Humo y Espejos
Era difícil
imaginar que el destino de Occidente dependía de aquella reunión en aquel bar
mugroso y perdido. Que el futuro del mundo libre pasaba porque fuese capaz de
colar aquel farol, de haber atado todo correctamente. Pero Trevor Williams
estaba tranquilo, o todo lo tranquilo que se puede estar en territorio enemigo,
en una noche desapacible, con un hostil sentado del otro lado de la mesa y un
fanático al lado. Si, muy tranquilo... al menos conseguía que su voz no
temblase y sonase firme. Era todo parte del Baile, al fin y al cabo.
Ante él estaba
el germano, Wolfram Gundersson, de antepasados nórdicos y actualmente al
servicio de la Stasi; era el hombre que iba a aceptar el maletín con dinero que
había entre ambos, a cambio de que Aiden Brady cruzase el Muro y se convirtiese
en un agente doble: supuestamente un informante para la Stasi convencido de las
virtudes de unirse al bloque soviético para avanzar la Causa Irlandesa,
mientras que en realidad informaría a los demócratas a través del propio
Williams.
-Entonces, cuando Aiden esté a salvo y
seguro en su nueva posición, os mandaremos los pasaportes. Primero para tu
esposa e hija, que podrán cruzar el Muro a salvo y vivir una vida mejor y más
libre. A ti te necesitaremos más tiempo de ese lado para asegurar la posición
de nuestro agente, pero tan pronto las cosas se pongan calientes, te
extraeremos con celeridad, eres demasiado valioso.-
Menuda cantidad
de mierda. Cuando Wolfram dejase de ser útil, lo dejarían pudrirse en una celda
alemana, o quizás incluso soviética. Entonces ya daría igual, la CIA ya no
tendría uso para él.
Del otro lado de
la mesa estaba Albrecht Müller, un hombre como tantos otros de los que había en
el interior de la Stasi. Un hombre con miedo, un hombre al que le apretaban los
tornillos y le vigilaban de cerca. Y no sin razón, todo sea dicho. Fumaba
nervioso su pitillo, agarrándolo como si fuese su único vínculo con el mundo
soviético que trataba de abandonar. Era necesario.
No era el hombre
más honesto, pero tampoco el más corrupto. En una organización plagada de
puñaladas por la espalda, secretos, corrupción y abusos, él sólo era uno más
entre muchos. Sin embargo, desde hacía poco su nuevo jefe quería quitárselo de
en medio para subir a su nuevo protegido, un advenedizo que creía que sabía más
de lo que su escasa experiencia realmente le permitía pero que probablemente le
fuese ciegamente leal a su superior... hasta que llegase el momento de la
traición, claro, marca de la casa en la que todos trabajaban.
Así que a Albrecht
sólo le quedaba una opción: coger la identidad falsa que se había creado para
cuando las cosas se torciesen del todo y venderse al enemigo. Si, sólo quedaba
la huida hacia adelante, sacar a su familia fuera del Muro y tratar de
seguirlos tan pronto pudiese. Llevaba en el Juego el tiempo suficiente como
para saber que los americanos le dejarían tirado tan pronto pudiesen y que el
agente doble que iba a introducir probablemente causase muchos daños a quienes
habían sido los suyos toda su vida, quienes se suponía que quería y protegía...
pero no había opción. Era eso o acabar tirado en un callejón con una bala en la
nuca, una bala fabricada en la RDA, a la cual había jurado proteger.
-Entonces Herr Brady- dijo, con su
marcado acento alemán-, ¿es un militante del IRA? ¿Un verdadero enemigo de los
británicos? Eso se lo puedo vender a mis superiores, si. ¿Están los mil dólares
en el maletín, como quedamos? Necesitaré ese dinero para untar algunas junturas
burocráticas y conseguir que se tramite con rapidez, Herr Jones.
