Renglones Torcidos de Dios 2
El pasado siempre nos encuentra. Como una herida abierta que sangra, carga con el pus de nuestros pecados. Todo lo que tratamos de olvidar sale a la superficie, como el agua de cloaca en una noche de lluvias intensas, justo para retorcernos en el peor momento posible.
Madres que regresan de los muertos para ser sacrificadas de nuevo por sus hijos. Padres maltratadores que retiran la custodia a las madres. Corrupción policial incluso en las esferas elevadas. Señales en los cielos que auguran un mal futuro. Huidas del psiquiátrico que solo abren el camino de regreso. Abusos de poder desde las más altas esferas, cuadros malditos. El pasado y el presente se funden en una amalgama oscura y retorcida donde la realidad se pierde en el horizonte y donde las apuestas son extremadamente altas.
Y a veces, para bienestar de la mayoría, algunos deben perderlo todo. Ese es nuestro oscuro y perdido mundo, lleno de callejones sin salida como los laberintos del Museo Reina Sofía. Llenos de esperanzas rotas como el deseo de una madre de recuperar su familia. Repleto de ideales pisoteados como el honor de los policías que buscan hacer justicia. Anegados en los pecados olvidados que cometimos como niños.
Heridos, locos, perdidos, más allá de cualquier recuperación, nuestros protagonistas se pierden de nuevo tras el velo de la rutina, una más de las oscuras historias de nuestras urbes; uno más de los terribles sinos que esconde nuestro mundo, lleno de historias anónimas donde todos pierden lo que quieren. Al menos, la mayoría podremos vivir un día más, mientras el mundo sigue girando, cargando con sus propios y oscuros pecados.
Pero esas historias serán para otro momento, para otro tiempo y lugar, lejanos de este capítulo que aquí se cierra.
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