza a modo de saludo. Muy evidentemente, conoce su papel en la sociedad Cainita. De hecho, se mantienen apartados del centro, buscando la periferia de la sala.
- Erik - Murmura - ¿Te estás divirtiendo?
El joven que habla con ella se gira hacia Gabriel. Sus rasgos, serios, no varían, aunque sus labios se aprietan de forma casi imperceptible. Asiente con la cabeza, en una suerte de incómoda y casi forzada reverencia.
---------------Gabriel---------------------
Seguí al Toreador entre la vorágine de cuerpos danzantes que invadían el gran salón. En algún rincón de mi cabeza, mi raciocinio me animaba a mirar a mi alrededor, a observar a las criaturas que se movían por aquel lugar, a estudiar sus relaciones, sus gestos, sus apariencias... Pero, sin embargo, mis ojos no eran capaces de despegarse de la figura inmaculada que se dibujaba, cada vez más cerca, de la mujer de cabellos dorados.
Al llegar a su lado tuve que esforzarme por no permanecer detrás de la espalda de Erik, ocultándome inútilmente de la imagen que representaba mis errores del pasado. Busqué algún atisbo de reconocimiento en las facciones de la supuesta Irene, mientras esperaba a que mi acompañante iniciase la conversación. Y, cuando mi mirada se encontró con la de Dan, mis labios se curvaron en una leve sonrisa a modo de saludo, aunque mis ojos parecían avisarle, de antemano, del interrogatorio al que le iba a someter luego.
--------------Erik---------------------
- Señor Frei, he traído un regalo de la primogénita para esta noche. En media hora comenzará la celebración.
Aún fuera de tu vista, la joven choca los talones con impaciencia, buscando con sus ojos esmeralda encontrar los tuyos en las sombras de los pasillos.
--------------Erik-------------------------
"Suit up" que diría el personaje de serie. Y eso justo había hecho, ponerme las mejores galas que había en mi maleta. El plan original era usar ese traje en la presentación ante el Príncipe pero no sabía si estaría o no presente en la fiesta de hoy, así que mejor prevenir. Sino, ya habría tiempo de salir de compras y conseguir uno nuevo antes de conocer al Ventrue.
El taconeo de Inés resono por el pasillo en el momento en que yo estaba terminando de observarme en el espejo. Sin duda, mejor sin corbata, aunque quizás era mejor ir con corbata por si acaso y quitarmela según viese que progresa la noche.
-Ah, Irene, que bueno que estés aquí. ¿Corbata o no corbata? Y necesito una tienda cerca donde poder comprar una máscara apropiada...-
Lo dije casi antes de que ella hablase, por lo que solo en ese momento procese el regalo. Cosas que pasan. ¿Pasaria algo malo si llegamos tarde a la fiesta porque le arranco la ropa y me la follo antes de bajar? Me vendría bien desahogar...
No, mejor quitarnos eso de la cabeza. No es el momento. Aunque voy a necesitar una buena copa pronto o voy a explotar.
-¿Un regalo? Sin duda milady es demasiado generosa, no hacía falta algo así.-
Sonrio educadamente mientras mi ser se parte en dos. Por un lado me encantan las sorpresas y regalos, eso es asi; por otro, los presentes de los vampiros suelen conllevar precios altos. Pero no podía rechazar el presente que fuese, la primogénita podría estar escuchando...
No llevaba más que unas horas en Alicante y ya empezaba a sentirme asfixiado como en Londres.
---------------Mundo-----------------------------------
Cuando Irene aparece ante tus ojos, su belleza reluce con el dorado reflejo del oro. Su cabello está recogido en una torre sobre su cabeza, con mechones que se pierden en los pliegues de su vestido cubierto del mismo tono enjoyado. Sus ojos esmeralda se dibujan tras una máscara, que en su caso cubre gran parte del rostro.
- ¿Con... corbata? - Murmura, luego se fija bien en tu atuendo, su pupila reluce contra la luz cuando se centra en tí - Sin ella, si no quieres parecer un pingüino. Uno emperador, eso sí.
Parece haber decidido que, en ausencia de la primogénita, no es necesario mantener el comportamiento formal. Se parece más a la versión burlona del coche que a la estirada ghoul toreador que te guiaba por los pasillos del aeropuerto.
- Se te ha adelantado la primogénita - Comenta - Escoge la que te guste, la que case contigo. Me temo que las mayores personalidades van a estar presentes en la mansión...
Su voz desciende, a ese tono inaudible si no fuese por Auspex.
- Nuestro pequeño trato tendrá que esperar, aunque quizá con suerte pueda presentarte al último implicado. Y luego...
Sonríe, y sus largas pestañas eclipsan un momento el brillo de una de las cuencas de su máscara.
- Luego comenzará lo divertido. Vamos, arréglate. Los primeros invitados siempre llegan antes de la hora. El príncipe y alguna primogénita ya se encuentra aquí.