Si, pero también
para nutrir su propio colchón para cuando la lluvia que asolaba Berlín aquella
noche se transformase en aguacero. Y probablemente no tardase mucho. Bastante
le había costado ya conseguir que sus compañeros ignorasen aquella reunión, una
buena cantidad de dólares (cada vez preferían más la moneda americana a la
propia, señal del cambio de los tiempos) para conseguir esta hora de reunión a
salvo. ¿Dónde había quedado el espíritu y la patria? Desde luego, Marx, Lenin y
Stalin habían muerto.
Quizás debería
haber empezado por decir que Trevor Williams no era el nombre que aquel viejo
agente de la CIA estaba usando. Aquella noche él era Richard Jones,
oficialmente un simple empresario británico afiliado indirectamente al MI-5
británico. Era la trampa clásica, pero para eso estaban los primos... y en el
Baile, los británicos a menudo actuaban como primos ante los intereses
americanos.
Richard echó un
vistazo al joven apasionado que tenía sentado a su derecha, mientras echaba
otra calada a su pitillo, un buen Winston, único toque que debía decirle al
alemán que en realidad representaba a la CIA. Ambos llevaban tiempo bailando,
era innegable que el otro cogería el detalle al vuelo, como Trevor había
descubierto pronto que el germano se había traído a dos compañeros, que bebían
tranquilamente cerveza en una posición alejada, tratando de disimular que
prestaban más atención a esta mesa que a su propia conversación.
-En efecto, Brady quiere servir a la
independencia de su país frente a los opresores ingleses. Es un ferviente de la
causa y nosotros creemos que mejor fuera del territorio británico, aún cuando
con vosotros pueda causarnos daños menores. No tendrán problema tus superiores
en comprobar estos hechos, porque son la verdad.-
Qué termino más
complicado era ese: verdad. La verdad de Wolfram era que sus jefes lo
presionaban y necesitaba una salida adelante, la verdad de Brady era que el
propio IRA lo consideraba peligroso y lo necesitaba fuera. Esta reunión no era
resultado del azar, no, sino de una larga y planificada operación que había
puesto muchos peones en marcha desde hacía meses, con muchas más personas
involucradas de las que Richard realmente conocería jamás: los del servicio de
inteligencia francés que habían filtrado los datos de la corrupción de Wolfram
a un superior ambicioso, los terroristas vascos que habían convencido a sus
compañeros irlandeses de hacer un negocio juntos a cambio de delatar a uno
prescindible de los suyos, los británicos que habían actuado como intermediarios
de los encuentros con Brady... una larga coreografía de Baile que llevaban a
aquel gastado bar localizado en territorio soviético, donde el faro de la
libertad iba a introducir el agente que permitiría derribar el inestable
gobierno de la RDA.
Brady era el
único que no estaba nervioso en ese encuentro. Claro que tenía miedo, ¿quien no
lo tendría en su situación? Ser un agente de un servicio de inteligencia no era
pequeña cosa, pero que aún por encima lo sacasen a uno de su propio país y lo
introdujesen en otro para actuar como agente doble en territorio enemigo, con
una sentencia de muerte sobre su cabeza... bueno, cualquiera tendría miedo en
esa situación.
Pero lograr un
país libre e independiente requería sacrificios y si debía jugar con unos y otros,
lo haría. Sólo así podría destruir la opresión británica y americana, pues con
bonitas palabras en las calles de Belfast no se conseguía nada.
Si, Brady tenía
miedo, pero sobretodo tenía mucha adrenalina en su sangre y un objetivo claro:
informar, porque de ese modo destruiría a sus enemigos. Si, iba a morir en
Berlín, probablemente en pocos meses, pero en el camino pondría las fichas en
su sitio para que la causa última llevase a la victoria de su Patria.
-Man- dijo, introduciendo una
palabra en inglés en el medio de su mal aprendido alemán-, soy de confiar. Me
importan una mierda los problemas que tener vosotros, right? Yo aquí he
venido por mis propios objetivos y eso ser lo que yo voy a conseguir. Vosotros
me utilizáis, de acuerdo, pero yo quiero que consigas armas para un buen father
de Belfast, él sabe a quien deben llegar. ¿Nos entender?-
Era sencillo,
armas por información. En cuanto a Brady concernía, era algo directo y si había
que ser un mártir por la Causa, lo sería.
