Lluvia sobre tiempos perdidos (14)

La voz del gran bardo, con su guitarra y armónica, llenó de nuevo la sala, con su canción sobre la futilidad y el tiempo. Cuanta verdad había en sus palabras, y cuantas verdades rememoraba caminando sobre la sencillez de su canción. "How many roads must a man walk down Before you call him a man?" No era una cuestión de cantidad, bardo, sino de los baches que había encontrado en las mismas, y las vicisitudes a las que se había enfrentado para llegar a su final. Pues, de un modo u otro, el final a todos nos llega.


-Lo cual me recuerda que aún no te he hablado de Teodulfo, mi Sire, aunque a menudo salga en mis memorias. Era el epítome de un Ventrue de verdad, no los débiles mercaderes y brokers de la actualidad: era capaz de destruirte con una palabra acertada, igual que podía hacerlo con el hacha que blandía con frecuencia; porque un Patricio, me enseñó, lidera a los demás, sea en la Corte o en el campo de batalla. Y así era como tantos de los nuestros acababan en las órdenes militares, luchando en las cruzadas, en las justas y en las negociaciones más peliagudas. Eso era lo que implicaba ser el líder de los Altos Clanes, en un tiempo de Señores Guerreros. Pero era un Cainita extraño: podía estar horas hablando ininterrumpidamente y, cuando te separabas de él, te dabas cuenta de que apenas habías aprendido nada sobre su pasado, o quien era. No es que fuera esquivo, es que la construcción de la propia conversación inevitablemente esquivaba esos temas por su propia voluntad. Pero, con los años, he ido juntando algunas piezas, retazos equivocados o acertados, de quien era mi Sire.-

"...Yes, how many times must the cannon balls fly before they're forever banned? The answer my friend is blowin' in the wind..." Sin duda, ese era Teodulfo, una voz poderosa e inigualable, que se iba en el viento antes de que te dieses cuenta de que, en realidad, jamás había estado contigo. Un señor de la guerra que dominaba las Cortes, pero en ninguna dejaba impresiones profundas más allá de las piezas moviéndose al compás que les dictaba. El Señor siempre de cara, pero siempre ocupando el lugar del Rey, nunca de la persona bajo la Corona. El adalid perfecto de la Via Regalis, ajeno a lo que no fuera el gobierno y la política, a lo humano y a lo insuficiente.

-Por sus ropajes, más dados a las pieles y a las mallas mal tejidas que a las finas mallas y las sobrevestas, por el hecho de que usase una hacha en lugar de una espada y por su nombre, aventuraría que su origen real estaba entre los godos. Jamás lo dijo, por supuesto, y es difícil saber si entre los godos que se enfrentaron a los musulmanes en el siglo VIII o los que doblegaron al Imperio Romano en el V... o, acaso, entre las tribus godas, incluso antes de ello. Desde luego, cuando se emborrachaba - lo cual era de su gusto - ocasionalmente le surgía un acento que nunca supe identificar del todo por lo antiguo, pero sonaba más franco que otra cosa. Pero nunca hablaba de sus orígenes y su dominio del castellano, el latín, y numerosos otros idiomas era fluido y coetáneo para el momento en que lo conocí. Ocasionalmente contaba historias, de batallas en Tierra Santa, o durante la Reconquista, o mucho antes... pero nunca supe discernir si eran historias que él había vivido o que otros le habían relatado; había demasiadas inconsistencias entre ellas, pero a la vez también muchos puntos en común, y con el tiempo la memoria se deteriora de modo que eso podía explicar las disparidades. De ser verdad, habría vivido al menos ocho siglos cuando lo conocí y visitado buena parte de lo que llamábamos la Cristiandad, lo que hoy conocéis como Europa o el Viejo Mundo.-

Como yo, supongo, fiel a su estela he recorrido buena parte del globo en toda suerte de misiones, negociaciones y encargos. Pero él viajaba siempre con el hacha tan dispuesta como la voz, mientras que yo siempre confiaba más en la segunda. Diferencias de estilo para lo que, en realidad, solo eran los mismos caminos recorridos con siglos de diferencia, pero también en el poder de la sangre.

-Era poderoso, de eso no hay duda. En unas Españas controladas por Silvestre de Ruiz y el Clan Lasombra, Teodulfo era uno de los principales caballeros del mismo y una de las voces más autorizadas del Clan Ventrue. Se que hoy en día es impensable, y aunque tu no entiendas las diferencias, por aquel entonces los vasallajes no seguían necesariamente las líneas de sangre de los Clanes, sino las líneas de poder de quienes merecían o no el respeto de sus caballeros. Y Silvestre merecía el de Teodulfo e, incluso después de su destrucción a manos de Monçada, mi Sire siguió guardando respeto a quien había gobernado las Españas. Después, con la llegada de la Camarilla y el Sabbat, siguió mi mismo camino y se mantuvo independiente, intentando guardar los restos de un mundo que se desmoronaba a nuestro alrededor, como castillos de arena enfrentados a las olas.-

"...Yes, how many times can a man turn his head pretending he just doesn't see?..." No, esos no éramos nosotros, de él aprendí a mirar a la historia de frente y resistirme a ella, a los cambios imparables pero no deseados. Intentando resistir cuando es posible, cediendo lo mínimo indispensable cuando no lo es. Pero, inevitablemente, paso a paso, siendo rebasados mientras nos negamos a apartar la mirada o reducir el paso.