Acompaña sus palabras con un taconeo apresurado, sus labios están ocultos bajo la máscara, pero ves sus facciones estirarse en una sonrisa en el lado descubierto.
-------------Erik-----------------------------------------
Sin corbata pues, eso decidido. Aunque debería decirle que me haga una mamada rápida para liberar un poco de tensión, con esa ropita y ese todo está para... basta, basta, céntrate. Creo que estoy demasiado nervioso. Mierda.
Odio estas situaciones, odio la prisión, odio el decoro, y odio depender de seres milenarios que no tienen ni puta idea de la vida, que dejaron atras hace siglos; entes cuyo único anclaje con la cordura es su insana obsesión con el poder, las conspiraciones y la monstruosidad de sus almas. Puta mierda. Al menos puedo distrarme rebuscando entre las máscaras de todo tipo que la-señorita-perfecta-que-todo-ha-previsto-Dösen me ha enviado. Debería bajar sin máscara y a cualquiera que me viese decirle que es una performance artística para destacar como todos llevamos siempre puesta una máscara que nos distancia de los demás. Eso sería divertido. Y ver a todo el mundo reaccionar a ello. ¿Qué podría salir mal? Aparte de que todo el mundo me odie, me rechace y me abandonen a morir, claro.
¿He dicho ya en el último minuto puta mierda? Si no es así, lo digo ahora, por si acaso: puta mierda.
-Claro que se ha adelantado, cómo no...- digo, cogiendo una máscara de porcelana de cara completa y luego devolviéndola a la caja- Esperaremos pues para nuestro trato y lo bueno, al fin y al cabo, ¿qué importancia tiene esperar para los que se supone que somos inmortales?-
Aunque lo digo con una sonrisa afectada y exagerada, el brillo de mis ojos demuestra una vez más lo mucho que me gustan las ironías y sarcasmos. Y es que, a quien quiero engañar, ser inmortal no me ha hecho menos impaciente precisamente.
Cojo una máscara dorada de media cara, y cierro la caja. Como siga dando vueltas no voy a decidirme. Así que la miro y con un ligero movimiento de cabeza, me pongo en marcha.
-Vamos pues, no hagamos esperar a toda esa gente importante que tantas cosas tienen que hacer como arruinarle la vida a medio mundo, destruirse unos a otros, o simplemente desayunar fetos crudos. ¡Su tiempo es oro! Y seguro que hay alguna copa por allí que poder beber para matar el tiempo entre el entrante de bebé marinado y el postre de gatito cachorrito.-
Sin duda, necesito esa copa.
--------------Mundo---------------------------------------------
Irene parpadea bajo su máscara, evidentemente stuneada por tus palabras. Y entonces se acerca lentamente a tí y te observa con un deje calculador.
- ¿... Estás bien? - Murmura.
Su mano se posa levemente en tu brazo, aunque este roce dura menos de un segundo. Inmediatamente después, la ghoul se da media vuelta para llamar al ascensor, atendiendo a tus instrucciones. No obstante, no deja de mirarte.
- Entiendo que debe de ser... difícil para un neonato un día como hoy - Susurra - Seré una ghoul, pero no soy estúpida. Y sin tu sire aquí para apoyarte.
No parece haber maldad en sus palabras, su voz es conciliadora.
- Si necesitas... hablar en algun momento, no te preocupes porque mis instrucciones es atenderte el día de hoy. Y además, no todo va a ser malo. Cuando acabes de politiquear, te enseñaré un sitio que te va a gustar, lo prometo. Todos los toreadores sois cazadores de la belleza.
El ascensor se abre y, dubitativa, Irene te dedica una velada sonrisa, de ese modo que su máscara te permite identificar, y señala al interior.
- ¿Estás listo?
------------------Erik----------------------------------
¿Que si estoy bien? Esa es la pregunta del millón. No, no lo estoy, aunque estoy mejor de lo que estaba en Londres. Pero al mismo tiempo nada nunca volverá a estar bien desde el Abrazo, así que supongo que da igual, vayamos adelante y terminemos con esto cuanto antes. Como dijo el Nobel español "he venido a hablar de mi libro" y si me atengo a eso, debería estar bien. Deberia.
Puta mierda.
-Gracias, pero no te preocupes, todo encajará en su momento. Pero siempre me he sentido incómodo en estas veladas, ya de mortal me pasaba, y ahora es peor. Una pecera llena de pirañas...-
Monstruos somos para en monstruos no convertirnos, decía a menudo mi Sire. Bueno, sin duda ella era un monstruo que se había convertido en un monstruo sin dobleces. Que bien todo.
-La belleza está en el ojo que observa preciosa, todos los miembros de mi Clan la buscan pero cada uno la encuentra en sitios distintos- le sonrio, ligeramente seductor, mientras me ajusto la máscara sobre mi cara-. Y créeme, es siempre efímera y mortal.-
Camino hasta entrar con ella en el ascensor. Tan listo como nunca estaré, supongo. A ver si hay whisky abajo...