Albrecht casi
sacude la cabeza con impaciencia. ¿Acaso el irlandés no se daba cuenta de que
los mayores están hablando? Odiaba a los fanáticos y Brady claramente lo era.
Podía leer en sus ojos la falta de nerviosismo y cómo el miedo se sometía a la
locura de sus objetivos. Había trabajado muchas veces con obsesos y siempre le
molestaban pues eran incorruptibles: los sobornos y los tratos no funcionaban
con ellos como habrían hecho con cualquier otro. Pero este había sido engañado
bien por los americanos, que habían conseguido que jugase a dos bandas en un
juego donde sólo iba a perder.
El germano
escuchó el mal alemán del irlandés disimulando una sonrisa. Llevaba mucho
tiempo en el Juego, como el americano, y Brady no lo llevaba. Era demasiado
joven, inocente, apasionado e idealista. Sería un buen peón que colar a su
superior, suficiente como para ganar el tiempo que necesitaba y los pasaportes
como para asegurar la salida de su familia. Probablemente el irlandés no
sobreviviese a su propia huida, pero Albrecht había estado en Münich durante la
Guerra y había visto a mucha gente morir... un irlandés más no importaba. Era
sólo un peón devorado en el tablero a cambio de poder salir del horror y del
miedo.
-Conseguirte las armas no será complicado,
Herr Brady. Tenemos Kalashnikovs que podemos enviar por submarino a la
costa irlandesa sin ningún problema, así como explosivos. Y seguro que a los
británicos les encantará descubrir que el IRA tiene conexiones con el KGB. Les
meterá miedo, avanzará vuestra causa y podréis hacerles daño de verdad.-
Si alimentaba su
fanatismo conseguiría un animal a su servicio, sin lugar a dudas. Como un doberman
rabioso, sólo hacía falta apuntarlo en la dirección correcta y saltaría sobre
la presa deseada. Y podía ver cómo el irlandés se relamía ante la imagen de
tener explosivos para hacer saltar por los aires los cuarteles de los bobbies,
o incluso el Parlamento como había intentado hacer Guy Fawkes. Su pequeña
revolución roja personal.
Pausa, tenía que
jugar sus cartas con cuidado, demasiado estaba en juego esta noche. Aunque
fuera empezase a tronar, Williams tenía que mantener la cabeza fría. El
irlandés era un loco, como todos los irlandeses, y si bien era un peón útil lo
último que necesitaba era que la Stasi realmente comenzase a armar al IRA. Aunque
podía ver el juego de Wolfram frente a él, también veía el peligro que
suponía... lo último que necesitaban era un idealista desbocado, siempre va mal
para los negocios.
-Vayamos paso por paso, Wolfram. Primero,
aquí tienes el dinero, introdúcelo en los círculos apropiados, que conozca a la
gente que necesite y, a partir de ahí, que comience a informar. Entonces
tendrás más dinero, los pasaportes y el coche que os pueda llevar a través del
Muro con éxito. Paso a paso, las armas para los irlandeses cuando llegue el
momento en que haya que verificar su tapadera.-
Atrae las
riendas, juega con la zanahoria, amenaza y castiga si hace falta. El viejo
Baile que todos danzaban desde hacía años pero, al final, lo único que
importaba era quien bailaba mejor. Y claramente los dos compañeros de Wolfram
tenían armas bajo sus abrigos, mientras que el propio Williams no iba armado...
en cuanto a Brady, irlandés y cabezacaliente, en un bar podría estallar
buscando una pelea en cualquier momento, había que danzar con cuidado. Que
Wolfram no lo lanzase contra los intereses americanos tratando de anotarse un
punto con sus superiores... no encajaría con la personalidad del alemán tal
como lo habían analizado en Langley, pero cuando alguien era llevado contra la
pared la desesperación hacía milagros.
