Caída en desgracia
Según varias de las antiguas religiones, el orgullo es el peor de los pecados. Está claro que no lo aprendimos como debiéramos, pues por su culpa lo perdimos todo. Bueno, nuestra culpa, nuestra soberbia. El Sueño de la Razón crea Monstruos, se titula el famoso cuadro de Goya, y esos monstruos nos han arrasado a todos.
Han pasado once años desde la Caída.
En esos años nos hemos refugiado en las estrellas. En Marte gobiernan las grandes corporaciones, en Venus tenemos la Alianza de la Estrella del Amanecer, en Júpiter la Junta dictatorial, etc. Facciones democráticas, anarquistas, autoritarias, exhumanas, mercenarias... una gran variedad de ideologías y ficciones que sirven para que olvidemos que hemos perdido la Tierra y que apenas quedamos un 1% de los que una vez fuimos. Nos han cazado, nos han exterminado, nos han hundido.
Y ahora la gente le da la espalda a la tragedia. Siguen adelante con sus vidas, congratulándose de haber sobrevivido, pensando en la nueva película que sale, el siguiente espectáculo, libro o sueño. La siguiente modificación que van a hacer a sus cuerpos manufacturados o como quieren reprogramar sus mentes para ser más eficaces. En el conflicto político por esos recursos o territorios, o en defender una ideología a ultranza.
Ya nadie se preocupa por los Titanes. "Se han ido", dicen. "No volverán", responden. Pero quedamos unos pocos que sabemos que siguen ahí. Que se han ido pero han dejado a sus servidores para limpiar el garito, colocar las sillas sobre la mesa y cerrar... o, lo que viene siendo lo mismo, terminar con todos los que quedamos. Que luchamos una guerra que los demás quieren olvidar. En las sombras, con todo el mundo en nuestra contra y un enemigo que nos supera. Pero luchamos igualmente, porque alguien tiene que hacerlo.
En tiempos pasados nos hubieran considerado seres superiores, más inteligentes, más fuertes, con capacidades que ellos no podían ni soñar... inmortales. Ahora, ahora solo somos la última línea de defensa contra la extinción, y estamos perdiendo la batalla.
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