-------------------Mundo--------------------------------
Probablemente hay whisky abajo, en alguna parte. Los toreador son criaturas de apariencias, y ninguna fiesta, ni tan siquiera en la más pútrida corte de los Vástagos, está exhenta de alcohol. Sin embargo, cuando las puertas del ascensor se abren, no es una bar lo que te espera.
"Algunos suelen llegar antes" se ha quedado ciertamente corto, media corte cainita debe de estar allí presente. Una suave música recorre la habitación de luces tenues, mientras diferentes figuras enmascaradas bailan a lo largo de la habitación. La iluminación, irregular, cubre algunas zonas de una potente luz dorada, mientras otras quedan a oscuras. Y las criaturas... Desde trajes clásicos a las creaciones más disparatadas, desde figuras arlequinescas a monstruos abiertamente inhumanos cubiertos con trajes brillantes. Todos ellos girando, cambiando, moviéndose entre las luces y las sombras como salidos de una tragedia italiana, abriéndose espacio como a través del velo de la irrealidad para dejar paso al más puro asomo de la locura.
A los lados de la sala, los que prefieren no bailar mantienen conversaciones en voz baja. Risas, miradas amenazantes y la expresión de criaturas milenarias envueltos en un juego aún más viejo que su propia existencia enmarcan el cuerpo corrupto y pútrido de la sociedad vainita, expuesto a tu vista como un cadáver al borde de la descomposición.
- Ven conmigo - Murmura - Te llevaré hasta la primogénita.
Y comienza a caminar hacia delante, mientras percibes las miradas curiosas de criaturas ávidas de la información de una nueva llegada.
--------------------------Erik-----------------------------
La acompaño, tranquilo y decidido. Si toca empezar el baile, pues bailamos. Los nervios quedan atrás en el ascensor y el que pisa fuera del mismo es el personaje que el mundo cree que soy: el educado y galán autor de novelas extrañas y retorcidas, algo cínico pero encantador, seguro de si mismo como de que el amanecer llegara por la mañana.
Al fin y al cabo, nada es eterno y, por antiguos que sean, su tiempo se acabará como el de todos. Nada significa nada, nada es importante, todo son fachadas y mentiras. Una pequeña mascarada diaria, como dijo la dama Dosen.
Sonriendo encantador camino al lado de Irene, directo a la boca del lobo.
--------------------Mundo-------------------------------------
La primogénita asiente ante vuestras presentaciones, el brillo diamantino de su máscara centrándose en vuestros rostros.
- Una nueva llegada es una gran ocasión para celebrar, señor Frei. Y más la de un escritor conocido. Demasiados pocos de nosotros realmente practican un arte, en lugar de convertirnos en avariciosos coleccionistas, dragones del arte en lugar de oro...
Una triste sonrisa decora su rostro, y cuando sus ojos se centran en el neófito Tzimisce, un brillo de reconocimiento se ilumina en el fondo de su pupila.
- Un joven encantador y educado, has escogido bien, Razvan. Tu... Maestro se sentirá orgulloso de semejante... adquisición.
Razvan asiente en respuesta, girando la cabeza para dirigirla al joven toreador. Sus ojos, efectivamente rasgados como los de un felino, se clavan en los tuyos como si pudiese leer tu alma, desnudarla en tu inherente inexpresividad para dejar a su merced cualquiera de los secretos más oscuros. En su seriedad cadavérica, su enorme presencia es remarcable.
- Un placer, señor Frei - Cuando habla, en un inglés no demasiado bueno, su voz es tan extraña como su apariencia. Demasiado grave, pero, sobre todo, demasiado resonante.
La primogénita asiste al encuentro con seria altivez, cubierta en esa suerte de respetuosa melancolía. Y entonces alza la cabeza y, como en una señal, la Ghoul rubia gira la cabeza para centrarla en la reunión. Sus ojos recorren a los presentes, hasta llegar al joven Tzimisce...
... y pasan de largo hasta fijarse en el rubio toreador. Se acerca, mientras la primogénita recupera la palabra.
- Si nos disculpan un momento - comenta, con agravada calma - Debo tratar unos asuntos con el señor Rođskarlar. Nos uniremos a vosotros más tarde.
Razvan asiente seriamente, fijando su vista un momento en el chiquillo Tzimisce antes de disponerse a acompañar a la primogénita.
---------------Erik-----------------
"Admirable belleza... honrar alianza... encantado..." Blablablablablabla. ¿Seguro que era un Tzimisce? No se mucho de ese Clan, eso lo reconozco, pero si conozco a unos cuantos Ventrue y si que suenan exactamente así hasta que se les descorcha el tapón del culo y se les baja la vara que se les ha enterrado de ahí a la nuca. Y eso claramente era lo que parecía el chaval. Un Ventrue. Igual todo era una treta o juego, o igual los Tzimisce no eran tan exóticos e interesantes. A saber.