-Teodulfo encontró su destrucción en el año de nuestro señor de 1609, a manos de un atacante desconocido. Yo me encontraba a medio mundo de distancia, en el nuevo asentamiento de Santa Fé, en las Américas. Era un momento complicado, con la llegada de Inglaterra y Francia a las costas norteñas y la expansión por allí que eventualmente daría lugar a Estados Unidos, y varios ancillae querían evaluar en qué medida era posible desplazarse de las Cortes saturadas de antiguos del Viejo Mundo a las tierras vírgenes del nuevo. Tierras que respiraban a novedad y oportunidad, pero también a novedosos peligros y situaciones novedosas; exóticas, lugares donde ganar posición y respeto antes de volver a las cortes de Madrid, París o Londres. He hecho pesquisas y tengo mis teorías al respecto pero, como todo lo relacionado con mi Sire, hay más de supuesto que de cierto.-

Si hubiera estado yo en las Españas, ¿hubiera sido destruido también? O, acaso, ¿hubiera estado del lado de los conspiradores, fueran quienes fuesen? ¿O, acaso, simplemente su creciente distanciamiento del mundo había hecho que un grupo cualquiera hubiese tomado ventaja de su desconexión para disfrutar de la poderosa sangre que atesoraba en su interior?

-No he sido ni su primer ni su último Chiquillo, unos salieron mejor y otros peor, de eso no hay duda, y probablemente los haya que yo ni conozca su existencia. Creo que fue uno de ellos el que le destruyó, no sólo por la maldición bíblica al respecto, sino por distintas señas. Quienes fueron testigos me contaron que recibió a un desconocido en esas noches en su castillo, con signos de respeto y amistad; hay quien hablaba de una gran discusión y de... bueno, da igual, esto no es una cuestión detectivesca ni de novela negra. Dejémoslo en que fue alguien que él conocía y respetaba y que, probablemente, portaba su sangre. El ciclo inevitable de destrucción que conlleva nuestra condición.-

"...Yes, how many deaths will it take till he knows that too many people have died? The answer my friend is blowin' in the wind..." Si, bardo, todo lo que quedaba al final era la muerte, que lleva a que todo se deshaga en polvo, en cenizas... en susurros en el viento. Daba igual cuanto poder, cuanto conocimiento o sabiduría, al final la segadora nos llevaba a todos, antes o después. Polvo al polvo, después de todo.

-No lloré su destrucción cuando regresé al año siguiente, pues la nuestra no era una relación afectuosa ni cordial. Era la relación entre un Señor y uno de sus vasallos y su destrucción abría espacio para ocupar en las Españas... pero, con un mundo dividido entre Camarilla y Sabbat, los que quedábamos estábamos fuera de juego en las Cortes habituales y su vacío fue inevitablemente llenado por otros. La respuesta estaba en el viento pero yo, como mi señor, soy un susurro de tiempos que ya nadie puede escuchar. Supongo que solo falta que llegue por mi la parca.-

Con esas reflexiones funestas el disco llegó a su final y observé como, con tranquilidad, Eduardo se levantaba a cambiarlo. El pasado completo, el futuro por sonar; y, en el medio, una aguja que permanecía, pero ajena a la música. Supongo que, en el fondo, ese era mi papel.

-Pero ya es suficiente por esta noche, Eduardo. Olvida todo lo hablado esta noche después de que el invitado se marchase y regresa a tus tareas habituales, solo ha sido una noche más a mi servicio al fin y al cabo.-

Con eficacia, el rozar del disco desapareció a medida que la sala quedaba sumergida en el silencio mientras mi sirviente la abandonaba por la puerta. Me volví a la ventana y observé brevemente el golpetear rítmico de la lluvia contra los cristales. Los tiempos de la sangre débil se aproximaban, los presagios se sucedían y, con ellos, la inevitable Gehenna. Pero la destrucción del mundo Cainita y mortal realmente no me preocupaba ya demasiado pues mi mundo se había visto reducido a cenizas, a olvido, bajo el peso de los siglos. "Como gotas en la lluvia", que decía el personaje de la película, una lluvia que arreciaba con más fuerza cada vez, mientras el paso sobrio y tranquilo de la parca se aproximaba. No solo a mi, si no al mundo entero.

Comentarios

  1. El último fragmento fue escrito el 10 de Enero de 2016. Con el cierre del foro, la historia quedó inconclusa y muchos de los elementos que habían conformado la personalidad e historia de Rodrigo Palafox hasta 1985 quedaron en el aire y, desde entonces, a libre especulación e imaginación de cada uno.

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  2. Dado que la serie iba a quedar incompleta como relatos, decidí hoy 27 de Agosto de 2016 cerrar la narración con el breve fragmento que incluye el último diálogo y lo que viene después, añadido hoy para darle cierto cierre al conjunto.

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