La Edad de Plata 10: Festín de Cuervos
Los campos frente a Atenas están cubiertos de cadáveres. Atenienses todavía aferrando lanzas partidas, espartanos con sus escudos hendidos, corintios con sus espadas rotas. Ares ha muerto, atravesado por la lanza de Atenea. Como Zeus, apresado, ha sido herido por la daga de Hera. Los muertos se alzan y caminan, luchando contra los vivos, y los mares devoran a aquellos que se enfrentan al camino de Poseidon hacia el trono del Olimpo. Los cuervos festejan en los cadáveres de los nobles caídos, como Alastair y Polemos, hijos de Ares, derrotados por los hijos de Atenea.
Pero el ocaso no solo cae en la ciudad de Atenas, donde el ultimo de los rayos de Apolo anuncia la llegada de Nyx. Sino al norte, donde Elektra a solas se enfrenta a los dioses bárbaros, igual que Kairos hizo en el mar de Mykonos. Pero en la capital macedonia, el panteón bárbaro es el fuerte, y sus héroes imparables, obligando por primera vez a que la hija de Zeus huya, herida de gravedad.
Y al sur, pese a que la guía perdida de la Pythia ha sido restaurada, su nueva profecía habla de sangre, de muerte, de mares y rayos. Del Rey Mortal, capaz de reinar sobre todos. Justo en el momento en que Minos, sacrificando la vida de Herakles, abandona los restos de su carcasa mortal y abandona Creta, camino del Olimpo, a cometer parricidio y suplantar a su padre en el trono.
Y es que el templo de Zeus en Olimpia ha sido desacrado, como fruto del plan demente de aquel que quiere la muerte de todo, los Dioses incluidos. Pero incluso el poderoso Zagreo cae bajo el ataque iracundo de Kairos, Elektra y Sofia, y con él cae el último de los conspiradores de Rodas, que iniciaron este sangriento conflicto.
Así, mientras la Edad de Plata se aproximaba hacia sus momentos finales, cuando las pisadas de los Dioses quemaban el mundo, los únicos que se veían vencedores eran los cuervos. Pues los cuerpos de vivos se amontonan en las afueras de Atenas, en la Rodas caída ante el asalto de Tiamat, y ante el altar de Olimpia. Pero no solo los mortales caen. Menos de la mitad de los hijos de los Dioses siguen vivos, sus almas resistiendo la imparable llamada de la muerte, como Ulises aferrado al mástil para no acudir a la llamada de las sirenas.
Algunos sueñan con la esperanza, incluso en el medio de la oscuridad. Con traer ayuda de las tierras romanas, con conseguir hijos divinos entre Zeus e Ishtar, con cambiar las cosas. Pero, tras el encuentro en el campo de flores, las duras verdades se hacen innegables. Y el mundo, contiene el aliento... la pregunta está formulada, ¿pero cual será la respuesta?
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