-Sin duda, el arte y los nuestros tienen una complicada relación, milady Dösen. Se diría que perdemos el alma con el Abrazo, y ello nos lleva a perder la conexión con la humanidad que es la base del arte. Pero os dejaremos a ambos para discutir vuestras cuestiones, que sin duda serán muchas e importantes. ¿Me acompañas, jovencito?-
Sonrío, con un guiño de ojo a Gabriel. A ver si hay algo de sangre corriendo por esas venas, o si de tanto tener el palo clavado se le ha acabado convirtiendo en serrín todo lo que tiene dentro.
-------------Gabriel---------------
Le devolví la mirada a Razvan en silencio, y le vi marchar con la primogénita, sintiendo el vacío de su ausencia como una liberación y una carga a la vez. Es entonces cuando escuché la invitación del otro neonato y me giré instintivamente para mirarle. Parpadeé, desconcertado, cuando me encontré con que había acompañado la propuesta con un guiño de ojos.
Miré hacia los lados, cerciorándome de que no estuviera hablando con otra persona.
- ¿Me dices a mí? -pregunté, acercándome a él, casi temblando de los nervios. Me costaba no apartar los ojos, de vez en cuando, para seguir con ellos el rastro de la mujer rubia.
------------Erik-----------------
Oy pobre, casi parece un corderito perdido o un cachorrito sin su madre. Que tierno. Que poco va a durar en este mundo.
-Si, a ti te lo decía. Pero si eres de los que creen que cuando alguien le mira y le guiña un ojo es por error, no pasa nada. Una vez estuve hablando largo tiempo con un Malkavian así que he visto cosas raras más allá de gente que cree que no les hablo.-
Le guiñó de nuevo el ojo con una sonrisa. Adele, la Malkavian era una bendición, una chica con la que hablar, follar y pelear. Pena que durase tan poco nuestra relacion, pero es lo que hay cuando se tiene a la bitch que tengo por Sire.
-Yo voy a por una copa. ¿Me acompañas o prefieres quedarte ahí a solas en medio de la sala, esperando a que vuelva tu ¿maestro? como si fueses una estatua de sal?-
-----------Gabriel-------------------
Abrí la boca y la volví a cerrar, indeciso sobre qué decir. Mis cejas se habían unido bajo mi frente, creando una fina línea entre ellas, y mis brazos se habían cruzados, incómodos, sobre mi pecho. No me esperaba que algunos cainitas fuesen a ser tan poco corteses, juzgando por las instrucciones recibidas por mi Maestro sobre su sociedad. Sin embargo, una de ellas consistía en forjar alianzas individuales. Y una persona de mi mismo rango... aunque tan embaucador como parecía ser... Podría llegar a serme de utilidad.
- Claro, ¿por qué no? -contesté con cierta desgana a su invitación.- Así me puedes enseñar qué soléis hacer los cainitas en estas veladas.
-----------Erik---------------------
Sonrio mientras echo a andar por entre los invitados buscando a alguien que sirva alcohol. Necesito un trago. De hecho, necesito un humano borracho para poder emborracharme, pero esta noche tengo que mantener el control. Ya habrá tiempo para desahogar una vez lejos de toda esta caterva de indeseables.
-La mayoría se dedica o bien a lucir trofeos o a intentar quedar mejor que la mayoría. Es como una competicion adolescente por ser la popular del instituto, pero eterna y sin baile de graduación. O mejor, cuando al baile de graduación te acompaña tu padre y no hay ponche.-
Gruño suavemente ante la imagen. Sin ponche todo siempre empeora.
-Yo suelo optar por emborracharme, dejar en evidencia a mi Sire, ganarme un buen castigo y al menos tener algo que rompa un mínimo la monotonía. Tras un par de estas fiestas acabas aburriendo te más que leyendo el Ulises de Joyce.-
Me muevo entre la gente, buscando esa copa prometida.
-Y dime, ¿qué hace un Tzimisce como tu en un lugar como este? ¿Por qué abandonasteis la libertad del Sabbat para venir a interminables fiestas aburridas?-
-------------Gabriel-------------
Le seguí intrigado, escuchando su amalgama de frases intercaladas entre sí. Me pregunté, por un momento, si aquel hombre no era en realidad un monologuista en lugar de un escritor, porque parecía disfrutar demasiado al oír su propia voz.
De todas formas, no parecía tener malas intenciones así que le acompañé mientras mi perímetro de visión pudiera mantener controlada a la Ghoul rubia.
- Es decir... ¿tienes problemas de alcoholismo? -pregunté sinceramente, a causa de mi deformación profesional.- A lo mejor te viene bien no poder consumir aquí. Una temporada sin malas experiencias y sin discutir con tu sire -le recomendé informalmente, mientras me encogía de hombros. Yo, en realidad tenía un problema peor del que debía hacerme cargo tarde o temprano.
- Esa es una pregunta interesante, pero que lamentablemente no tiene respuesta. Al menos para ti. -continué en tono desenfadado, tras ver qué llevábamos un rato dando vueltas para nada. -¿por qué no buscamos una mesa donde sentarnos y charlar tranquilamente?
