Paraiso Perdido 24: Claroscuros

Las manos de la pianista danzan sobre las teclas como la pintora que se mueve sobre su lienzo, con un dibujo en claroscuros que refleja la dualidad de la naturaleza del mundo. Ciencia y tecnología, amor y odio, cambio y permanencia, vida y muerte, naturaleza y artificialidad, razón y emoción, luz y oscuridad, ángel y demonio... el contraste entre las grises y rojas calles de Nueva York y los verdes y marrones de un pequeño poblado escocés. Todo surge de una contradicción más antigua, la de que te ordenen amar a algo incompleto que podría ser más y, al mismo tiempo, no hacer nada por elevarlo. Que lleva a la verdadera dicotomía, el más terrible de los claroscuros: obediencia o rebelión. Y ahora, la paradoja del comienzo del final.

Pero regresemos a Escocia, donde el autobús está llevando a los demonios hacia el norte, en dirección al lago Ness. Es poco antes de llegar a este que Adam detecta que el sendero decididamente se adentra en las montañas. Así que aprovechan esa parada para comprar el equipamiento para acampar y víveres y comienzan a adentrarse en los montes que rodean el lago, recorriendo senderos para turistas y otros para cabras, hasta llegar a una zona donde Dae-suo siente por primera vez algo que no sentía desde finales del Octavo Día: los fallos en el Patrón, diferentes a los de antaño, pero igualmente inexplicables. El hogar de las hadas, poderosas y antiguas, de la corte de Oberon y Titania, tan embebidas en Shakespeare como en las leyendas artúricas.

Desnudos para no cometer Felonías, menos Aislynn que directamente iba en su forma apocalíptica, los tres demonios escucharon las importantes advertencias de Dae-suo sobre el comportamiento de las hadas, y el probable comportamiento de aquellas. Y al cruzar la puerta al Ensueño creada por Peter, encontraron una especie de leprechaun gruñón caminando hacia ellos. No colaboraría salvo que resolviesen su adivinanza, y si bien los demonios fallaron la primera, acertaron la segunda. No sin dar tiempo a que los extraños lugareños se aproximasen, como el soez fauno obsesionado con follarse todo (que termina apareándose con el vestido angelical de Aislynn) o el duende de rojo sombrero que se traga de un bocado primero a Matt y después a Dae-suo, que se encuentran en la dimensión alternativa que era el estómago del duende hasta que el coreano abre la puerta de su boca para que puedan salir. No muy lejos encuentran al Caballero del Puente al que logran convencer de la bondad de sus corazones y la justicia de su misión para poder pasar. Y al cruzar el puente llegan a la ciudad de los nobles, donde Jennifer pisa un mierdaco en el sendero para risas e hilaridad de un duende del hogar, que se ve frustrado cuando la demonio le devuelve la broma y juntos acaban formando un nuevo y trágico acuerdo: el pequeño fae podría seguirla haciendo sonido de pedorretas como si todavía llevase la caca. Ya cerca del castillo, Camelot a todas luces con el pendón del dragón rojo, encontraron a dos hadas que dramáticamente discutían la naturaleza de la muerte, y fueron Dae-Suo y Matt quienes resolvieron su desencuentro, al aportar dos respuestas diferentes a las que ellas contemplaban en sus disquisiciones. 

Ya en las puertas de la fortaleza encontraron a los dos caballeros que las guardaban, uno sirviente de la Reina Titania, el otro del Rey Oberon. Cada uno con su propia puerta, una para la magia, la otra para la proeza marcial. Resolver el intrincado modo en que convencer a ambos de dejarles pasar no fue lo complicado, sino que entre celos y dudas, debían elegir qué camino tomar. Así que se dividieron: Peter y Jennifer irían a ver al Rey, mientras que Matt y Dae-suo conversarían con la Reina. Tras separarse y cruzar cada uno la jamba del portón que le correspondía, acabaron en el mismo pasillo y al mismo tiempo no lo era, cercanos y distantes a la vez en un claroscuro que no se resolvía al gris, sino al negro y blanco simultáneo. 

