Mil años de paz

Mil años de relativa paz nos contemplan, auspiciados por la bendición de Amaterasu-no-kami en los cielos. Diez siglos gobernados por la dinastía Hantei, con sus batutas y guías para garantizar el progreso y la estabilidad del Trono Esmeralda. Cien décadas de diplomacia, de arte, de refinamiento, de cultura, de cortesía y de honor. Mil años donde cada uno sabía su lugar y la importancia del servicio al trono, más allá de los frecuentes choques entre los Clanes y las disputas. 

Pero los presagios dicen que ese tiempo llega a su final. Los portentos indican la debilidad de la línea de Hantei, el primero de los Kami. Los augurios hablan de un periodo de choques como nunca se ha visto en el Imperio Esmeralda, donde los hermanos se enfrentarán y la oscuridad crecerá sin límites. Las señales están ahí, todos puden verlas, pues el camino a mil años de oscuridad se ha abierto.

Los Clanes están débiles. Akodo Arasou, daimyo del Clan León, ha muerto intentando tomar la Ciudad de la Violencia Bajo la Cortesía de las manos Grulla; en su lugar, su hermano menor, Akodo Toturi, ha tenido que abandonar el monasterio en el que vivía y asumir su lugar como daimyo, un señor sin el respaldo de sus familias pues Matsu Tsuko ha jurado vengar la muerte de su marido. Al norte de allí, los Unicornio se han asentado con rotundidad en sus tierras, pero todos siguen viéndolos como extraños primos, que han regresado demasiado cambiados de sus viajes más allá del Imperio Esmeralda. En las montañas, el Dragón permanece en silencio, lo cual muchos consideran una buena señal, pero cada vez se ven más monjes tatuados y samurais verdes en los caminos y pueblos de todo el Imperio. Y sus vecinos, los Fénix, se encuentran gobernados por un Consejo Elemental donde tres hermanos cargan el oscuro legado de un padre lleno de secretos, mentiras y pactos con poderes que deberían encontrarse más allá del alcance de los mortales; solo Isawa Kaede, enviada a Otosan Uchi, parece temer la semilla de oscuridad que anida en el corazón de su Clan. La Grulla se encuentra en una posición de poder sin igual, pues Doji Satsume ha reunido en su figura el cargo de Campeón del Clan además de ser el Campeón Esmeralda; una posición de poder tan grande que incluso las familias imperiales se ven amenazadas por la hegemonía del clan celeste. Un dominio que los vecinos del sur, el Clan Escorpión, disputa entre cortes y mentiras; guardan los Pergaminos Negros y, con ellos, los ocultos misterios, pecados y debilidades del resto de los clanes y se dice que el Maestro de Secretos, Bayushi Shoju, todo lo sabe. Y finalmente, al sur, el Cangrejo continua sus llamamientos al resto del Imperio para solicitar arroz, armas, armaduras, para luchar una batalla imposible; pero la Muralla del Carpintero cada día es asaltada con más virulencia y los cadáveres se acumulan ante el asalto de los demonios que habitan más allá de los recios muros de piedra, mientras el Imperio ignora las llamadas de Hida Kisada.

Si, sin duda, el Imperio Esmeralda se encuentra en una situación de gran debilidad. Las Fortunas y los kami lo susurran a aquellos que les consultan. Bushis, shugenjas, monjes, todos saben cual es su deber... pero pocos recuerdan que es más importante el Imperio que la gloria y el honor de cada uno de ellos. Y el enemigo, las huestes de las Tierras Sombrías, se alimenta de ese egoísmo, de esa ambición, de esos conflictos. Saben que pronto, cuando la oscuridad se acumule un poco más, será su hora, y pocos tendrán la fuerza o el valor de detenerles...

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