---------------Erik-----------
Una pregunta personal sobre mis debilidades potenciales, una recomendación para mejorar mi vida y una evasiva seguida de un cambio de tema... perfecto. Decididamente, es un Ventrue disfrazado. No hay otra explicación posible. O mejor, ¡un Nosferatu con sus magias haciéndose pasar por un Ventrue que finge ser Tzimisce! Oh, ¡el drama que tendría eso!
Aunque, obviamente, no va a caer esa breva. Porque jamás ocurre nada bueno ni interesante en lugares y tiempos como este. Just my luck. Y las copas de sangre ni siquiera tienen alcohol, joder, vaya desastre. He debido llegar a una ciudad de amish o alguna cosa así. Al final si va a ser que los españoles son unos puritanos católicos y no los Latin lover que se supone... porca miseria.
-Dejame conseguir al menos algo de sangre y algo de whisky. Si no puedo beber en condiciones al menos por separado, algo que le de sabor a la velada.-
Porque, obviamente, no se lo vas a dar tu, señor-estirado-que-no-ha-disfrutado-de-su-vida y menos va a disfrutar de su no muerte. Al menos ahora no tengo que preocuparme de la cirrosis. Así que paró a una de las personas que llevan copas de sangre de un lado a otro y cojo una, acompañado de una copa de whisky de otro camarero. Deberia conseguirme un cóctel de gambas, pero estos sitios raramente tienen. Deberia hablar con el manager.
----------------Gabriel------------
Seguí con la mirada al toreador, con las cejas alzadas y los brazos cruzados aún. Se suponía que acudías a una reunión importante de la Camarilla, y tu mayor preocupación consistía en... ¿emborracharte? Era un interés muy mortal para un hoyo tan oscuro como aquel. Me pregunté si todo el clan sería como ese neonato... tan... excéntrico. Aunque sólo existía una manera de descubrirlo.
- ¿Qué necesitas para que estés a gusto? Te echo un cable.
-------------Erik---------------------
¿A gusto? Tantas cosas imposibles. El a gusto murió con mi humanidad. Pero un cóctel de gambas vendría bien.
-Tantas cosas, me temo, que no van a abundar aquí. Necesitaría un lugar adecuadamente sórdido y a poder ser solitario. Unos cuantos mortales interesantes y de verdad vivos. Una mamada buena en un baño con pintadas. Unas risas honestas. Un buen lingotazo y quizás una dosis de coca. O lsd, mejor lsd. Y sin duda muchas más cosas.-
Me encojo de hombros volviéndome hacia el. Al menos tengo sangre y alcohol, algo es algo.
-Vayamos a buscar esa mesa para charlar tranquilamente pues. ¿Tu que necesitas para dejar de ser tan estirado? Te adelanto que no hay premio al chico bueno del mes entre los nuestros...-
------------Gabriel---------------------
Escuché pasmado la retahíla de palabras del Toreador, entre asustado y fascinado por la cotidianidad que acompañaba a su actitud.
- Creo que al Maestro se le pasó hablarme del subtipo de cainita "discotequero" -bromeé, pasando una mano por mi pelo en un evidente tic nervioso.
Busqué un lugar en el que sentarnos con la mirada, olvidándome fugazmente de la Ghoul que tanto me recordaba a la Irene que una vez conocí, y me acerqué a una pequeña mesa redonda que se encontraba vacía en una esquina de la gran sala.
- Donde yo vengo sí premian mi bondad, hazme caso -comenté, torciendo los labios, pero con un tono de voz liviano. En el fondo me divertía la insolencia de aquel extraño.- Pero tienes razón, ahora cuento con unos momentos de libertad. Así que... ¿qué me puedes contar sobre ti?
Me senté en uno de los asientos, con las piernas cruzadas y mis manos sobre el regazo. Mis ojos seguían intensamente a Erik mientras se sentaba a mi lado.
------------Mundo-----------
Desde donde estáis sentados podéis ver gran parte del salón, hundido en la marea de de seres diversos.
- Gabriel: Gracias a las clases de tu maestro, identificas a algunos primogénitos en la sala. Irene, o su clon, parece orbitar alrededor de la figura de un hombre, maduro y bastante mediocre. Lo identificas como el príncipe. A lo lejos ves a Vitali, enmascarado, bailando con una joven desconocida. La figura reconocible de Dan, aun enmascarado, se acerca a Irene y comienza a conversar con él.
- Erik: Comprendes que Irene orbita alrededor de ese hombre, aunque no sepas quién es, y que un chico joven se acerca a ella. Podría ser el misterioso participante del plan.
----------Erik--------------------
Supongo que eso de cainita se refiere a los vampiros, y sin duda tiene algo de gracia la imagen de vampiros discotequeros. Y más si se supone que soy yo. Soy un vampiro discotequero. Sin duda es mejor que ser uno más del montón de chupasangres ambiciosos que hay.