La corte de Titania era de gran belleza, con cristales y magia que reflejaban la belleza de su monarca, orgullosa y narcisista. Las adulaciones constantes de su corte de damas contrastaba con el silencio de su consejera Morgana le'Fay. Y navegar por ella sin aburrirla, sin fracasar e invocar felonías inesperadas, resultó tan difícil como complicado era el temperamento de Guinevere hasta el punto de que la reina mandó matar a Dae-suo llegado cierto momento. Por fortuna, Matt logró engatusarla con un regalo de un poema sobre su belleza y consiguió así no solo salvar a su compañero demonio, sino obtener la información de que la magia del dragón estaría condensada en su huevo, en su refugio en las cavernas subterráneas que conectan el Lago Ness con el mar. Pero debían tener cuidado, como les dijo la Dama Morgana, pues la magia del fae que antiguamente había anclado y estabilizado al Dragón Azul hacía siglos que se había perdido, cuando las hadas abandonaron el mundo. Y ahora ya no podían volver al mismo, pues aquella corte lo había declarado felonía. 

Mientras tanto, la Tabla Redonda de Oberon estaba sumida en la desconfianza, pues su monarca temía que uno de sus galantes caballeros pretendía a su esposa y los celos y la duda le dividían. Cualquiera que conociese un poco la leyenda sabría que se trataba de Lancelot, pero el rey jamás sospecharía de su más leal seguidor. Jennifer logró deshacer el entuerto con una idea de un concurso de poesía sobre la belleza de la Reina que revelase cual de los caballeros poseía verdadero amor por ella, así como cierta indulgencia para el mismo ya que se encontraba sin duda dividido entre la pasión de un amor imposible y el deber que exige el honor, tan importante para los trolls. Con ello, Arturo les reveló que el dragón debía ser dado muerte pues la Corte Oscura lo había corrompido, y que una espada debía atravesar su negro corazón después de haber destruido las débiles escamas que lo protegían, su único punto débil. Al solicitar ayuda en tal empresa, el regente entregó Excalibur a Peter para que diese muerte al monstruo y luego devolviese la espada a la Dama del Lago. 

Se reunieron a la salida de sus correspondientes cortes y Peter les llevó de nuevo al mundo mundano, sin darse nadie cuenta de que el duende del hogar le seguía con las pedorretas. Y Felonía cometió al cruzar de vuelta al mundo, cosa prohibida para las hadas de esas cortes, y fue incapaz de volver por mucho que se intentase. Así que durante las siguientes horas, mientras descendían al lago al encuentro con el dragón, su esencia féerica fue descomponiéndose ante la banalidad del mundo, pues solo aquellas hadas en los sueños de los niños como Peter podían sobrevivir ya en el reino de lo ordinario. Un pequeño retazo de imaginación que encontraba su final al llegar el despertar.

Ya en la orilla, Matt les dijo que no les acompañaría al enfrentamiento con el dragón, contra el cual de poco servirían sus habilidades, y fueron los otros tres quienes descendieron bajo las aguas del lago con oxígeno capturado en un pequeño milagro de Jennifer. Bucearon hasta las profundas cavernas iluminados por la luz de Dae-suo y llegaron al cubil del dragón, una imposible caverna con su propia playa donde la bestia dormitaba. Si bien la Guardiana quería dialogar con la monstruosidad azul esto resultó imposible pues la criatura no atendía ni entendía, y la batalla comenzó. Mientras Peter/Lancelot luchaba con su nueva espada contra el enemigo, recibiendo los terribles mordiscos de la criatura que hubieran sido capaces de partir en dos un camión de seis ejes, Jennifer le apoyaba indicando dónde se encontraba el punto vulnerable y sanando sus heridas. Pero fue el Malefactor quien cegó primero al dragón, después le desplomó parte de la caverna encima, y finalmente aprovechando la invisibilidad de su forma apocalíptica, desintegró las escamas de su pecho, revelando su corazón. Y con eso destruido, tal como contaba el relato de Oberon, Excalibur encontró su camino en un diestro golpe de Peter, se hundió en el corazón de la bestia y le dio muerte. Hasta que, en cierto tiempo, los mortales volviesen a soñarla con suficiente fuerza como para que surgiese de nuevo.

Pero justamente tiempo era algo que ya no sobraba en la Creación. La Dama del Lago surgió cuando llegaron a la superficie de nuevo y tomó la espada que Peter le devolvía, pero ya no habría más mortales que coronar reyes con ella, pues el final se aproximaba. Las hadas habían abandonado el mundo, y ella, la única que quedaba en el mismo, sentía en el viento y las aguas que el final se aproximaba. Poco podía colaborar con sabiduría a la pregunta de Jennifer, y nada podía ofrecer a la tranquilidad que la certeza de propósito y la ambición le daban a Dae-suo. 