¿Un retraso en
las armas? Estos querían jugársela. Brady flexionó los dedos de la mano,
demasiadas peleas y luchas habían llevado su vida hasta aquí como para dejar
que sus planes se desmoronasen, y los callos y rascazos en los nudillos
probaban que él nunca se echaba atrás. Pero necesitaba paciencia, esta gente
creía que sabía lo que hacían y, de momento, le iban a dar lo que quería. Ya
habría tiempo de partir unas cuantas caras, por deporte simplemente, más
adelante.
-Correcto, Herr Jones, dejaremos
las armas para un segundo paso, si a nuestro nuevo amigo le parece correcto.-
Mucho tiempo en
el Juego, Albrecht sabía que debía hacerle ver al irlandés que él era la pieza
que controlaba su destino, sino acabaría jugando para los americanos antes de
darle el tiempo que tanto necesitaba. Brady debía confiar más en Albrecht que
en el agente de la CIA y, para eso, nada mejor que jugar con fuego. Un paso más
en la huida hacia adelante.
-Además, no queremos que nuestros amigos
americanos se enfaden con nosotros antes de que hagamos nuestros intercambios,
¿no, Herr Brady?- dijo, con una sonrisa ambigua mientras miraba a Jones
directamente.
¡Mierda!
Williams tenía las cosas bajo control, todo iba bien, ¿por qué revelar ahora
que era un agente de la CIA en vez del MI-5 como creía Brady? Sin duda quería
ganarse su favor dándole algo de información secreta, pero en manos de un
irlandés loco todo podía salir por cualquier lado, y demasiadas cosas dependían
de aquella noche.
-Right- dijo con una sonrisa
abierta el irlandés-, pero no soy tan tonto como creer vosotros. Se que es
americano desde que lo vi por vez primera, sólo un americano se despistaría y
llevaría un hat bajo techo, no cuela como un agente de Su Majestad.-
No pudo evitar
reírse ante la cara de sorpresa de ambos ante la respuesta. Duró sólo
centésimas de segundo, era cierto, pero veía como los dos rápidamente pedían
cartas nuevas al croupier al darse cuenta de que no era tan tonto como
ellos creían. Si, le gustaba demostrarles que no sólo ellos eran listos.
Albrecht hubiese
enarcado una ceja si hubiese podido permitirse una mínima expresión, y durante
un segundo pensó en sacar el arma que llevaba oculta a su espalda. Su jugada no
había salido como había esperado y se había quedado expuesto ante el americano
por haber dado la pista y ante el irlandés por haberlo subestimado. ¿Qué más
podía ocultar el del IRA?
No parecía que
mucho más, simplemente quería sus armas y que no le tomasen el pelo. Quería que
lo tuviesen en cuenta, que lo tratasen como un adulto en un Juego que le iba
grande. Vale, eso podía arreglarse sin problemas, mejor jugar el resto del tiempo
según el libro e irse camelando al irlandés con las semanas de contacto y
trabajo juntos, lejos de la influencia perniciosa de los capitalistas. La idea
de alcanzar el arma desapareció tan rápido como llegó, mientras observaba los
cambios en el tablero de juego.
¿Un sombrero
bajo techo? Los ingleses eran unos estirados, ¿tenían protocolos para eso? Sin
duda en Texas no los tenían, mil veces había visto a su padre con sombrero en
el rancho y su padre era todo un caballero chapado a la antigua. Siempre había
odiado hacerse pasar por británico por la cantidad de reglas estúpidas que
seguían y aquella vez parece que implicaría una complicación importante.
Pero el irlandés
lo había sabido desde antes de coger el avión en Londres, de modo que las cosas
tampoco cambiaban tanto. Sólo significaba que estaba dispuesto a pactar con el
Diablo si hacía falta para avanzar su causa y que sabía bien el Baile en el que
estaba metido. Casi mejor, eliminaba las dudas fruto de tener que implicar a
inocentes. Si no era inocente mejor, al Tío Sam siempre le molestaba más
destruir las vidas de quienes observaban el baile desde las sillas que las de
aquellos que hacían sus pasos en la pista.