-Es que me temo que no quedamos muchos vampiros discotequeros. Las ganas de vivir se tienden a terminar cuando mueres, de modo que nos quedan muchos más vampiros de tanatorio que discotequeros. Somos una especie en vías de extinción, como los Assamita.-
Sonrei de medio lado ante el pequeño juego de palabras. No es que mi sire me hubiese enseñado mucho de las magias de otros Clanes, pero al menos si los nombres. Y ese siempre me hizo gracia: extinción. Supongo que tiene sentido en un Clan de asesinos a sueldo o algo así.
-¿De donde vienes premian la bondad? ¿Y te lo has creído? Mira, veo que no tienes mal fondo, pero en general no estás muy espabilado. Todos los que nos rodean venderían a sus madres por un poco de sangre de antiguo, y los que te rodean a ti no son diferentes. Los antiguos temen a los jóvenes, los jóvenes temen a los antiguos. Y todos se comen los unos a los otros tan pronto te descuidas. Y la bondad, junto con la inocencia, son siempre las primeras víctimas de la guerra.-
¿Quien había dicho aquello? Mierda, siempre odio olvidar de quien son las citas. Como cita parece que tiene ahora Irene con ese joven y ese vejestorio anodino. Con suerte ella disfrutará algo más de esta noche que yo, con el señorito-boy-scout, mi sangre genérica y el whisky que no me puede emborrachar.
-¿De mi? No hay mucho que contar, o acaso demasiado. Una vida entera, como la de todos, ni más ni menos. Porque el tiempo que haya durado no importa sino la experiencia de la misma, como tan bien ilustró Gaiman en Sandman. Por el resto, unas cuantas novelas escritas con mayor o menor éxito, una ristra de amantes cuyos nombres no recuerdo y ganas de no meterme en todos los follones que toda esta existencia maldita implican. ¿Y tú?-
----------Gabriel---------------
Entorné los ojos, intrigado y un poco molesto por las declaraciones verborreicas de mi compañero de mesa.
- No sé si me has tomado por alguna clase de necio vanidoso -dije, agravando mi tono de voz, e hice una breve pausa, mirándole de arriba a abajo con una ceja alzada,- pero poco queda de inocencia en este cuerpo de... ¿vampiro de tanatorio?, como dices tú. Sé, por desgracia, demasiado bien a qué y a quién temer, y uso los buenos modales como un arma más. Te recomiendo no juzgar a un libro por su portada, amigo escritor.
Giré mi cabeza para estudiar el ajetreo general que se desarrollaba a nuestro alrededor, cruzando mis brazos indiferentemente. Las figuras de Vitali, Dan y la Ghoul rubia captaron especialmente mi atención.
- En cuanto a mi historia, bueno. Supongo que las hay más tristes, así que ni de eso puedo presumir -volví a mirarle, esbozando una incómoda pero afable sonrisa.- Solía ejercer la noble profesión de la medicina en un hospital muy cercano. Una noche me topé con mi Maestro, y con el tiempo decidió concederme el don de la inmortalidad. Ahora no hay herida que se me resista, la verdad.
Ensanché mi sonrisa jovialmente, y volví a observar con desconfianza el intercambio de palabras entre los Ghouls.
- Oye... conoces a esa chica rubia, ¿verdad? La que lleva una máscara casi entera.
----------------Erik---------------
Alcé una ceja ante su respuesta. ¡Al fin algo de sangre en sus venas! A este paso, si le chincho un poco más, igual hasta puedo despertar a su Bestia, porque empezaba a pensar que era el primer vampiro del mundo que no tenía. Pero ahí está, donde debe, esperando al acecho del momento de destruir y corromper. Pero el Tzimisce si que sabía defenderse y, mientras tomaba un trago de mi whisky, le sonreí. La noche había mejorado, sin duda.
-Sin duda, pequeño, ese es el problema. El que uses los buenos modales como un arma solo hace que seas como los demás: un ser débil y cobarde que prefiere transformar las palabras en armas, que disfrutar de ellas. En vez de dejarte ir y ser más discotequero, te aferras a convenciones y normas de decoro, que usar como escudo y espada en tu lucha por quedarte eternamente en la soledad. Trágico, incluso podría ser poético, pero es demasiado común entre los nuestros para ser llamativo...-
Mi sonrisa se ensancha ligeramente más de medio lado, mientras la mirada me brilla. Levemente se puede ver el final de uno de los colmillos asomando entre mis labios.
-"Ni de eso puedo presumir", ¿te escuchas a veces? ¿Quien puede presumir de ser triste? Hay cosas mejores de las que presumir, como cantidad de experiencias límites vividas, veces que la sangre ha bombeado con tanta fuerza que has dejado de escuchar alrededor porque solo oyes el latido de tu corazón, momentos en que has perdido tanto el control que has entrado en la sala blanca o que al contrario, lo has retenido tanto que has metido a otra persona en la sala... ¿Te has follado alguna vez un cadáver? Yo no, la verdad, es algo que tengo que probar. Pero siendo médico debería ser fácil, ¿no? ¿Y cómo llevas el estar rodeado de sangre y no perder el control de la Bestia?-
Seguí su mirada hasta la ghoul de la Primogénita. Si, le había visto buscarla con la mirada varias veces a lo largo del rato que llevábamos juntos, especialmente cuando paseábamos en busca de mi bebida.
