Lluvia sobre tiempos perdidos (12)

Una guitarra intranquila comenzó a sonar con el nuevo disco, mientras yo aspiraba tranquilamente el agradable olor de la copa de vino y paladeaba un poco de su contenido en la boca. Aunque hubiera de volver a escupir su contenido, era agradable su suave tacto y toque afrutado. Estaba buscando un recuerdo menos conflictivo y, sin embargo, no lo encontré cuando la voz del profesor comenzó a aleccionar a los niños. "Daddy's flown across the ocean leaving just a memory..."


-Era el año de Nuestro Señor de 1766 y gobernaba su Majestad Carlos III sobre un Imperio al que el tiempo comenzaba a pasar facturas demasiado altas. Si sus antepasados habían sido capaces de construir con sangre y oro un mundo nuevo, Carlos III y los que le precedieron y siguieron apenas luchaban ya por evitar que lo que habían heredado se deslizase entre sus dedos, como arena derramándose en la playa. Una lucha futil e imposible para la que, además, no estaban capacitados, con una nobleza corrupta y un clero igual de lejano a Dios. Una memoria y un sueño que dejaba ya solo miseria, una de tal grado que la plebe de las Españas no podía siquiera pagar el pan básico para su alimentación. El pueblo pasaban hambre seria y los gobernantes no eran capaces de darle respuesta, y el nivel de tensión subió rápidamente a medida que los villanos se movilizaban y organizaban.-

Recordaba sus pregones y gritos por todas las Españas, exigiendo cambios en la política. Pero cambios como había que hacerlos, no poniendo en jaque la figura del Rey sino de quienes le ayudaban a gobernar. El Rey, por aquel entonces, aún era sagrado, aunque poco faltaba para que dejase de serlo cuando la revolución francesa decapitase al suyo.

-El resultado es lo que se ha venido llamando el Motín de Esquilache, cuando los ciudadanos se movilizaron masivamente en contra del marqués para cambiar la forma en que se gobernaba el país. Eran peticiones bastante inocentes y bien intencionadas miradas desde la actualidad, pero se alejaban por completo de lo que realmente era posible llevar adelante. Sin embargo, junto a los ciudadanos se movilizaban numerosos grupos con distintos intereses, como los jesuitas que iniciaron el levantamiento a finales de marzo (en plenos meses mayores, cuando el coste del pan era más alto por la escasez), el Marqués de Ensenada y los suyos, o el Duque de Alba. Así que, aunque inicialmente se trataba de un movimiento de la plebe, en realidad rápidamente la nobleza se movilizó para ocupar los espacios de poder que se abrían con el conflicto.-

Aún recordaba las saetas, los cantos, los gritos... las llamadas a la acción y a la movilización en lo que era probablemente uno de los prolegómenos del que sería uno de los siglos más conflictivos de la historia de la Cristiandad, si no acaso de todo el mundo. El siglo en que, definitivamente, los mortales habían abandonado los buenos tiempos y habían abrazado un cambio innegable y catastrófico. "...All in all it was all just bricks in the wall..." apilados uno sobre otro, construyendo un muro cada vez más alto entre cómo debían ser las cosas y cómo eran, cada vez más inalcanzables las primeras desde las segundas.

-Aunque siempre he sido afín a la noble familia de Alba, en aquella ocasión viajé a Madrid como parte del séquito que representaba los intereses del Conde de Aranda, el llamado grupo aragonesista. Yo viajé en dirección a Madrid en la noche del 23, con ordenes vagas debido a la premura que nos llevaba a ponernos en marcha la misma noche del comienzo del motín, tras el saqueo de la casa de las siete chimeneas. Así que me encontraba en un refugio en Guadalajara cuando fueron los combates y tumultos del día siguiente, durante el cual se sucedieron los enfrentamientos entre la guardia valona y los madrileños. Aunque durante ese día el Rey cedió a las peticiones de los amotinados, por la noche unos cuantos viajamos al Palacio y conseguimos sacar a su majestad bajo abrigo de la noche y ponerlo a salvo en el Palacio de Aranjuez. Fue una misión menos complicada de lo esperado, a fuer de ser sincero, por cuanto los amotinados se encontraban festejando en su mayor parte y poca atención prestaban.-

Aún recordaba los tricornios abiertos de nuevo, la gente con las capas largas remendadas, los gritos y la algarabía de los festejos y los pocos cadaveres que le motín había dejado en su lugar.

-La plebe tomó su huida como señal de que se mantendría en sus treces y sometería la villa de Madrid a la fuerza, de modo que aumentaron los disturbios. Pasamos dos noches de muchas negociaciones y discusiones viendo como tranquilizar la situación y redactando el texto que confirmaba que el Rey mantendría su palabra. El propio Conde de Aranda, siguiendo mis indicaciones, llegó a Aranjuez con tropas para asegurar al Rey, ganándose con ello su afecto. Al cabo de esos días el texto se hizo público y el motín se acalló, llegando los madrileños incluso a devolver las armas saqueadas para el motín. Y similar destino siguieron los otros burgos amotinados, como La Coruña, Elche o la propia Barcelona.-

"...we don't need no thought control..." Pero lo cierto es que la historia, en realidad, si que lo requería. No pocas veces hube de usar la Dominación durante aquellas noches, garantizando que todo discurriese como debía y que mi peón, el Conde de Aranda, llegaba a ganarse la confianza del Rey.

-Al final, Esquilache fue desterrado y su lugar lo ocupó el Conde de Aranda, como yo deseaba. Siempre me sorprendió, y meditaba en ello mientras regresaba a Barcelona unas pocas noches después, el hecho de que el Sabbat no hubiese aprovechado para mover ficha en la sombra y hubiera transformado la revuelta en un choque violento. Pero, teniendo en cuenta el importante papel que jugó el clero (no en vano los jesuitas serían expulsados al año siguiente por su implicación en el motín entre otras cosas), no me extrañaría que el Arzobispo Monçada lo hubiera aprovechado para avanzar a sus peones en el clero mientras yo movía los míos en la nobleza y que, en esa ocasión al menos, nuestros intereses hubieran estado alineados. Siempre es curioso y extraño cuando eso ocurre...-

"...All in all you were all just bricks in the wall." Y ese era, en efecto, el destino de los mortales cuando los inmortales tejíamos nuestros tapices de conflictos eternos y las luchas por el poder.

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