Regresar a Nueva York probaría ser más complicado, sin embargo, que el viaje de ida. No solo porque seguía con ellos un niño que, a esas alturas, ya había sido denunciado como secuestrado en Estados Unidos, sino por la presencia del huevo de dragón y su considerable tamaño. Pero, sobretodo, porque ninguno de los dos demonios creía que regresar en avión fuese algo acorde a la gesta que habían hecho y, retornando a aquellos iniciales momentos en que estaban aprendiendo a viajar por el mundo tras su regreso del Infierno, decidieron rehacer el Milagro de los Patinetes, versión 2.0. 

Furgoneta hasta más allá de la ciudad de Inverness, en las cercanías del pueblecito de Bunchrew donde conseguir un navío que les llevase de vuelta a América, la Tierra de los Libres. Siglos atrás, aquella hubiera sido la odisea de los pobres y desprovistos, buscando un nuevo comienzo lejos del Viejo Mundo, ahora era una travesía y odisea de otra clase. El plan era convencer al capitán de que les alquilase el navío, pero James MacDougall se negaba hasta que directamente Jennifer le dijo de pactar, pero lo que el hombre quería era que su hijo abandonase las drogas, y al ver a un demonio fue en busca del párroco local. El santo hombre se vio bajo la influencia demoniaca rápidamente, y fue más sencillo pactar con él, que ansiaba regresar a tener el cuerpo que había tenido en juventud, sin los achaques y problemas que la vejez le había obsequiado. Con el pastor convencido fue hora de intentar ayudar a Erving MacDougall a dejar la heroína que lo consumía, pero curado del veneno de su interior, lo que los demonios encontraron era que un adicto no olvida simplemente por no tener la sustancia ni el mono. Quería drogarse y pincharse de nuevo, y ninguna otra cosa le importaba, ni siquiera los maltratos de su padre "por su bien", solo quería ir a su vendedor y comprar más. Era un deseo y pacto sencillo de cumplir, pero aquello habría supuesto aumentar el Tormento de Jennifer, que no deseaba que ningún mal le llegase al mortal. Así que, en la vieja y antigua tradición de los demonios de los cruces de camino que había invocado al principio con el padre, retorció el deseo del joven, cumpliendo su pacto de forma técnica a la vez que le daba la voluntad y la inteligencia para enderezar su vida y darse cuenta de que tendría dinero para drogarse pero (esperaba la demonio) no quisiese hacerlo. 

Asegurado el navío para la travesía, lo que restaba era usar los conocimientos combinados de ambos demonios para hacer el trayecto en un día, acelerando el vehículo a base de poner fuertes vientos a favor y cambiar las leyes de la física a su alrededor. Al fin y al cabo, ambas eran las cosas que esas dos Casas habían creado y organizado. Y como no estaba presente Violet y ninguno de los dos tenía ni idea de cómo navegar, hubo que darle vida al barco para que pudiese hacerlo por si mismo. Así llegaron a Nueva York ante la sorpresa y descrédito de las autoridades portuarias, que debieron ser engañadas con argucias porque lo ocurrido no tenía sentido alguno. El huevo fue puesto a buen recaudo en la tienda de Isaac pese a la reticencia del mago. Peter fue dejado cerca de su casa a escondido para que se pudiese reunir con sus padres, que habían llenado el barrio de carteles de "se busca" por su hijo desaparecido y secuestrado. Y con las cosas arregladas, navío de regreso a Escocia para devolver su fuente de sustento a los MacDougall y, finalmente, un avión ya desde Inverness a Edimburgo y de ahí de regreso a la Gran Manzana a lidiar con el refinado del huevo, la extracción de la Quintaesencia y el poderoso ritual para encontrar a Lucifer...

Justo a tiempo... 

Las luces nocturnas iluminan la señal de Hollywood, mientras la gente sale entre risas del estadio de los Lakers tras la victoria de su equipo, recorren el paseo de las estrellas o visitan la noria de Santa Monica. Los encontramos con helados y risas en Sunset Boulevard, pero sus momentos de alegría se transforman primero en incertidumbre y luego en miedo. El primer temblor es casi imperceptible, los siguientes son innegables, a medida que la avenida se comba y parte bajo la fuerza del terremoto. La gente grita y corre saliendo de los edificios que se sacuden con fuerza y violencia, mientras los coches se accidentan y los cascotes caen de azoteas inseguras sobre los viandantes que corren por sus vidas. Y mientras la fuerza sacude la costa oeste con violencia brutal, la cámara se alza igual que la mirada de las personas y las cámaras de los móviles: arriba, en lo alto del cielo, un ángel brilla con sus llamas sobre la población. Sus ojos muestran un sufrimiento y la sabiduría innegable en sus bello rostro, uno que todos han visto antes, pues el Primero había regresado.  

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