La Edad de Plata 8: Profecías, Guerras y Amores
Cuando la nueva Pythia llegó a Delfos, hizo una nueva profecía: que los Dioses abandonarían el Olimpo y sus pisadas destruirían el mundo que conocemos. Y, tras la liberación de Eris de su prisión, el caos y los Dioses se han desatado.
Poseidón, a petición de su hijo Kairos, parte la tierra, separando para siempre la Grecia continental de la ahora isla donde permanece Esparta. Pero tal gesta despierta la ira de Ares, que detrás del ejército espartano, quiere la guerra para la cual necesitaba el paso de Corinto. Su intervención requiere la aparición de Zeus, seguida de la de Hades, y la escalada in crescendo recorre todo el mundo aqueo con tormentas, terremotos y maremotos. Las ciudades costeras son arrasadas por los elementos, las flotas hundidas bajo las aguas, la gente muerta ante la ira de los Dioses.
Una ira que no se detiene ahí, sino que sacude las murallas de Atenas cuando Sofía y Polemos se enfrentan, y con ellos sus padres Atenea y Ares, y con ellos Zeus y Afrodita... hasta que Hestia aparece para imponer cierto orden y el hijo de Ares es forzado a retirarse, dejando a una Sofía debil y herida, incapaz de detenerse cuando Hades, para exigir la obediencia de su hijo Io, la secuestra y se la lleva al Inframundo.
Pero entre el caos, viejas incógnitas encuentran sus respuestas. El arma para derrotar a Polemos es Aegeus, un antiguo hijo de Atenea que se ha refugiado y abandonado la lucha, maltratado y rota su voluntad por el castigo de los Dioses. Pero ni la protección de las Moiras puede impedir que Elektra y Kairos lo encuentren, cuando cruzan desde las puertas del derruido templo de Armonía, a través de una puerta cuyo recorrido imposible se vuelve posible con el giro de una llave.
Y en la otra esquina de Grecia, el destino de Herakles se revela, cuando Atenea reconoce que el Dios se encuentra protegido y escudado por ella... y el ingenio revela dónde, en uno de los lugares más peligrosos del mundo: el Laberinto del Minotauro, en Creta, bajo la guardia del poderoso Minos mismo.
A medida que la apoteosis de la historia se aproxima, los hilos del Destino tejen con fuerza, sangre y dolor. Perséfone, secuestrada por Zeus, abre una primavera en otoño, y la puerta para que Hades desproteja su reino... y unos heroes puedan infiltrarse en el mundo de los muertos, más allá de la protección de Cerbero, para rescatar a las mujeres amadas que se ha llevado la muerte. Allá donde Orfeo fracasó, los heroes descenderán de nuevo a la oscuridad, para tratar de que lo que es imposible, de nuevo se vuelva posible.
Porque esa es la tinta especial con la que se escriben las leyendas, en aquellos lejanos tiempos en que la Edad de Plata daba paso a la Edad de Bronce.
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