-Si, se puede decir que si. ¿Te gusta? Espero que no estés enamorado, el amor entre los nuestros rápidamente se convierte en cadenas y ataduras, y poco después en obsesiones, celos y tragedias. Es un desastre. Pero un buen polvo si que tiene...-
--------------Gabriel----------------
Mi expresión fue agravándose según las palabras surgían de la boca de mi interlocutor. Mis labios eran una fina línea rosada sobre mi rostro pálido y mis brazos, ahora cruzados, estaban enmarcados por la tensión que ejercían mis músculos desde lo alto de mis hombros.
Cuando registré el último comentario de Erik, me pareció sentir el filo de una espada clavándose lentamente en mi inmóvil corazón. Me quedé mirándole, con los ojos muy abiertos y la espalda muy recta. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, como un latigazo, cuando los recuerdos se sucedieron como fotogramas desordenados en el interior de mi mente. El momento de mi Abrazo, que tan duramente había tratado de olvidar, emergía ahora con el peso de las cadenas fantasmales que nunca iban a liberarme de mi condena.
Mi mano temblaba ligeramente cuando la alcé para rodear el pequeño crucifijo que colgaba de mi cuello.
- Yo... No... -titubeé, mientras la visión del cuerpo desnudo y ultrajado de Irene invadía mi cabeza.- Sólo...
Carraspeé, bajando mis ojos al suelo.
- Me preguntaba si podrías presentármela... En algún momento.
----------------Erik------------------
Era obvio que mis palabras habían afectado a Gabriel. Probablemente la parte de Irene: o estaba enamorado, u otro vínculo emocional les unía, pero uno fuerte. O eso o le había dejado en shock la necrofilia, la gente tiene demasiados prejuicios sobre ciertas cuestiones. Pero no creía que fuese eso. Mi voz bajó de tono, algo más grave, algo más quebrada de lo habitual.
-¿Sabes qué es lo mejor de ser escritor? Que nadie te toma demasiado en serio. Puedo decir lo que quiera, sentir lo que quiera, hacer lo que quiera, que no dejo de ser un bufón para todos los poderosos en sus tronos. "¡Míralo, qué gracioso, cómo se molesta en entender el alma humana! Oh, ¡que sorprendente, cómo se nota que es un artista intensito, sino sería algo inaudito eso!". Es una máscara, mucho más eficaz que este trozo dorado que llevo en la cara.-
Sonrío, una sonrisa triste, vieja, gastada. Así que bebo, porque es mejor beber whisky que pasar demasiado tiempo en esa sonrisa. Abre viejas y dolorosas puertas.
-Por supuesto, es una máscara que yo me puedo permitir, hasta que sea demasiado tarde y pague por ello. Hasta entonces, ayuda a sobrellevar la soledad de una cama vacía, o una compañera cuyo nombre ni recuerdas. Pero tú no. Tú eres serio, soso y aburrido, la gente se toma en serio lo que dices. Vas sin máscara para protegerte y te van a acabar haciendo daño por ello. Sea tu Sire, tus amigos, o cualquier otro lazo que tengas. Pagarás por ello.-
Bastante meditar sobre esas cosas, parece ya un párrafo de alguna de mis novelas. La sonrisa se amplía mientras me pongo en pie, vaciando el whisky de un trago. Claro que es fácil, no puedo emborracharme con él.
-Vamos a hacer que venga, creo que puedo lograrlo con mis magias. ¿O esto es un Elíseo? ¿Sabes si es un Elíseo? En Londres las casas de los Primogénitos no lo eran, así que... pero claro, las cosas cambian de una ciudad a otra. Mejor no jugársela. No vale la pena morir por esta experiencia de mierda. Vamos, ponte en pie, te voy a presentar a Irene ahora mismo, a ver si conseguimos que mojes.-
Le guiño el ojo mientras le tiendo la mano, como si lo invitase a bailar. Y es que, al final, ¿qué es la vida sino un retorcido y macabro baile? Pues la no-muerte más.
--------------Gabriel--------------------
Levanté la vista del suelo, todavía un poco turbado por los recuerdos, mientras escuchaba anonadado el discurso del Toreador. Su actitud había cambiado de repente, al igual que su voz, y el fondo de su mirada. En sus palabras residía una extraña sabiduría que no hubiera podido prever en una persona tan voluble y desentendida.
Y, sin embargo, Erik había conseguido despertar una emoción largo tiempo dormida en mí: la envidia. Aquel hombre era libre. O, al menos, todo lo libre que se podría ser en este mundo... y con estos cuerpos.
Parpadeé, asimilando incómoda, aunque humildemente, la lección que me estaba regalando, y deslicé la mano que estaba aferrando el colgante para acariciar el relieve de mi antifaz.