-Entonces todos estamos de acuerdo, ¿no?
Brady se quedará aquí ya esta noche, dirás que ha cruzado el Muro y ha
desertado guiado por tus acciones, que lo has convertido. Y a partir de aquí, a
trabajar.-
Las piezas en su
lugar, era el Rey del Baile.
Como siempre,
los americanos tan pragmáticos, no apreciaban la sutileza de un pensamiento
como el de Marx o Lenin, o los juegos filosóficos de Nietzsche o Heidegger.
Siempre directos al grano, eso los hacía predecibles. Pero teniendo en cuenta
que el irlandés era más imprevisible de lo esperado y que se impacientaba, casi
mejor.
Ahora tocaba
llevar a Brady al piso franco que le tenía preparado. Tras ello, dejaría el
dinero en su alijo secreto para emergencias y se presentaría ante sus
superiores para informar del éxito de su misión de subversión. Después sería
hora de tirar de los hilos a dos bandas para conseguir lo que necesitaba y
desaparecer antes de que todo explotase. No había más, en el mundo de
corrupción y traición que era la Stasi, sólo quedaba tratar de retirarse con
algunas ganancias antes de que la casa se llevase todo. Porque la casa siempre
gana, ese es el Juego.
Así que,
asintiendo, cogió el maletín y, con un gesto, esperó a que el americano
abandonase el lugar. Que se creyese un ganador no importaba, él no jugaba para
ganar, sólo para sobrevivir. Una semana más, una noche más, una hora más, un
minuto más... lo que pudiese arañar a la muerte que, en estos momentos,
respiraba demasiado cerca de su nuca. Su jefe, tendría que engañarlo con lo que
hiciese falta para ganar ese tiempo antes de que lo sustituyesen...
definitivamente.
Cuando Jones
hubo abandonado el bar y se hubo adentrado en la noche, Albrecth se puso e pie
y le indicó a Brady que le acompañase. Era hora de que conociese el lado oculto
de Berlín Este.
Brady se puso en
pie y siguió a Albrecht hacia la puerta. Todo había salido según lo previsto,
tenía las armas para desestabilizar Gran Bretaña y la posición privilegiada
para defender la Patria. Porque para Tovarich Igor Anayev, todo siempre había
sido por política: por la única que importaba, el avance de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas. Era joven, si, pero jugaba mejor que el
alemán y había engañado durante meses a los irlandeses para que creyesen que
era uno de ellos. Bailaba mejor que el americano, consiguiendo que creyese que
era estúpido y manipulable.
Pero un agente
del KGB raramente es ni lo uno ni lo otro, un agente del KGB sólo es un espejo
donde ves lo que quieres ver y tras el cual sólo hay humo en el viento.
Este relato fue escrito entre el 21 de Noviembre y hoy día 24. Fue el cuarto ejercicio del taller, en el que teníamos que narrar una historia desde tres puntos de vista distintos.
ResponderEliminarEl comentario de Sheila:
ResponderEliminarMe hubiera gustado que hubieras dejado más diferencias narrativas entre personajes (separar de otra manera) como en una novela río, para distinguir todo mejor. Puede ser un poco enmarañado con tantos personajes a la vez, presentando tantos acontecimientos hechos y opiniones pensadas y expresadas distintas. No obstante mejora con una segunda lectura.
El tema que has elegido me ha gustado, está muy bien para ver los distintos puntos de vista de los protagonistas y cómo estos afectan a los de los demás (de manera directa e indirecta).
Creas además un ambiente que retrotrae a ese momento de la historia.
¡Te has pasado las palabras! No pasa nada porque no han llegado a ser 100, pero no me hagas trampas. :P
Tienes un par de fallos de tildes diacríticas, nada muy llamativo pero sí que esta vez el Word te las marca en azul (no es como otras veces que pasa más desapercibido). Cuidado con ellas.
Sé que el ejercicio era un poco extraño y tenía bastante dificultad, sin embargo has conseguido hacer algo muy aceptable.