La Edad de Plata 5: Furia sin Límites
La furia de los dioses es infinita. La furia de Hera dejó malogró todos los embarazos de Atenas por las ofensas recibidas. La furia de Sobek destrozó la embarcación del Nilo ante una mera brisa de fuera del desierto. La furia de Perséfone casi acaba con la población viva de Mykonos. La furia de Kali llevó al asesinato de Farideh, la demonio del este. Su furia, por tanto, no conoce límites.
Pero son los héroes los que moldean el mundo con sus actos, sus aciertos y sus errores. Es la fuerza de Kairos la que derriba el templo de Hera en Samos, expulsando a Argos a la fuerza. La astucia de Io la que revela que la mano tras los incendios de Arcadia, sirviendo de puente para resolver el conflicto entre Perséfone y Hestia. Y es el encanto de Elektra la que abre la posibilidad de un encuentro entre persas, egipcios y aqueos que devuelva el alma de Farideh a su cuerpo, contraviniendo la voluntad de los dioses exteriores.
Y es que, al final de la Edad de Plata, al comienzo de la Edad de Bronce, la tinta mágica con la que se escriben las leyendas todavía fluye con facilidad por un mundo que aún no ha olvidado quién es.
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