¿Cuál era la máscara a la que él se refería?. No pude evitar preguntarme en silencio.
Y, peor aún... ¿Quién había detrás de esa supuesta máscara?
- Es curioso, Erik... -murmuré, observándole con renovado interés.- No me conoces, y pareces no comprenderme en absoluto. Y, sin embargo, al mismo tiempo pareces hacerlo demasiado bien.
Hice una pausa, seguida de una leve sonrisa.
- Aunque también puede que todo sea un despliegue de buena labia y, en el fondo, ni tú mismo creas nada de lo que dices -continué, entornando los párpados mientras buscaba la respuesta a todas mis preguntas al otro lado de sus oscuras pupilas. Finalmente, ensanché la sonrisa y, destensando todo mi cuerpo, me incorporé de la silla para aceptar su invitación.- Te confirmo que esto no es un Elíseo, Erik. Estoy impaciente por descubrir tus habilidades con las mujeres.
--------------Erik-----------------
Sonrei al otro vampiro, una sonrisa amplia y carente de preocupaciones. Como la de alguien que ha roto toda la vajilla y le da igual, la tenue sonrisa de Hannibal Lecter en la novela o en sus adaptaciones a pantalla.
-Y eso, querido, es lo que te mantendrá despierto al filo del amanecer, intentando comprender en tu seriedad lo que soy. ¿Alguien sabio por sus extrañas experiencias intentando capturar el alma? ¿Un loco, perdido por el exceso de alcohol y drogas? ¿Un bufón habituado a decir cosas bonitas que parecen profundas, pero están vacías de contenido real? ¿Quien sabe?-
Le guiñó el ojo de nuevo mientras le incorporó, tirando de la mano de Gabriel hacia mi hasta que casi quedamos abrazados.
-Ahora mejor que te olvides de todo eso, luv, vamos a por Irene y la rescatamos de ese vejestorio con el que esta.-
Y despreocupadamente marcho camino de donde la rubia habla con el otro vampiro. No miro atrás para ver si Gabriel me sigue... se que le costará más o menos, pero lo hara.
----------Mundo-------------------
Hundiros en la fiesta es la mezcla entre el traspaso del fauno en su laberinto fantástico y el descenso de Dante a los infiernos. Las criaturas inhumanas os rodean, en sus extraños trajes y sus delirantes movimientos, en una danza corrupta y extrañamente etérea.
La susodicha Ghoul conversa con un joven enmascarado. Su máscara, una extraña mezcla entre un pico de pájaro y engranajes de aspecto anticuado. Su pelo es castaño, intermedio en longitud, y su cuerpo está cubierto por un traje de estilo steampunk cubierto por una gabardina.
La joven se gira a miraros, tras su inexpresiva máscara, pero sus ojos desvelan su bienvenida cuando agacha levemente la cabeza a modo de saludo. Muy evidentemente, conoce su papel en la sociedad Cainita. De hecho, se mantienen apartados del centro, buscando la periferia de la sala.
- Erik - Murmura - ¿Te estás divirtiendo?
El joven que habla con ella se gira hacia Gabriel. Sus rasgos, serios, no varían, aunque sus labios se aprietan de forma casi imperceptible. Asiente con la cabeza, en una suerte de incómoda y casi forzada reverencia.
---------------Gabriel---------------------
Seguí al Toreador entre la vorágine de cuerpos danzantes que invadían el gran salón. En algún rincón de mi cabeza, mi raciocinio me animaba a mirar a mi alrededor, a observar a las criaturas que se movían por aquel lugar, a estudiar sus relaciones, sus gestos, sus apariencias... Pero, sin embargo, mis ojos no eran capaces de despegarse de la figura inmaculada que se dibujaba, cada vez más cerca, de la mujer de cabellos dorados.
Al llegar a su lado tuve que esforzarme por no permanecer detrás de la espalda de Erik, ocultándome inútilmente de la imagen que representaba mis errores del pasado. Busqué algún atisbo de reconocimiento en las facciones de la supuesta Irene, mientras esperaba a que mi acompañante iniciase la conversación. Y, cuando mi mirada se encontró con la de Dan, mis labios se curvaron en una leve sonrisa a modo de saludo, aunque mis ojos parecían avisarle, de antemano, del interrogatorio al que le iba a someter luego.
--------------Erik---------------------
Como es habitual en Seven, yo me encargo de narrar a Erik y Marina G. Casas al mundo. En esta ocasión se nos une Celia Becerril que narra a Gabriel. Hay muchas cosas que quité del texto porque son la parte de la historia de Gabriel que Erik no conoce o no está presente, de modo que si ella algún día lo sube a algún sitio pueda molar comparar ambas versiones.
ResponderEliminarCelia Becerril tambien es la autora de la imagen de Razvan.
EliminarLamentablemente, esta historia no continuó a partir de aquí. Nos quedaremos sin conocer el desenlace del encuentro con la Primogénita Toreador.
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