Acero para Humanos 12: Oda a la Furia
Una de las Reinas del Norte yacía en un sarcófago mágico de hielo, otro de sus Reyes había muerto bajo la flecha envenenada de un elfo. Y con cada gota de sangre, con cada injuria, con cada ofensa inventada, la bola va creciendo, paso a paso, poco a poco. Hasta que una gota hace que el vaso rebase y todo el dolor en el contenido se vierte como veneno sobre el mundo. Porque todo el Norte carga una furia, un odio, que hace que el peor enemigo del mismo no sea Nilfgaard, no sean los buques o las guerras, sino el Norte mismo. El vecino, el noble, la hechicera… todos cargan esas cadenas, como cuento en el poema que por aquel comienzo del otoño de 1263 compuse: Bramidos de dolor y resonar de cadenas, los ecos se mofan y me engañan. Océanos de culpabilidad y ríos de vergüenza la furia nunca me abandona. Sufrimiento en la nieve el invierno de aflicción ha llegado para juzgarme y despojarme de mis queridos. Encierra la ira y ella sacude la celda la furia nunca me abandona. Si...